El capitalismo promete «años de sufrimiento» a los proletarios

( Suplemento  N° 13 de «El programa comunista» N° 48 ; Abril de 2011 )

 

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REANUDACIÓN ECONÓMICA DROGADA

 

Según la mayor parte de los economistas oficiales (1), la crisis económica se ha terminado al fin del año 2009 o comienzos del  2010, según el momento o las tasas de crecimiento se hayan vuelto positivas: en los diferentes países.

Diferentes índices estadísticos atestiguan que estamos en una fase de receso económico: desde las cifras de crecimiento del PIB, de la producción industrial a los del crecimiento mundial. Solo a este aumento de los beneficios de los EEUU, todos los días y de lejos la primera economía mundial y que vuelve a comenzar a crear empleos, demuestra la evidencia de que el paroxismo de la crisis conocida entre finales de 2008 y comienzos de 2009, está bien superada.

Sin embargo las incertidumbres sobre este repunte persistente incluyendo a los mismos economistas, antes incluso que la «crisis griega» reavivase brutalmente las inquietudes.

En efecto, este «repunte» es bastante más endeble e incierto que los repuntes que seguían habitualmente las recesiones económicas. Por ejemplo en el mes de mayo, las estadísticas gubernamentales americanas anunciaban la creación de 430.000 empleos la mayor cifra mensual de creación de empleos en más de 10 años. Pero más del 95% de estos empleos eran empleos temporales con contratos encargados de efectuar el censo nacional de población (2). Igualmente en el trimestre de 2010, el comienzo mundial ha registrado una fuerte subida, en valor, con respecto al informe del año precedente: +25%. Sin embargo este alza debe ser relativizada, ya que el período correspondiente al año anterior era aquel de la caída histórica, sin precedente desde la segunda guerra mundial, de comercio internacional. Y de otra parte, si comparamos ahora la evolución del informe del trimestre precedente, constatamos una bajada de más del 10% de ese comercio…

La aceleración económica permanece en realidad hasta aquí enteramente dependiente  del crecimiento de la deuda pública, los déficits presupuestarios de los Estados así como de la política del dinero fácil («cuantitativamente easing») de los Bancos Centrales: tasas de interés cercanas a cero que permiten a los bancos financiarse gratuitamente: permanecemos siempre en eso que un economista llama «economía drogada» (3).

En los Estados Unidos, en el primer trimestre de 2010, se necesitaban 3,6 dólares de deuda financiera y 2.2 dólares  de gasto presupuestario para tener un dólar creciente de PIB (4). Para que sin recurrir a dosis masivas de droga de crédito, sería necesario que estas ratios devinieran inferiores a 1. Pronto o tarde en efecto los Estados, y el Estado americano que goza por tanto de la formidable ventaja de que el dólar es todavía la moneda de reserva internacional (y así pues hace financiar su déficit presupuestario por los otros Estados) no es una excepción, deberán reducir su endeudamiento y su déficit presupuestario que efectúan los niveles que son a la larga insoportables. Si ella no encuentra otro motor, la aceleración económica se transformará entonces en una recaída en la recesión: este es el escenario de una crisis «en doble bajada de poca actividad», como la de 1980- 1982.

De aquí en adelante la Banca Mundial advierte de los riesgos de una recaída en la crisis económica para ciertos países europeos con las consecuencias amenazantes para los países de Europa del Este, de Asia Central y de América Latina (5).

Para evitar una caída en la crisis, el gobierno de Obama ha decidido oficialmente desde  meses encontrar un motor de desarrollo de las exportaciones americanas, apoyarse en particular sobre la base del dólar en relación a las otras monedas (incluida de hecho la presión sobre los chinos para que reevalúen su moneda).

Desgraciadamente para los Estados Unidos, dicha «crisis griega» y la bajada del euro que ella ha provocado, ha venido a contradecir esta perspectiva…

 

LA «CRISIS GRIEGA», NUEVO DESARROLLO DE LA CRISIS DE LA CRISIS CAPITALISTA MUNDIAL

 

Esta «crisis griega» no es en realidad más que una manifestación de la crisis económica capitalista, que está de todo salvo finalizando; nosotros nos encontramos cara a una crisis de endeudamiento del Estado que debe pedir prestado continuamente sobre el mercado financiero internacional para reglar su deuda y financiar su déficit. Si estamos en un período de fuerte crecimiento económico, esta no presentaría un problema insalvable. Pero en el período actual, las diferentes organizaciones financieras, bancos y otros, han comenzado a encontrar la compra de préstamos griegos arriesgados, sus reembolsos aparecen cada vez más aleatorios dadas las perspectivas económicas especialmente delicadas en este país. Durante muchos meses los grandes países europeos se han resignado a llevar a seguro al Estado griego; según numerosos analistas, una de las razones del retardo en la intervención fue que en los Estados europeos han visto en primer lugar en esta crisis un medio fácil de hacer bajar el valor del euro, es decir de ayudar a la exportación de sus mercancías, que devenían así más competitivas en relación a las mercancías americanas, japonesas o chinas.

Ha sido necesario que la crisis griega se volviese aguda, a riesgo de extenderse a los otros países y poniendo en peligro la supervivencia de la misma zona euro, ha sido necesario que los Estados Unidos inquietos por sus exportaciones por la bajada rápida de la moneda común, hace presión, para que los grandes Estados europeos se decidan por fin a poner en pie un «plan de salvamento» de Grecia y de apoyo al euro: durante años el Estado griego pudo pedir prestado ante un fondo al cual los Estados europeos contribuyeron (6), sin pasar por el mercado financiero internacional y de sus tasas casi usureras.

La tasa de los precios a Grecia han sido fijados lo suficientemente altos (3%) como para que ésta fuese rentable para los prestamistas, lo que ha suscitado las críticas del FMI: los Estados europeos querían ser solidarios, ¡pero solamente si ellos ganaban! Los inversores estaban también «tranquilos» por este plan de 750 mil millones de euros, las bolsas devenían eufóricas, el euro remontaba, la presión «especulativa» sobre Portugal y España se alejaba. Pero ¿quién ha sido salvado en realidad?

La respuesta no produce duda: no son los bancos europeos, principalmente franceses y alemanes, los primeros beneficiarios de este salvamento. Según las estadísticas del Banco de Reglamento Internacional, en el primer trimestre de este año, los bancos franceses estaban más expuestos a la deuda griega (79 mil millones de dólares), seguidos por los alemanes (45 mil millones de dólares), lo cual representaba más del 64% del total de la dotación de los bancos  europeos. «Le Monde» escribió el 18 de mayo: «estos son los bancos que se han salvado en lugar de Grecia»; furioso, el gran diario alemán «Der Spiegel» no vacilaba en hablar el 29 de mayo de un «complot francés» porque, en el cuadro del plan de ayuda a Grecia, el Banco Central Europeo venía de comprar 25 mil millones de euros en obligaciones griegas (invencibles nuevamente) al lado de los bancos franceses…

Para que sirva de consuelo al Spiegel, recordaremos que se trataba también de salvar un buen cliente de Alemania: Grecia es el segundo cliente de la industria de armamento alemán, Alemania había llegado a ser el tercer exportador mundial de armas, sobrepasando a Francia.

Cuando a ésta última, le ha parecido exige para dar luz verde al plan de salvamento, que Grecia liquide los contratos de armas que se han sucedido con los otros gobiernos precedentes: la austeridad no se aplica a los marchantes de cañones.

En «contrapartida» por este plan que se ha visto tan «generoso», el Estado griego deberá imponer una austeridad sin precedentes: evidentemente esta recaerá en definitiva sobre los proletarios de este país en términos de bajada de salarios, disminución de las jubilaciones, la subida del desempleo – en una palabra: aumento de la explotación para mejorar la tasa de media de beneficio de la economía griega, de hecho pudo liberar los recursos suficientes para reembolsar a los prestamistas.

 

LO MÁS DURO DE LA CRISIS ESTÁ POR VENIR

 

Como nosotros habíamos escrito, lo que pasaba en Grecia no era más que le prefiguración de lo que les esperaba a los proletarios de otros países europeos. A penas el caso griego «es resuelto», se estaba aproximando de una parte que esta solución no era sino temporal (pocos economistas piensan que en dos años este país estará en una posición económica suficiente para evitar la falta de pagos), y de otra parte que los mismos problemas se plantean, de manera más o menos pronunciada, en todos los demás países europeos: endeudamiento extraordinario, déficits presupuestarios y perspectivas de crecimiento económico muy débiles fuente e cocktails explosivos hasta en los países más potentes. La agencia económica Reuters escribía el 24 de mayo: «lo más duro e la crisis está por venir».

Y en algunas semanas los distintos países europeos, asustados por las sombrías perspectivas económicas que alimentan la caída de las bolsas, han anunciado, los unos después de los otros, las medidas de austeridad a menudo draconianas: atraso de la edad de jubilación, disminución de las pensiones, bajada del salario a los funcionarios, bajada de las prestaciones sociales, etc. Igual la rica Alemania ha anunciado su plan de austeridad, el más importante después del fin de la segunda guerra mundial, que deberá golpear esencialmente los presupuestos sociales. De aquí en adelante los trabajadores de los países europeos periféricos son enfrentados a unas condiciones y unas medidas que no hacen más que perfilar para sus camaradas de los países de la zona euro, con excepción de Grecia o Irlanda. Cojamos como ejemplo los países bálticos o Rumanía.

En Estonia el paro se ha triplicado en un año para sobrepasar oficialmente el 15% a final del año pasado, y la pobreza hace estragos en casa de los parados y los jubilados.

En Letonia la crisis económica es comparable a los años treinta en los Estados Unidos; el PIB ha caído más 18% en 2009, el paro se ha triplicado también, la cifra oficial indicaba un 19%. Para obtener los préstamos del FMI, de la Unión Europea y de los bancos nórdicos, ha instaurado un plan de austeridad drástico; el salario mínimo ha sido disminuido en un 20% (hasta los 140€ al mes), las pensiones de los jubilados un 10%, etc. Los salarios en el sector privado han bajado un 30%. A pesar de esto la deuda y los déficits debieron aumentar, apelando nuevos planes de austeridad antiobreros.

En Lituania, el PIB ha reculado hasta el 15% en 2009: ante el riesgo de una caída del país, el gobierno se ha él también lanzado un plan de austeridad draconiano: bajada de las arcas públicas un 30%, disminución de los salarios de los funcionarios del 15 al 20%, del 11% en pensiones, aumento del IVA hasta el 21%: «No está bien ser viejo en Lituania», escribía el New York Times en 22/4/2010…

En Rumanía el gobierno ha decidido una verdadera «terapia de choque» (¡que el FMI se ha dado el lujo de juzgar excesiva!) con el aumento del IVA el 25%, la supresión de 145.000 empleos en la Función Pública, bajada de salario de los funcionarios un 25%, bajada de las prestaciones de desempleo y de las pensiones del 15%, reducción de numerosas ayudas sociales…

Los dirigentes del mundo entero han creído poder resolver la grave crisis económica del capitalismo por un recurso masivo al endeudamiento, esta vez de los Estados. Si éste globo sonda ha innegablemente evitado la quema y salvado el sistema financiero internacional, no puede amortiguar la crisis sino prolongándola. Para volver a poner en marcha un nuevo ciclo económico de crecimiento vigoroso, el capitalismo debe suprimir la sobreproducción que le ahoga; le es necesario desvalorizar los capitales pletóricos, suprimir fuerzas productivas sobrantes comenzando por la más importante de ellas: la fuerza de trabajo, los proletarios; no puede salir de esta crisis sino atacando a los proletarios, en su extracción de una parte suplementaria del plustrabajo.

Es un proceso que puede ser realizado por una crisis brutal, catastrófica, una nueva guerra mundial en la que los estragos inmensos serían como un baño de juventud para el capitalismo, como durante la segunda guerra mundial. Pero el capitalismo mundial no está todavía presionado a tal extremo. Su perspectiva actual está descrita por el Primer Ministro británico; hablando de Gran Bretaña, ha anunciado de hecho lo que depara a los trabajadores la burguesía de los países europeos cuando ha anunciado «los años de sufrimiento»(7).

 

SOBRE LA VUELTA DE LA LUCHA DE CLASES

 

Los burgueses obtienen para sí un éxito formidable: por todas partes la clase obrera está todavía paralizada, prisionera de las organizaciones sindicales y políticas colaboracionistas que sacrifican siempre los intereses proletarios a los intereses del capitalismo. El 14 de mayo, el responsable de las Comisiones Obreras, el principal sindicato español declaraba que rechazaría completamente el plan de austeridad del gobierno; pero era para añadir que rechazaban una verdadera huelga general, implicando a los trabajadores del sector privado (en lugar de una huelga simbólica de funcionarios) porque es «la última cosa que necesita el país en un período como éste» (8).

De España a Grecia, de Rumanía a Francia, de Alemania a Italia y a los países bálticos, los aparatos sindicales, totalmente integrados en los resortes burgueses de la colaboración de clase, no proyectan las manifestaciones y protestas más que como formas de exultar,  para disipar, la cólera de los trabajadores e impedirles entrar verdaderamente en lucha.

Pero los bomberos sociales no podrán contener eternamente los empujes de lucha que nacerán inevitablemente en reacción a los ataques capitalistas. Bajo los golpes de la crisis, la red que encierra al proletariado y que está cada vez más usado, terminará por romperse. El retorno de la lucha de clases no tendrá lugar de golpe y de manera definitiva; habrá inevitablemente explosiones de luchas que serán reconducidas y esterilizadas hasta que los proletarios recuperen la fuerza de dotarse de una organización clasista, que no podrá hacerse en un día. Pero el retomar la lucha de clases está inevitablemente a la orden del día de las crisis del capitalismo.

He aquí que los proletarios conscientes deben tener consciencia y deben prepararse, a pesar de los límites aún enormes impuestos por la situación objetiva: ¡en silencio, el viejo topo de Marx, trabaja!

(le prolétaire  nº 496 / Abril-Mayo-Junio 2010)

 


 

(1)Pero el NBER, organismo americano encargado de anunciar el comienzo y el fin de la crisis, ha estimado a mediados de abril que no había todavía suficientes elementos para anunciar el fin de la crisis en los Estados Unidos: «Muchos indicadores son totalmente preliminares y serán revisados en los próximos meses. El comité actúa únicamente sobre la base de indicadores reales y no se apoya en previsiones para determinar las subidas y las bajadas de actividad económica». cf www.nber.org/cycles/april2010 .html

(2) cf «Le Monde», 5/6/2010

(3) cf «Les Echos», 4-5/6/2010

(4) cf http://criseusa.blog.lemonde.fr/2010/05/01/le-pib-us-au-t-1-2010-la-reprise-nest-pas-la/

(5) cf http://go.worldbank.org/LVQ96TT0R0

(6) Excepción: Gran Bretaña ha rehusado participar cuando Suecia, que tampoco es miembro de la zona euro, participará.

(7) cf «The Sunday Times», 6/6/2010.

(8) cf «The Financial Times», 14/5/2010

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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