Amadeo Bordiga

FUERZA,VIOLENCIA, DICTADURA EN LA LUCHA DE CLASE

(Articulo publicado en «Prometeo», 1946-1948. Extracto del § III: El régimen burgués como dominación)

(Suplemento N° 9 de «El programa comunista» N° 48; Diciembre de 2008)

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La crítica revolucionaria, no dejándose encandilar por las apariencias de civilización y de sereno equilibrio del orden burgués, había establecido con anterioridad que incluso en la república más democrática el Estado político constituye el comité de intereses de la clase dominante, y había echado abajo de manera decisiva las representaciones imbéciles según las cuales al destruirse el viejo Estado feudo-clerical y autocrático, habría surgido, gracias a la democracia electiva, una forma de Estado en el cual todos los componentes de la sociedad tienen iguales derechos, cualquiera que sea su condición económica. El Estado político, también y sobre todo el representativo y parlamentario, constituye un armazón de opresión. Puede muy bien compararse al depósito de las energías de dominio de la clase económicamente privilegiada, que custodia potencialmente en las situaciones en las que la revuelta social no explota, pero que no tarda en desencadenar la represión policial y sangrienta apenas tiembla el subsuelo social de manera revolucionaria.

Tal es el sentido de los análisis clásicos de Marx y Engels acerca de las relaciones entre la sociedad y el Estado, o sea entre clases sociales y Estado, y todas las tentativas de remover este pilar de la doctrina de clase del proletariado, fueron aplastadas con la restauración de los valores revolucionarios realizada por Lenin, Trotsky y la Internacional Comunista inmediatamente después de la primera guerra mundial.

Al igual que no tiene sentido científico establecer la existencia de un quantum de energía potencial si no se puede prever que en situaciones sucesivas ésta se desarrolle cinéticamente, de la misma manera la definición marxista del carácter del Estado político burgués carecería de sentido si no se tuviera la certeza de que en la fase culminante este órgano de poder del capitalismo no dejará de desencadenar en el Estado actual todos sus recursos contra la revolución proletaria.

Por otra parte el equivalente de las tesis marxistas sobre el aumento de la miseria, sobre la acumulación y la concentración del capital, a nivel político, no podía ser otra cosa que la concentración y el potenciamiento de la energía acumulada por el Estado. Y de hecho, una vez cerrada la engañosa fase pacifista del capitalismo tras el estallido de la guerra de 1914, mientras las características económicas evolucionaban hacia el monopolio, y la intervención activa del Estado en la economía y en las luchas sociales, fue evidente, sobre todo en el clásico análisis de Lenin, que el Estado político de los regímenes burgueses asumía formas cada vez más claras de estricta dominación y opresión policial. En otros escritos nuestros se establece que la tercera y más moderna fase del capitalismo se define en economía como monopolista y planificadora, y en política como totalitaria y fascista.

 

 

Partido comunista internacional

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