La situación en Venezuela es una “papa caliente” que la oposición no querrá tener en sus manos por nada del mundo

( Suplemento Venezuela  N° 19 de «El programa comunista» N° 50 ; Diciembre de 2014 )

 

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En la hipótesis de que incluso el chavismo perdiera las próximas elecciones legislativas y presidenciales, ¿asumirían los opositores demócratas-golpistas el control del Estado? ¿Arriesgarían el confort de encontrarse como ahora con las manos libres de salir a la calle, desatar casi una guerra civil, en una suerte de “guerra prolongada”, contra el gobierno chavista?

Los señales son evidentes: la hiperinflación (1) que para algunos analistas se sitúa en 50-60%, pero que el gobierno las pone en 35%, y la recesión con caída libre en algunos sectores de la producción como el acero y actualmente el petróleo y los derivados de ambos. En tal escenario como tela de foro, el Cuarteto Capriles-Machado-Ledezma-López se harán los suecos, ya que Maduro, sin necesidad de consejos ni amenazas, ha ofrecido en bandeja de plata lo que exige la burguesía venezolana: libertad de comercio o aumento de precios, libertad laboral o flexibilidad  contractual. Al mismo tiempo que desarrolla su represión preventiva contra pequeños burgueses pero en dirección del proletariado que, como todo el mundo sabe, “muerde el freno para no hervir en aceite caliente la cabeza de los burgueses”, teniendo hasta ahora como respaldo plebeyos y buena parte del proletariado en las filas del chavismo todavía hipnotizado, como primera exigencia para los renovados sacrificios.

La realidad del capitalismo no es un muro donde está  escrito el fin de la lucha de clase, o el “fin de la historia”, de Hegel y Fukuyama memoria. Al contrario, los remedios reformistas, o las soluciones que impone este sistema criminal, son el aguijón y el acicate para las realidades futuras; su futuro y explosivo veneno, su “pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana”.

Y el mañana ya es hoy: con la gestión Maduro, que ya no goza de los ingentes beneficios petroleros con que contó Chávez en vida, y que al contrario le ha tocado sufrir una fuerte baja del precio del petróleo a nivel mundial, se percibe que el proyecto chavista está ya agotado. En todo caso la parte social de este proyecto muere por falta de recursos con qué sostenerle materialmente; por la simple razón de que un gobierno capitalista no tiene sino responsabilidades capitalistas y ninguna hacia la sociedad creyente en que el sistema está para obedecer a la “felicidad de los pobres, del pueblo”,  señuelos que solo pueden engañar a los incautos y a los niños. Se dice que el gobierno está en falta (“default”), es decir que no tiene con qué pagar sus deudas, pero no con sus acreedores internacionales precisamente! Un conocido politólogo venezolano, apegado a la democracia civil, sin ninguna sospecha de comunismo, confirma lo que decimos: “El presidente Nicolás Maduro hace alarde de que tiene la botija llena y que puede pagar los compromisos internacionales de deuda soberana pero no dice que no tiene dólares para importar alimentos” (2).

Desde antes, desde el mismo comienzo del gobierno Chávez, Venezuela nunca ha faltado a sus responsabilidades con el capitalismo local e internacional. Y esta es la verdadera cara de los gobiernos tanto de la llamada Cuarta República como de la Quinta, y de las que vendrán, puesto que jamás han dejado de ser repúblicas burguesas, nada soviéticas, mucho menos revolucionarias. Y, en ausencia de un verdadero partido revolucionario en el poder, el gobierno del PSUV no puede ser otra cosa que el representante de los intereses burgueses en ese país con un Estado cada vez mas militarizado y represivo, con un partido sin ninguna autonomía que recibe órdenes del Estado, cuando debiera ser lo contrario. Lo que pasa es que en países como Venezuela han surgido situaciones en las cuales el partido burgués por excelencia, en lugar de utilizar el Estado como defensor separado, aunque central, de los intereses burgueses, “se hace Estado”, a la manera del fascismo italiano de 1922-24; la diferencia entre el fascismo italiano y el chavismo de hoy es que el chavismo usa y abusa del método “democrático”.

Esto demuestra una vez más que la democracia burguesa, sobre todo después de la II guerra mundial, es cada vez más un velo que oculta la fascistización de la sociedad! Por consiguiente, la dictadura del Capital que, en tiempos de relativa calma de la lucha de clase, se mimetiza en Democracia, solo puede ser derrotada por nuestra Dictadura que avanza sin máscaras y proclama abiertamente sus finalidades.

 


 

(1) Según Steve Hanke, profesor de Economía aplicada en The Johns Hopkins University en Baltimore “la situación en Venezuela es en realidad  peor [a lo que sugiere el índice – Misery Index] (...) mis cálculos de la verdadera tasa de inflación en Venezuela es de casi 180 por ciento”.

(2) cf. www.noticierodigital.com 27-9-2014

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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