Sobre la carnicería de Niza.

¡No a la unión nacional! ¡No a las guerras imperialistas! ¡Lucha de clase para acabar con la mortífera sociedad del capital!

 

(«El proletario»; N° 11; Agosto - septiembre - octubre de 2016)

 

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Los responsables del gobierno francés, cuando se difundió la noticia de la masacre de decenas de personas en Niza, según ellos mismos admitieron, no tenían idea de la motivación del autor; sin embargo lanzaron inmediatamente un llamamiento a la «unión nacional» para sostener la «guerra» contra «el terrorismo islámico». En declaraciones a la televisión durante la noche, el presiente Hollande ha declarado que Francia había «reforzado aún más sus acciones en Siria y en Irak»

El mismo gobierno subrayaba de esta manera una reacción de causa y efecto entre los atentados terroristas en Francia y la intervención militar imperialista en Irak y Siria (y en Libia). Desde 2014 las fuerzas aéreas francesas participan en los bombardeos efectuados en Irak por la coalición directa de los Estados Unidos mientras un cierto número de soldados están presentes sobre el terreno; desde septiembre de 2015, la aviación militar francesa toma parte en los bombardeos en Siria. Según una organización no gubernamental, los bombardeos aéreos de la coalición en estos dos países habrían causado, en 6 meses (desde diciembre de 2015 hasta mayo de 2016), de 1.100 a 1.560 civiles muertos (1).

Por otro lado, desde hace varios meses, los comandos de las «Fuerzas Especiales» francesas están «activos» de manera más o menos clandestina, en los combates en Siria y en Libia, junto a los militares americanos y británicos (¿y acaso también de otros países?)

El gobierno afirma querer reforzar precisamente esta intervención militar en Medio Oriente, y utiliza cínicamente la emoción causada por la carnicería de Niza para asegurarse la legitimidad y el apoyo por parte de la población. Casi todos los medios de comunicación le han apoyado multiplicando las declaraciones bélicas; la propaganda se apoya sobre la instigación del nacionalismo, que ha llegado a un punto sin precedentes durante la Eurocopa de fútbol.

Denunciar las intervenciones militares del imperialismo francés, rechazar los llamamientos a la unión nacional con los capitalistas y el Estado burgués, oponerse a cualquier tentativa de dividir a los proletarios según su nacionalidad, raza o religión, manifestar la solidaridad con las luchas de los trabajadores sin papeles y de los inmigrantes: estas son las exigencias elementales de la lucha de los proletarios contra la guerra política, económica y social que lleva a cabo el gobierno por cuenta de los patrones y del capitalismo nacional e internacional.

El capitalismo, cualquiera que sea su nacionalidad, no se mueve sino por los sórdidos intereses burgueses y su política exterior imperialista no es otra cosa que la continuación de su política anti proletaria interna. Dar credibilidad al Estado burgués y a sus representantes políticos para tener una «protección» contra el terrorismo –ya se trate de la obra de tal o cual fuerza medio oriental o de individuos desequilibrados- coloca al proletariado en la situación de permanecer pasivo como carne de cañón dejando su suerte en las manos de aquellos que viven de su explotación y que son sus enemigos de clase

Lo que demuestran las carnicerías de Niza o de Orlando (Estados Unidos), los atentados de París o de Bruselas, es que en los mismos países imperialistas más ricos y potentes –aquellos que dominan y saquean impunemente el planeta- el sistema político democrático burgués cada vez es menos capaz de impedir la explosión de las crecientes contradicciones internas del capitalismo y la manifestación de la violencia que se encuentra en la base de todas las relaciones sociales. Los mitos ideológicos burgueses del progreso social, de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, cada vez esconden con mayor dificultad la realidad opresiva de la sociedad capitalista, asesina y explotadora, cuya ley fundamental de búsqueda del beneficio se traduce inevitablemente en el desprecio de la vida humana. Este desprecio se encuentra no sólo en la represión policial, en las intervenciones militares de los Estados y en los bombardeos de las ciudades, sino en la violencia terrorista de los múltiples grupos reaccionarios. Y se encuentra también en las relaciones entre los individuos y en el interior de los cuatro muros del hogar.

Para huir de este engranaje infernal de muerte y de intervenciones militares, que desembocará fatalmente en una tercera guerra mundial si no se le liquida antes, es trágicamente utópico intentar reformar el capitalismo. Desde que existe, el capitalismo no ha dejado nunca de precipitar a la humanidad en guerras y catástrofes cada vez más mortales. Solamente los traidores o los vendidos a la burguesía pueden hacer creer en una «democratización» de la dictadura capitalista y en una «pacificación» de las relaciones internacionales.

La única solución está en la guerra de clase contra el capitalismo, en la revolución proletaria internacional para instaurar el poder de los oprimidos y de los explotados –la dictadura del proletariado- fase transitoria necesaria para poner fin a la sanguinaria sociedad del capital y para avanzar, en perspectiva, hacia el comunismo, la sociedad sin guerras ni opresiones, sin mercado ni dinero, sin clases ni Estados.

Para que esta situación sea posible, el proletariado deberá recorrer la vía de la lucha de clase: la vía de la lucha y de la organización para la defensa exclusiva de sus intereses inmediatos y, a largo plazo, en oposición frontal a los intereses de las clases poseedores y con completa independencia respecto de las fuerzas y de las instituciones ligadas de una manera u otra a la conservación social.

Sólo la reorganización en clase, y por tanto en partido (el Manifiesto Comunista), le permitirá luchar victoriosamente contra los capitalistas y sus Estados y dejar de ser la víctima predestinada de las rivalidades destructoras y de las mortales contradicciones burguesas. La reorganización del proletariado en clase le dará también la posibilidad de arrastrar a la lucha anticapitalista al menos a una parte de los estratos arruinados por la crisis, intoxicados por la degeneración de la sociedad actual y sujetos a participar en las peores desviaciones reaccionarias, proponiendo el objetivo no ilusorio sino concreto de la lucha por una sociedad finalmente humana.

Por lejana que pueda parecer hoy esta perspectiva, es la única realista.

 

¡Por la reanudación de la lucha de clase proletaria!

¡Abajo la sociedad del capital, viva la revolución comunista mundial!

 

17 julio 2016

 


 

(1) Ver http://airwars.org/news/international-airstrikes-and-civilian-casualties-in-iraq-and-syria-december-2015-to may-2016

Si la mayor parte de los bombardeos ha sido obra de los americanos (p. ej: en Irak 5850 bombardeos), los aliados de la coalición no se quedan atrás: 761 bombardeos británicos y 670 por parte francesa en Irak.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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