¡Viva la revuelta de la juventud proletaria!

En Túnez y en Argelia, reducida al hambre y al desempleo, la juventud proletaria se rebela.

La policía interviene y dispara a matar.

¡A la revuelta contra la miseria y la desocupación la burguesía magrebí responde con la masacre!

( Suplemento  N° 14 de «El programa comunista» N° 48 ; Agosto de 2011 )

 

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11 de enero de 2011

Túnez también ha sufrido los efectos de la crisis económica de estos últimos años. Y como en cualquier otro país, más o menos avanzado, los efectos negativos de la crisis capitalista han sido violentamente descargados sobre las espaldas de las masas proletarias. Las estadísticas dicen que Túnez es el país africano con el más alto rédito per capita; pero dicen también que la desocupación es, oficialmente, de un 14% sobre una población de diez millones de habitantes, pero que, realmente, alcanza el 30% con una gran cantidad de trabajo negro. Los desocupados son, mayoritariamente, los más jóvenes. Túnez es un país donde reina un régimen que, a través de la represión, ofrece a los imperialismo europeos una mano de obra a buen precio y estrictamente controlada por la policía y que, por ello, obtiene de estos apoyo y protección. El reciente aumento de los precios de artículos de primera necesidad es el motivo de fondo de las violentas protestas iniciadas en las ciudades del sur del país para después extenderse, en las últimas semanas, a todo el territorio y a la capital Tunicia.

17 de diciembre de 2010: la policía confisca, en la ciudad de Sidi Bouzid, un carro de fruta y verdura a un joven desocupado, licenciado en informática, de 26 años porque «no tenía licencia de venta ambulante» Llevado a la desesperación por la pérdida de lo única fuente de dinero para él y su familia, el joven se pega fuego delante del palacio del gobierno; morirá el 5 de enero. Es la chispa que prende la pólvora. Centenares de jóvenes bajan a protestar en las calles, se enfrentan con la policía armada en todas partes lanzándoles piedras y cócteles molotov. ¡La policía responde tirando a matar! A tres semanas del inicio de los enfrentamientos los muertos ascienden a más de 60, los heridos se cuentan por centenares igual que los arrestados. Al hambre, a la desocupación, a la miseria, el gobierno republicano de Zine el Abidine Ben Alí aferrado sólidamente al poder con su clan desde hace 23 años, une la represión más dura. Y sólo después de semanas de represión continuada y oculta no sólo por el gobierno de Tunisia sino también por los medios de toda Europa, Ben Alí, en un intento de apagar el fuego de las protestas, hace la promesa de dar trescientos mil puestos de trabajo entre 2011 y 2012. Pero nadie le cree y las protestas no han terminado. Entre tanto han llegado a la capital, Tunisia.

Sidi Bouzid, Kasserine, Thala, Regueb, Feriana, Menassi, Ariana, Mezel Bouzayane: no son lugares turísticos donde los burgueses y los pequeñoburgueses europeos van a pasar sus vacaciones a buen precio. Son las ciudades donde la policía tunecina, defendiendo al gobierno corrupto y especulador del presidente Ben Alí, ha disparado y ha asesinado.

La protesta proletaria, la «revuelta del pan», no sólo no se acaba sino que supera las fornteras. Y es Argelia, el país más rico del Magreb gracias sobre todo al petróleo y al gas natural, el siguiente en la lista. Orano, Boumerdes, Msila, Bou Smail y el mismo Argel, han sido escenario de las violentas protestas de los jóvenes proletarios argelinos, exactamente por las mismas razones: alza explosiva de los precios de productos de primera necesidad y desocupación creciente. También aquí la juventud se rebela contra una sociedad que no da garantía de vida ni de futuro no obstante los altísimos ingresos nacionales debidos sobre todo al petróleo y al gas natural, contra una sociedad que no garantiza ni siquiera la vida de sus esclavos asalariados.

La policía que dispara, contra los proletarios que protestan con algunos actos de violencia contra la sistemática violencia económica y física que sufren cada día, es la representación más clara del dominio de clase burgués sobre toda la sociedad y sobre el proletariado en particular. Y al mismo tiempo la más clara demostración de que en la sociedad burguesa, en la sociedad en la cual el capitalismo marca dictatorialmente las reglas de la vida y de la muerte, la única fuerza social que potencialmente tiene la posibilidad de levantarse contra este poder asesino, cortarle la cabeza y colocarle finalmente en situación de no perjudicar más, es la clase proletaria.

El silencio con el cual todos los países civilizados, democráticos, en los cuales la libertad de expresión y de manifestación se encuentra «garantizada» por las constituciones, en Europa y en América, han intentado esconder la violencia policial de los países benjamines cuyos gobiernos autoritarios aderezados con un velo de falsa democracia controlan con mano de hierro, este silencio indica el temor que la burguesía siente respecto a la posibilidad de que los proletarios no sólo de Túnez y Argelia sino de los otros países del Norte de África, con sus revueltas enciendan el fuego de la sublevación antigubernamental también en los países de Europa donde la gran parte de la emigración tunecina y argelina podría jugar el papel de mecha de combustión rápida.

La policía que dispara sobre los manifestantes, el silencio forzoso de los medios de comunicación nacionales y, sobre todo, la complicidad de las organizaciones sindicales vendidas al poder burgués, demuestran que cualquier llamada «al diálogo» constituyen un cobarde engaño a las masas proletarias que se rebelan contra la violencia sufrida, contra las reducciones de los salariaos ya aplicadas, contra la miseria y el hambre ya generalizadas. Demuestran, sobre todo, que sólo con la fuerza se puede responder a la fuerza, sólo con la organización de la fuerza proletaria se puede enfrentar la organización de la fuerza burguesa.

Hoy, en Túnez y en Argelia no han entrado en juego las fuerzas de conservación burguesa más reaccionarias, las religiosas. Pero los proletarios lo esperan porque, antes o después, las clases burguesas dominantes que hoy alardean de su propio «poder laico» si para reprimir los motines proletarios no tienen suficiente con las fusiles de la policía, recurrirán abierta o subrepticiamente, a la vía religiosa– islámica en este caso - o directamente al ejército, quizá para derribar al mismo Ben Alí igual que recurren sistemáticamente a la vía democrática y nacionalista.

Los proletarios deben darse cuenta de que la burguesía violará siempre los «derechos democráticos» que de vez en vez escribe en sus leyes, que la burguesía no tiene ni tendrá nunca escrúpulos en usar todos los medios disponibles –de los más violentos a los más insidiosamente pacíficos- para plegar al proletariado a las exigencias de su dominio de clase, dominio político, social y militar que le sirve para extraer del trabajo asalariado un volumen cada vez mayor de plusvalor y, por tanto, de beneficio capitalista.

Los proletarios tienen potencialmente la posibilidad de vencer a la burguesía y a su poder político con la única condición de volverse del todo independientes de las políticas y de los aparatos interclasistas de los sindicatos y de los partidos colaboracionistas que se llaman «obreros» con el único objetivo de paralizar la fuerza y la independencia de clase del proletariado. Las manifestaciones proletarias en Túnez y en Argelia han sido provocadas por los mismo motivos económicos de fondo: aumento de los precios de los productos de primera necesidad, aumento del desempleo y por tanto de la miseria y del hambre para centenares de miles de proletarios. Una organización de defensa proletaria, auténticamente de clase y por tanto independiente de las exigencias de conservación social y de sumisión al capital, no sólo organizaría la lucha con métodos de clase –llamando a la huelga a todas las categorías de trabajadores, formando piquetes y comités de defensa de las luchas, organizando la defensa contra la represión policial- sino que se uniría con la lucha de los proletarios del país vecino para unificar las acciones de huelga, para reforzar el movimiento de defensa de las condiciones de vida y de trabajo de los proletarios sobre el terreno que la misma burguesía ha elegido: el terreno del enfrentamiento abierto y violento.

Hoy se encuentran, por enésima vez, en primera fila, los proletarios de los países del capitalismo menos avanzados. Son ellos quienes indican una vez más a los proletarios de los países más ricos, y por tanto más opresores, que la vía a seguir no es la de la pacífica e impotente negociación condicionada por las exigencias primarias del beneficio capitalista sino aquella de la vigorosa rebelión contra los abusos continuados de las fuerzas de conservación social. Los proletarios europeos, sobre todo en Italia, Francia, España, Alemania, pero también los proletarios de EEUU, países que más que cualquier otro protegen a los regímenes burgueses del Magreb deben rebelarse como sus hermanos de clase magrebíes, y deben aportarles su contribución histórica de las grandes luchas del pasado.

Sólo por esta vía los proletarios pueden reconquistar su fuerza de clase y representar no sólo un vago temor sino un peligro real para el régimen de la explotación capitalista hacia el cual, el proletariado de todos los países, tiene la responsabilidad de darle fin abatiéndolo para siempre.

 

• ¡Viva la revelta de los jóvenes proletarios tunecinos y argelinos!

• ¡Contra la represión policial de los gobiernos burgueses, defensa proletaria independiente de cualquier forma sindical y política de colaboracionismo!

• ¡Abajo el capitalismo y cualquiera de los regímenes burgueses que lo defienden!

• ¡Por la reanudación de la lucha de clase y la solidaridad proletaria por encima de las fronteras!

• ¡Abajo la patria burguesa, patria de la explotación, el asesinato legalizado, de la masacre de proletarios!

• ¡Por la emancipación del proletariado del capitalismo! ¡Por la revolución comunista en todos los países!

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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