VIDA DE PARTIDO

Intervención en la asamblea de parados celebrada en Madrid el 23 de noviembre de 2013

(«El proletario»; N° 4; Abril de 2014)

 

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1.El paro y la crisis. El paro obrero, que hoy sufren seis millones de trabajadores en España, no es debido, en ningún caso a la supuesta mala gestión de la economía, ya se achaque ésta a los diferentes gobiernos que ha habido desde el comienzo de la crisis o a la «avaricia» de los empresarios. El paro es una consecuencia del modo de producción capitalista, en el cual el trabajo es una mercancía como cualquier otra a excepción de que, a través de su adquisición, el capital genera un valor extraordinario (plusvalía). Cuando este valor no puede realizarse, el capital prescinde de los trabajadores, a los que condena entonces a la miseria. En la crisis capitalista actual esto se muestra de la manera más cruda posible, habiendo pasado de un breve periodo con altos niveles de empleo en los sectores más rentables de la economía a una situación en la cual prácticamente resulta imposible para cualquier obrero encontrar un empleo. El paro, por lo tanto, evidencia la posición que ocupa el proletario en el sistema capitalista: mano de obra explotada cuando es rentable y despojo cuando la economía no requiere de él.

La desocupación es congénita al modo de producción capitalista, desde su nacimiento; nunca ha existido, en la sociedad dividida en clases, un periodo histórico en el cual la desocupación no existiese o hubiese desaparecido completamente. Para imponerse, el modo de producción capitalista debía destruir violentamente la estructura económica existente, basada esencialmente en la agricultura, creando antes que nada masas de campesinos violentamente expropiados, arrojados a la miseria, «liberados» de los vínculos feudales y, por lo tanto, prestos a ser explotados con el sistema del trabajo asalariado según las exigencias inmediatas del capital. Las masas de desempleados siempre han sido utilizadas, desde el nacimiento del capitalismo, para presionar a las masas ocupadas, actuando como elemento esencial de la competencia entre sin-reservas, entre proletarios, contribuyendo de esta manera a rebajar o a mantener bajos los salarios (como se ilustra en el punto 2).

 

2.Trabajadores con empleo y trabajadores en paro. La diferencia entre ambos es una cuestión meramente transitoria: dado el lugar que ocupa en el modo de producción capitalista como mercancía a utilizar sólo cuando resulta rentable hacerlo, cualquier proletario es susceptible de verse parado. Pero la relación va más lejos: el conjunto de proletarios en paro de una economía es utilizado como un auténtico ejército de reserva de mano de obra cuya función es devaluar el precio al que se vende ésta en el mercado. De esta manera el paro obrero constituye una fuerza formidable para hacer bajar los salarios de los trabajadores ocupados y con ello contribuye, por otra vía, a aumentar el beneficio capitalista.  El paro aumenta la competencia entre proletarios, que- junto a la propiedad privada de los medios de producción, a la apropiación privada de la producción y a la fuerza militar concentrada en el Estado- es el arma fundamental  mediante la cual la burguesía impone su dominio a la clase obrera. Esta bajada de los salarios puede realizarse de manera directa o indirecta (aumento de la carga de trabajo, de la jornada laboral, etc., a realizar por el mismo salario para los proletarios con empleo). El paro muestra, de esta manera, que la  única diferencia  entre proletarios con empleo y sin empleo, es que el proletariado ocupado hoy puede encontrarse, de un momento a otro, desocupado y se encuentra en el hecho de que a la masa de proletarios ocupados corresponde siempre una masa más o menos grande de proletarios desocupados, según el periodo de expansión o de crisis del capitalismo, y que el proletariado ocupado hoy puede, de un momento a otro, encontrarse desocupado, mientras el desocupado tiene como destino, la mayor parte de las veces, la vida precaria y de miseria de la marginación; de hecho, el capitalismo determina una relación dialéctica  muy firme entre ambos tipos. La ocupación y la desocupación son las dos caras de la misma moneda: el trabajo asalariado.

 

3.En el capitalismo la existencia de la clase proletaria depende de las necesidades del capital; los intereses de vida y de trabajo del proletariado, chocan objetivamente contra los intereses de vida y de actividad del capital, porque el capital extrae la mayor tasa de beneficio de la intensidad de la tasa de explotación de la clase proletaria (y la tasa de explotación del trabajo asalariado se mide en tiempo de trabajo diario necesario para la supervivencia del proletariado y en tiempo de trabajo proletario diario que el capitalista se apropia: más disminuye el tiempo de trabajo necesario a la supervivencia proletaria, más aumenta la apropiación de tiempo de trabajo proletario por parte del capitalista). Por lo tanto existe una confrontación entre capital y proletarios que el paro vuelve diáfana. Esta confrontación, es una confrontación entre clases y no entre una manera u otra de gestionar la economía o entre individuos que pelean por un puesto de trabajo. El proletariado, aunque sólo sea  para no verse arrojado a la miseria, debe luchar como clase, reconociéndose en las mismas condiciones de explotación y, por tanto, en los mismos intereses de defensa, en primer lugar sobre el terreno inmediato. Debe por tanto entender a la burguesía como un enemigo de clase del que depende su existencia y a la que debe arrebatar, mediante la lucha, cualquier logro que pueda conseguir. Esta lucha, si es organizada sobre el terreno de la defensa exclusiva de los intereses inmediatos proletarios ocupados, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, autóctonos e inmigrantes, y uniendo en la misma organización de defensa a proletarios desocupados tiene, como primer efecto, reducir la competencia entre proletarios, que ya no deben verse como enemigos recíprocos sino como hermanos de clase de cuya unión depende su fuerza. En el interior de esta lucha proletaria inmediata es inevitable que los proletarios ocupados y desocupados, a causa de las condiciones en las cuales son constreñidos por el capitalismo, tengan objetivos inmediatos y parciales muy diferentes entre ellos: pero la fuerza que los proletarios deben conquistar es el resultado de una convergencia que proviene sólo de la efectiva solidaridad de clase entre los diferentes sectores de proletarios, contra los capitalistas y su Estado que explotan la competencia no sólo entre proletarios desocupados y ocupados, sino también la competencia entre proletarios ocupados. Combatiendo tanto la competencia entre los diferentes sectores de proletarios ocupados (entre las distintas categorías, entre el sector público y privado, entre hombres y mujeres, autóctonos e inmigrantes, etc.) tanto como la competencia entre desocupados y ocupados se puede atenuar el efecto de la presión del ejército de reserva de mano de obra ejercida sobre los proletarios ocupados a la vez que se puede contener el empeoramiento progresivo de las condiciones de existencia de los trabajadores en paro.

 

4.La «lucha obrera contra el paro» no puede consistir en otra cosa que la lucha de los proletarios con y sin empleo para paliar las consecuencias que la explotación capitalista les acarrea, especialmente las referentes a la situación de encontrarse sin medios de subsistencias. No se puede olvidar que a la presión capitalista sobre los trabajadores asalariados se une la obra oportunista, de fragmentación y de debilitamiento de las fuerzas proletarias de las organizaciones sindicales y de los partidos de izquierda que han abrazado completamente la política de colaboración con la burguesía en defensa no de las condiciones de vida y de trabajo proletarias pero en defensa principalmente de las empresas y de la economía capitalista. Por lo tanto «la lucha obrera contra la desocupación», para que no sea una palabra vacía, se debe empalmar con la lucha que los obreros llevan a cabo contra cualquier intensificación de la fatiga que produce el trabajo, contra las horas extra, contra el alargamiento de la jornada de trabajo, contra la nocividad y los ambientes malsanos, contra la falta de medidas de seguridad en el trabajo, contra cualquier vejación o abuso por parte de los jefes y dirigentes de la empresa; y que se extiende en la lucha contra los despidos y contra la reducción de los salarios: lucha que se engarza con las grandes y tradicionales reivindicaciones obreras de disminución drástica de la jornada laboral con igualdad de salario, aumento salarial mayor para las categorías peor pagadas, o salario íntegro para los desocupados. La lucha obrera debe orientarse a arrancar a la burguesía, sea a esta, en conjunto o por patrones aislados,  mejoras o, al menos, parar el empeoramiento, de la vida y el trabajo en cualquier situación en la cual los proletarios puedan utilizar su fuerza para defender exclusivamente su existencia y la de sus familias. 

 

5.La burguesía democrática y el colaboracionismo sindical y político, mientras mantienen y defienden el capitalismo con su bestial explotación de la fuerza de trabajo proletaria y el consiguiente y general empeoramiento de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, ilusionan a los proletarios con que en el ámbito mismo del capitalismo se puedan encontrar las soluciones a la vida de miseria y de hambre y a la desocupación a través de la iniciativa privada, la constitución de pequeñas empresas artesanas, el trabajo en pequeñas parcelas de tierra, etc. abandonando en realidad a los proletarios a la perspectiva de la caridad y  la limosna, de la marginación más terrible. Hay que desechar tanto  las salidas en forma de auto empleo como aquellas que garantizan la subsistencia únicamente a un grupo de trabajadores asociados. Entre las primeras se encuentra la creación de empresas cooperativas, las formas del llamado «trabajo alternativo» (cultivo de alimentos, autogestión, etc.), etc. Y entre las segundas las vías como la okupación de viviendas, etc. No se trata de que ambas vías no vayan a aparecer y no tengan una importancia considerable en ciertos enfrentamientos, sino que se trata de remarcar que estamos ante de salidas particulares de determinados grupos que no afrontan el problema del desempleo como una cuestión de clase, por lo tanto política, sino que recurren a la perspectiva y a la acción individual para paliar problemas concretos de esta. Además no son vías útiles, si no es para un pequeño número de proletarios y sólo temporalmente y por esta razón tienden a mantener la división y la competencia entre proletarios porque reproducen íntegramente los parámetros en los que se desarrolla el capitalismo. Nunca constituirán una alternativa de lucha general para todos los proletarios.

 

6.La vía realista que los proletarios pueden tomar para luchar contra la desocupación, vista la ausencia completa por parte de las organizaciones sindicales oficiales en este terreno, es la de organizarse esencialmente como desocupados en torno a una plataforma de reivindicaciones que tienda a unir a la vez a los desocupados y a los ocupados tanto sobre el plano de reivindicaciones como sobre el plano organizativo. Los problemas materiales de supervivencia  cotidiana llevan a cada proletario a buscar una manera de resolverlos: por un lado está el método clasista; por el otro, el método interclasista y colaboracionista. El método clasista abre a los proletarios la gran perspectiva de la emancipación del trabajo asalariado, y por tanto del capitalismo, luchando hoy con la mirada puesta en el mañana. El método del colaboracionismo encierra la perspectiva del proletariado en los confines del capitalismo, afirmando como eterno el régimen de la explotación del hombre por el hombre, porque el régimen que produce, tanto en épocas de crecimiento como de crisis, miseria, hambre, desocupación, devastaciones, guerras… para la gran mayoría de los hombres del mundo. Combatir exclusivamente en defensa de los intereses de clase proletarios hoy, con métodos, medios y objetivos de clase, significa defenderse más eficazmente de los ataques de la burguesía hoy y colocar las bases para abrir mañana la vía de la verdadera emancipación del proletariado. La constitución, por tanto,  de organismos clasistas de lucha proletaria como los comités de parados son un paso concreto para reaccionar a una situación completamente negativa y sin vías de salida.

 

7.El comité de parados debe caracterizarse por:

a)Estar abierto a todos los proletarios, y sólo a los proletarios,  sin distinción de sexo, raza, nacionalidad, edad o ideología.

b)Buscar aglutinar a cuantos trabajadores sea posible en torno a unos medios y métodos clasistas que pasan por extender la solidaridad de clase y la unión entre trabajadores, en paro u ocupados.

c)Rechazar el asistencialismo como medio de lucha.

d)Reivindicar el pago de todo el salario para cada desocupado: o salario de trabajo, o salario de desocupación.

e)Participación en las luchas de los proletarios ocupados sobre las reivindicaciones de clase como la reducción drástica de la jornada laboral con paridad de salario, el rechazo de las horas extra y del alargamiento de la jornada laboral, los aumentos de salario sobre todo para las categorías peor pagadas, la lucha contra los despidos y en cualquier caso por un salario de trabajo o de desocupación.

f) No esperar grandes éxitos inmediatos, sino trabajar pacientemente para contribuir a la generalización de la lucha obrera en el problema del desempleo, defendiendo el asociacionismo proletario en todos los ámbitos de actuación, con la perspectiva de una reorganización clasista general del proletariado.

 

23 de noviembre de 2013

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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