Las dos caras de la revolución cubana

(«El programa comunista»; N° 50; Septiembre de 2013)

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En el último suplemento dedicado a Venezuela, indicábamos que, desde sus comienzos, la Administración Chávez se había acoplado, acelerando sus relaciones con Cuba a partir del golpe fallido de abril de 2002. Por tanto, no es ningún azar si tomamos a Cuba como ejemplo de un tipo de "revolución" o mascarada de revolución [a la cual se le dedicó un artículo en ese mismo suplemento: «Hace lustros... "un carretero alegre pasó"», que tuvo un cierto eco en nuestros lectores y más allá, NdR] donde las bases incluso políticas y sociales de la dominación capitalista restan intactas. «Las dos caras de la revolución cubana», fueron publicadas por primera vez en nuestra revista en lengua francesa, «Programme Communiste», n°17, oct-dic de 1961; es decir, en momentos en que la revolución cubana irrumpía en la escena política internacional. Hoy, por todas las características que presenta la «revolución bolivariana», este articulo sirve para recordarlas, y que en aquel entonces correspondían a la "revolución cubana", observando que, 60 años después, la critica que allí hacíamos es más que pertinente, si ahora la extendemos a esta hermana desconocida que, aparecida un buen día ataviada de «proceso revolucionario bolivariano», podemos calificarla como un (¿último?) intento de la contrarrevolución estaliniana, por perdurar y continuar haciendo estragos en las luchas de clase del proletariado mundial. Este magnifico artículo impregna parte de nuestros otros artículos dedicados a Cuba y a Venezuela, y a otros países y proletariados en situaciones parecidas; como una toma de posición política ampliada, que vuelve pedazos los innumerables mitos y supersticiones hasta ahora dominantes en torno al comunismo, "enigma de la historia por fin desvelado".

 

 

Que los "barbudos" hayan sido y sean las figuras representativas de los movimientos cubanos asociados a aquellos que han estremecido hasta sus fundamentos el orden tradicional en Asia y África, es sólo en apariencia.

Su acto común es la lucha violenta contra el imperialismo y los grandes monopolios. Sólo que en el caso de los países afro-asiáticos la lucha por la independencia nacional que apunta hacia la constitución de Estados unitarios (dirigida contra las potencias coloniales, contra el yugo financiero del capitalismo imperialista) encierra un aspecto de lucha más amplio, más fundamental, contra estructuras tradicionales, feudales o para-feudales. En Cuba, y en general en América Latina, bien que a niveles diferentes, el capitalismo ha sido importado hace ya varias décadas desde Estados Unidos y otros países capitalistas, y, la economia interna presente, su estructura fundamental, mucho tiempo ha que es burguesa, es decir, se apoya sobre un proletariado numeroso y superexplotado.

En este último caso, el objetivo de la "revolución" anti-colonial reside en el esfuerzo de la joven burguesía indígena (1) de liberarse de la sujeción al capital financiero extranjero (a la sombra del cual esta creció) o, según el caso, de establecer con este último una relación de co-participación en los beneficios que genera la explotación de los recursos locales, utilizando para sus fines el empuje de la rebelión de masas proletarias y semiproletarias, canalizándolo hacia el objetivo nacionalista, impidiendo toda posibilidad de orientación social-revolucionaria, convirtiéndola en trampolín para su propio afianzamiento en la dirección del Estado. Los movimientos y regímenes que surgen en estas áreas – aquí, el ejemplo cubano proporciona el modelo más "puro" –, se presentan como violentamente nacionalistas al exterior y reformistas al interior. En lo externo, su función histórica será la de generar rupturas de los equilibrios imperialistas, lo que puede en efecto provocar, y provoca, crisis de prestigio y serias dificultades económicas en los grandes centros de la piratería buguesa (Estados Unidos, en particular). El violento estallido que esto produce no puede dejar "indiferente" al proletariado mundial y al partido revolucionario comunista. Al interior, ejercen una acción de freno sobre los contrastes sociales. Por consiguiente, el problema de un apoyo armado a los partidos nacionalistas por parte del proletariado internacional e indígena ya no se plantea, en virtud de que el problema de "empujar la rueda de la historia hacia adelante" no existe, puesto que en esta zona no hay estructuras pre-capitalistas residuales qué destruir [o que no perturban la hegemonía del capitalismo, NdR] (2). En cambio, se plantea el problema de la lucha abierta del proletariado por la conquista del poder, no sin antes denunciar los objetivos burgueses reformistas de estos partidos, así como el de provocar la separación de la clase obrera de los partidos y regímenes interclasistas, y proclamar al mismo tiempo la lucha abierta del proletariado por la conquista del poder.

En el caso particular de Cuba, el proletariado revolucionario puede valorar la tunda propinada tanto a los mastodontes azucareros y petroleros americanos, como a los gobiernos que han intervenido en nombre de la "libertad" y de la "autodeterminación" de los pueblos, así como el desenmascaramiento de estas falsas banderas ideológicas; pero debe burlarse y combatir la pretensión castrista de haber realizado una "revolución social" y, peor todavía, de haber construido de golpe y porrazo una "república socialista" con la bendición, como se debe, de ese otro centro mundial de negocios: el Kremlin.

Los estalino-kruchevianos – representantes comerciales de regímenes bautizados progresistas e incluso socialistas – no son los únicos en creer y difundir el mito de la Cuba socialista, lo que entre paréntesis aporta agua al molino de los burgueses en penuria de radicalismo que predican la posibilidad de la "revolución" social sin partido de clase y, por ende, sin marxismo. Estos son ayudados por los nacional-comunistas al estilo de Tito y por aquellos que – para desgracia del gran revolucionario ruso – se proclaman trotskistas.

 

SOCIALISMOS PREFABRICADOS

 

Sin embargo, la cara de la "revolución social" cubana aparece claramente no sólo a través de las declaraciones, incluso las más recientes, de Castro y de los Padres del Kremlin, sino también a través de los análisis que grupos cripto-estalinistas hacen de estas declaraciones. En su número de diciembre de 1959, la revista «Cahiers Internacionaux» definía la "revolución" castrista con mucha satisfacción y de la manera siguiente: «Una revolución que, en el periodo histórico actual, es respetuosa de la propiedad privada, no pretende romper el cuadro del capitalismo nacional (se trataría más bien de desarrollarlo), sino del capitalismo financiero monopolista extranjero. Una revolución que puede seguir una vía pacífica en el cuadro de la legalidad constitucional...., etc."; y, en el número de febrero de 1961: «La Revolución cubana ha nacido "afeitada". La solidaridad y la abnegación de su pueblo, el aislamiento, la bancarrota política y la objeción moral de sus adversarios, han salvado al país del caos administrativo y de agitaciones económicas que hubiesen abierto el camino a una larga y destructora guerra civil [estas gentes desprecian la guerra civil y sus "riesgos", sobre todo, NdR]». El respeto de la propiedad privada se ha convertido en el centro de las declaraciones y actos del gobierno del gran Barbudo, incluso luego de los acontecimientos estridentes en que los Estados Unidos fueron vergonzosamente arrojados al mar. En un primer momento el movimiento castrista fue visto favorablemente por la Casa Blanca y el Pentágono, a causa de su oposición al régimen corrompido de Batista. No es sino a partir de la violación de los sagrados derechos de la propiedad de algunos ciudadanos norteamericanos que Washington comenzó a considerarlo como revolucionario. Y lo termina relegando al mundo de los herejes cuando, ante sus represalias, el régimen castrista decide alinearse con el bloque comunista, al menos en el dominio comercial y en el de la maniobra diplomática. Las bendiciones de la jerarquía católica no faltarán en el nacimiento de la "nueva sociedad" cubana; así como no faltan las proclamaciones filo-barbudas de la parte de economistas y sociólogos americanos, no obstante, firmes adversarios del marxismo. Más adelante veremos la realidad de la transformación económica iniciada por Castro. Por el momento, lo indicado es suficiente para desmentir su carácter socialista.

 

LIBERTAD MADE IN U.S.A

 

A fin de comprender su evolución, es preciso indicar – aunque sea de manera somera – los puntos fundamentales de la evolución de la isla, desde su independencia de España (realizada con la ayuda de los Estados Unidos) hasta hoy.

Es a partir de 1898 que pueden aplicarse a Cuba, y a la mayoría de los países latinoamericanos, las palabras de Lenin en su folleto "Imperialismo, estadio superior del capitalismo": «Para esta época son típicos no sólo los dos grupos fundamentales de países: los que poseen colonias y los países coloniales, sino también las formas variadas de países dependientes políticamente independientes, desde un punto de vista formal, pero, en realidad, envueltos por las redes de la dependencia financiera y diplomática. Una de estas formas, la semi-colonia, la hemos indicado ya antes. Modelo de otra forma es, por ejemplo, la Argentina. Lenin citaba a Schulze - Gaevernitz en su obra sobre el imperialismo británico (Leipzig, 1906): "La América del Sur, y sobre todo la Argentina, dice, se halla en una situación tal de dependencia financiera respecto de Londres, que se la debe calificar de colonia comercial inglesa"». Del mismo modo podemos decir que desde 1898, Cuba es una dependencia comercial de Estados Unidos, los mismos que le habían facilitado el acceso a la independencia política.

Es bueno notar, sin embargo, que la intervención de las tropas U.S.A. contra España se puso en marcha después que la rebelión nacional cubana hubiera logrado prácticamente la victoria sobre los españoles. Como quiera que fuera, las tropas americanas que habían desembarcado en La Habana permanecerán por 4 años. Pero, desde 1901, entre las convenciones establecidas entre el gobierno cubano y Washington se acordó el establecimiento de un régimen preferencial de aduanas para las mercancías y los capitales americanos a su entrada en Cuba, así como concesiones y precios especiales para la tierra. Cuba renunciaba, además, al derecho (¡vaya independencia política!) de firmar tratados comerciales o de adquirir deudas con otros países que no fueran los Estados Unidos. El resultado fue claro: las inversiones americanas en Cuba se elevarán, en 1929, a cerca de un billón de dólares (en 1958 todavía eran de 850 millones); mientras que el mismo año cerca del 70% de las exportaciones cubanas se dirigían hacia U.S.A y 65% de las importaciones de Cuba provenían de Estados Unidos. A propósito de inversiones, debemos notar que la cifra de 1958 (850 millones de dólares) es la más importante de todas las exportaciones de capitales realizadas en el mundo por los Estados Unidos ( exceptuando los programas militares). Entre 1901 y 1933, la isla casi entera (90% de sus tierras cultivables) se convierten en propiedad de sociedades americanas alquiladas a largo plazo. El resto es hipotecado a favor de bancos y acreedores americanos. Tras el azúcar, vendrá el tabaco, además de todos los bancos, ferrocarriles, transporte urbano, electricidad, correos y otros servicios públicos: todo pasará a manos de capitales U.S.A, sin olvidar los yacimientos petroleros y la explotación minera. Las firmas norteamericanas más importantes se encontraban todas prácticamente representadas en Cuba, país que, durante casi medio siglo, se convierte así en el terreno de elección del imperialismo yanqui.

En 1958, Cuba alcanzaba la cifra de alrededor de 5.800.000 toneladas de azúcar, lo que representaba el 90% de la producción mundial y la casi totalidad de las necesidades comercializables. Desde1895 hasta 1900, la producción de azúcar de caña alcanza un millón de toneladas, pero, para 1925, luego de un importante impulso de los capitales norteamericanos que tenían predilección por este tipo de inversiones, la producción llega a 5 millones de toneladas. Simultáneamente, la proporción de tierras consagradas a las plantaciones de caña de azúcar llega rápidamente a casi 70% de las tierras cultivables, empleando el 60% de la mano de obra total.

El azúcar refinado, que representa el 80% del valor de las exportaciones cubanas, es producido en fábricas, 40% de ellas pertenecientes a propietarios norteamericanos, que tratan casi la mitad de la cosecha, mientras que el resto de propietarios cubanos posee 120 establecimientos que se atribuyen el resto de la capacidad productiva.

Todo el mundo sabe que el dominio del capital financiero americano ha tenido por efecto aumentar a gran escala el monocultivo de la caña de azúcar y el tabaco. Este monocultivo ha traído en consecuencia un incremento de la propiedad terrateniente privada, la expropiación y, por ende, la pauperización de los pequeños agricultores; acrecentando la vulnerabilidad de la economía indígena (dependiente de las vicisitudes del mercado mundial) a las crisis; aumentando las posibilidades de hambruna, al punto de nombrar a Cuba como uno de los más grandes centros de la "economía del hambre". Basta con indicar que el arroz, elemento esencial de la alimentación cubana, antes cultivado a vasta escala, ahora debe ser importado casi totalmente; lo que acarrea un gasto de 20 millones de dólares anuales. Dependencia económica y política, fragilidad de las estructuras productoras, proletarización, hambre y miseria crónicas, y, sobre esta base, la sucesión de gobiernos ultra-corrompidos, representando a la vez los intereses del gran capital extranjero y de la propiedad aristocrática cubana; este es el balance de sesenta años de independencia bajo el ala protectora de la piratería yanqui.

 

IMPORTANCIA DEL PROLETARIADO Y SUBPROLETARIADO

 

Este capitalismo monstruoso de grandes terratenientes, injertado a un régimen semi-esclavista, engendró en Cuba un proletariado y subproletariado numeroso y superexplotado, viviendo en una espantosa indigencia.

De una población activa de alrededor de 2 millones de individuos, un millón y medio estaba constituido por asalariados puros, de los cuales más de 800 mil pertenecen al campo. Las clase medias, compuestas por empleados, artesanos y elementos de profesiones liberales no representan más de medio millón. A la importante proletarización de la población cubana se agrega el fenómeno del urbanismo. De un total de 6.200.000 de habitantes, por lo menos un tercio se concentra en 9 ciudades que medio viven gracias a la actividad portuaria, refinerías, turismo, pequeños tráfico con diversas fortunas (y si es necesario, el contrabando) y gracias a los "servicios" que reclaman los barcos extranjeros y la base americana de Guantánamo. 500.000 obreros agrícolas dependen de la industria azucarera que los emplea solo 4 meses por años, el tiempo de la cosecha. El paro se encuentra entre 15 y 20% de la mano de obra total. Con la importancia de las tradiciones anarco-sindicalistas, el rápido control capitalista de la economia cubana tuvo como resultado de provocar un reagrupamiento de asalariados en organizaciones sindicales: más de un tercio de los proletarios agrícolas o urbanos están sindicalizados. Solamente unos pocos negros y los "guajiros" (de los que hablaremos más abajo) rechazan inscribirse.

No es dificil comprender cuál era el potencial revolucionario de esta masa de sin-reservas. Sin embargo, cuando las masas campesinas y obreras irrumpen en La Habana manifestando contra el gobierno de Batista, el "Movimiento 26 de Julio" (2) se había ya preparado para ofrecerles el poder bajo la forma de una integración a un gobierno de Frente Popular, con objetivos puramente burgueses de democracia e independencia nacional, sostenido por elementos radicales (estudiantes, intelectuales, pequeños y medianos burgueses del campo y la ciudad). Había que "evitar el caos" a todo precio, es decir, impedir que las masas proletarias salieran del cuadro legal: es así como se les conduce hacia... el socialismo.

 

LOS GUAJIROS

 

Los guajiros son los descendientes de los primeros colonos españoles que no recibieron la tierra necesaria para prosperar. La mayor parte son iletrados, propietarios miserables o campesinos-aparceros, ahora agrupados en asociaciones de pequeños propietarios y de granjeros, asociaciones creadas por los "revolucionarios" cubanos; tienen así voz preponderante no sólo en las decisiones que tienen que ver con la reforma agraria, sino también en la selección de los cultivos industriales del azúcar, tabaco, etc... pero, sus opiniones y decisiones son inspiradas por su voluntad de escapar a la proletarización a las que los condena la concentración industrial de las tierras, que los lleva al endeudamiento progresivo. Es, por tanto, un elemento de lo más reaccionario puesto que, bajo el pretexto de diversificación de los cultivos, orienta la reforma agraria hacia una extrema parcelación de la tierra. Si bien arrancar a Cuba del monstruoso sometimiento a la monocultura era una medida que se imponía, dividir el suelo en pequeñas parcelas privadas es un objetivo pequeño-burgués y anti-proletario que pesará sobre el desarrollo del movimiento cubano.

 

EL CASTRISMO

 

Arrestado luego de la tentativa de julio de 1953, durante su proceso, Castro basó su defensa en la constitución de 1940 que reconocía el derecho a la revuelta, citando ejemplos de revoluciones modernas anti-feudales, así como las declaraciones de los Derechos Humanos y de la Independencia de Estados Unidos. En su defensa, que hoy [estamos en 1963, NdR] se le puede considerar como su programa, incluye la restauración de las libertades publicas y de la democracia política. Desde el punto de vista económico, reivindica la atribución de las tierras a los pequeños granjeros, la propiedad no hipotecable, no transferible, la nacionalización de los servicios públicos y la restitución al pueblo de las tasas telefónicas o telegráficas percibidas indebidamente. En cuanto a los trabajadores, Castro proponía el derecho a repartirse hasta el 30% de las ganancias de todas las empresas industriales, mineras y comerciales, incluidas las fabricas azucareras.

Tomando el poder en enero de 1959, ¿qué es lo primero que Fidel ataca y a qué ritmo? Reducir el arriendo, aumentar los salarios más bajos, atacar el problema crónico del paro, deben necesariamente ser las primeras acciones en un país de América central, donde las dictaduras policiales reinan desde 1930, su misma burguesía nacional es débil, la base rebelde descansa en los campesinos sin tierras, en fin, una parte de las pequeñas empresas industriales y comerciales está arruinada debido a la enorme concentración financiera de los Estados Unidos. En el dominio agrario, la tierra se divide por parcelas que son entregadas a familias y granjeros, mientras que se establecen cooperativas de producción en las regiones donde se cultiva la caña de azúcar.

Pero, el simple hecho de introducir tales medidas en el paraíso de las inversiones americanas significa atacar a los Estados Unidos. Después que el estadio de amenazas fue sobrepasado, al engranaje de medidas de extorsión de parte de Washington se puso en marcha contra el gobierno cubano que podrá responder de manera más eficaz que en Guatemala u otras repúblicas sudamericanas que se han sublevado contra los USA, puesto que ha "afeitado" preventivamente su revolución, presentándose como el dirigente de un movimiento popular en que el proletariado es ahogado en la masa campesina que reclama tierra y, como lo indica la revista «Cahiers Internationaux», «la estabilidad del empleo, condiciones de trabajo más humanas y salarios equitativos».

En los primeros meses de 1960, en respuesta a los ataques americanos contra Cuba, además de los complejos azucareros, el gobierno de Castro arranca primero el control, y nacionaliza después, las propiedades extranjeras, americanas principalmente, como el caso de las refinerías de petróleo, controladas por sociedades americanas que rechazaban procesar el petróleo venido de la Unión Soviética. En mayo de 1960, sobre 1.620.000 hs de tierra consagradas a la caña de azúcar, cerca de 1 millón pasan al control del gobierno cubano. La mitad quedará reservada al cultivo de la caña de azúcar, el resto será utilizado para otras especies vegetales. La gestión directa del gobierno central intervendrá en 230 mil, de las 400 mil explotaciones agrícolas controladas ahora por el gobierno cubano. La expropiación pura y simple no tocará sino al 10% del total encuestado. Por la sola compra de 350 explotaciones serán reembolsados cerca de 8 millones de dólares, ¾ en bonos del tesoro a 20 años (valor basado en el impuesto hipotecario utilizado para las pequeñas parcelas). En líneas generales, las expropiaciones golpearán, además de los monopolios americanos, a los terratenientes que habían apoyado a Batista, las empresas donde los conflictos laborales habían sido recientemente frecuentes. Hasta aquí, solo las compañías mineras de capital U.S no fueron tocadas. Sabemos además (y esto ha sido repetido últimamente muchas veces) que la "reforma agraria" no toca las propiedades de más de 400 hectáreas. Esta es incluso más tímida que la practicada por Nasser, sin contar que la misma deja en pie a las empresas con cierta eficiencia.

El gobierno lanza un programa de industrialización; problema urgente en todas las repúblicas latinoamericanas, caracterizadas por un desarrollo anormal y repleto de desequilibrios de la economía capitalista que desarrolla una o solamente algunas ramas de industrias ligadas a la explotación de los recursos naturales, sacrificando o asfixiando las otras; este problema es tanto más urgente cuanto reina, de manera crónica, un desempleo total o parcial. Pero para que tales planes puedan realizarse – en el cuadro de una "revolución" radical-burguesa – supone la "ayuda" nada "graciosa" de la gran finanza extranjera. Es por ello que, dado que la deuda exterior de Cuba había aumentado alrededor de 80 millones de dólares US (a la huida de Batista, ascendía a 1,5 billones de dólares) y con las existencias de azúcar no vendida de la cosecha de 1959 que rondaban el millón de toneladas, no queda más que darle la bienvenida, primero, a compradores neutros y, luego, a rusos o chinos u otros demócrata-populares. En un comienzo, los rusos compran 1.700.000 toneladas, y después 345.000 t. Qué ganga (en la ONU Fidel Castro cae en los brazos de Kruchev); pero a qué precio? ¿Por lo menos al mismo precio de los Estados Unidos? En absoluto. Los americanos garantizaban la compra de 3 millones de toneladas de azúcar, a precios medios de 1957, es decir, a 5 céntimos la libra. Pero su cotización internacional había caído a 2,78 céntimos la libra, los rusos ¡hicieron que su nuevo amigo yanqui aprovechara el precio del mercado mundial! El resto es historia reciente. En todo caso, el choque violento contra los U.S.A y la pantomima de proclamación de "república socialista" no han cambiado en nada los caracteres fundamentales de un régimen interclasista, democrático-radical, y nacional-estatista.

 

EL ESTALINO-KRUCHEVISMO

 

Se puede preguntar cuál ha sido el rol que ha podido jugar el partido comunista cubano en los acontecimientos que llevaron al triunfo del "Movimiento 26 de julio".

El P.C nació en la provincia de Oriente en 1919, y fue puesto fuera de la ley por Machado, primer dictador cubano puesto por los U.S.A. Forzado a la clandestinidad y, a partir del estalinismo que ya reinaba en la URSS, convertido en agencia de la política exterior soviética, se embarca en aventuras similares a las del P.C chino.

1933 marca tanto la llegada de Hitler al poder y los inicios de la política anti-fascista de Stalin, como el reconocimiento de la Unión Soviética por parte de Roosevelt, entonces presidente de los Estados Unidos. En el curso de las negociaciones que concluirán en este reconocimiento, uno de los servicios ofrecidos por Stalin a Roosevelt fue el de frenar la agitación revolucionaria que se encontraba en plena ebullición en Cuba: los trabajadores se apoderan de las fabricas y proceden a la formación de Soviets locales. Además del completo silencio observado por Moscú sobre estos eventos; de esta forma la política de no-intervención de la central comunista saboteó abiertamente los esfuerzos del proletariado cubano. En los años que preceden a la segunda guerra mundial, y especialmente hacia 1938, prosiguiendo la línea de Frente Popular, el Pleno del Comité Central del Partido Comunista cubano decide incluso ¡«adoptar una actitud positiva hacia el coronel Batista, puesto que este ha cesado de ser el centro de la reacción y ahora profesa la democracia»! Cortesía que Fulgencio Batista devuelve legalizando al P.C cubano. De esta manera durante 6 años (1938-1944), hasta la caza de brujas desencadenada en los USA y el comienzo de la guerra fría, el P.C cubano colaboró con los diversos gobiernos fantoches de Batista y con las coaliciones electorales organizadas desde Estados Unidos. Incluso, al parecer el Partido Comunista cubano utilizó su influencia en los sindicatos para impedirles pasar a la acción o, donde este fuera posible, hacerlos pasar bajo el control del gobierno. En todo caso, los comunistas jamás aportarán la menor ayuda al "Movimiento 26 de julio" de F. Castro; todo lo contrario, lo atacarán incluso en momentos en que reinaba el terror de Batista. Hoy [septiembre de 1961, NdR], bajo el nombre de Partido Socialista Popular (desde 1944), los comunistas reafirman su apoyo al programa de F. Castro, al mismo tiempo que considera que las medidas ya tomadas, sin constituir medidas socialistas, ¡conducen a este!

 

¡AMÉRICA, AQUÍ ESTÁ TU ARGELIA!

 

En la dominación del mundo, la majestuosa y orgullosa América – en el curso de los primeros años del siglo XX – ha reemplazado a la espléndida y pérfida Albión. Desde el fin del primer conflicto mundial, Lenin y Trotsky ponían en evidencia el nuevo domicilio del bastión de la contrarrevolución. El monstruo de la dominación capitalista había cambiado de nombre, la estrategia proletaria continuaba siendo la misma. A finales del siglo XIX, ningún movimiento socialista podía tener éxito si la lucha proletaria no lograba abatir la potencia británica; así como hoy la revolución comunista no podrá triunfar sin la destrucción de la potencia americana por parte del proletariado revolucionario.

Con el fin de evitar las repercusiones que los movimientos revolucionarios pudieran tener en su proletariado, Inglaterra tenía interés en mantener el equilibrio europeo. Esta procedió a comprar a sus proletarios por una cifra ínfima, asociándolos a la percepción de las superganancias que provenían de la explotación del mundo entero. Para mantener la paz social en Europa, esta encontraba un aliado natural en la Rusia zarista que temía dos revoluciones, la burguesa y la proletaria. Estas dos potencias que se hacen la competencia en Asia y Medio-Oriente (la famosa cuestión oriental, cuestión colonial) trataban todavía de limitar las consecuencias de sus conflictos, siempre optando en ultima instancia por un status-quo, por miedo a que el desequilibrio provocado por el avance de una sobre la otra favoreciera la aparición de otra potencia que ambas odiaban y que ya las había hecho temblar: la revolución.

Hoy los Estados Unidos han remplazado a Inglaterra; también ellos han encontrado un aliado en Rusia que de zarista se ha vuelto soviética, disfrazada con la máscara de la revolución. Su enemigo común es el mismo: la revolución comunista que ha aumentado su potencia desde hace un siglo, puesto que para el mundo entero es la que está "en vigor".

El Zar de todas las Rusias consideraba que si Su Majestad británica deseaba bien aliarse con él, ninguna potencia podría condenar la política que ambos preconizarían. Del mismo modo, hoy, Kruchev considera que la suerte del mundo depende de la alianza de U.R.S.S - U.S.A. Para que esto sea posible, se deben eliminar las otras potencias (Francia, Inglaterra en particular). Es por esto que la famosa reunión de la Cumbre de los Cuatro Grandes fue transformada en "G-2". Y, con el fin de mantener el statu-quo, el joven capitalismo del Este se alía al de la República Federal que llegaba a su madurez.

La "revolución cubana" ilustra claramente todo esto; lo mismo se repite en otras zonas del mundo: Laos, Congo, y de manera solapada, en Argelia.

La revolución ha sido truncada en el área europea (Rusia comprendida) y en América del Norte. La onda revolucionaria burguesa que, después de 1945, se había desencadenado en Asia, y extendido, a partir de 1950, hacia África, se amortiza y muere una vez cumplido su rol: la instauración de Estados nacionales. A partir de allí otro protagonista aparece en estas dos últimas áreas: el proletariado y, con él, la revolución comunista. En consecuencia, a partir de ahora, toda sacudida en el subsuelo económico puede provocar la acción autónoma del proletariado en cualquiera de esas áreas, y, también, en las viejas metrópolis capitalistas; por consiguiente, para mantener al globo en los límites de la paz social – a fin de que el capital pueda reproducirse libremente – la nueva Santa Alianza (realizada en Viena, como su abuela hace más de un siglo) entre la virgen rusa y el alcahuete americano es necesaria para hacer frente a la revolución.

Pero hay zonas del planeta en que la necesidad de revolución es crónica, tal es el caso de América central y latina. ¿Lograrán los Estados Unidos, ahora con la ayuda de su aliado soviético, canalizar el desarrollo de este continente y dominar al proletariado? Los hechos ocurridos en Cuba prueban su dificultad. Todo este continente juega, en efecto, el rol que juega Argelia con respecto a Francia. Es sobre todo allí que los capitalistas estadounidenses extraen sus enormes beneficios, una parte de los cuales sirve para "comprar" a la clase obrera de su país. Estos países constituyen el plato de entremés de su hegemonía mundial.

¿Es eterna la paz social, tal como quisieran hacernos creer los teóricos del Welfare, del capitalismo popular, del marginalismo, etc? No. Tampoco el capitalismo. La sacudida que despertará al proletariado norteamericano podría muy bien venir de América Latina. En efecto, poner en entredicho el poder del capital financiero no podrá dejar de tener repercusiones en los Estados Unidos. Los campeones del anticolonialismo clásico se verán bien obligados a reconocer que el límite de la potencia norteña se inscribe en el subcontinente, que los datos de su caída se preparan allí, porque en compensación a la feroz explotación que habrá infligido, tarde o temprano, la revolución le llegará. La orgullosa América deberá a su vez admitir que en su casa también se plantea un problema social y por la misma razón proclamará su fracaso, ante la imposibilidad de aburguesar al proletariado, garantizándole una seguridad, aunque fuese al precio de la explotación del resto del mundo.

En Cuba – así como en los otros países de América latina y de la Argelia de mañana –, el proletariado autóctono dominará la escena política. Una vez más la burguesía, como un aprendiz de brujo, no logrará jamás contener las fuerzas que, voluntariamente o no, habrá desencadenado. Entonces, el Mito del "socialismo" de Cuba – socialismo concedido por arriba y compatible con la propiedad privada, la producción mercantil y el salario –, socialismo que no es más que un disfraz bufón del capitalismo que no puede sobrevivir sino negando su propia existencia – se desvanecerá. ¿Es todo? No, ello tendrá como consecuencia provocar la separación de la clase obrera estadounidense de su burguesía. Es entonces que se podrá plantear el problema del vínculo entre el proletariado del norte y el proletariado del sur, para la preparación del asalto a la ciudadela del capitalismo mundial. ¡Entonces, orgullosa y potente América, tu hora habrá llegado!

 


 

(1) Para ahondar sobre la cuestión de las relaciones de las jóvenes burguesías con las antiguas potencias tutelares, los lectores pueden remitirse a nuestra revista en lengua española: El Programa Comunista, n°27, enero-abril de 1981, § El cierre de la fase revolucionaria burguesa en el "Tercer Mundo".

(2) Nota de la redacción: En la época de escribir este artículo, en América Latina, fuera del desarrollo propiamente capitalista, en formas esporádicas y localizadas, todavía existían o persistían economías y relaciones pre-capitalistas. Pero estas eran las "minucias" que el mismo Marx apartaba para el análisis del capitalismo "abstracto"...

(3) El nombre de "Movimiento 26 de Julio" viene de la primera acción de Fidel Castro en 1953, cuando una columna de 200 de sus compañeros se apoderó de una estación de radio en Moncada - Santiago de Cuba.

 

Partido comunista internacional

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