Cuba: Hace lustros, «un carretero alegre pasó»...

(«El proletario»; N° 1; Diciembre de 2012)

 

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El artículo se nos imponía imperiosamente. No era posible seguir hablando de Venezuela sin tocar a Cuba. Sin duda, buena parte de sus realidades están cada vez más ligadas y las relaciones entre Caracas y la Habana son cada vez más estrechas. En un artículo que describe en detalle cómo son estas relaciones cubano-venezolanas, la revista británica «The Economist» decía: «...en 2005, Fidel Castro habló de ‘dos países y una sola nación’. ‘Con una sola bandera’, añadió Chávez. ’Somos venecubanos’, replicó Castro» (1). Estas frases no son demagogia como frecuentemente es el caso en el discurso de ambos líderes. Ellas se asientan sobre una verdadera alianza estratégica en todos los ámbitos, económico, político, incluso militar. Una serie de tratados (oficialmente 280), varios muy conocidos, que fueron firmados en Caracas el 30 de Octubre de 2000, corroboran esta realidad.

 

Con el título evocamos otra vez la música, pero sobre todo la imagen de la Cuba de azúcar, tabaco y café que, en tiempos del CAME * (Consejo para la ayuda mutua económica), estaba menos sometida que hoy a las presiones del mercado occidental. Despabilada del sueño (o la pesadilla) del «socialismo en un solo país», la isla de la música y el sol, del paseo por el malecón, de palmas y playas de arena blanca, se da cuenta de que sufre precisamente de una exuberancia y de una  flojera tropical congénita envidiables; pero, culpable de ocultar por ello la exigüidad y precariedad materiales que nunca desaparecieron en el «socialismo» cubano, y si la situación actual ya no garantiza ni la paz social, ni la estabilidad económica que antes a pesar de todo gozaba, es hora entonces de que el proletariado salga de la somnolencia, y comience a pasearse por la idea de luchar...

Antes de la crisis rusa y sus satélites, el trabajador cubano gozaba, «libreta» mediante, de la canasta básica a la que se agregaban otras subvenciones que compensaban el salario-bono-no-transferible, concedido  por el P.C. cubano. El diario francés Le Monde (2) reporta la idea que hoy tiene el obrero cubano de estas subvenciones: «al menos, gracias a eso, no tenemos a nuestros jóvenes transformándose en antorchas», refiriéndose a las inmolaciones que desencadenaron la «primavera árabe».

Pero, desde la caída del muro de Berlín, y la implosión de la U.R.S.S. y el CAME (que representaba el 80% de la balanza comercial cubana) hasta hoy, estas subvenciones y otras ayudas han disminuido sensiblemente o están en vías de desaparición. El mismo destino corren los productos inscritos en la «libreta».  En 1993, Cuba deja de percibir alrededor de 5 mil millones de dólares en diversas ayudas proveídas por la URSS; hasta ese año en que su crisis se agrava. La isla se encuentra de rodillas; aumentan la escasez y los racionamientos. Los efectos no tardan en aparecer; un año después, se produce un violento estallido social rápida y eficazmente reprimido, pero que generó un gran flujo migratorio de «balseros» (en honor a aquellos cubanos que escapaban en estas embarcaciones precarias llamadas «balsas», NdR), el segundo después de los «marielitos» (3) que por millares cruzaban las 90 millas de mar que lo distanciaban de las costas de Florida, Estados Unidos.

Para la misma época, y ante la nueva realidad – desaparición del estado de bienestar soviético – las autoridades cubanas deciden establecer una serie de aperturas a los mercados occidentales clásicos. Es el llamado «Período especial», que va a exigir esencialmente la creación de una masa enorme de seres humanos susceptibles de ser explotados y permita así el despegue y crecimiento económicos que Cuba necesita urgentemente: ¡es con fuerza de trabajo fresca, de trabajo vivo, que se riega la planta del capital! Progresivamente y cuesta abajo, después de diversos retrocesos y suspensiones de medidas capitalistas experimentadas, se llega el actual plan cuya medida principal es la reducción de la nómina estatal. Sin embargo, esta medida (500 mil puestos de 4-5 millones, a eliminar) revelada por Raúl Castro en septiembre de 2010, fue suavizada dividiendo su número, tal vez temiendo consecuencias y experiencias ya vividas después del derrumbe soviético (5). Hay que añadir que buena parte de los funcionarios restantes, dado lo poco que ganan, son empujados a ejercer otros oficios, mientras «simulan que trabajan, puesto que el gobierno simula que (les) paga». La medida ha tocado ya a más de 300 mil empleados (130 mil en 2011, 112 mil en lo que va de 2012), invitados a pasar al grado de «cuentapropistas», identidad que les permite comprar o vender fuerza de trabajo a otros «cuentapropistas», durante este proceso ha surgido todo un movimiento directamente promovido por el gobierno que otorga permisos y patentes permitiendo ejercer «libremente» alrededor de 200 «pequeños oficios», que van de la prestación de servicios en casas de habitación convertidas en paladares (restaurantes improvisados) al establecimiento de casas particulares (cama y cubierto), pasando por la peluquería y abastos, hasta la venta de helados en la calle.

Sin duda que buena parte de los «cuentapropistas» no tardarán en ser absorbidos por el sector turístico, uno de los más importantes fuentes de ingreso que posee Cuba   Esto, a ojos el gobierno isleño, no lesiona en nada los principios comunistas: «no crean que (allí) existe explotación del hombre por el hombre». Un miembro de la Presidencia de la Comisión de trabajo político e ideológico, «descartó que se esté violando el precepto de (la) constitución que proscribe la explotación del hombre por el hombre en el caso de los trabajadores que entregan su fuerza de trabajo, a cambio de un salario, a otra persona con licencia de trabajador por cuenta propia» (7). ¡Siendo que el salario es la base de la explotación capitalista, no sabemos en nombre de qué hablan las autoridades cubanas!

 

Aparato productivo exangüe

 

Según lo dicho en el VI° Congreso del P.C.C (Abril de 2011) «la crisis económica que comenzó en 2008 y se agravó por la crisis global, ha sido una causa de las reformas modestas hacia el mercado introducidas en años recientes (...) Cuba afronta una crisis severa aunque aún no llega al extremo de la de 1993-1994, tras el colapso de la URSS. En 2010 la economía subió un 2%, un tercio del promedio regional (...) La formación bruta de capital disminuyó por segundo año consecutivo al 10%,(...) La liquidez monetaria aumentó al 42%, el doble que en 1989. Aunque mejoró algo la balanza de pagos, los términos de intercambio se deterioraron por tercer año consecutivo (por el incremento de precios del petróleo y los alimentos), la deuda externa ascendió a 14.300 millones de euros (el triple de 1989) y creció la dependencia cubana de Venezuela. La construcción de viviendas bajó a la mitad de la tasa por 1.000 habitantes en 1989. El desempleo abierto se mantuvo en un 1,6%, pero en realidad era un 11,6% debido al excedente de mano de obra estatal. (8) Las cifras en Cuba están en rojo... Hay que aclarar que el mejoramiento de la balanza de pagos se debe sobre todo a la «exportación» de servicios o de personas a otros países; unos 40 mil cubanos se encuentran fuera del país como médicos, entrenadores deportivos, constructores y técnicos agrícolas, tanto en América como en algunos países africanos. Esto indica un profundo desequilibrio en los intercambios comerciales cubanos, entre los productos que entran y los productos que salen.

Todos estos datos se explican en gran parte por la debilidad del aparato productivo y de los recursos con que cuenta la economía cubana en su conjunto: «níquel, servicios médicos (70 000 médicos cubanos que trabajan en Venezuela y Angola), biotecnología, turismo, y por último están las remesas (transferencia de dinero de 2 millones de cubanos inmigrantes)» (4). Nada fácil hacer planes sociales consecuentes con estas premisas. ¡Planes de reducción, si!

La producción agrícola no es menos calamitosa. La misma jamás fue sobrasaliente con respecto a la plétora de productos del CAME. Tampoco fue prioridad del Estado ruso de sacar a Cuba de la mono-producción, la dependencia y el atraso industrial. Además, está el hecho de que el 80 % de la población cubana es urbana, producto de la deserción de la población rural, confirmando el fracaso de la reforma agraria. Todo ello ha precipitado la producción actual más inmediata, deprimido las pocas industrias existentes, tal como la del azúcar (con zafras cada vez más débiles) y el ganado, (cuyo hurto [!] ascendió, el año pasado, a 23 mil unidades), y obligado al gobierno a entregar 1.4 millones de hectáreas a unos 150 mil campesinos prestos a convertirse en pequeños arrendatarios. Aparte de un llamado metafísico al «deber revolucionario», ¿qué otro estímulo a la producción (que tampoco termina de arrancar) puede inventar el Estado?

El mencionado Congreso, que esta vez «no se focalizó en los daños del bloqueo, sino en las causas internas que impiden (el) crecimiento» (9) sugiere esencialmente la necesidad de acelerar las reformas que permitan una acumulación de capital más consecuente, de allí «la autorización de la compra-venta, junto al derecho de «permuta», de casas y apartamentos» que es esencialmente parte de un proceso y una apertura más amplia a la expansión de la propiedad privada capitalista, un proceso más veloz de expropiación y despojo, para reducir al cubano a proletario puro, tal como se conoce en occidente. Si no, ¿qué otra cosa podría motivar estas reformas o medidas?

 

El capitalismo nunca se fue de Cuba

 

No es porque los capitalistas individuales hayan huido que en Cuba no haya existido capitalismo; lo que pasa es que allí el Estado se constituyó en capitalista colectivo o público, sin necesidad de crear capital privado. Por lo tanto negamos categóricamente de que en Cuba haya habido modificación alguna, o interrupción del mecanismo de expropiación y explotación constantes que distinguen al sistema capitalista.

El despojo o expropiación adicionales que se revelan con la progresiva eliminación de la «libreta», el arrojo a la calle inminente o progresivo de medio millón de funcionarios que gozaban de puestos vitalicios; la compra-venta masiva de casas y automóviles entre particulares; los estímulos al comercio de toda suerte; el control tributario, todo ello conduce a la aparición de realidades indeseables e inevitables, tal como el sometimiento cada vez más estricto del trabajador cubano a las leyes del valor y del salario; todo ello desbroza el terreno para que Cuba pueda dar el salto a la economía capitalista con una extensión del dominio de los capitalistas privados. Como dice Marx: «en el fondo del sistema capitalista hay, entonces, separación radical del productor respecto de los medios de producción. Esta separación se reproduce en escala progresiva en cuanto el sistema capitalista se establece. Pero aquélla constituye la base de éste, que no puede establecerse sin ella» (10). No es porque se encuentre en los orígenes del capitalismo, que este fenómeno jamás haya dejado de existir, al contrario, su función se ha reforzado, y hoy es uno de sus pilares: el Estado como institución que más emplea en Cuba (11), concentrando por esta razón una enorme masa de fuerza de trabajo, y tomando en cuenta el marasmo económico en que se encuentra la isla, debía llegar a la triste decisión de salir de al menos una parte de ella. En nombre del capitalismo y sus crisis, tenía que separarlos radicalmente de los medios que le impedían precipitarla en el proletariado, ¡¡tenía que echarlos a la calle!!

¿A qué ha venido el Papa a Cuba? ¡A bendecir las futuras víctimas de la explotación capitalista internacional!

Con el tino que las autoridades cubanas han puesto en evitar los traumas que estos cambios y reformas puedan provocar en la población, pero que ya significa un abandono solemne de la ilusión de que en Cuba haya alguna vez existido socialismo (12), Cuba se ha ganado el beneplácito de la llamada «comunidad internacional». La visita del Papa lleva ese mensaje. En otras palabras, el Sr Ratzinger ha venido a Cuba a bendecir el virage económico del gobierno cubano. Como en casi todas las oportunidades, la visita del Papa tuvo una significación eminentemente política en el cuadro de la política imperialista mundial. Significa un abierto apoyo a la política del gobierno cubano (que, en agradecimiento va a facilitar la práctica religiosa, etc.). 

Y no importa lo que las autoridades asuman o entiendan como reformas económicas que no se transforman en políticas, en este caso «irreversibles», «estratégicas», tal como lo afirma el Estado cubano. Son clarísimas las declaraciones de Marino Murillo (13), vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba quien, a propósito de la visita del Papa a Cuba, dice que el gobierno sólo está «actualizando el modelo económico cubano para hacer viable el socialismo» (!!) «no habrán reformas políticas (?) en Cuba», precisando que «esta vez, los cambios son estratégicos», y llegaron para quedarse. ¡Cosa más grande, y los marxistas que creían que la política era un concentrado de la economía! El presidente Colombiano, Juan Manuel Santos, la voz de los Estados Unidos en América Latina, ha apoyado en efecto la posición actual del gobierno cubano, que no es nada política, ¡claro que no!

En la misma ola de entusiasmo, la actual distensión americana del embargo económico hacia Cuba también apunta hacia esa meta. Un capitalista cubano exiliado en los USA (14) que anima un lobby católico, se ha hecho partidario incondicional del gobierno cubano después que éste ha comenzado a tomar las medidas de apertura, saludadas por el capitalismo mundial.

 

Bloqueo económico,  mito y realidad

 

¿Cómo podía pensar la Habana, que bastaba con que se decretara para que la internacional ley del valor, el dólar y el oro, se plieguen al valor de las horas-hombres del trabajo productivo cubano efectivos? ¿O es que los Estados Unidos están obligados a cuenta de «socialismo» autoproclamado, a venderle a Cuba a precios no sometidos a las leyes del mercado? ¿Su ausencia no era colmada en gran parte por el CAME? ¿Cuba no neutraliza el «bloqueo» cuando comercia (desde hace décadas) con los países europeos, así como hoy lo hace con Rusia, China, Vietnam, Irán, y sobre todo con Venezuela que, desde los años 1970, no ha cesado de intercambiar con la isla? Pese a todo lo que se ha dicho sobre el susodicho bloqueo, las relaciones económicas de Washington con la Habana no sólo no fueron cortadas, sino que después de la caída de la URSS se han reanudado con más vigor. ¡En plena «guerra fría», las sociedades norteamericanas, a través de sus filiales en Canadá, esquivaban olímpicamente la ley y comerciaban con Cuba!  Inútil decir que las sanciones económicas, las escaramuzas y retorciones comerciales entre países y regiones, siempre han existido y no especialmente contra Cuba. ¡Qué miseria y tiempo perdido para los proletarios en Cuba! ¡Pues, no había otra forma para «vencer el bloqueo» que la forma capitalista»!

Hasta ahora, el estalinismo ha logrado postrar e intoxicar al proletariado en Cuba, el cual continúa dándole un valor revolucionario al cuadro social y económico no obstante desfavorable en que vive – ¡la revolución exige sacrificios! Pero ese muro de contención, edificado bajo consignas falsamente revolucionarias, comienza a derrumbarse por el peso abrumador de la realidad: un nada proletario jefe de cocina en la Habana, Rafael Marín «que le repugna pronunciar la palabra ‘capitalismo’, admite, sin embargo, que el país ‘ha comenzado a dar un giro que va en ese sentido. Esto es nuevo para nosotros. El choque es fuerte, pero estamos respondiendo bien’» (15).

 Es cuestión de tiempo para que las infames banderas del nacional-comunismo sean arriadas, y se ice de nuevo la bandera de la lucha de clase anti-capitalista en Cuba.

 


 

(1) C.f. «The Economist», «Venecuba, una sola nación», febrero, 2010. La revista británica destaca que «además de miles de doctores que se emplean en programas de salud comunitaria se incluyen cubanos para dirigir puertos, telecomunicaciones, entrenamiento de policías, expedición de documentos de identidad y los registros mercantiles». La misma semana, la revista norteamericana Newsweek («Cuba invade a Venezuela») exclamaba que «Puede ser que la isla caribeña sea una estrella que se desvanece en el firmamento socialista, gobernada por una esclerótica dinastía, pero no le digan eso a Hugo Chávez, quien le está ofreciendo a la franquicia de los Castro una segunda vida entregándole cada vez más y más funciones de su gobierno al de La Habana».

(2) C.f. Le Monde, «Cuba, schizophrénies tropicales», por Florence Beaugé, p. 4-5, Cahier Geo & Politique, 18-19/03/2012.

(3) El 5 de abril de 1989, diez mil cubanos irrumpieron en la Embajada de Perú solicitando asilo diplomático con el fin de alcanzar las costas de Estados Unidos, arrancando del puerto de Mariel. De allí el nombre de «marielitos» para designar a todos aquellos (125 mil cubanos, según cifras oficiales) que salieron de Cuba en ese período. C.f. Wikipedia, «Exodo del Mariel»

(4) C.f. Le Monde, «Les à-coups de l’ouverture économique», p. 5, Cahier Géo & Politique, 18-19/03/2012.

(5) C.f. Le Monde,  Ibíd. El articulista comenta: «Ni hablar de correr el riesgo de que se produzca una explosión como en 1994»,

(6) C.f. Le Monde, «Cuba, schizophrénies...».

(7) C.f. laclase.info, «En Cuba, los reformistas dicen que el trabajo asalariado ya no es explotación», por Rogelio Díaz Moreno.

(8) C.f. El País, «El Congreso del P.C.C y la economía cubana», por Carlos Mesa-Lago, 26-05-2011.

(9)  C.f. Le Monde, Ibídem.

(10) C.f. Karl Marx, El Capital, Ed. Cartago. Tomo I, § XXVI, p. 690, «El secreto de la acumulación primitiva».

(11) Las estadísticas oficiales, incluyendo las hechas antes del derrumbe del «socialismo real», muestran un pase ininterrumpido de mano de obra del sector público al sector privado, y una disminución constante del rol de principal empleador que juega todavía el Estado cubano.

(12) En realidad, el socialismo nunca existió en Cuba (es decir, una economía sin dinero, sin asalariados, sin empresas, sin mercado) sino un capitalismo de Estado a la manera estalinista, desarrollado y mantenido contando sólo con el precio de las materias primas agrícolas, esencialmente la caña de azúcar. ¡Y esto cambia toda la perspectiva! Cuba devino así prácticamente en un país capitalista de segunda zona, como Venezuela, es decir, monoproductor... En fin, Cuba sólo sirvió como «alfil» en el ajedrez de la geo-política rusa.

Con el hundimiento de la URSS (1989), y la caída de los precios del azúcar, el capitalismo cubano pierde todos los medios para mantener cientos de miles de funcionarios y debe, por un lado, responder al desarrollo del sector privado local, y por otro, responder al empresariado exterior cuyos capitales Cuba tiene desesperadamente necesidad. Para atraerlos, el gobierno cubano debe «pintarle pajaritos» con los beneficios que, por excelencia, pudieran obtener con una mano de obra a bajo precio, «liberada» del trabajo fijo.  En fin, con la URSS no se ha hundido sino la serie de mixtificaciones y caricaturas en que fue convertida, durante casi 70 años, la teoría marxista del socialismo.

(13) Ver video en: http:/www. youtube .co/watch?v=7Kfl1UOo6Xk

(14) Se trata del empresario cubanoamericano Carlos Saladrigas, advirtiendo que, dependiendo de las reglas, el capital cubano del exterior, al igual que el capital extranjero «fluirá hacia Cuba en grandes cantidades en busca de un rédito competitivo» (C.f. Univision.com, 31/5/2011) «La gran pregunta no es si van a dar marcha atrás, sino cuán rápido van a ir hacia adelante» (C.f. http://www.havanatimes.org/sp/?p=62424). El empresario simplemente quiere pruebas contundentes de estos pasos.

(15) C.f.. Le Monde. Ibíd.

 

*  «La CAME o Comecon (siglas en inglés) ... fue una organización de ayuda económica recíproca entre los diversos países del bloque comunista. Creada por Stalin en 1949 (...), es disuelta en junio de 1991, junto a la caída del imperio soviético (...) La organización jugaba un rol político esencial para la URSS, puesto que, gracias a subvenciones, préstamos y envío de mano de obra, ejercía un peso importante en los asuntos internos (de cada país de la órbita soviética)». (C.f. Wikipedia, subrayados y paréntesis nuestros).

Esta organización reforzaba la dependencia económica de los países del llamado «bloque comunista» con respecto a la URSS, a pesar de que frecuentemente los primeros eran más desarrollados que el segundo: Ucrania y Polonia, por ejemplo.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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