Valladolid: sobreproducción capitalista y miseria obrera.

(«El proletario»; N° 10; Abril - mayo - junio de 2016)

 

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Varias empresas de Valladolid están siendo zarandeadas por todos los vientos de la economía –nacional e internacional que, al fin, son una. Ante esto el oportunismo político de corte nacionalista y socialpatriota, defendiendo una política que en el mejor de los casos puede considerarse como corta de miras, propagan que el problema es «local» o que se puede solucionar defendiendo «lo nuestro».

«También dentro del movimiento obrero los oportunistas, vencedores de momento en la mayoría de países, ‘trabajan’ de una manera sistemática y firme en esta dirección» [Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Ed. Progreso, p. 103].

La situación empezó a raíz del anuncio de la multinacional francesa LACTALIS de su intención de vender la fábrica que posee en Valladolid, la fábrica de Lauki, lo que supone en principio el despido de unos 85 empleados, sin contar con la repercusión indirecta en el sector lácteo y la ganadería de la zona.

Posteriormente, siquiera con unos días de diferencia, otra multinacional, esta vez estadou-nidense, MONDELEZ, anuncia el cierre y la venta de su planta de Valladolid, la fábrica de DULCIORA. La empresa alega cuestiones de producción, pretende cerrar la factoría de Valladolid (que, con 232 empleados se encontraba trabajando solo al 50% de su capacidad) para unificar en sus plantas de Polonia donde la productividad es mayor. Es decir, de dos fábricas están cerrando una… porque una puede producir lo que las dos. Es lógico desde la perspectiva de las necesidades del capital y denota bien a las claras la sobrecapacidad productiva.

En ambos casos, nos encontramos ante reestructuraciones que afectan a empresas multinacionales de gran tamaño, que alegan cuestiones productivas derivadas de la política internacional de la empresa.

Al mismo tiempo, aunque se venía barajando desde hacía meses, VOCENTO, uno de los mayores grupos editoriales del país, y todo dentro de su plan de reestructuración de plantilla, impone (porque no anuncia) el cierre de PRINTOLID, rotativa de, entre otros, de El Norte de Castilla. La rotativa, con 35 empleados, había sido trasladada desde el Polígono Argales a su actual ubicación en el Polígono San Cristóbal allá por el año 2006. Se hizo una renovación completa de la rotativa, con una enorme inversión para modernizar las instalaciones y la capacidad de producción. En diez años, tras esa enorme inversión, a la empresa –es decir, al grupo VOCENTO- le sale más rentable cerrarla que seguir con ella… De nuevo, las condiciones económicas están por encima de la rentabilidad misma de la producción de una empresa concreta. Printolid era una empresa rentable, pero no para Vocento, o no en Valladolid: las máquinas se llevan a la planta de Madrid y la impresión de El Norte a  otra imprenta que el grupo posée en Medina del Campo...  La concentración y la centralización del capital, consecuencias de la crisis de sobreproducción capitalista, únicamente dan a los negocios un respiro: tarde o temprano los mismos males, propios de la irracionalidad del modo de producción capitalista reaparecen a escala ampliada y sus consecuencias se hacen sentir sobre la clase proletaria.

Parece que la cosa no cesa, y recientemente se ha anunciado un ERTE en CIDAUT con otros 150 «despedidos temporales»;  o los 900 que se podrían producir derivados de la reestructuración bancaria y la fusión o compra de Caja España-Duero por el banco Ceis.

 

¿Y LOS TRABAJADORES, Y LOS SINDICATOS Y ORGANIZACIONES OBRERAS, QUÉ HACEN?

 

A raíz del anuncio del cierre de Lauki se producen las primeras concentraciones en la puerta de la factoría, concentraciones en las que están representados todos los sindicatos del comité de empresa (CC.OO, y UGT), y CGT. Todo dentro de la práctica normal de unos sindicatos cuya función, sobre el terreno inmediato, es mantener a los proletarios distraídos con medidas dilatorias que escamotean el verdadero contenido del conflicto: sea cual sea la forma que adopte este, la oposición entre los intereses de la burguesía y los del proletariado están en su centro. Por ello, a las medidas de fuerza de la patronal, los proletarios sólo pueden responder con las suyas propias, lo que pasa por dañar los intereses económicos de la empresa mediante la huelga, sin preaviso y sin servicios mínimos, y no por pedir la solidaridad de los propios patrones. De hecho, en alguna de estas primeras concentraciones aparecieron elementos del partido fascista Democracia Nacional que, con la posible colaboración policial y/o de la seguridad de la fábrica, colocaron sus pancartas en la factoría: la política sindical de «defensa del puesto de trabajo», «defensa de la industria local» e incluso «defensa de la economía nacional» es la que abre las puertas para que estas organizaciones ultra nacionalistas puedan ejercer influencia entre los proletarios ya que, finalmente, existe una clara sintonía entre las consignas sindicales y las suyas.

Los trabajadores de Dulciora y Printolid, por su parte, también realizan concentraciones, y poco a poco se llega a una confluencia: se convoca una manifestación unitaria contra el cierre de las empresas vallisoletanas Dulciora, Lauki y Printolid. La manifestación fue importante por el número de asistentes, y en ella estuvieron representados todos los partidos políticos del arco parlamentario, y extraparlamentario. A pesar de las discusiones, UGT, CCOO y el comité de Lauki aceptaron incluso la presencia, de nuevo, de los fascistas de DN. Con esto se produjo, como era previsible (¿para qué sirven si no?) la división de la manifestación: por un lado el bloque «oficial», la cabecera con las direcciones de los sindicatos tricolores y vendidos y las organizaciones fascistas, por otra las bases sindicales, los trabajadores de las empresas en lucha, anarcosindicalistas y la extrema izquierda. La manifestación concluyó sin que quedase ningún poso visible de la expresión de unidad de los diferentes sectores de trabajadores en lucha que debería haber significado. Como es habitual, estas expresiones de unidad espontáneas entre la clase proletaria son boicoteadas por las organizaciones del oportunismo sindical, bien sea mediante el aislamiento bien sea introduciendo en ellas elementos de discordia mediante el mensaje nacionalista.

Printolid ha cerrado irremisiblemente. Los obreros pleitean ya en los tribunales. La lucha fue un conato, y nada más. Lauki y Dulciora continúan sus movilizaciones, tímidas, pero poco a poco están extendiendo la protesta a toda la ciudadanía. Ciertamente, la población se sitúa con los trabajadores, pero los métodos y medios de la lucha de clase siguen ausentes.

 

¿EMPRESAS VALLISOLETANAS?

 

Ya hemos dicho que las empresas son multinacionales (Mondelez y Lactalis) y nacionales (Vocento), aunque las fábricas sí son fábricas «vallisoletanas». Lauki nace en los años 50 a raíz de los planes de cooperativas lácteas y ganaderas organizados por los tecnócratas del franquismo. Pero desde hace mucho tiempo es una fábrica asociada al capital francés. Dulciora, hoy Cadbury, nace en Valladolid en 1961, pero hoy es parte de uno de los principales grupos de alimentación y snacks del mundo, Mondelez (antes Kraft). Esto es lo que ocurre normalmente. Porque las relaciones del capital se han despersonalizado, el capital es internacional… ¡los accionistas están en todas partes!

«Las gigantescas proporciones del capital financiero, concentrado en pocas manos, que ha dado origen a una red extraordinariamente vasta y densa de relaciones y vínculos y que ha subordinado a su férula no sólo a la generalidad de los capitalistas y patronos medios y pequeños, sino también a los más insignificantes, por una parte, y la exacerbación, por otra, de la lucha con otros grupos nacional-estatales de financieros por el reparto del mundo y por el dominio sobre otros países originan el paso en bloque de todas las clases poseedoras al lado del imperialismo». (Lenin, id. 108).

El desarrollo de la economía local está completamente subordinado a la economía nacional y este a su vez a las relaciones internacionales de esa vasta y densa red de vínculos que describía Lenin. El capital francés, mayoritario en la industria vallisoletana (Renault, Michelin,…), está sufriendo una dura competencia tanto por parte de sus «aliados» (Alemania, EE.UU., U.K) como de los nuevos y no tan nuevos centros capitalistas (de China a Rusia a…). «Las escaramuzas políticas de los destacamentos de vanguardia se producen en el terreno financiero» (id. 119). Pero sus consecuencias son evidentes en la vida real, en el terreno de la lucha de clases. Así, la guerra internacional lleva a la concentración de la producción en factorías cada vez mayores y más eficientes (Renault), o más concretas y técnicas (Grupo Antolin) con capacidad productiva siempre en alza pero gran movilidad en su cintura «laboral»: producción por tiempos, bolsas de horas, Ertes, ERES… y todo con el necesario consenso de las fuerzas del oportunismo político y sindical.

Los proletarios no se enfrentan al problema de ver cómo la industria nacional desaparece. Se enfrentan a las exigencias de la rentabilidad del capital, que ha hecho del mundo su tablero de juego. Se enfrentan, con los cierres y la deslocalización, a la fuerza organizada de la clase burguesa que dispone de la ley, del Estado, de los grupos nacionalistas, etc. para imponer sus necesidades. Se enfrentan, en una palabra, a un mundo en el que sólo son mercancía de la que extraer la plusvalía: utilizable en tiempos de bonanza económica y desechable cuando la crisis, consecuencia de la sobreproducción de mercancías y capitales, hunde los beneficios.

Para los proletarios, en Valladolid, en España y en todo el mundo, únicamente hay una salida: la lucha a través de medios y métodos de clase, contra todo localismo, contra todo nacionalismo, en defensa exclusivamente de sus condiciones de trabajo y de vida. Y en esta lucha encontrarán como primer enemigo a las organizaciones sindicales, que pretenden colocarse a su lado de la barricada pero que, realmente, trabajan día y noche para desviarles de sus objetivos.

 

¡Por la reanudación de la lucha clasista del proletariado!

¡Por la defensa intransigente de las condiciones de vida del proletariado!

 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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