Los gigantescos crujidos de la economía mundial acercan la alternativa de guerra mundial o revolución internacional

(«El programa comunista» ; N° 54; Noviembre de 2020)

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Las grandes instituciones internacionales, así como los economistas de todas las corrientes, no pueden dejar de reconocer lo siguiente: la economía mundial ha entrado en una crisis de magnitud histórica, más grave que la «gran recesión» de hace diez años (2008-2009): ella solo sería comparable a la crisis que siguió al final de la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos, cuando la economía de guerra tuvo que ser reconvertida, o incluso a la de los años treinta del siglo pasado. Sabemos que la segunda solo fue superada realmente por la guerra, mientras que la primera fue superada gracias a la «reconstrucción» de la posguerra («plan Marshall», etc.).

Según Gita Gopinath, el «economista en jefe» del FMI, (14/4/20), «Estamos viviendo la peor crisis económica desde la Gran Depresión de los años 1930».

Por su parte, la Organización Mundial del Comercio (OMC) predice (8/8/20) «una fuerte caída en el comercio (...) probablemente superior a la contracción del comercio causada por la crisis financiera mundial de 2008-2009. (...) Tendrá consecuencias dolorosas para los hogares y las empresas».

 Para la Comisión Europea (5/6/20), estamos en presencia de «un gran shock con consecuencias socio-económicas muy graves. A pesar de la rapidez con que las autoridades públicas han reaccionado adoptando un arsenal completo de medidas, tanto a nivel nacional como europeo, la economía de la UE sufrirá una recesión de magnitud histórica este año». Cuando todas estas instituciones imperialistas están preocupadas por las dolorosas consecuencias socioeconómicas de la crisis, ¡aquí es donde realmente deben alarmarse los proletarios!

 

Los pronósticos del FMI y otras organizaciones internacionales

 

Dejemos hasta aquí estas declaraciones, que hemos citado solo porque ilustran las conclusiones de los expertos burgueses sobre el estado de la situación económica del capitalismo mundial, para ver más de cerca cuáles son sus previsiones.

Los expertos del FMI tienen la tarea de proporcionar las cifras lo más exacto posible sobre la economía para que los inversionistas, las instituciones financieras y estatales puedan tomar decisiones, sabiendo de antemano lo que hacen; pero dado que las estimaciones y pronósticos del Fondo pueden tener consecuencias negativas significativas, estas siempre se acomodan «diplomáticamente». En el presente caso, demostrando una franqueza por la que no era conocido, advirtió que sus pronósticos eran «extremadamente inciertos» antes de admitir que ya habían quedado atrás antes de su aparición (1). Sin embargo los reproducimos tal como se indica para el año en curso en las «Perspectivas de la economía mundial» (abril), porque a pesar de todo dan una idea del alcance de la crisis.

Producción mundial (PIB): - 3%. Esta cifra indica que estamos delante de una recesión mundial histórica. Aquí están los pronósticos país por país:

Estados Unidos: -6,1%; Japón: -5,2%; Alemania: -7,5%; Francia: -7%; Italia: -9,1%; España: -8%; Gran Bretaña: -6.5% (2); Grecia: -10%; Turquía: - 5%; Rusia: -5,5%; Brasil: -5,2%; México: -6.6%; Argentina: -5,7%; Sudáfrica: -5.8%; Nigeria: -3,4%. El FMI estima que el crecimiento será positivo, aunque a la baja, para los 2 países asiáticos más grandes: China: + 1,2% (3); India: + 1,9% (4). Para los países del Magreb, el FMI pronostica una disminución del 5,2% en Argelia, del 3,7% en Marruecos; y en Túnez, al que acaba de otorgar un préstamo de $ 745 millones, una caída del 4,3% (la mayor caída desde su independencia).

Por el contrario, Egipto sería el único país árabe en experimentar un crecimiento del PIB: + 2% (5), mientras que Arabia Saudí caería un 2,3%. Por último, el comercio mundial de bienes y servicios debería caer en volumen un 13,9% este año (6).

En lo que respecta a América Latina, el Banco Mundial predijo el 12 de abril una disminución del PIB del 4,6% (excluyendo a Venezuela debido a la falta de datos), la peor recesión desde 1961, año en que este comenzó a recopilar datos. Aquí están sus pronósticos país por país: Argentina: -5.2%; Brasil: -5%; Colombia: -2%; Chile: -3%; México: Perú: -4.7%. Con respecto a Venezuela, el FMI pronosticó una caída del PIB del 15% y CEPAL, del 18%.

La OMC es poco precisa sobre el comercio internacional; estima que el comercio de mercancías (es dccir, excluyendo el comercio de «servicios») podría caer entre un 13% y un 32% dependiendo de las hipótesis (y en cualquier caso más que durante la gran recesión de 2008-2009 cuando había caído un 10% ), mientras que el comercio de servicios podría verse «aún más afectado». Según un informe del 13/05/20 de la UNCTAD («Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo»), el comercio mundial debería caer un 27% en el segundo trimestre de este año, mientras que, en promedio, el índice de precios de las materias primas experimentó una caída récord del 20,4% en marzo – esta caída sin precedentes desde hace mucho tiempo (caída del 18% en el periodo más agudo de la recesión de 2008-2009) se debe principalmente al colapso de los precios del petróleo.

La OCDE, en su «Perspectiva económica» n°1 de junio de 2020, es más pesimista que el FMI, que predice una recesión global de al menos 6%, sin precedente en tiempos de paz desde hace un siglo. Europa se vería particularmente afectada: si no hay una «segunda ola» de la epidemia que conduzca a nuevas medidas para restringir la actividad económica, el instituto estima que la disminución del PIB sería de más del 9% (Gran Bretaña, Francia e Italia se verán particularmente afectadas), mientras que sería «solo» un 7,3% en los Estados Unidos y un 6% en Japón. Para China e India, las previsiones de la OCDE, a diferencia del FMI, el PIB disminuye: 2.6% y 3.7% respectivamente en el escenario más favorable.

No vamos a exponer más de la cuenta las previsiones de las diversas instituciones internacionales; las cifras que hemos citado son suficientes para mostrar, independientemente de su aproximación, la escala sin precedentes de la crisis económica en la que ha entrado el capitalismo mundial.

 

La explosión del desempleo

 

Una de las primeras consecuencias de la crisis para el proletariado ha sido la tremenda explosión del desempleo que ha golpeado a tantos países. En particular, han sido los trabajos precarios los primeros en desaparecer, dejando a los proletarios del sector en la miseria. Este no es solo el caso en América Latina o la India; en la rica Alemania, 1,5 millones de proletarios empleados en «mini-empleos» a quienes se les paga menos del salario mínimo, por un tiempo de trabajo de hasta 48 horas por semana, pero que no dan derecho a las ayudas del desempleo, perdieron así sus trabajos. Sin embargo, en la mayoría de los países europeos, las medidas de desempleo parcial, financiadas en parte por el Estado, han permitido frenar el aumento del desempleo para los trabajadores con contratos de duración determinada (CDD), aun cuando este aumento fue significativo. Así, en Gran Bretaña, casi 9 millones de empleados y 2.5 millones de trabajadores independientes, más de una cuarta parte de la fuerza laboral, estaban a principios de junio bajo este esquema que les garantiza el 80% de sus ingresos anteriores; en Alemania se presentaron solicitudes de desempleo parcial de más de 10,5 millones de trabajadores en marzo y abril (últimas cifras conocidas desde principios de junio), mientras que en el apogeo de la crisis de 2008-2009 estas medidas no habían afectado más que a 1,5 millones de trabajadores. En Francia, el número de solicitudes alcanzó los 12 millones, en España el número de trabajadores afectados por estas medidas («ERTE») era de 3,5 millones a finales de mayo, etc.:En Italia, donde la pandemia ha golpeado muy fuerte desde febrero de 2020, el cierre de las actividades de producción y distribución ha afectado particularmente a las empresas medianas y pequeñas, es decir, donde los trabajadores precarios están más concentrados, con contratos temporales y trabajo en negro, incluido el de inmigrantes, particularmente en agricultura y construcción. Los datos no son fáciles de encontrar, pero se sabe que en el cuarto trimestre de 2019 de los 23.4 millones empleados, alrededor de 18.1 millones eran empleados, mientras que los otros 5.3 millones trabajaban por cuenta propia; entre los empleados, 14,9 millones son trabajadores permanentes, y los 3,1 millones restantes son trabajadores temporales y aquellos que han estado sin trabajo durante la pandemia, a lo que deben agregarse los 9 millones de trabajadores en casa integrazione [sistema de subsidios por suspensión de la actividad laboral similar a los ERTE en España, NdR], que en total suman 12 millones de trabajadores en condiciones muy precarias (6); en suma, casi 40 millones de trabajadores en Europa estaban bajo este esquema. Incluso si la remuneración prevista y más o menos importante, y en cualquier caso limitada en el tiempo, estas medidas entran en el marco del sistema de amortiguadores sociales que todavía existen, aunque estos disminuyen poco a poco.

 Por el contrario, en los Estados Unidos, donde el recurso al desempleo parcial es casi desconocido, el choque es masivo ya que, desde el comienzo de la crisis, las empresas han despedido en masa y rápidamente. En el punto más álgido de la recesión de 2008-2009, el número de solicitudes de desempleo semanales nunca superó los 750.000, ¡mientras que solo en la semana del 21 de marzo este número se acercó a 7 millones! Varios millones de trabajadores estadounidenses todavía se inscriben como desempleados cada semana: al momento de redactar este artículo, alrededor de 44 millones lo han hecho.

La tasa de desempleo para el mes de abril fue del 14,7%; pero el informe oficial en sí mismo reconoció que esta cifra no describía con precisión la realidad y que la tasa real podría estar cerca del 20%, una tasa que solo se había alcanzado durante la gran crisis de la década de 1930. Para el mes de mayo, la tasa de desempleo cayó al 13.3% (una cifra aplaudida en los triunfantes tuits de Trump) debido a la reapertura de negocios en la hotelería, distracción, educación, construcción, etc. Si bien la cantidad de registros semanales de desempleados disminuyó, todavía era de más de 1.500.000 a principios de junio. La inscripción al desempleo es necesaria para recibir beneficios, pero debido a la congestión de los servicios administrativos, muchas personas desempleadas aún no han recibido nada; se sumergen en la pobreza, y sin poder pagar sus rentas o alimentar a sus hijos, ya que el cierre de las escuelas ha provocado el fin de las comidas gratuitas en los comedores escolares.

En México, según los resultados de una encuesta del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) del 6/1/20, 12 millones de personas perdieron sus empleos (más del 12% de la población activa) principalmente en el sector informal – mientras que «solo» un millón de trabajadores formales han sido despedidos.

En China, la tasa oficial de desempleo era del 6% a fines de abril; pero un estudio realizado por una organización china estimó que en la misma fecha el desempleo real era del 20,5% (es decir, 70 millones de desempleados) el estudio fue retirado y la administración de la organización fue sancionada por las autoridades, pero algunos economistas occidentales presentaron cifras del mismo orden. Las estadísticas oficiales no tienen en cuenta las decenas de millones de trabajadores migrantes despedidos sin cobertura de seguridad social en el 75% de los casos (7). En India, donde no hay una publicación regular de la tasa de desempleo, las medidas de contención han producido el retorno de millones de trabajadores a su región de origen (y han sumido a millones de personas en la pobreza extrema); una organización en Bombay ha estimado que las medidas gubernamentales han triplicado la tasa de desempleo que entonces llega al 24%.

 

La «guerra del petróleo»

 

Desde su caída en 2016, los acuerdos de regulación de la producción entre Rusia y Arabia Saudí (líder de la OPEP) habían ayudado a elevar el precio del petróleo a más de 60 dólares por barril: adversarios en muchas regiones, desde Siria a Libia a través del Golfo, estos dos Estados habían acordado hasta ahora mantener los precios de un recurso muy importante, incluso crucial, para ellos.

Pero las compañías petroleras rusas tenían prisa en aumentar la producción para financiar sus inversiones; y en una reunión con funcionarios de la OPEP a principios de marzo, Rusia se negó a continuar las restricciones de producción. Arabia Saudí respondió de inmediato aumentando la producción. En una situación en la que la demanda de petróleo ya estaba disminuyendo, esta decisión de inundar el mercado provocó rápidamente un colapso real en el precio del oro negro, hasta el punto en que en un momento el precio del petróleo se volvió negativo para ciertos contratos a plazos (los llamados «futuros»)! Según el Financial Times, diario financiero de Londres, la industria petrolera enfrentaba «su peor crisis en cien años» (8).

La acción saudí se dirigía directamente a Rusia; pero también apuntaba a Estados Unidos, que una vez más se convirtió en el principal productor mundial de petróleo por delante de estos dos países, gracias al gas de esquisto; sin embargo, esta producción es rentable solo a un nivel de precios relativamente alto. Ante la caída de los precios amenazando con la bancarrota a muchas explotaciones americanas, Estados Unidos intervino directamente (incluida la amenaza de retirar la protección militar a los saudíes), como «mediador» (sic) en la confrontación. Finalmente, después de algunas semanas, se llegó a un acuerdo para una reducción histórica de la producción de petróleo en 10 millones de barriles por día: Rusia había perdido y Arabia Saudita había confirmado su papel como líder en el mercado mundial del petróleo, logrando probablemente que los Estados Unidos redujeran la producción también. Al momento de escribir este artículo, el precio por barril ha aumentado bastante más de $ 30 por barril, que es cerca de un 50% más bajo que al comienzo del año.

Nos hemos detenido un poco en las convulsiones del precio del petróleo, ante todo por su importancia para la economía mundial, además de las desastrosas consecuencias que tendrá su caída en los países productores de los cuales es su riqueza principal, de la Argelia a Irán, de Rusia a Venezuela, sin olvidar a los países del Golfo, que no tardaron en reenviar un gran número de trabajadores inmigrantes que trabajaban en esos países. Pero también porque esta guerra petrolera es una demostración de que la crisis económica agudiza las tensiones y enfrentamientos entre Estados, enfrentamientos que inevitablemente pasarán del terreno económico al terreno militar.

 

Las siniestras consecuencias de la crisis

 

Una crisis del alcance que conocemos hoy, no puede dejar de tener graves consecuencias en la situación social interna ya que los capitalistas como siempre harán que los proletarios paguen el rescate de su economía; también tendrá graves consecuencias para la situación internacional y las relaciones entre las grandes potencias, aunque solo sea por el empeoramiento de la competencia económica entre Estados.

Las cosas serían diferentes si la crisis fuera solo una interrupción fortuita y momentánea de la vida económica. Esta es la tesis que difunden las instituciones internacionales y administraciones nacionales para la cual es un shock, sin duda violento, pero «exógeno», es decir, un accidente que no viene del mecanismo capitalista en sí (9). Ahora todos anuncian una recuperación más o menos fuerte en la economía, tan pronto como termine la pandemia y se reparen los daños causados por el accidente.

Las medidas tomadas para enfrentar la pandemia, que trajo consigo una fuerte desaceleración de la actividad económica y la paralización de ciertos sectores, habrían sido suficientes por sí solas para desencadenar una recesión severa; pero en realidad, como lo hemos dicho en varias oportunidades en nuestra prensa (10), la crisis económica general estaba a punto de estallar, y ya se estaba manifestando en algunos países.

En América Latina, la CEPAL estimó en noviembre de 2019 que el período 2016-2020 registraría el crecimiento más débil en el continente desde hace 75 años (principalmente debido a la escala de la crisis económica en Venezuela y Argentina) (11); en Europa, 2019 había sido el tercer año de desaceleración económica y la recesión ya era efectiva en Alemania e Italia; en las estadísticas oficiales de China, que siempre pintan la realidad... en color de rosa; sin embargo, indicaron que 2019 había tenido el crecimiento económico más débil en treinta años; en los propios Estados Unidos, donde la droga del dinero fácil ha hecho creer en un crecimiento robusto, el sector industrial, que es el verdadero motor de la economía en los grandes Estados capitalistas, había entrado en recesión en la segunda mitad de 2019. La respuesta al coronavirus hizo estallar la burbuja, terminando el ciclo más largo de expansión económica desde el final de la Segunda Guerra Mundial; la crisis económica resultante será aún más larga y profunda de cuanto se ha retrasado.

Además, los mismos funcionarios del gobierno no creen en una recuperación rápida; evidenciado en los planes para apoyar la economía que, dando la espalda a todas las reglas de ortodoxia presupuestaria y de presupuesto equilibrado, se anuncian por miles de millones de euros y dólares de préstamos en los mercados financieros o por déficit presupuestario... Estos anuncios impulsaron un repunte en los mercados bursátiles mundiales que, después de caídas históricas, experimentaron aumentos igualmente históricos a pesar del estado catastrófico de la economía. Muchos economistas están preocupados por este «desacoplamiento» de las finanzas de la «economía real»; pero los financieros saben que gran parte del dinero que se destinará a la economía terminará en los mercados financieros si no hay una inversión rentable en otros lugares. Mientras la sobreproducción que ha saturado los mercados no sea superada por la liquidación de las fuerzas productivas excedentes, todos estos miles de millones no podrán conducir a una recuperación real.

Los capitalistas lo saben bien y esperan que sean los negocios de otros los que se liquiden. En la exacerbada competencia que tiene lugar en el mercado mundial, apelan al apoyo de sus respectivos Estados. En lugar de conducir a una mayor cooperación internacional, o incluso a un «alto el fuego global» como los pacifistas querían imponer (¡mediante una petición!), una consecuencia inmediata de la crisis es acentuar los antagonismos entre Estados. El cierre general de las fronteras, los llamados omnipresentes a la soberanía económica nacional, la exacerbación de la competencia para descubrir o producir suministros médicos, son la expresión y el empeoramiento de la rivalidad entre Estados Unidos y China y, menos visiblemente, entre ellos y otros países.

Esto no se debe al capricho de un Trump o al autoritarismo de un Xi Jinping; es la tendencia inevitable a la confrontación entre las grandes potencias imperialistas lo que solo puede ser acentuado y acelerado por las crisis económicas. El capitalismo se dirige inexorablemente hacia un nuevo conflicto mundial, que solo podría ser prevenido o detenido por la revolución proletaria internacional.

 

Guerra o revolución

 

Hace veinticinco años, en un texto sobre el llamado «nuevo orden mundial» que prometió el imperialismo estadounidense, nos referimos a un estudio realizado por especialistas estadounidenses en relaciones internacionales que, basado en el análisis de los ciclos económicos, establece 2020 como la fecha límite para un tercer conflicto mundial. Esto significaba que la burguesía estadounidense creía que durante los siguientes 25 años podría continuar controlando la situación internacional, para mantener su dominio mundial.

«Admitamos, pues», escribíamos, «que este pronóstico tiene una base real, y que durante otros 25 años ni los proletarios de los países industrializados, ni los proletarios de China, India y otros lugares tengan la fuerza para volver a encontrar la vía de la lucha de clase; admitamos también que el ritmo de maduración de las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución sean así de lentas.

El hecho es que los próximos 25 años serán años de competencia creciente en el mercado mundial, deuda pública excepcional, años de preparación de nuevas alianzas para la confrontación y el saqueo de los países más débiles; años de austeridad interna, presión creciente sobre todos los estratos de la población, control cada vez mayor de todos los recursos nacionales, años de intervención armada en todo el mundo en áreas consideradas vitales para los grandes imperialismos.

La nueva repartición del mundo (...) será, en parte, el resultado de la correlacion de fuerzas entre cada potencia económico-financiera y militar de cada gran Estado o bloque de Estados, pero solo podrá ser establecido y aprobado de modo decisivo por un conflicto mundial» (12).

La crisis actual acorta los plazos para una guerra mundial que no es, sin embargo, inmediata. Pero si las luchas proletarias no han faltado, los 25 años que han pasado todavía no han visto el retorno del proletariado al camino de la lucha de clase efectiva. En el próximo período, marcado por el redoblamiento de los ataques capitalistas, dependerá de las minorías proletarias de vanguardia de hacer todo lo posible por liberarse a sí mismos y al resto de los proletarios de la colaboración de clases que, en nombre de la nación y la democracia, aún los paraliza.

Hace cincuenta años, a propósito de una recesión en los Estados Unidos, un informe del partido afirmaba: «La verdadera crisis, que históricamente será entre la segunda y la tercera guerra mundial, será internacional en un grado aún mayor que la que tuvo lugar entre la primera y la segunda guerra; prueba de esto se puede encontrar en la colaboración del capitalismo de Estado ruso en las ‘medidas anti-crisis’ que hemos señalado; colaboración que, al culminar con el remedio de la extensión del comercio mundial entre los dos llamados bloques, demuestra solo por su presentación ideológica, que la futura crisis auténtica de sobreproducción golpeará a todas las monstruosas máquinas productivas del mundo: será la crisis de la locura hiperproductiva que une a Estados Unidos y Rusia en la competencia emuladora de la que ambos se ufanan. Y esta crisis pondrá al mundo en vísperas de una nueva guerra general, si no lo pone en vísperas de la revolución» (13). La condición para que esta última salga victoriosa es la presencia largamente preparada de un partido organizado sobre la base del programa comunista invariante.

Contribuir a la constitución y el desarrollo de este partido internacional es una tarea que la crisis actual está poniendo y pone a la orden del día más imperativamente que nunca.

 

16/6/2020

 


 

(1) En una conferencia del 7 de mayo, los responsables del FMI declararon que la situación económica en «muchos países» había empeorado desde la publicación del informe del 14 de abril.

(2) El Banco de Inglaterra ha advertido que el país corre el riesgo de sufrir la peor recesión de los últimos 300 años (desde el «gran invierno» de 1709) con una caída del PIB del 3% anual en el primer trimeste y del 25% en el segundo, pero que sería seguido de un rebote en los siguientes trimestres, reduciendo la caída para el año 2020 a un 14%. Cf. «An illustrative scenario for the economic outlook. Monetary Policy Report. May 2020» (Una ilustración del escenario para las perspectivas económicas. Informe sobre la Política Monetaria. Mayo 2020)

(3) Por primera vez, el gobierno chino no presentó, en la reunión del parlamento de finales de mayo, un objetivo cuantificado de crecimiento económico (tradicionalmente siempre superior al 6%): las previsiones eran sin duda demasiado malas...

(4) El «colapso económico» del cual hablan los economistas locales en India sugiere que este año no habrá crecimiento, sino una recesión de al menos 5%. Los fabricantes de armas franceses son una de las víctimas de la crisis; por ejemplo Dassault ha perdido un suculento contrato de un centenar de aviones de combate con Nueva Delhi. Cf Capital, 20/5/20 y Saxo Bank, 18/5/20.

(5) Esta cifra es particularmente sorprendente, dado que algunos economistas egipcios ya habían previsto en abril una caída del 3,5% (Al Monitor, 15/4/20); sin duda se explica con el deseo del FMI de mil millones de dólares. Esto se explica probablemente con la voluntad del FMI de no ridiculizar los pronosticos del gobierno de una continuacion del crecimiento, al mismo tiempo que las discusiones estaban en curso para finiquitar un préstamos por 2.8 millardos de dólares.

(6) Cfr. www.documentazione.info/occupazione-in-italia-ecco-i-numeri, e www. consulentidellavoro.it /home/storico-articoli/12584-quasi -9-milioni-di-italiani-in-cassa-integrazione (7) Les Echos, 15/06/06.

(7) Les Echos, 15/06/06.

(8) Financial Times, 24/03/20, citado en «Vers une dépression economique», Contretemps, 12/5/2020.

(9) Esta era ya la tesis avanzada durante la crisis de 1974-1975, que marcó el fin de los años de fuerte crecimiento económico posterior a la II Guerra Mundial: la crisis se debería simplemente a la decisión contingente de la OPEP.

(10) Ver «Le capitalisme sur un volcan», Le Prolétaire n. 535, dicembre 2019-enero 2020, il comunista n. 163, marzo 2020 (Il mondo capitalista su di un vulcano) y El Proletario n. 20 (julio 2020); «Le capitalisme mondial de crise en crise» Le Prolétaire n. 527, 530 e 531 (de enero 2018 a enero 2019); il comunista nn. 152, 155 e 156 del 2018, e n. 157 del 2019 (Il capitalismo mondiale di crisi in crisi) y El Proletario n. 16 (Enero-Mayo 2017) y n. 17 (Enero-Marzo 2019)

(11) cfr. «Balance preliminar de la economía de América Latina y el Caribe», CEPAL (Comisión económica para América Latina y el Caribe), noviembre 2019.

(12) «Il nuovo disordine mondiale. Dalla guerra fredda alla pace fredda e, in prospettiva, verso la terza guerra mondiale», il comunista, n. 43-44, ottobre 1994-gennaio 1995; Programme communiste n. 94, mai 1995 (Le nouveau désordre mondial. De la guerre froide à la paix froide et, en perspective, vers la troisième guerre mondiale).

(13) «Il corso del capitalismo mondiale nell’esperienza storica classica e nella dottrina di Marx», Il programma comunista 1957-1958

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

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