El capitalismo mundial en la antesala de una nueva crisis

(«El programa comunista»; N° 51; Abril de 2015)

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Casi siete años después que la crisis del año 2008 estallara, otras nubes tormentosas de nuevo oscurecen el cielo del capitalismo.

 

Ahora que la famosa reanudación económica ha sido todo menos fulgurante, desde finales de verano las instituciones económicas internacionales (FMI, OCDE, Banco Mundial) no cesan de considerar a la baja sus “previsiones” de crecimiento para el año 2015. Y ya comienzan a hablar de riesgo de recaída de la economía en la crisis, aunque juzgan como improbable esta eventualidad.

Otras organizaciones más pequeñas, que no están obligadas a responder a la necesidad de “confianza” de los “operadores económicos” en la buena salud de la economía mundial, o por preocupaciones de orden diplomático, son más pesimistas. Un instituto de previsión económica va más allá y ha calculado en un 65% el riesgo de hundimiento en una nueva recesión mundial en 2015 (1) – mientras que el FMI estima en solo un 40% la probabilidad de una recesión, y solo confinada a la zona euro (2).

Estas cifras son para reír. Los economistas burgueses son tremendamente incapaces de comprender y por supuesto de prever el funcionamiento de la economía capitalista. A pesar de la avalancha de estadísticas, todas las crisis económicas que han estallado, comenzando por la última, todas les han tomado desprevenidos... Por tanto no otorgamos ninguna confianza a las instituciones que afirman constantemente que todo va a mejorarse, así como a los economistas, mucho menos numerosos, que se especializan en las previsiones menos brillantes. Pero unas y otros poseen la capacidad – ¡para algo han sido creadas! – de acusar las evoluciones económicas.

 

Desaceleración  económica mundial

 

Desde hace meses, sin embargo, agencias e instituciones constatan una desaceleración a escala internacional, aunque este letargo sea variable según países y regiones. Esto se verifica en Japón, segunda economía capitalista en el mundo, aunque China gigantesca a nivel cuantitativo pero en retardo desde el punto de vista del desarrollo capitalista – lo supera; desde la primavera [del año pasado] entró en recesión y las cifras publicadas a comienzos de diciembre no son menos pesimistas; el PIB (Producto Interno Bruto) japonés ha disminuido en casi un 2% interanual en el tercer trimestre, cuando el retraso no pasaba de un 1,8% en el anterior trimestre. Las famosas nuevas políticas económicas del primer ministro, del ministro Abe (y sus “abeconomics”), orientadas a sacar a Japón del marasmo (desde 2008, el país no ha vivido una verdadera reanudación económica), han sido un total fracaso. Este retraso ha sido atribuido a la debilidad del mercado interno y, a pesar de la devaluación del yen, al estancamiento de las exportaciones “debido a la atonía de los intercambios internacionales” (3).

 

Marasmo en Europa

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El segundo punto débil actual de la economía internacional es la Unión Europea (en particular la zona euro), que representa en sí el primer mercado mundial. En 2012, el PIB de la zona caía, antes de enderezarse a duras penas en 2013. La caída era perceptible a comienzos de 2014, antes de que el crecimiento no la frenara en el segundo trimestre.

La situación europea no es, sin embargo, la misma de país a país. Por un lado, tenemos a la Gran Bretaña que no ha adoptado la moneda común, no solo a causa de sus vínculos económicos y financieros, demasiado fuertes aún, con los Estados Unidos, sino también por miedo a disolver, con la renuncia a la libra esterlina, la plaza financiera de la City en el conglomerado europeo; la Gran Bretaña ha vivido, pues, un sensible crecimiento, no lejos del performance de la potencia americana. Por otro lado, en la zona euro, Alemania, en fuerte disminución de su crecimiento (experimentando incluso una baja de su PIB durante el segundo trimestre, siempre en 2014), sin embargo emergió de la crisis de 2008 con fuerza renovada; ha hecho desaparecer prácticamente su déficit presupuestario, sigue gozando de un excedente comercial, y redujo su deuda, ubicándola en situación preeminente como para exigir a los demás asociados de hacer esfuerzos en “poner orden” en sus economías. Por ahora, Alemania escapa oficialmente a la recesión, así como Francia, cuyo crecimiento del PIB es, sin embargo, casi nulo. A contrario, Italia, tercera economía de la zona, vive su tercer año consecutivo de recesión.

La desigual evolución económica en cada uno de los países que conforman la zona euro hace que la crisis económica haya terminado por crear fuertes tensiones en su seno, al extremo de sembrar la duda acerca de la viabilidad del proyecto paneuropeo. Sin mencionar el caso de Grecia, la crisis ha generado consecuencias muy negativas en Portugal, Irlanda y España, al extremo de tener que acudir a la “troika” (FMI, Banco Central Europeo, Comisión Europea) para sus planes respectivos de “rescate”, creando medidas de austeridad, recortes sociales, liquidación de sectores poco rentables; todo con el fin de restablecer la salud de sus economías, a cambio de préstamos con (relativamente) bajas tasas de interés...

Los economistas y dirigentes políticos europeos presentan actualmente al caso español como la demostración de que “la austeridad funciona”; tal como se puede comprobar en países como Irlanda aue han saneado sus economías y han vuelto a crecer (a diferencia de Grecia cuya austeridad particularmente severa no ha producido saldos favorables). Pero, cuando vemos que España todavía no ha vuelto a los niveles económicos de antes de la crisis, este crecimiento es completamente relativo; sobre todo que el precio pagado por las masas en general y los proletarios en particular, en términos de desempleo y baja de salarios, pobreza y precariedad, es evidente que no se toma en cuenta!

 

Francia e Italia

 

Además de los países arriba nombrados, la situación económica de Francia e Italia, segunda y tercera potencias económicas de la zona euro respectivamente, suscita inquietudes en el ambiente capitalista internacional (lo que ha provocado cierto pesimismo en las agencias de notación del llamado “riesgo-país”). A pesar de los discursos optimistas del gobierno, la economía francesa se estanca; no cesa de perder plazas en el mercado frente a sus competidores, y no logra reabsorber ni su déficit comercial, ni su déficit presupuestario, ni su deuda pública.

A pesar de las importantes medidas que han sido tomadas a favor de las empresas, las autoridades alemanas, así como las instituciones europeas o la asociación patronal de Medef, piden al gobierno francés de cumplir con sus promesas de reducción del gasto público y de comprometerse más decididamente en la vía de las “reformas” (léase: ataques anti-obreros), del ahorro (léase: reducción, ante todo de los gastos sociales, tales como las jubilaciones, indemnizaciones al paro, etc.) y de la austeridad. En principio, el gobierno Hollande no se opone, lo sabemos, pero él sabe que aplicar medidas demasiado fuertes no empujarán sino a la recesión; pero al mismo tiempo teme que estos ataques anti-obreros demasiado brutales desemboquen en reacciones difíciles de controlar.

Lo mismo se puede decir de Italia, pero la diferencia es que si su “deuda soberana” es mucho más importante que en Francia (equivalente a un 135% del PIB para la primera, contra un 96% para la segunda), imponiendo una carga más importante en su presupuesto, la industria italiana, más potente y dinámica que la francesa, permite a la península mantener e incrementar sus exportaciones, aumentando su excedente comercial y, por consiguiente, gozar de ingresos suplementarios.

Pero dada la debilidad del mercado interno, la buena posición de la economía italiana en las exportaciones (mercancías y servicios) no basta para evitar la recesión. Entonces se comprende mejor por qué el gobierno Renzi, al mismo tiempo que implementa una política antisocial con el fin de disminuir el endeudamiento, en especial sobre el mercado del trabajo (“Jobs Act”), vacila todavía en lanzar medidas brutales de austeridad que tendrían un impacto negativo sobre la actividad económica. Tal como el gobierno francés, Italia aboga por un esfuerzo de reactivación económica europea; como los franceses, pone toda su fe en el llamado “plan Junker”, es decir, en el milagroso retorno al “crecimiento”. Este plan Junker no es más que arena en los ojos...

 

La ralentización de los países  “emergentes”

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Los países llamados “emergentes”, según la jerga de moda, son los países que en el pasado eran poco desarrollados, que han vivido desde hace pocos años un desarrollo y crecimiento rápidos. Nada tiene de raro este fenómeno común a todos los países, presentado incluso como la demostración de la naturaleza “socialista” de la URSS y de otros países capitalistas de Estado; nuestro partido ha consagrado numerosos estudios que muestran que, en el pasado, estos ritmos elevados de crecimiento, “a la estalinista”, caracterizaban a las economías de Japón o... la de los Estados Unidos! Pero, llegando a su madurez, las economías capitalistas desarrolladas decrecen, a pesar de que  invierten masas enormes de capital cada vez mayores en cada ciclo productivo.

A la punta de estos países emergentes se encuentran Brasil, India, Rusia y China (los llamados “BRIC”); la antigua segunda potencia mundial, Rusia, después de la desintegración de la URSS, fue arrojada a las filas de los país emergentes.

A pesar de que las estadísticas indican que la India sigue creciendo económicamente, este crecimiento es dos veces menos elevado que antes de la crisis: alrededor de 4,5 %, es decir, la tasa de crecimiento más baja desde comienzos de siglo. El nuevo gobierno del reaccionario Madi trata de dar impulso al crecimiento por medio de medidas de liberalización de la economía, lo que ya ha provocado grandes huelgas en la industria del carbón. Mientras tanto, los servicios secretos han publicado un informe que atribuye a las organizaciones ecológicas financiadas desde el extranjero (4) las dificultades económicas!

 Brasil, en cambio, se encuentra claramente en recesión; lo mismo se puede decir de Rusia que, más que por las sanciones establecidas en su contra por los países de Occidente con respecto a Ukrania, ha sido golpeada duramente por la caída de los precios del petróleo, habiendo estado probablemente a la cabeza de la producción mundial de crudo en 2013. Este año deberá sufrir una fuerte recesión, un 4% según las previsiones oficiales, probablemente más en realidad. El hundimiento de la cotización del rublo, paralelo al del petróleo, va a empujar contra las cuerdas a las instituciones financieras rusas.

China también vive una fuerte ralentización económica. Las autoridades de Pekín habían pronosticado que el país alcanzaría una tasa de crecimiento de un 7,5%, casi las mismas que el gobierno publicó a finales de año: un 7,3% (¡las más confiables desde hace 24 años!). Pero, en general, los especialistas que estudian la economía china son más bien escépticos sobre la veracidad de las cifras oficiales y, si unos pocos consideran que el país se encuentra ya en crecimiento cero, muchos otros son los que esperan una ralentización “brutal” de la economía china este año, por lo menos a causa de los riesgos de estallido de su gigantesca burbuja inmobiliaria (5). Desde ahora el gobierno ha sido obligado rescatar algunos bancos, mientras que la Bolsa de Shanghai se derrumba...

Como quiera que sea, el frenazo económico de China, primer exportador mundial, es la consecuencia lógica de la fragilidad del mercado internacional; en efecto, su mercado interno es muy poco desarrollado como para absorber las mercancías que produce y donde la superproducción es manifiesta en la mayoría de los sectores, industriales como inmobiliarios. Por tanto, no puede de ninguna manera servir de locomotora para la economía mundial, tal como se oía decir no hace mucho...

 

Crecimiento americano drogado

 

Comparada a la de los países que ya hemos nombrado, la situación de Estados Unidos luce óptima. Los habladores burgueses no cesan de pontificar el buen ejemplo de este país, patria del liberalismo económico, con respecto a una Europa “esclerosada”, donde los trabajadores se opondrían obstinadamente a las “reformas” que los políticos demasiado blandengues no tendrían la valentía de imponer; es decir, si se liberaliza el mercado del trabajo, si se suprimen las medidas sociales que obstaculizan el espíritu de empresa, entonces la economía volverá a arrancar como en América! Este refrán se canta a los proletarios en todas las lenguas, dentro y fuera de Europa.

Es indudable que los Estados Unidos disfrutan de un crecimiento que despierta la envidia de otros grandes países. Las últimas estadísticas publicadas indican que en el tercer trimestre de 2014, la tasa de crecimiento del PIB había sido la más alta desde 2003, con una tasa de desempleo que sigue bajando (un 5,6% en diciembre, la más baja desde junio de 2008), creando cerca de 3 millones de puestos de trabajo en 2014 (6); el déficit presupuestario ha pasado por debajo de 3% del PIB), el déficit comercial se ha reducido en algo (la balanza comercial americana es deficitaria desde 1976), la producción industrial, hecho insólito entre los Estados del “G-7”, ha superado el nivel de antes de la crisis (ayudada por el boom del gas de esquisto), los beneficios siguen siendo altos. ¿Habríanse convertido los Estados Unidos en el motor tan buscado por la economía mundial?

¡En absoluto!, advierte el Banco Mundial. En sus previsiones publicadas a comienzos de año, sin presuponer una recesión, continúa reduciendo sus previsiones de crecimiento internacional, el cual se encuentra ante “riesgos mayores”; considera que la economía mundial marcha con un solo motor, el motor americano, lo que implica grandes peligros (7). Algunos hacen un paralelo con los comienzos de siglo, cuando el resto del mundo se encontraba en recesión o en fuerte ralentización, mientras que los Estados Unidos, entusiasmados por el boom de las "nuevas tecnologías” y de Internet, esquivaban esta situación; parecían dirigirse hacia récords de crecimiento; conocemos lo que luego ocurrió: el estallido en 2001 de la “burbuja” bursátil y la entrada en recesión, de la cual no saldrán sino gracias al recurso generalizado de la “economía de crédito” y a los gastos militares engendrados por las guerras de Iraq y Afganistán. La crisis de 2008 estalló con toda su fuerza cuando estos créditos cada vez más “azarosos” (las famosas “subprimes”) no pudieron ser reembolsados a causa de la nueva desaceleración económica en los Estados Unidos, llevando a la bancarrota a bancos e instituciones financieras que los habían practicado a gran escala.

 Fue necesaria la masiva intervención de los Estados para socorrer, primero, al sistema financiero y frenar su caída y, después, para hacer arrancar la economía, acrecentando la deuda pública; en tiempos de paz estas medidas alcanzan cumbres prodigiosas, a pesar de obtener resultados moderados, incluso en los Estados Unidos. El ex-dirigente de la Reserva Federal (la Fed, el Banco Central americano), Alan Greenspan, sagaz observador como ninguno, estima que si “Estados Unidos están mejor que el resto del mundo, nuestra economía marcha todavía lentamente” (8). Y, de hecho, el crecimiento americano dependió directamente de la inyección de centenas de miles de millones de dólares en la economía por parte de la Fed (política del “quantitative easing”, la “flexibilidad monetaria”, lo que consiste en poner en marcha la plancha de imprimir moneda, y llevar las tasas de interés a casi cero).

Esta liquidez, que estimularía el crédito, debía servir para activar el despegue económico– y se estima efectivamente que, por ejemplo, la reanudación económica del mercado automotor americano estuvo ligada a la generalización de préstamos a muy bajos intereses a los compradores, incluyendo los préstamos “a riesgo” al estilo “subprime”; pero como el atascamiento de los mercados no permitiría sino difícilmente conseguir oportunidades de inversión rentables en la llamada “economía real”, las mismas han servido también para alimentar especulaciones diversas y un crecimiento artificial de la Bolsa que amenazan en todo momento de hacer saltar por los aires la estructura financiera. Tal como escribía Marx: “el sistema de crédito aparece como la palanca principal de la superproducción y de la superespeculación comercial, ello solo se debe a que el proceso de reproducción, elástico por naturaleza, se encuentra forzado aquí hasta sus límites extremos” [...] “el crédito acelera al mismo tiempo, los estallidos violentos de esta contradicción, las crisis, y, por lo tanto, los elementos que disuelven el antiguo modo de producción” (9).

El endeudamiento total de Estados Unidos que, en 1980, era 1,9 veces el PIB (en vísperas de la crisis de 1981-1982) se ha incrementado fuertemente desde entonces; en 2007 representaba 4,6 veces el PIB, hoy se encuentra 5,2 veces por encima de este valor (10). Las cifras muestran que el recurso masivo al endeudamiento es un factor clave para el crecimiento económico, que corre el riesgo de caer de nuevo en coma si no se le suministra su dosis de droga. Pero, viviendo a crédito, este se vuelve tanto más frágil cuanto sujeto a las crisis...

 

Caída del precio del petróleo

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Tal vez se nos objete que, para el crecimiento económico mundial, la baja del precio del petróleo es una buena noticia bien real! Es en todo caso lo que nos dicen los dirigentes políticos, y todos los economistas que incluso calculan los puntos de crecimiento suplementarios que va a generar esta baja. Cierto es que una baja del valor de las materias primas que la economía mundial utiliza, permite a la empresa capitalista disminuir sus gastos de producción y, por consiguiente, aumentar su taza de ganancias, o bajar sus precios para poder conquistar nuevos mercados, y, en un caso como en otro, recuperar la salud...

En realidad la terrible caída que sufren los precios del petróleo (casi un 50% de descenso en seis meses) es una consecuencia de la ralentización económica mundial; de manera que los beneficios económicos a corto plazo serán anulados por la nueva crisis que se anuncia. En efecto, contrario a lo que algunos afirman, la baja del precio del petróleo no es fruto intencional de los saudíes para luchar supuestamente contra los nuevos productores americanos de gas de esquisto, o, por presión americana, para desestabilizar a Rusia, Venezuela o Irán, sino por una superproducción y la baja de la demanda.

Y además no es solo el precio del petróleo lo que baja, sino toda una serie de materias primas; el mineral de hierro, por ejemplo, ha sido la materia prima que ha experimentado los más fuertes descensos, incluso superior a los del petróleo, junto al carbón, el cobre y otros metales, así como las materias primas agrícolas como el caucho, algodón, azúcar, cereales, etc. (11). Para estos países productores, y sobre todo para los países productores de petróleo, estas materias primas representan su principal recurso a exportar; hoy estos países se encuentran en gran dificultad. Es el caso de Venezuela, el cual dispone de las reservas probadas más grandes del planeta, y que estaría al borde del default o cesación de pagos; su presidente ha hecho una gira sin éxito por los países productores, sugiriendo una reducción concertada de la producción que permita llevar el precio del petróleo a 100 dólares por barril; precio necesario, no para equilibrar el presupuesto nacional (para ello sería necesario llevarlo a 160 dólares!), sino para poder honorar sin dificultades sus compromisos financieros. Sin embargo, los especialistas consideran ahora que, en 2015, el precio promedio deberá rondar los 50 dólares! Igualmente, para equilibrar sus presupuestos, Irán necesitaría un precio de 130 dólares, Iraq 114, Rusia 110 (12)...

 

Miedo a la deflación, horror a la crisis

 

Una nueva amenaza espanta a los responsables europeos: la deflación, es decir la baja de los precios. En efecto, la depreciación de las mercancías golpea directamente a los capitalistas, al mismo tiempo que alivia el costo de la vida de los proletarios. Toda crisis económica importante conlleva la aparición de la deflación, ya que para hacer circular las mercancías que no se logran vender, los capitalistas se ven obligados a bajar sus precios, disminuyendo los beneficios instantáneamente, factor indispensable del ciclo capitalista: el miedo a la deflación no es otro que el horror a la crisis de superproducción. Para hacerle frente, el Banco Central Europeo ha decidido entrar a fondo por la vía seguida por los americanos, en la cual hasta ahora no había dado sino pocos pasos; el quantitative easing, es decir, la creación de liquidez que permita un crédito más accesible, haciendo bajar el valor del euro, abaratando el precio de sus mercancías con respecto a sus rivales.

Ante esta perspectiva, el 15 de enero, el Banco Nacional Suizo tomará por sorpresa a todo el mundo financiero, abandonando la paridad del franco suizo con el euro, bajo el riesgo de hundir la economía del país en la recesión, esperando desencadenar una tormenta en el mercado monetario: en pocos instantes el valor del franco suizo aumentó en un 30% con respecto al euro. El BNS era el mayor comprador mundial de euros, probablemente seguido por el Banco Central de Japón.

Los japoneses, confrontados también a la deflación, han tomado ya medidas para hacer bajar el valor de su propia moneda; esto significa que nos dirigimos hacia una exacerbación de la competencia en un mercado mundial ya saturado por la superproducción, en el que una guerra monetaria podría ser una de sus primeras manifestaciones mayores! Corea del Sur es una de las primeras víctimas de la devaluación del yen, haciéndole perder cuotas de mercado en diversos sectores.

 

Ataques al proletariado

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La crisis de 2008 se tradujo en una profunda degradación de las condiciones del proletariado en los países capitalistas desarrollados. La primera ha sido, sin duda, el aumento del desempleo a causa de las quiebras y cierres de empresas, así como las “reestructuraciones” diversas. Esta tasa de desempleo varía según los países: las cifras aportadas por la agencia eurostat de comienzos de año indicaban una tasa de desempleo de un 25% en Grecia, 23,9% en España, 13,9% en Portugal, 13,4% en Italia, 10,3% en Francia, contra solamente 5% en Alemania, 5,9% en Gran Bretaña (cifras de septiembre) y un 5,8% en Estados Unidos.

Si observamos más de cerca, se constata que una buena parte de la disminución del desempleo es debida a los “contratos cero hora”; es decir, que los trabajadores que han firmado esos contratos, no pueden inscribirse como parados, tampoco tienen garantía de trabajar durante el mes, ni salario mínimo, ni indemnizaciones por enfermedad, ni vacaciones pagadas, igualmente no pueden trabajar para otro contratante; se encuentran, pues, pies y manos atados a su patrón!

Situaciones similares se pueden observar en otros países (por ejemplo, en Alemania, pequeños trabajos a 450 euros por mes, sin cotización de jubilación: 4,8 millones de trabajadores solo cuentan con este tipo de contratos para vivir!).

En Estados Unidos, un número importante de parados llamados “desanimados” no aparecen en las estadísticas del desempleo; su número se estimaba en diciembre a no menos de 6 millones! Si fueran tomados en cuenta, la tasa de desempleo americano sería superior a un 9%...

Los salarios de los trabajadores que han conservado un empleo han sido también el blanco de la crisis. Según un estudio de la organización adscrita a la ONU, la Oficina Internacional del Trabajo (14), en Gran Bretaña, los salarios han bajado un 7% (nivel 92,9, en 2013); en Italia habían descendido al nivel 94,3; en España a 96,8, en Japón a 98,7; se constata que en Estados Unidos, al contrario, ha habido un alza (101,4); en Francia (102,3) y en Alemania (102,7).

Es necesario precisar enseguida que se trata del salario “promedio”.  Pero, según las encuestas internacionales, las disparidades salariales se han recrudecido luego de la crisis; particularmente en Estados Unidos, donde la baja salarial promedio en la industria data de más de una década (un 4% de baja del salario/hora porcentual entre 2003 y 2013). Esto significa que, incluso cuando ha escapado al desempleo, toda una parte del proletariado, la menos pagada, (mujeres, minorías étnicas, trabajadores precarios, etc.) ha sufrido una seria degradación en sus condiciones de vida, incluso en los países capitalistas más ricos.

En el horizonte no se ve que esta situación vaya a cambiar. En efecto, las instituciones económicas internacionales cuyo rol es el de sintetizar las aspiraciones capitalistas; es decir, la OCDE, el Banco Mundial o el FMI, llaman a acentuar las medidas a favor del sector privado y las “reformas” para reducir las “obligaciones estructurales” y la “rigidez del mercado del trabajo”, que representan un “freno al crecimiento”, lo que significa, fuera de la jerga de los economistas burgueses, que hay que doblegar al proletariado a las necesidades del capital, atacando en especial los “arcaísmos”, una pensión de vejez demasiado elevada e indexada a la inflación, una jubilación demasiado precoz, etc.

En resumen, la recaída de la economía mundial en una nueva recesión significará inevitablemente una agravación de los ataques al proletariado. Es hora de que comience a resistir, por medio de movimientos de lucha decidida por la defensa de sus propios intereses, a este aguacero ininterrumpido de golpes que recibe desde hace años. Como decíamos en la conclusión de un estudio del partido, luego de la recesión de 1958:

Los proletarios no pueden escoger entre un capitalismo sin crisis y un capitalismo en crisis; tienen que luchar – y la lucha no nace por el solo hecho de la crisis, sino de una fuerza política que apunta a la dictadura, punto central de los descubrimientos de Marx – para terminar con el capitalismo, con o sin crisis, en inflación o en deflación (15).

Solo el retorno a la lucha independiente de clase llevada a cabo por las organizaciones proletarias y dirigida por el partido de clase podrá romper el ciclo infernal del capitalismo que de crisis en crisis siembra guerras y desolaciones de todo género en todo el planeta, y que se dirige inexorablemente hacia un tercer conflicto mundial.

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(1) http://www.lesoir.be/712672/article/economie/2014-11-20/une-recession-mondiale-65-risque. El interés de este género de “previsiones” pseudo-científicas es mostrar la creciente inquietud en ciertos medios burgueses.

(2) cf “Perspectives de l’économie mondiale”, octobre 2014. http:// www.imf.org/ external/ french/ pubs/ ft/weo/2014/02/pdf/textf.pdf

(3) cf Eco Perspectives, BNP Paribas, 4e trimestre 2014.

 4) http://www.novethic.fr/empreinte-sociale/droits-humains/isr-rse/inde-les-ong-accusees-de-casser-la-croissance-142649.html

(5) http:// www. boursorama.com/ actualites/ vers-un- ralentissement- brutal- de-l-economie- chinoise- en-2015 —par-jean-luc- buchalet- cercle- des-analystes- independants

(6)-cf  LeMonde, 11-12/1/2015

(7)-http://www.worldbank.org/en/news/press-release/2015/01/13/global-economic-prospects-improve-2015-divergent-trends-pose-downside-risks

(8)-http://www.bloomberg.com/news/2014-12-30/greenspan-throws-a-wet-blanket-on-hopes-for-u-s-growth-breakout.html

(9)-Marx, El Capital, Tomo III, c. XXVII. Ed. Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 449.

(10)-http://criseusa.blog.lemonde.fr/2014/05/28/endettement-et-croissance-aux-usa-les-illusions-keynesiennes-2eme-partie/

(11)-cf Les Echos, 30/12/2014

(12)-cf Financial Times, 9/11/2014. La extracción del petróleo de las arenas bituminosas canadienses solo es rentable a partir de 100 dólares el barril; los yacimientos en aguas profundas (Angola, Brasil, Noruega, Gran Bretaña) a partir de 80 dólares; en cuanto al petróleo de gas de esquisto que los americanos extraen actualmente, sus costos de producción varían entre 40 y 115 dólares. Razón por la cual la industria petrolera se ha visto obligada a disminuir sus inversiones, procediendo a miles de despidos.

(13)-http://www.ons.gov.uk/ons/rel/lmac/contracts-with-no-guaranteed-hours/zero-hours-contracts/art-zero-hours.html#tab-4-How-many-no-guaranteed-hours-contracts-NGHCs

(14)-ILO, “Global Wage Report 2014-2105”, p.7

(15)-cf  Il Programma Comunista n°9/1958.

 

 

 

Incontenible endeudamiento

 

Luego de la crisis de 2008, el endeudamiento de los diferentes países del planeta ha aumentado sensiblemente. Con respecto al PIB (que es una medida cómoda, pero que no dice nada de la peso  real de la deuda, es decir, los recursos necesarios para su rembolso), teníamos una deuda equivalente al 165% del PIB mundial en 2001; este se eleva a 195% en 2008, para alcanzar hoy el 215% (1): la droga del crédito es cada vez más necesaria a la economía capitalista. Es por esta razón que los dirigentes burgueses se esfuerzan por que el crédito sea fácil de obtener y menos oneroso (baja de las tasas de interés), en especial cuando se trata de hacer despegar a la economía; hoy las medidas llamadas de quantitative easing (flexibilidad monetaria), baja las tasas de interés (¡para los bancos!) a casi cero.  Medida casi desesperada para relanzar la máquina económica.

Habitualmente los países son clasificados según la deuda de su Estado (deuda soberana), porque es quien se encarga del presupuesto del Estado (para los grandes países, desgraciadamente las estadísticas al respecto son muy difíciles de obtener) (2) y el que más necesita recurrir a los préstamos internacional, pero si los clasificamos según su deuda total (deuda estatal más deuda privada, hogares y empresas, incluidas las empresas financieras), las economías más endeudadas en 2013 eran las siguientes (la deuda soberana está indicada entre paréntesis)

 

Irlanda:               1026%      (124%)

Países Bajos:        636%      (74%)

Japón:                  562%      (243%)

Portugal:               507%      (129%)

Gran-Bretaña:       495%      (90%)

Bélgica:                408%      (102%)

Suecia:                 422%      (41%)

España:                394%      (94%)

Francia:                347%      (94%)

Estados Unidos:    362%      (105%)

Italia:                    352%      (133%)

Grecia:                 317%      (175%)

Canadá:                374%      (89%)

Alemania:             265%      (78%)

 

 


 

(1) cf Geneva Reports on the world economy n°16, sept. 2014. www.cpr.org

(2) Aun cuando aumenta, gracias a la baja de las tasas de interés, el servicio de la deuda en Francia ha pasado al segundo puesto en los gastos para 2015 (11%), mientras que desde 2011 se encontraba en primera fila. El servicio de la deuda se estima: en Grecia, alrededor del 5% del PIB; en Italia, a 4,7%; en España a 3,2% (fuentes: Der Spiegel, 2/2/15 et L’Usine Nouvelle, 30/1/15)

 

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Tasa de desempleo de los principales países

(diciembre, 2014)

 

Según la oficina de estadísticas europeas, Eurostat, había, en 2014, 24 millones de parados en la Unión europea (18 millones solo en la zona euro).

A continuación, las tasas de desempleo de la población activa, a las que se suman la de Estados Unidos, Japón y Brasil, correspondientes a la población activa en general y, para los países europeos, a la de los individuos de menos de 25 años:

 

Alemania:                4,8%      7,2%

Bélgica:                   8,4%      21,9%

España:                  23,7%      51,4%

Francia:                  10,3%      25,2%

Grecia:                   25,8%      50,6% (octubre)

Irlanda:                  13,5%      21,6%

Italia:                     12,9%      42%

Polonia:                     8%       22,6%

Portugal:                13,4%      34,5%

Gran Bretaña:         5,9%       16,7% (octubre)

Estados Unidos:      5,6%

Japón:                     3,4%

Brasil:                     4,3%

 

Hay que precisar que, a raíz del método utilizado, las estadísticas del paro en Japón han generado muchas controversias; al extremo de que algunos especialistas estiman que habrá que aumentar las cifras oficiales para poder hacer una comparación plausible con las de otros países. De la misma manera, en Brasil muchos parados no son contabilizados, y la tasa real de desempleo es probablemente el doble de las tasas oficiales. No reportamos las tasas oficiales de China, que presentan las características furiosamente burocráticas de permanecer invariables!

 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

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