El capitalismo mundial en la curva de la crisis (2)

( Suplemento Venezuela  N° 17 de «El programa comunista» N° 49 ; Junio de 2012 )

 

Volver sumarios

 

 

Mutaciones en las relaciones de fuerza inter-imperialistas mundiales

 

Cuando las autoridades japonesas publican a mediados de agosto de 2010 las cifras del PIB (Producto Interior Bruto) nipón en el segundo trimestre, el mundo se apercibió de que eran inferiores a la chinas: la economía china, según ese criterio [1], venía pues a ser la segunda del mundo superando a la economía japonesa, y todo indica que ese resultado se verá confirmado para todo el año 2010. Ciertas informaciones preliminares de la Agencia Internacional de Energía indican además que se ha convertido en la primera consumidora de energía del mundo [2].

Al final del 2009, el gobierno de Pekín ya había anunciado triunfalmente que China, suplantando a Alemania, había accedido al rango de primer exportador mundial; diez años antes, ésta se situaba en el noveno puesto.

Sin duda los efectos de la crisis económica en 2008 y 2009 explican una parte de estos cambios, las exportaciones chinas en 2009 por ejemplo han reculado menos (-16%) que las alemanas (-18%), americanas (-18%), y sobre todo japonesas (-30,8%). Sin embargo, esta progresión de las exportaciones chinas es una tendencia de larga duración, que ilustra la creciente economía del país.

En 1999, los Estados Unidos eran los primeros exportadores mundiales de mercancías; en 2003 Alemania les arrebata el primer puesto, aunque China no cesaba de progresar. Más precisamente, los diez mayores países exportadores eran en 1999 los siguientes, por orden: Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Países Bajos, Italia, Bélgica, Corea del Sur (en el duodécimo puesto 10 años antes) y Gran Bretaña: el viejo «déspota del mercado mundial» era así relegado a la cola de la clasificación.

En el curso del último decenio, las exportaciones chinas han aumentado el 20%, las de la India (que se sitúa todavía por debajo de los primeros exportadores) el 16% y las de Corea del Sur un 9,7%, cuando los americanos no han progresado más que un 4,3% y  Japón un 3,3% (siendo menos que las de los países europeos como los Países Bajos: 8%, Alemania: 7.5%,  Italia: 5,7% o la misma Francia 4,6%) [3].

 

CHINA, ¿NUEVO «TALLER DEL MUNDO»?

      

Los medios de comunicación afirman continuamente que china es el «taller del mundo», le aplican el apodo que habían utilizado para Gran Bretaña en el siglo diecinueve y que el mismo Marx no vacilaba en usar. ¿Qué realidad ha derribado realmente este cliché?

Echemos un vistazo sobre el pasado. Marx escribía en 1858 que Gran Bretaña (la primera que había conocido la revolución industrial) gozaba de una «situación de monopolio que hacía de ella el taller del mundo» [4], su industria producía mercancías para el mundo entero pero él añadía también que el capitalismo británico socavaba él mismo esta situación exportando sus capitales; proporcionaba igualmente a sus futuros rivales maquinaria y equipamientos con los cuales éstos desarrollarían su propia industria. En 1870 Gran Bretaña producía aún el 53% del hierro mundial, el 50% de su carbón y casi el 50% del algodón producido en el mundo; se estima que representaba casi el 32% de la producción industrial mundial y que garantizaba cerca de un cuarto del comercio mundial. Estaba entonces en el apogeo de su pujanza económica. Sin embargo después se perfilaba como una competidora dinámica (bien que entonces poco presente en el mercado mundial), que había sido el primer cliente de equipamientos británicos: los Estados Unidos con el 23% de la producción industrial del planeta. Seguidos por Alemania (13%), después por Francia, distanciado en un 10%. Rusia estaba en un 3,7%, Bélgica en un 2,9%, Italia en un 2,4%,  los demás países tenían cantidades despreciables.

En la víspera de la primera guerra mundial, si Gran Bretaña detentaba aún la parte más importante del comercio mundial (16%, contra el 13,8% de Alemania, 11,5% de los Estados Unido, 10% de Francia) ella había definitivamente perdido su papel como «taller del mundo»; no representaba más que el 13,6% de la producción industrial mundial contra el 32% de los Estados Unidos que habían ganado el primer puesto en los últimos años del siglo diecinueve; pero venía también a ser doblada por Alemania (14,8%), Rusia,donde fermentaba la revolución anti zarista había superado al imperialismo francés, el «usurero del mundo»: respectivamente 8,2% y 6,1%; venían después, Italia con 2,5%, siendo antes un recién llegado que había demostrado su fuerza militar frente a Rusia,  Japón con un 2,4% [5].

La potencia americana iba a ser muy fuertemente amplificada por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, además de la Segunda  que fuera un gigantesco business; el imperialismo yankee aseguraba firmemente no solamente su preponderancia económica y comercial, sino también, en consecuencia, su hegemonía política y militar sobre buena parte del mundo durante todo el siglo veinte, por una duración y en un grado desconocidos por el viejo imperialismo británico. En 1945, al salir del conflicto, los Estados Unidos, a quienes la guerra no había causado destrucción alguna del aparato productivo, aseguraban la mitad de la producción industrial mundial.

Así mismo después de la reconstrucción y la reactivación de las economías de los países devastados por la guerra, ellos han conservado largo tiempo una parte preponderante  de esta producción; es así como en 1953, los EE.UU repre-sentaban aún el 44,7% de la producción industrial mundial, seguido por la Unión Soviética (10,7%) y Gran Bretaña (8,4%). Alemania estaba en un 5,9%, Francia en un 3,2%, Japón en 2,9%, Italia en 2,3%, igual que China. Ocurría así que la parte de los Estados Unidos en las exportaciones mundiales no se elevaba más que en un 18,8% (mientras que la parte de la Europa occidental era un 39,4%): su mercado interior no era para ellos ni de lejos el más importante.

Los decenios que han seguido viran a un lento pero inexorable declive de la creciente superioridad económica americana, a medida que progresan rápidamente los imperialismos concu-rrentes, europeos y japoneses.

En 1980 la parte de los Estados Unidos en la industria mundial está redescendiendo prácticamente a nivel de 1913: 31,5%. La segunda potencia mundial es todavía la URSS, con 14,5%; que por supuesto no ha realizado el socialismo ni tampoco económicamente adelantó a América como había prometido Kroutchev en los años cincuenta. En efecto Japón ha resultado la segunda potencia económica mundial en términos de PIB y se ha izado hasta el tercer puesto de la producción industrial internacional con 9,1%, seguido por Alemania (5,3%), China (5%), Gran Bretaña (4%), Francia (3,3%), e Italia (2,9%). Japón se ha lanzado con vigor a la conquista del mercado mundial; nada parece poder detenerle y los medios de comunicación americanos y europeos se hacen cada vez más eco de los temores de sus industriales ante la «amenaza» constituida por la flota creciente sin límite de mercancías niponas. En China, el gobierno inaugura, a final de 1978, su gran giro en favor de la liberación econó-mica y de la economía de mercado [6].

Diez años más tarde, la URSS se debate en una profunda crisis mientras que Japón ha continuado su ascenso. Las principales potencias industriales mundiales se clasifican en 1990 de la siguiente forma: los Estados Unidos en 28%, son seguidos de cerca por Japón con 22%. Alemania representa el 12% de la producción industrial mundial, seguida por Italia (6,6%), Gran Bretaña y Francia han seguido prácticamente al mismo nivel (5,7%). Rusia decae al 3,3%, ha pasado detrás de China (4%) –la caída del rublo acentuaba sin duda el descenso ruso del que la causa principal es la grave crisis económica que condujo a la dislocación de la URSS. Es necesario remarcar que los países europeos (podemos notar la parte de España: 3%) han hecho menos que resistir el declive que toca al Tío Sam dado que han rehusado aumentar su parte de producción industrial mundial; China se estanca aún más, aunque las empresas privadas se desarrollan cada vez más, en detrimento de las grandes empresas del Estado.

Llegamos ahora a la situación actual. Los servicios de la ONU, que son la principal (o más bien la única) fuente en materia de comparación internacional, no pro-porcionan más que estados sobre la producción industrial en el mundo, pero sobre el criterio mucho más confuso del «valor añadido en la industria» [7]. No es posible hacer comparaciones precisas con los estados precedentes.

Según este criterio, los Estados Unidos tenían todavía en 2008 (últimas cifras disponibles) la mayor potencia industrial (24% del total mundial); sin embargo una potencia recién llegada ha aparecido en el -curso de estos 18 años y ha conocido un crecimiento fulgurante: China, que se sitúa en el 18% (antes se alzó un 6% en Japón, culminando 1995 con un 26%, no representa más que el 14% del total mundial) Tenemos a continuación Alemania (10%), lejos sigue Italia (5%), Gran Bretaña  (4,2%), Francia  (4%), Rusia (3,3%), Brasil  (3,1%) y  Corea (3%).  Por lo que concierne a la «industria ma-nufacturera» (la industria propiamente dicha, excluyendo los sectores minero y energético), las diferencias son más fiables: Estados Unidos tiene un 18%, China un 15,6% y Japón un 15,4%.

En resumen, China hoy no es s del todo el «taller del mundo» como lo han sido a su vez Estados Unidos y Gran Bretaña; eso no impide que los quejidos de los capitalistas europeos y americanos de cara a esta nueva competencia sean tan ruidosos como aquellos que resonaban hace veinte años ante la competencia japonesa. De nuevo la prensa americana se inquieta ante el riesgo de que los Estados Unidos pierdan su predo-minancia industrial detentada desde hace más de un siglo y, peor aún, que su economía en conjunto pase a un segundo rango de aquí a quince o veinte años.

 

PRODUCCIÓN DE ACERO Y CRISIS

 

Algunas cifras pueden ilustrar el montante en potencia del nuevo gigante asiático.

Para no alargar desmesuradamente éste artículo, nos contentaremos con examinar la producción de acero, donde nos detendremos un poco. Se trata en efecto de un índice clásico de desarrollo de la industria y la producción de un país y su evolución de las relaciones de fuerza económica entre los grandes imperialismos. El acero es utilizado tanto para los botes de conservas, la construcción o los automóviles como para armamento. El Partido ha consagrado multitud de trabajos al estudio de las variaciones de la producción siderúrgica de diversos países y a sus relaciones con el advenimiento de los grandes conflictos mundiales [8].

El período llamado «guerra fría» había estado marcado por una carrera por el primer puesto de los productores de acero entre los Estados Unidos y la URSS; que acabó por llevar en 1974, en el momento en el que estalla la grave crisis económica que pone fin a los famosos «Treinta Gloriosos» de expansión económica que antes de la segunda guerra mundial, según la expresión de los economistas burgueses: 136 millones de toneladas contra 132 de los Estados Unidos y 119 de Japón. Los otros países que se encuentran entre los 10 mayores productores de acero son: Alemania con 53 millones de toneladas, Francia 27, China 26, Italia 23, Gran Bretaña 22, Polonia 13 y Che-coslovaquia 12,7.

Cinco años más tarde, en la víspera de la crisis económica siguiente, la economía internacional ha terminado por retomar su crecimiento aunque de un modo ralentizado. En 1979 los diez primeros productores mundiales están en este orden: la URSS (149 millones de toneladas), Estados Unidos (123), Japón (111), Alemania (43), China (37), Italia (26), Francia (23), Polonia (19), Checoslovaquia (14). Los países capitalistas occidentales y Japón no han logrado volver al nivel de 1974 (Gran Bretaña se encuentra relegada al duodécimo puesto mundial, después de España.) y la fuerte recesión de 1980-82 tendrá repercusiones importantes; pero la jerarquía internacional de los países industriales no conoce aún grandes mutaciones. El pretendido «campo socialista» parece sólido y blindado en los informes de las crisis económicas que parecen no afectar más que a los países occidentales.

Hagamos un salto de diez años; en 1990, cuando la Unión Soviética está a punto de desplomarse y el mundo cae en una nueva recesión internacional, tenemos la clarificación siguiente: la URSS está siempre, y ampliamente, a la cabeza con 154 millones de toneladas de acero producidas al año; la cantidad sin duda ha disminuido en relación a su pico histórico de 1988 (163 millones de toneladas), pero el país se ahoga bajo el peso de la sobreproducción del metal.

Japón está en la segunda posición con 110 millones, seguido por los Estados Unidos que han descendido a 89 millones (era un nivel no mucho más elevado que aquel de…1848). China se alza al cuarto puesto con 66 millones, precediendo a Alemania (38,4), Italia (25), Corea (23), Brasil (20), Francia (19) y Gran Bretaña (18), que aprovecha la caída de Polonia y Checoslovaquia para volver entre los diez primeros, consiguiendo doblar a España de paso. Los países industriales occidentales y Japón están sensiblemente por debajo de los niveles de 1974, a excepción de Italia, y sobre todo de España que ha retomado un crecimiento continuo después de una brusca bajada en 1975-1976.

Llegamos ahora a la víspera de la recesión de comienzos del siglo veintiuno; la burbuja de las «nuevas tecnologías» no ha estallado aún y los atentados del World Trade Center todavía no han tenido lugar; estamos todavía en la euforia de la «nueva economía» que, según los propagandistas del capitalismo, habría hecho desaparecer las crisis; pero las alteraciones que han tenido lugar en nuestra clasificación de productores de acero muestran las mutaciones que son producidas en las relaciones de fuerza entre los imperialismos, comenzando por la desaparición de la URSS.

El primer productor mundial de acero es en efecto en el año 2000 China con 127 millones de toneladas, delante de Japón con 106 millones y los Estados Unidos con 101 millones. Siguen de lejos Rusia (59), Alemania (46), Corea (43,7), Ucrania (31), Brasil (27), India (26,9), Italia (26,7). China ha destronado en 1996 a Japón, que no había sido el mayor productor mundial de acero más que durante algunos años, su producción está estancada desde hace un decenio.

Señal de una recuperación de vitalidad industrial, Estados Unidos, por el contrario, ha visto su producción aumentar durante esos 10 años en casi un 13% aunque sigue siendo inferior a la de 1974; en Europa, la producción alemana ha aumentado más de un 7%, la de Italia un 6%, la de Francia, que con 20 millones de toneladas no forma parte de los 10 primeros productores mundiales, ha aumentado de la misma manera un 5%, mientras que la producción británica ha reculado en un 15%. El mayor alza de la producción en Europa es la de España con un 16% lo que le permite adelantar de nuevo a la producción británica (15,8 millones contra 15,1).

Pero estas variaciones son poca cosa en relación con las progresiones de los nuevos países: para el mismo período la producción brasileña progresa en un 25%, la de la India en un 79%, la de Corea en un 90% y claro está la de China bate todos los récords con un aumento del 92%. Es necesario también señalar en la misma tendencia el aumento de la producción turca (54% con 14 millones de toneladas) y sobre todo la de la producción mexicana: 80% con 15,6 millones de toneladas de acero. La industrialización se extiende ahora con intensa velocidad en los países largo tiempo relegados a la periferia del mundo capitalista.

Llegamos a la situación actual, o mejor dicho a aquella que precede a la crisis actual. Tomamos a este efecto en cuenta las cifras de 2007, la producción mundial de acero había comenzado a bajar, pero de manera desigual y diferenciada geográficamente, a partir de mayo-junio del 2008 hasta abril de 2009: una bajada de más del 25%, sin precedente desde la última guerra mundial, que ha empezado en los grandes países capitalistas, epicentro de la crisis económica, donde ha afectado al 50%, antes de apoderarse de todo el planeta.

Durante la crisis de los años treinta, la bajada de la producción mundial de acero había sido ininterrumpida durante 3 años, hasta 1932 cuando era inferior al récord de 1929; en esta época, solo un pequeño puñado de países producía acero. Esto es, a decir de numerosos economistas: «la diferencia con 1929, es que hoy tenemos a China». Es verdad que en la crisis actual la caída de la producción de los grandes países ha sido menos larga pero más brutal que entonces, mientras que la producción china no ha bajado más que en un 4% y ha recomenzado a aumentar desde 2009, mientras los países occidentales y Japón se encontraban todavía en pleno marasmo.

Volvamos a 2007: la dominación china en la producción de acero es aplastante, con 489 millones de toneladas, o sea un verdadero salto delante de un 380% en 7 años. Esta es una cantidad que corres-ponde a la de toda la producción mundial en 1967. Japón viene el siguiente con 120 millones (13% de aumento), mientras que los Estados Unidos has vuelto a descender a los 98,5 millones (-2,5%). Los siguientes son Rusia en neta progresión a los 72,4 (+22%), la India en pleno boom con 53 (97% de alza), Corea con 51,5 (+18%), Alemania  48,6 (+2,3%), Ucrania 42,8 (+38%), Brasil 33,8 (+25%) e Italia 31,5 (+18%). También debemos remarcar, en el undécimo puesto, la fuerte envestida  turca con 25,8 millones de toneladas (+84%), México, en la órbita americana, ve ralentizarse su progresión (+13%).

En lo que concierne a los otros países europeos, España continúa en alza (19 millones de toneladas, o sea un 20% de aumento), mientras que Francia recula (19,2 millones, -4%), lo mismo que Gran Bretaña (14,3 millones, -5%).

La producción de 35% de la fundición de acero en el mundo (tanto en Alemania como un mes en un año) y relegando a otros productores a su mínima expresión: un 9% para Japón, un 7% para Estados Unidos, el 5% para Rusia, el 4% para la India, si China no es el taller del mundo, ella está bien y verdaderamente se ha convertido en el molino del acero del mundo [9].

 

DOMINIO DEL CAPITAL EXTRANJERO

 

La estructura de las exportaciones chinas ha cambiado a lo largo de los años, a medida que se desarrollaba la potencia de su industria. Si bien no hace tanto tiempo que exportaba principalmente textiles y prendas de vestir a precios bajos, ahora los equipos o máquinas  son cada vez más sus productos insignia para la exportación. Esta es una característica típica del capitalismo que se desarrolla por primera vez en lo que se llama "industria ligera" y la producción de bienes de consumo, y a medida que se desarrolla a partir de la industria pesada y la producción de bienes de capital se vuelve cada vez más importante.

La industria textil fue la industria más importante en China, cuando los ejércitos de Mao tomaron el poder (como lo fue en Inglaterra en la primera mitad del siglo XIX), pero durante el período maoísta, las exportaciones de textiles de China en el mercado mundial sufrieron como todas las demás exportaciones una drástica reducción.

Las reformas económicas de finales de los setenta dieron un impulso a los intercambios económicos  de China con el resto del mundo en el comercio mundial aumentó de  sólo un  1%  en 1980 a más del 8% en 2008. Las exportaciones au-mentaron de 14 mil millones de dólares en 1979 hasta 1,218 billones en el 2007. La industria textil y de confección fue la primera beneficiaria de este cambio, en pocos años las exportaciones de textiles chinos prevalecieron sobre los de otros países en desarrollo, así esta industria, dejando a los viejos países capitalistas, se concentró allí en gran medida, al-canzando su punto máximo en 1985. La industria del vestido, que necesita más actividad industrial siguió creciendo proporcionalmente y en 1994 China se convirtió en el mayor exportador mundial de prendas de vestir. Ese año, los sectores del textil, de la confección, del cuero, de los juguetes, etc., representaban más del 34% de las exportaciones chinas, mientras que el número de equipos mecánicos y eléctricos representaban menos del 13%. Hoy en día China sigue siendo el mayor exportador mundial de textiles y de vestido (realizando el 23% de las exportaciones mundiales de textiles y el 33% de las exportaciones de prendas de vestir en 2007), pero ahora los equipamientos mecánicos y eléctricos representan casi el 60% de sus exportaciones.

China es ahora el mayor productor de electrodomésticos, componentes elec-trónicos, de materiales de construcción, el segundo mayor productor en química, etc.

Si consideramos una producción tan emblemática del capitalismo moderno como la de los vehículos, oficialmente considerado un "sector clave" por las autoridades de Pekín [10], encontramos que en 2007 China fue el tercer mayor productor,  en todas las categorías (es decir, vehículos comerciales y automó-viles), Japón fue el mayor productor con 11,6 millones de vehículos (incluyendo 10 millones de automóviles), seguido por los Estados Unidos con 10,8 millones de euros (4 millones de coches ), China con 8,9 millones (de los que 6,3 utilitarios), Alemania con 6,2 millones (5,7), Corea, con 4.000.000 (3,7), Francia con 3 millones de euros ( 2,5), Brasil con 2,9 millones (2,3), España, con 2,8 (2,2), millones de vehículos producidos. Sin embargo, la primera empresa automotriz china, FAW, estuvo en 2007 en el vigésimo puesto mundial de productores, con 600.000 vehículos producidos: en realidad se trataba de General Motors, que producía y vendía la mayor cantidad de vehículos en China, los fabricantes extranjeros en su conjunto poseen el 70% de cuota de mercado...

Este ejemplo ilustra una característica poco conocida pero muy importante de la economía china hoy en día: la dominación del capital extranjero en los sectores de la industria más dinámicos y productivos. Según un experto del gobierno chino que comentaba con una satisfacción teñida de amargura la noticia de que China fue el mayor exportador del mundo, «aproxi-madamente el 83% de los productos de alta tecnología y el 75% de los productos electrónicos exportados fueron fabricados en empresas de capital extranjero» [11].

Las estadísticas oficiales chinas muestran esta dominación [12] y en 1986 las empresas de capital extranjero fueron responsables del 5,6% de las importaciones y del 1,8% de las exportaciones del país; en 2007 los porcentajes fueron de 57,8 % de las importaciones y del 57,1% de las exportaciones: más de la mitad del comercio exterior de China es en realidad el trabajo de las filiales de empresas extranjeras. En 1990 las empresas de capital extranjero representaron el 2% de la producción industrial total de China. En 2007 realizaban el 31% de esta producción. Sin duda, este porcentaje está en decadencia desde el año 2003, cuando alcanzó casi el 36%, pero si tenemos en cuenta también que algunas de las empresas puramente de propiedad china son subcontratistas de las empresas extranjeras, es indiscutible que la industrialización y, especialmente, el progreso del comercio exterior de China depende en un porcentaje significativo del capital internacional. Las empresas extranjeras aseguran incluso el 40% del PIB chino [13].

En el curso de las últimas décadas, las autoridades de Pekín han decidido deliberadamente atraer a las inversiones extranjeras, primero en "zonas especiales" y luego en todo el país, para iniciar el despegue del crecimiento económico, no dejando al débil capital autóctono otra opción. Está bien enterrado el viejo lema maoísta «contar con sus propias fuerzas»...

En este sentido, otra característica importante del comercio exterior es aumentar la importancia de las «processing exports», es decir, la exportación de mercancías producidas (o ensambladas) a partir de piezas sueltas o componentes importados.

 Más de la mitad del total de las exportaciones son de hecho parte de esta categoría, este porcentaje asciende al 85% para empresas de capital extranjero, la tasa es significativamente mayor para las exportaciones de productos elec-trónicos y bienes de equipo, que para los textiles, el acero o los productos químicos donde las empresas extranjeras están poco presentes. El capitalismo chino maneja solo parcialmente, y en absoluto aquellos sectores como los llamados de «alta tecnología», las filiales de producción de las mercancías exportadas por su país. Por lo general, las empresas con capital extranjero importan componentes y piezas sueltas de los países asiáticos vecinos, que se hacen producir a bajo coste por los trabajadores chinos explotados de manera bestial, mercancías que luego son exportadas a los países capitalistas desarrollados, y comprados allí de donde son originarios los capitales.

 Los medios de comunicación han señalado que la noticia de que la economía china sobrepasará a la de Japón, no había causado un gran revuelo en este país. Esto no solo es debido a que los ca-pitalistas  japoneses se sienten atraídos por el mercado chino, sino también y sobre todo tal vez porque el traslado de parte de su producción a este país representó para muchos de ellos un verdadero balón de oxígeno; los menores costes de producción, empezando por los de la mano de obra, les ha permitido encontrar una escapatoria a la caída de su tasa de beneficio: «la capacidad de ensamblar sus productos a bajo precio en China dio un nuevo soplo de vida a muchas empresas japonesas», citaba un diario económico [14].

Desde los años 90 el flujo de inversión extranjera directa en China, alentado por los incentivos del gobierno, ha experimentado un crecimiento muy fuerte, por lo que el país se ha convertido en el segundo mayor destino de inversión extranjera en el mundo después de los Estados Unidos. Casi el 70% de estas inversiones han tenido lugar en la industria y casi el 25% en el sector inmobiliario (que es ciertos años, el segundo motor del crecimiento económico en China). Los primeros inversores son, según las estadísticas oficiales, Hong Kong, los paraísos fiscales, Japón, Estados Unidos, Taiwán y Corea del Sur. Hong Kong y los paraísos fiscales (Islas Vírgenes, Islas Caimán, etc.) son utilizados por los capitalistas de otros países, o incluso de los capitalistas chinos.

La importancia creciente del capital extranjero en la industria china es probablemente sólo temporal, los capitalistas extranjeros se quejan a menudo después de invertir en China, se encuentran en unos pocos años contra los competidores de los productos chinos que producen. Se encuentran en la situación de los capitalistas británicos del siglo XVIII, que financiaron y equiparon a sus competidores, o los capitalistas americanos después de la última guerra que financió la rehabilitación del imperialismo europeo y japonés.

Pero mientras tanto, la importancia actual del capital extranjero en la economía está llamada a tener profundas conse-cuencias, incluyendo la política del país.

 

¿DÓNDE ESTÁ CHINA?

 

China se presenta en los medios de comunicación como el nuevo poder objetivamente con la intención de arrebatar a los EE.UU.  el dominio econó-mico global. Tiene más probabilidades de éxito que los aspirantes anteriores, Japón y Rusia.

En comparación con este último tiene la ventaja de su gran masa de población, que representa una enorme reserva de mano de obra, y potencialmente un enorme mercado doméstico. Pero, a pesar de su impresionante desempeño económico que hemos ilustrado bre-vemente, aún está lejos de haber superado un atraso económico profundo. El PIB per cápita puede ser considerado como un índice, sin embargo, grosero, pero significativo, probablemente; el desarrollo capitalista de un país como China es aproxi-madamente una centésima parte del mundo [15]. La parte más importante de la fuerza laboral sigue empleada en la agricultura (más del 40%), y muchas veces casi fuera del camino trillado y del mercado monetario.

 Esto significa que todavía hay un gran trecho para que realmente se encuentre entre las principales economías, las grandes potencias imperialistas que dominan el planeta. Y en este camino, inevitablemente, chocará con cada uno, su insaciable apetito por las materias primas y de energía para ponerse en conflicto con el imperialismo ya establecido, tanto en Irán (que ahora es su principal proveedor de petroleo) como en África y América Latina. Para "asegurar" las líneas de suministro y, en general defender sus intereses, se ha embarcado en un amplio programa de armas y la modernización de un ejército hinchado, pero mal equipado. El gasto militar de China se ha convertido en el segundo de mundo (pero muy lejos de los de los Estados Unidos) [16], que causa la alarma a sus vecinos, Japón e India.

Sin embargo, mucho antes de llegar a una confrontación militar, los conflictos de intereses entre grandes y menos grandes, pueden tomar la forma de presión económica. A mediados de los ochenta, para detener el auge económico, lo que parecía inevitable, de Japón, Estados Unidos le impuso un aumento del valor de su moneda frente al dólar, es decir, una disminución de la competitividad de sus productos (los acuerdos conocidos como «acuerdos del Hotel Plaza"). Japón, cuyo territorio está salpicado de bases militares de Estados Unidos y cuya "seguridad" es proporcionada por el Ejército de los EE.UU. - que está políticamente sujeto a los EE.UU. - se vio obligado a obedecer.

Y hoy, como ayer, los EE.UU. obligarían al nuevo rival potencial, China, a que revalúe su moneda. Pero carecen de la influencia política y militar que se utiliza en Japón: China es militarmente independiente de los Estados Unidos. Además, a diferencia de Japón, vimos que las empresas exportadoras son en realidad parte de las filiales o subcontratistas de las empresas estadounidenses: si el yuan chino se incrementa, los teléfonos móviles de Apple se volverán más caros y serán más difícil de vender. No todos los capitalistas estadounidenses  son partidarios de presionar al gobierno chino a dejar que su moneda se aprecie. Por último, la situación financiera y económica de los Estados Unidos es menor de lo que era hace treinta años y por lo tanto también su influencia económica: los EE.UU. necesitan que China siga comprando sus bonos del Tesoro para financiar su déficit. Por lo tanto, no será tan fácil para los Estados Unidos con China repetir lo que logró con Japón.

Sin embargo, las contradicciones, los conflictos de intereses y las crisis entre los dos países están obligados a aumentar. Es difícil decir más, pero lo cierto es que los Estados Unidos, el enemigo número 1 de la revolución mundial como la hemos conocido en nuestros, no abdican de su lugar como gobernante del mundo - así como los capitalistas americanos no renuncien a su lugar de clase dominante: en ambos casos, es sólo por la violencia que puede ser destronado ...

 

EL PRIMER PRODUCTO DE LA BURGUESÍA: SUS PROPIOS SEPULTUREROS

 

Los capitales extranjeros evidentemente son atraídos a China por los bajos salarios que permiten productos muy competitivos en el mercado mundial, al tiempo de ganar considerables beneficios. De acuerdo con las cifras de Eurostat, hace una decena de años, la media del salario bruto mensual de un trabajador en China era de 100 euros (frente a 1.500 en Francia). Después de las huelgas de este verano el gobierno chino anunció la elevación del salario mínimo a 117 euros (137 en Shanghai); la dirección de Honda-China ha acordado un aumento del 24% en los salarios, lo que lo llevaría a los 237 euros (los huelguistas han vuelto al trabajo después de los enfrentamientos con el sindicato oficial). En Foxconn, donde los salarios giraban en torno al salario mínimo (100 euros al mes por 6 días de trabajo a la semana), la dirección había prometido según la prensa internacional hacerlo llegar a los 245 euros, en realidad, este aumento se dará a los trabajadores que hayan logrado durante un período de 3 meses incrementar suficientemente su productividad: no hay duda de que no será mucho... El aumento real de los salarios es netamente  menor, ya que pasan de 100 a 130 euros. Pero antes de estos aumentos, el grupo anunció que trasladaría el 20% de sus empleados en Shenzhen, al norte del país donde el salario mínimo es de 101 euros. Estos incrementos salariales  han llevado a algunas empresas multinacionales a considerar mudarse a otros países (por ejemplo, recientemente la empresa norteamericana Nike ha tendido a retirarse de China para ir a Vietnam) o como Foxconn, al interior del país donde los salarios son más bajos incluso que en las regiones costeras.

Pero pese a estos aumentos, también muy por encima de la inflación, los salarios siguen siendo muy bajos y son siempre atractivos para la voracidad de los capitalistas a la búsqueda de proletarios que explotar. No es necesario que se espere a que salgan de China, al contrario. Seguirán invirtiendo e implantándose en un país oficialmente «socialista» y dirigido por un partido llamado «comunista» que es realmente un paraíso de la explotación capitalista.

Tomemos el caso de Foxconn. Esta empresa de Taiwán es la mayor productora mundial de componentes para la electrónica, teléfonos móviles, etc. Emplea a 900.000 asalariados en China, de 300 a 400.000 en Shenzhen, ciudad del sur de China. Situada no lejos de Hong Kong, esta antigua ciudad de pescadores fue elegida por esta razón en 1979 para acoger la primera «zona económica especial», donde los capitalistas extranjeros pueden invertir libremente. El éxito de esta área ha hecho que la ciudad cuente actualmente con más de un millón y medio de habitantes, y una aglomeración de más de 7 millones de habitantes (el mayor aumento de población de toda China).

Reclutados entre los jóvenes "trabajadores migrantes" del campo, que se concentran en grandes centros, los trabajadores de Foxconn son sometidos a una explotación bestial: hasta 10 horas al día, seis días a la semana (cuando no horas extras obligatorias el domingo) y con una disciplina de cuartel. La mayoría se han agotado en pocos meses de este régimen, y son remplazados por otros. China es de hecho un depósito casi inagotable de mano de obra a bajo precio procedente de campañas de cientos de millones de personas que todavía viven en condiciones de supervivencia . En una recesión económica, los trabajadores migrantes son despedidos y enviados a casa sin más preámbulos: oficialmente, hay 24 millones de estos, a esta altura de la crisis.

El desarrollo acelerado del capitalismo en las últimas décadas en China ha creado una gran clase de trabajadores, decenas de millones de personas. Según las estadísticas oficiales, en el momento de las reformas de 1978, había 53 millones de personas empleadas en la industria; en 2003 (últimas cifras oficiales), había 89,5 millones. En un estudio norteamericano [17], esta cifra se incrementa a 111 millones de dólares en 2006 (cuando 325 millones fueron empleados en la agricultura), en comparación, el mismo año, el número de personas empleadas en la industria en los EE.UU. s fue de 14 millones de dólares. Por supuesto, no todas las personas empleadas en la industria no son trabajadores,. Pero el proletariado, sin embargo es la gran mayoría de los empleados. Por otro lado la clase obrera en el sentido marxista del término, no se limita a los trabajadores de la fábrica, incluso si no tienen un lugar y los papel detrminante, también hay proletarios en las categorías de servicios, en las tiendas, el transporte, etc., sino también en el."campesinado": los trabajadores agrícolas. Todo esto lleva a la conclusión de que la clase obrera china es la más grande del mundo.

La combinación de estos proletarios en gigantescas concentraciones industria-les, sometiéndoles a condiciones de trabajo brutales, el capitalismo crea al mismo tiempo las condiciones de su lucha de resistencia inmediata. Las huelgas de las que la la prensa internacional informó este verano (y que tal vez sean sólo la punta del iceberg) son sólo un ejemplo. El desarrollo acelerado de las fuerzas productivas en China en las últimas décadas, incluyendo el desarrollo de los más importantes de ellos: la clase obrera, también lidera el desarrollo de las contradicciones de todo tipo, a partir de las contradicciones sociales, la brecha cada vez mayor entre proletarios y capitalistas. China no tiene la opor-tunidad, que ya han tenido las "fábricas del mundo" británica y americana, para anestesiar a sus proletarios, otorgándoles altos salarios y las condiciones de vida que los de los trabajadores de otros países, ya que está furioso de que su explotación se basa el crecimiento.

Los recursos del Estado chino son utilizados plenamente para acelerar la industrialización y mantener un crecimiento a tasas elevadas, incluso por razones sociales: las propias autoridades chinas han dicho que menos del 6% de crecimiento sería poner en peligro la paz social. Pero este rápido crecimiento, inevitablemente, conduce a la sobrepro-ducción - No sobreproducción en relación a las necesidades de la población que son enormes, sino en comparación con el mercado en términos de apoyo masivo a la economía en la actual crisis empeora las cosas en este plan. Un informe de la Cámara de Comercio Europea en China en 2009 dio cifras de esta superproducción en algunos sectores de la industria [18]. Para tomar el ejemplo más evidente, la del acero, este informe indica que, al final de la capacidad de producción de 2008 fue de 660 millones de toneladas para un mercado de 470 millones de dólares, y en 2009 de, nuevas plantas se inicia correspondiente a una futura producción de 58 millones de toneladas adicionales... Esta sobreproducción, que también afecta seriamente al sector inmobiliario, no puede ser contenida para siempre por la intervención del Estado. Si bien se puede posponer por algún tiempo, la crisis ha golpeado a China, inevitablemente, con una fuerza mucho mayor que en 2008. Y como en todas partes, serán los trabajadores quienes pagarán el precio, también con una masa de pequeños bur-gueses enriquecidos en diversos cultivos (más de veinte millones de personas juegan sus ahorros en el mercado de valores), que serán brutalmente proletarizados.

Antes de que logré convertirse en la mayor economía del mundo, China se convertirá inevitablemente en uno de los escenarios más importantes, y más violentos, de la lucha de clases en el mundo. No es ninguna coincidencia que China sea el país donde la pena de muerte es más común [19]: el capitalista no puede prescindir de la represión y el terror que causa; aun cuando la lucha del proletariado está ausente, las tensiones internas más son altas, y la represión es más fuerte. No hay duda de que los proletarios chinos trabajarán por un mañana de clasista como dignos sucesores de los combatientes proletarios de 1926-27, a los que se vengarán entonces.

Podrán hacerlo siempre que se las arreglen para encontrar a su clase en armas, el marxismo y el verdadero programa comunista, y sepan formar su partido de clase. Esto no será automático ni rápido: de hecho es el problema que se plantea no sólo a ellos, sino a los proletarios del mundo, y que sólo puede ser resuelto a nivel internacional.

 

(Continuará)


 

[1] Si se utiliza el PIB a la "paridad del poder adquisitivo" (PPA: Las cifras ajustadas para reflejar las diferencias de precios dentro de los países), China superó a Japón desde 2001. Estas cifras son estimaciones que no deben tomarse literalmente. Así, en 2007, el Banco Mundial que desarrolla estos datos encontramos un "error de cálculo" en su estimación del PIB chino en el PPP, y siempre que una nueva estimación, menor... 40% antes de la figura. Serendipity, esta nueva estimación corresponde a los deseos de China y la situación de los países en desarrollo...

[2] El gobierno de Beijing ha refutado esta afirmación, que lo puso en una situación delicada en las negociaciones climáticas.

[3] Véase el International Herald Tribune, 20-21/2/2010.

[4] Véase Marx, "El comercio británico," New York Daily Tribune, 03/02/1858.

[5] Estas estimaciones históricas varían según las fuentes, en particular sobre la situación de Rusia, que a veces se coloca por detrás de Francia.

[6] Sobre este tema véase el acta de una reunión general del partido: "China, la superpotencia capitalista futura," Le Proletaire N º 295 (septiembre de 1979)

[7] Este "valor agregado" es igual al valor de los bienes producidos, menos el valor de los "insumos", el negocio en general. A continuación se injertan o no, cálculos de la PPA.

[8] Para empezar con los "reyes de la" "Sua Maesta la acciao" en 1950, y los diversos cursos de "imperialismo".

[9] Estas son las cifras de la Asociación Mundial del Acero, disponible en línea en www.worldsteel.org.

[10] A partir de julio de 2008, el gobierno decidió aumentar los aranceles sobre las piezas importadas para alentar a los fabricantes extranjeros a desarrollar su producción local.

[11] Diario del Pueblo, 01/11/2010. Véase: http // french. peopledaily. com. cn / Economie / 6864541.html

[12] Las estadísticas oficiales sobre el tema están disponibles en línea en www.fdi.gov.cn

[13] Esta última cifra se avanza por el Departamento de Comercio de Carolina del Norte, División de Comercio Internacional (2009).

[14] Véase Financial Times, 23/08/2010;

[15] Según las estimaciones del FMI, que estaba en algún lugar entre la de Cabo Verde y Congo. Times financieros ver, 26-27/9/2009

[16] SIPRI en 2007 dio una cifra de gastos militares de China 100 mil millones de dólares contra 661 mil millones a los Estados Unidos. Véase el Financial Times, 11/6/2010.

[17] Véase  «Manufacturing in China», Monthly Labor Review, abril 2009. Las estadísticas oficiales chinas añaden el empleo industrial urbano, el empleo en las «empresas industriales rurales» y el empleo industrial en las empresas informales.

[18] Véase Financial Times, 30/11/2009.

[19] Amnesty international estima en «varios miles» el número de personas ejecutadas en China, esto que sería más que todos los demás países del planeta juntos. Las autoridades chinas no dan cifras. Véase www.amnesty.org/fr/death-penalty/death-sentences-and-executions-in-2009. Por contra son los Estados Unidos  quienes detentan, de lejos, el número récord de personas encarceladas.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Volver catálogo de las publicaciones

Top