Portugal: el proletariado aplastado entre la crisis capitalista y la acción cómplice del oportunismo político y sindical

( Suplemento  N° 15 de «El programa comunista» N° 49 ;Enero de 2012 )

 

Volver sumarios

 

 

La crisis capitalista que asola el mundo tiene consecuencias gravísimas, en todos los países, para los proletarios que ven como sus condiciones de existencia se rebajan súbitamente para adecuarlas a las necesidades de la burguesía y sus negocios que requieren, ahora más que nunca, una mano de obra extremadamente barata y sometida a un nivel de vida prácticamente rayano en la mera supervivencia. Así no sólo las rebajas salariales, que se imponen en todas las empresas y sectores productivos de cualquier zona, sino también los despidos masivos, los recortes en los servicios sociales más elementales, el aumento de los precios de los servicios básicos (agua, luz…) y el aumento de los impuestos, fijan un panorama terrible en todas partes. Pero allí donde las condiciones de vida anteriores a la crisis no eran ya de por sí excesivamente buenas, por no decir que resultaban francamente malas especialmente si se consideraban con aquellas que imperaban en los países vecinos, la situación para los proletarios se vuelve francamente terrible a medida que pasa el tiempo y las exigencias de la burguesía nacional e internacional se hacen cada vez más duras y difíciles de cumplir. Es el caso de Portugal, una de las economías más precarias de la Zona Euro que históricamente se ha colocado siempre a la cola del desarrollo de las potencias imperialistas de la zona quedando relativamente marginada en el proceso de gran desarrollo económico que se dio en todo el mundo, pero especialmente en países tradicionalmente poco usuales, a partir del año ´96 y que ha acabado con la gran crisis capitalista que, inevitablemente, ha golpeado también con gran dureza a Portugal. Los indicadores macroeconómicos muestran datos inapelables: en 2011 la economía del país luso se contraerá un 1,3% (algo especialmente grave si se tiene en cuenta que ya se partían de unos niveles del PNB especialmente bajos después de dos años de crisis) y en 2012 ya existe una previsión de caída de otro 0,6% (que sin duda alguna irá aumentando a medida que discurra el año). Según las mismas previsiones hechas por el Banco de Portugal la inflación esperada para este año se situará en un 2,8% frente al 1,4% que se vio el pasado. La crisis económica golpea durísimamente a un país cuya estructura productiva ve una clara predominancia del sector servicios esencialmente concentrado en Lisboa y las islas Madeira mientras que el resto del país subsiste gracias a una producción agrícola en franco declive y un sector industrial sumamente endeble.

Pero al margen de los indicadores macroeconómicos con los que la burguesía demuestra siempre la necesidad de realizar sacrificios muy severos por el bien de la economía nacional, las estadísticas muestran cómo el proletariado de Portugal se está viendo durísimamente afectado por la crisis: la tasa de paro, que en el año 2008, en los albores del hundimiento económico, se situaba en el 8% de la población activa (que ronda los cinco millones y medio de trabajadores) ha ascendido hasta más del 13%, lo que significa un aumento sustancial al que se une una ligera caída de la tasa de actividad.

En lo que se refiere a las medidas gubernamentales para reactivar la economía, a los recortes y a la ofensiva anti obrera que en este país como en todos los del mundo capitalista se están imponiendo, las más relevantes sin duda han sido las que atañen a la jornada laboral, que se podrá aumentará en media hora (a lo que se añadirá el aumento de jornadas laborales anuales), a la supresión de la paga extra de los empleados del Estado y la subida de los impuestos indirectos, especialmente del IVA.

Frente a esta situación, que coloca a la clase obrera portuguesa ante la necesidad imperiosa de luchar por la mera supervivencia, la principal confederación sindical de Portugal, la CGTP, convocó el pasado jueves 25 de noviembre una huelga que tiene el mérito de ser la segunda en quince años (la primera fue apenas hace unos meses). Exactamente igual  que lo hacen sus hermanos sindicales de los países más próximos, con los que forma esa terrible familia unida por los lazos de la traición contra la clase obrera, el colaboracionismo con la burguesía nacional y la defensa intransigente de las necesidades de la economía por encima de aquellas del proletariado, la CGTP dio muestra de que bajo la dirección del sindicalismo oportunista y amarillo las huelgas son, más que un medio de lucha proletario, una última salida precisamente para evitar que los proletarios se lancen a la lucha de clase. Una huelga limitada a un día, con un preaviso de un mes (lo suficiente para que la burguesía realice sus previsiones de gasto y stock y el paro laboral no le afecte en sus negocios) y que simplemente busca exigir que el gobierno que ha tomado las medidas más duras contra el proletariado negocie estas políticas de austeridad, una huelga de este tipo es simplemente una válvula de escape para que la presión proletaria acumulada después de mucho tiempo de sacrificios no haga estallar la paz social. Por ello es que se pudo ver, a lo largo de la jornada, manifestaciones de rabia proletaria que amenazaron con emborronar el “democrático derecho a la protesta” con que la CGTP quería anular la lucha obrera: los piquetes en el sector de la limpieza que se enfrentaron a la policía para imponer el paro, los ataques nocturnos contra sedes bancarias y, sobre todo, los enfrentamientos con las fuerzas policiales del Estado al final de las manifestaciones convocada por los sindicatos y el “movimiento de indignados” (hay que señalar que estos enfrentamientos resultan bastante extraños en un país considerado como de los más pacíficos desde la Revolución de los Claveles), muestran que la cólera que producen los continuos agravamientos de las condiciones de existencia proletarias buscan salir y que el mismo proletariado se ve abocado a buscar la vía del enfrentamiento de clase directo contra sus enemigos. Pese a que las bridas del sindicalismo oportunista y colaboracionista impiden que se reemprenda el camino de la lucha e intentan atacar a los proletarios que instintivamente intentan comenzar a andarlo, como hizo la CGTP cuando, después de la manifestación frente al Parlamento, criticó a los proletarios que se habían enfrentado a la policía y defendió la necesidad de ser ordenado y pacífico para ser atendido por la burguesía en las reivindicaciones que se plantean.

En el terreno político las fuerzas del oportunismo también juegan su papel. Los principales partidos obreros en el Parlamento buscan desviar la incipiente tensión social hacia objetivos completamente asimilables en el juego democrático nacional. Así el Bloco de Esquerda, un bloque electoral conformado por pequeños grupos coaligados con fines electorales, plantea en la Resolución de su Mesa Nacional posterior a las elecciones del pasado 5 de junio que “enfrentar el chantaje de bancarrota sobre los salarios y las pensiones sólo es posible profundizando el compromiso con la política de auditoría y de renegociación de la deuda”, es decir que la lucha de los proletarios portugueses ha de dirigirse exclusivamente a lograr una componenda con la llamada “troika” (el grupo de técnicos que se encargan de gestionar la intervención de Portugal por el FMI) para aminorar el peso de la deuda pública (es decir, de la deuda nacional) y esto mediante una política –la que defiende el Bloco- basada en el combate contra el alineamiento del Partido Socialista y la derecha en el gobierno mediante la presión al primero. Lo que significa mediante la acción parlamentaria… conjunta con el mismo partido bajo cuyo gobierno se realizó la intervención europea. El oportunismo encuentra su terreno de actuación predilecto en la acción parlamentaria que intenta atar al proletariado a las normas del juego democrático con el que la burguesía consigue la aquiescencia de éste para imponer, democráticamente, las medidas necesarias para sacar al país de la quiebra.

Por su parte el Partido Comunista Portugués, en un cínico documento del 20 de noviembre de 2011 en el que pretende conmemorar el nacimiento de la Internacional Comunista y del, entonces decididamente proletario y revolucionario Partido Comunista de Portugal, realiza toda una declaración de intenciones en la que, por enésima vez, se muestra ante los ojos de la burguesía como el perfecto aliado entre las filas proletarias para la tarea de mantener el orden social y colaborar en la tarea de conducir el malestar obrero hacia el nacionalismo y el compromiso: “Hay soluciones alternativas. Con una política patriótica  que tenga como objetivos el desenvolvimiento económico, la elevación de las condiciones de vida de los trabajadores y de las capas populares, la defensa y la promoción del interés público y de los derechos ciudadanos, el apoyo efectivo a las microempresas y a las pequeñas y medianas empresas y la defensa y la afirmación de la soberanía, es posible un Portugal […] justo soberano y con futuro” (Es posible un nuevo camino de esperanza para Portugal, intervención de Jerónimo Sousa, secretario general del PCP) Esto simplemente significa que el proletariado portugués no tiene otro remedio, según el PCP, que defender a su patria del invasor extranjero junto con la burguesía nacional, haciendo dejación de sus intereses independientes de clase (y por supuesto de sus medios y de sus métodos clasistas de lucha: ni una vez en todo el documento se menciona el término huelga, piquete…) en espera de que su sacrificio reanime la producción nacional, de que su cabeza en la picota alimente el hambre insaciable de plusvalía que el capital portugués tiene.

Frente al nacionalismo y a la política de colaboración entre clases, al proletariado portugués, como a sus hermanos de clase europeos, empezando por sus vecinos españoles, no le queda otro camino, si quiere conseguir defender con éxito sus intereses de clase, que romper con la dirección oportunista de las luchas que empiezan a aparecer. Romper por tanto con la dirección oportunista de los sindicatos amarillos que intentan llevar la lucha por el terreno de la derrota premeditada e imponer sus armas de clase como las únicas efectivas: la huelga sin preaviso, los piquetes para parar la producción, la defensa de sus manifestaciones frente a las agresiones de la policía, etc. Pero, más allá, deberá levantar sus organizaciones clasistas, independientes de los intereses de la burguesía nacional e internacional, que garanticen la continuidad en el tiempo de su lucha de resistencia y la solidaridad de los proletarios de todos los sectores productivos, empleados o desempleados, inmigrantes o nativos, hombres, mujeres, jóvenes o viejos. Esas organizaciones con las que  contó el orgulloso proletariado lusitano en los inicios del siglo XX y de cuyos sectores más consecuentes surgió el primer Partido Comunista de Portugal, sección de la Internacional Comunista, y el periódico Avante! en el que se escribieron grandes páginas de la lucha de clases peninsular. Ese mismo partido comunista, internacional e internacionalista, que deberá reaparecer como máxima expresión de la coherencia de la lucha de clase proletaria en el programa, la política y la táctica revolucionaria, para combatir por la abolición del mundo del trabajo asalariado y la propiedad privada, por la revolución comunista mundial, la dictadura proletaria y la transformación socialista de la sociedad.

 

¡Por la reanudación de la lucha de la clase proletaria, en Portugal, Europa y en todo el planeta!

¡Por la defensa intransigente de los intereses de clase del proletariado!

¡Por la lucha con medios y métodos de clase, independiente de los intereses de la economía nacional!

¡Por el Partido comunista mundial!

 

28 de noviembre de 2011

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Volver catálogo de las publicaciones

Top