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(«El proletario»; N° 12; Noviembre - diciembre de 2016 / Enero de 2017)

 

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Damos cuenta de los nuevos materiales de partido disponibles en el sitio "www.pcint.org", en la sección «Catálogo de las publicaciones» en lengua italiana. Allí se encuentran los sumarios de cada número de Prometeo (hasta 1.952) y del periódico IlProgramma Comunista (hasta 1.983), así como los correspondientes pdf. A continuación, las introducciones a las dos cabeceras presentes en el sitio.

 

«Prometeo» (Ricerche e Battaglie Marxiste)

Revista del Partido Comunista Internazionalista (1946-1952)

 

Introducción

 

«Prometeo», con el subtítulo «Investigaciones y Batallas Marxistas», era la revista teórica del «Partido Comunista Internacionalista» que publicó, a partir de 1945, el periódico «Battaglia Comunista». Esta revista contiene textos de primera importancia, partiendo del Tracciatod´impostazione, Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase, escritos por Amadeo Bordiga  firmados como Alfa o A. Orso, o no firmados, como Elementos de la economía marxista, Las Tesis de la Izquierda yalgunoseditoriales como Corea es el mundo

«Prometeo» se publicó en dos series. La primera comienza en julio de 1.946, y contiene el Tracciatod´impostazione, con Onorato Damen como responsable hasta el nº 12 (enero-marzo de 1949); la responsabilidad de la publicación pasa después a Bruno Maffi desde el nº 13 (agosto de 1949). La segunda serie, con Bruno Maffi como responsable, comienza en noviembre de 1.950 (nº 1) y termina con el número doble 3-4 (julio-septiembre de 1.952)

Entre 1951y 2952 se desarrollaron en el interior de la organización los factores de una crisis que desembocará en octubre de 1952 en la escisión entre el grupo que seguirá las posiciones representadas por OnoratoDamen y aquel que seguirá las posiciones representadas por Amadeo Bordiga.

En aquel periodo, el compañero que tenía la «propiedad comercial» de las cabeceras del partido («Battaglia Comunista» y «Prometeo»), obligación legal para publicar legalmente periódicos y revistas, formaba parte del grupo de O. Damen, el cual se servirá de esta base legal para publicar un número de «Prometeo» fuera y contra la disciplina del partido (numerado como nº 3, abril de 1952, cuyo responsable, y defensor de las posiciones representadas por O. Damen, fue Giovanni Bottaioli) y con el indicativo «Boletín de la Izquierda italiana para la preparación del segundo congreso del P.C. Internacionalista». En realidad en este número se publicaron las Cartas de 1.951 entre Onorio y Alfa (es decir, entre Damen y Bordiga), con una introducción firmada por Damen, que la dirección central del partido, con el consentimiento de Amadeo Bordiga, no consideraba deber hacerlas públicas.

Este grupo se servirá en adelante del título de «propiedad comercial» para sustraer del control de la dirección política las cabeceras que representaban el conjunto de la actividad del partido desde su fundación.

El último número de «Prometeo», el número doble 3-4 (julio-septiembre de 1952), en continuidad con la línea del partido sostenida hasta el momento, saldrá bajo la responsabilidad de Bruno Maffi que, después de la escisión, será el responsable de la nueva cabecera del partido, «Il Programma Comunista»

 

 

Il Programma Comunista

órgano del partido comunista internacionalista/internacional de 1.952 a 1.983

 

Introducción

 

Mostramos a continuación el índice de los artículos contenidos en el «Programa Comunista» desde 1.952 a 1.983, es decir, desde el inicio de su publicación hasta el periodo de dramática crisis que rompió al partido en mil pedazos. Publicamos todo el elenco, incluso de los artículos con los cuales no concordábamos entonces y tampoco lo hacemos ahora, pero parece obvio que dar un cuadro completo de cuanto está contenido en el periódico del partido, con todas las contradicciones que forman parte de un organismo vivo, imperfecto y que lucha en un ambiente social hostil y denso en enfrentamientos de cualquier género.

«Il Programa Comunista –órgano del partido comunista internacional» es el periódico que el partido fundó en 1.952; su primer número, aparecido el 24 de octubre de 1.924, contenía un aviso a los lectores que decía:

«Aclaramos a los lectores que el cambio preanunciado en la cabecera del periódico, que de Bataglia Comunista pasa a ser IlProgramma Comunista no es debido a nuestra iniciativa sino a acciones judiciales coactivas cuya proveniencia no interesa indicar. Habiéndose intentado hacer valer contra el partido, contra su continuidad ideológica y organizativa y contra su periódico, por supuesto después de haberla arrebatado, una ficticia propiedad comercial, existente sólo en las fórmulas democráticas que la ley impone, no nos prestamos a contestaciones y contradicciones entre personas y nombres;  sufriremos sin ir al terreno de la justicia constituida las imposiciones ejecutivas. Aquellos que han hecho uso de ella no podrán volver sobre el terreno del partido revolucionario. Inútil por lo tanto hablar de sus nombres y de sus movimientos, hoy y mañana.

El periódico continuará desarrollándose sobre la línea que lo ha definido siempre y que representa sus títulos no de «propiedad» sino de continuidad programática y política, conforme a las tesis fundamentales del movimiento, a la Plataforma y al Programa de la Izquierda, a las Tesis de la Izquierda, a la serie de los «Hilos del Tiempo» y al conjunto de las otras publicaciones contenidas en Battaglia, en Prometeo y en el Bollettino, material del cual daremos próximamente, para uso de los lectores, un índice analítico»

Los enfrentamientos internos de orden político, táctico y organizativo, pero también teórico, en la organización no sorprendieron a ninguno dado que el partido era consciente de que la reconquista del patrimonio auténtico de la «Izquierda comunista italiana» para la restauración de la doctrina marxista y la decidida lucha contra el estalinismo, reclamaban años de puesta a punto. En este enorme trabajo que implicaba a todos los compañeros a través de encuentros, reuniones, cartas, documentos, emergieron poco a poco posiciones enfrentadas que sólo para simplificar podremos clasificar por un lado con carácter activista y por otro con carácter académico o atendista. Sobre todo en el arco que va de 1.948 (en mayo de 1.948 se tiene el I Congreso del partido en Florencia en el cual emergieron los primeros enfrentamientos profundos centrados sobre las «tareas del partido») a 1.951, tomaron forma las posiciones que caracterizaron al grupo, que por simplificar decimos de Damen, y las posiciones que caracterizaron al grupo que, por simplificar también, decimos de Bordiga.  Queda el hecho de que las cabeceras del partido, Battaglia comunista y Prometeo, desde 1.946 en adelante, publican y difunden todos los trabajos de carácter teórico, programático, político y táctico que representan sobre todo las posiciones del grupo de Bordiga y que se presentan y reconocen oficialmente, en el interior de la organización y en su exterior, como las posiciones del partido (1).

La «dura obra de restauración de la doctrina marxista y del órgano revolucionario, en estrecho contacto con la clase obrera, fuera del politicantismo personal y electoralesco»- como se escribe en el «Distingue a nuestro partido» desde el nº5 (6-20 de marzo de 1.952) de Battaglia comunista con el fin de distinguirse del periódico que con el mismo título y órgano del mismo partido que el grupo de los disidentes que tenían como jefe a Damen hicieron salir de aquel momento en adelante –no podía no suscitar al interno de la organización perplejidad, interpretaciones, radicalizaciones, dudas necesariamente debidas a la durísima lucha contra todas las insidias del oportunismo. De hecho, una grandísima parte del trabajo de restauración de la doctrina marxista y de balance de las contrarrevoluciones se refería precisamente contra cualquier forma de oportunismo, entre las cuales la más insidiosa fue siempre la democracia y su dosis de politicantismo personal y electoralesco.

El partido, en 1.952, se definía aún como «partido comunista internacionalista» como desde su fundación al final de 1.942, y el mismo nombre lo continuó usando también Battaglia comunista después de la definitiva escisión tenida lugar en octubre de 1.952. Cambiará el nombre en 1.965, llamándose Partido Comunista Internacional. Dos elementos relevantes llevaron a esta decisión: a) a finales de 1.964 hubo otra escisión, centrada en particular sobre la cuestión del «centralismo democrático» contra el «centralismo orgánico», de la cual se organizó el grupo de Revolución comunista que se define también como «Partido Comunista Internacionalista», aumentando inevitablemente la confusión dado que en aquel momento eran tres los grupos políticos que se definían de la misma manera; 2) la red organizativa del partido no estaba ya sobre todo en Italia, sino que se había extendido efectivamente a Francia, Bélgica, Suiza y Alemania.

En el nº 1 de Il Programma comunista de enero de 1.965 se publlicaron los «Primeros resultados de las contribuciones de todo el Partido para la elaboración de las tesis definitias sobre la organzación», artículo introducido de la siguiente manera: «El nombre del Partido. Siguiendo las decisiones del II Congreso mundial de 1.920, el Partido toma en Livorno el nombre de «Partido Comunista de Italia (sección de la Internacional Comunista)» Cuando la Internacional se disolvió, al término de una degeneración prevista  desde hacia  mucho tiempo por la Izquierda, y su monstruoso avance actual tomó el nombre de «Partido Comunista Italiano», desarrollando en realidad una política nacional, reconstituyéndose únicamente por el territorio italiano en 1.943 fue elegido, para distinguirse de tanta vergüenza, el nombre de «Partido Comunista Internacionalista».  Hoy por la realidad del desarrollo dialéctico, nuestra organización es la misma dentro y fuera de las fronteras italianas, y no es una novedad constatar que actúa, aún circunscrito a límites cuantitativos, como organismo internacional. El nombre de «Partido Comunista Internacional» no puede parecerle a ninguno una novedad si se piensa que fue enunciado en Moscú ya en 1.922 pero sin prescribir que se cambiase el nombre de cada sección. En el boletín del V Congreso, titulado «El Bolchevique», aparece un artículo de Zinoviev, sacado de «l´Humanité» del 11.XI-1.922" Este artículo fue, en efecto, reproducido por entero, pero aquí nos basta con reclamar la primera frase: «Los comunistas forman un partido internacional. Desde su fundación la IC se colocó como fin la creación de una organización comunista internacional construida sobre un plano racional y dirigida por un centro único. Y esta es una de las diferencias entre la II y la III Internacional. La II en sus mejores días no fue más que una federación del todo amorfa de partidos nacionales mal coaligados entre ellos.»

Por lo tanto, el partido es una organización centralista, con un centro único, un único programa, se mueve en una única dirección según directivas que valen para todas las secciones en el mundo. La «Izquierda comunista» –que nosotros preferimos llamar «de Italia» y no italiana, como se llamó en su tiempo el Partido Comunista de Livorno- ha indicado para la organización del partido la fórmula del centralismo orgánico, no inventada en el momento, sino retomada de la propuesta avanzada ya en 1.922 en el artículo «El principio democrático»(2) en el cual se afirma: «el criterio democrático es hasta el presente un accidente material para la construcción de nuestra organización interna y para la formulación de los estatutos del partido: no es la plataforma indispensable. He aquí porqué nosotros no erigiremos en principio la conocida fórmula del «centralismo democrático». La democracia no puede ser para nosotros un principio, mientras que, indudablemente, el centralismo lo es, porque las características esenciales de la organización del partido deben ser la unidad de estructura y de movimiento. El término centralismo basta para expresar la continuidad de la estructura del partido en el espacio; y para introducir el concepto esencial de la continuidad en el tiempo, es decir, en el objetivo al cual se tiende y en la dirección en la cual se avanza hacia los sucesivos obstáculos que deben ser superados, es más, ligando estos dos conceptos esenciales de unidad, nosotros propondríamos decir que el partido comunista funda su organización sobre el «centralismo orgánico».

1.965 es también el año en el cual Amadeo Bordiga se dedica a las tesis que, como él mismo dijo en momentos para nada sospechosos, nunca tendría que haberse dedicado. Pero la inmadurez teórica y política del conjunto del partido –y la escisión de 1.964 lo demostraba con clara evidencia- llevó al compañero, que más que otros se mantenía firme sobre la correcta vía marxista, Amadeo Bordiga, a hacer el esfuerzo necesario para concretar las tesis sobre la cuestión organizativa. El resultado final del trabajo, en el cual participaron todos los compañeros de todas las secciones con sugerencias, hallazgos, escritos, preguntas, fueron las Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del partido comunista mundial, según las posiciones que desde hace medio siglo conforman el patrimonio histórico de la izquierda comunista –conocidas como Tesis de Nápoles presentadas a la reunión general del partido en noviembre de 1.965 (3).

En los años que van de 1.965 a 1.982 las fuerzas del partido aumentaron, no en el sentido de que se convirtiese en un partido de miles de militantes, sino en el sentido de que extendió su propia presencia tanto en Europa como fuera de ella, como las diversas publicaciones en alemán,  inglés,  griego,  holandés, sueco, turco, árabe, persa, polaco… demostraban desarrollando de manera apreciable una cierta actividad también de tipo sindical entre los metalúrgicos, los trabajadores postales, los trabajadores municipales, los trabajadores del sector químico, los trabajadores de hospitales, etc. Aumentaban, y se volvían al mismo tiempo más complejas, las tareas prácticas de intervención y enlace. La todavía fortísima presencia del oportunismo entre las masas obreras volvía el trabajo práctico de partido más complicado, exponiéndolo inevitablemente a la presión y a la influencia de las más variadas fuerzas oportunistas, por lo tanto para el partido era exigible una mayor solidez teórica y política.

La «cuestión sindical» fue el terreno en el cual el partido, ya desde su constitución, debía cimentarse constantemente y, como siempre sucede, las cuestiones «prácticas» planteadas por la actividad de carácter sindical exigían soluciones de carácter general. Soluciones que podían hallar su encuadramiento sólo en la impostación política de carácter general y en las tesis del partido.

Dado que la presencia de compañeros del partido en las fábricas fue durante largo tiempo marginal la impostación no podía sino definir una posición más en perspectiva que para aplicar de inmediato en amplia escala. Pero con la llegada de nuevos compañeros y con una cierta extensión del partido en otras ciudades, a partir de 1.968, el terreno «sindical» se convertía en los hechos en el terreno en el cual, enfrentándose con la patronal y con las fuerzas del oportunismo casi cotidianamente, la lucha contra el oportunismo, de nuevo penetrando entre las masas obreras con el fin de influenciar al menos a los elementos más activos y sensibles a las críticas del sindicalismo tricolor, y nuestra misma lucha política podían finalmente asumir una dimensión ya no marginal y constituir el campo en el cual las fuerzas del partido podían demostrar prácticamente su propia capacidad constituyendo, si bien siempre de manera muy parcial, un punto de referencia de clase para todos aquellos proletarios que en su lucha de defensa inmediata buscaban sustraerse a la tutela y el control constante de los bonzos sindicalistas para organizarse de manera más coherente con sus exigencias.

En los años de la constitución del partido, sobre todo en el periodo de la postguerra, se hizo fuerte dentro de la organización la idea de que esta segunda postguerra podría ser similar a la primera, en el sentido de que había quien pensaba (como el grupo dirigido por Damen) que estaban presentes los factores objetivos, «favorables» no sólo para la reanudación de la lucha de clase sino para la reanudación de la lucha revolucionaria y que el partido debería, aumentando su actividad en la clase y en la sociedad aún a través del electoralismo, recuperar un retraso histórico debido a la victoria de la contrarrevolución estalinista. De manera similar, en los años 1.968-89, años en los cuales las luchas obreras se hicieron más intensas en Italia, en Alemania, en Francia, en Inglaterra, se hizo presente en el interior del partido –acercándose la fatídica fecha de 1.975, año en el cual estaba previsto por los estudios económicos del partido que estallaría una crisis capitalista a nivel mundial, crisis que desencadenaría una crisis social y política de carácter «revolucionario»-, la idea de que  el partido debía obligatoriamente intensificar su actividad dirigida hacia las masas proletarias para poder estar en condiciones, en el tiempo de 6/8 años de ponerse a la cabeza del movimiento de clase del proletariado en Europa.  Dado que la posibilidad, por parte del partido, de conducir el movimiento obrero en dirección a la lucha revolucionaria, no podía apoyarse sobre la influencia determinante en el sindicato obrero más importante y seguido por la masa obrera (CGIL en Italia, CGT en Francia), el partido –perdiendo temporalmente la brújula teórico-política sobre la valoración correcta de los sindicatos obreros como sindicatos colaboracionistas y cada vez más integrados en el Estado burgués- consideró que debía mantener una batalla «decisiva» en el interior de estos sindicatos con el fin de que no procediesen a la unificación con los sindicatos amarillos y blancos (como, en la época, iba a suceder) y no se integrasen en el aparato estatal; consideró que estaba «a tiempo» de impedir que los sindicatos se volviesen «tricolores» y se lanzó a una lucha poco realista «en defensa de los sindicatos de clase» apuntando a echar a sus cúpulas –seguramente oportunistas y vendidas a la burguesía- para tomar la dirección. En la práctica, si el grupo de Damen en la segunda postguerra, creyendo poder aplicar la misma táctica aplicada en la primera, sobrevaluó enormemente la potencialidad de clase y revolucionaria del proletariado salido de la guerra completamente desorientado e intoxicado de democracia «antifascista» gracias a la acción llevada a cabo en profundidad por el estalinismo, por su parte el partido, y sobre todo los compañeros que dirigían la sección de Florencia que durante un cierto periodo tuvo la tarea de dirigir la Oficina central sindical del partido, sobrevaloró enormemente la fuerza del partido –al que consideraba capaz en poquísimos años de invertir completamente las relaciones de fuerza entre un proletariado aun fuertemente influenciado por el oportunismo y el colaboracionismo político y sindical- mientras falseó completamente la naturaleza y la característica del sindicato CGIL (y en consecuencia de la CGT en Francia) abandonando la valoración que el partido había dado desde 1.949 de los sindicatos «antifascistas» reconstituidos ya durante la guerra de las potencias imperialistas que estaban venciendo, y de las bases colaboracionistas sobre las cuales se habían reorganizado, a partir de las cuales el partido los había definido como ya no «de clase» (como eran los sindicatos antes de ser destruidos por el fascismo), sino «tricolores». En base a esta extraordinaria desviación de la correcta valoración de la realidad social, durante algunos años todas las fuerzas del partido fueron movilizadas para impedir que la CGIL y la CGT se convirtieran… en aquello que ya eran desde su constitución. Los anticuerpos, aún presentes en el partido de esa época, funcionaron y el partido se colocó sobre la vía correcta y las Tesis sobre la cuestión sindical de 1.972 lo demostraron; pero el enfrentamiento de  visiones y de perspectivas que había surgido en torno a la «cuestión sindical» inevitablemente se ampliaba a todas las cuestiones tácticas y organizativas  y por supuesto a la cuestión central: la concepción del partido, hasta el punto de provocar una sacudida importante; las secciones toscanas y otros militantes ligados a ellas se autoexcluyeron del trabajo común del partido escindiéndose definitivamente de este a finales de 1.973 y organizándose sucesivamente en torno al periódico Il Partito Comunista.

Las crisis y las escisiones que tuvieron lugar en los años ´70 –de las cuales la más grave fue aquella «florentina» dado que el núcleo escisionista más fuerte y compacto formaba parte de la sección de Florencia- anticipaban, de hecho, los enfrentamientos que llevaron al partido a la crisis explosiva de 1.982-84. La gran crisis de 1.952 se centró sobre cuestiones de teoría, de programa político general, de táctica y de organización; por lo tanto sobre todos los aspectos fundamentales de la actividad del partido. Las crisis sucesivas se desarrollaron más sobre el aspecto «organizativo» y «táctico» que sobre el teórico, enmascarando en realidad fuertes disensiones sobre cuestiones de doctrina, disensiones que saldrían a la luz después, a veces mucho después, de que se consumase la escisión. El partido, pese a afirmar que luchaba contra cualquier expedientismo y contra cualquier cesión personalista y democrática estaba infectado por una enfermedad nada rara: el localismo, es decir lo contrario al centralismo. De esta manera el mecanismo democrático echado por la puerta entraba por la ventana y con este también la democracia como ideología, por lo cual, mientras se juraba sobre el programa y sobre las tesis de base del partido, se practicaba en realidad una «libertad de crítica y de acción» gracias a la cual se afirmaba, por ejemplo, que cualquier compañero individual, en cuanto militante del partido, en su actividad y en sus intervenciones era de hecho «el partido» y todo lo que sostenía o hacía no representaba sino lo mejor que el partido podía decir y hacer (como sostenían los «florentinos»), o que nuestra organización –precisamente porque no lograba, después de tantos años, tener una influencia determinante sobre las masas obreras- en realidad no era el partido de clase que añorábamos sino que debía, por ello mismo, llevando su propio patrimonio político y sus propias experiencias, «confrontarse» con otras fuerzas políticas y otras organizaciones militantes discutiendo programas y planes tácticos para lograr la formación de una organización más numerosa y fuerte (¡la teoría del «crisol» de los cividaleses!) Otras «teorizaciones» emergieron en aquellos veinte años, como el hecho de que el partido no debía «ensuciarse las manos» contribuyendo, donde se presentaban efectivamente posibilidades prácticas, en la constitiución de organismos de defensa inmediatos sobre la vía de las luchas obreras que tendían a romper la barrera sofocante y paralizante del colaboracionismo sindical; o aquella según la cual el partido, dado que la reanudación de la lucha de clase a nivel internacional no se daba, habría debido dedicarse a la teoría absteniéndose de la intervención práctica en las raras grietas que las espontáneas reacciones de lucha obrera abrían, llegando a sostener una retirada general cerrando los periódicos y publicando exclusivamente revistas teóricas (como defendieron los marselleses) y sobre cuyas posiciones, de una manera u otra, confluyeron diversos militantes que en su momento habían sido muy activos en los sindicatos tricolores. La enfermedad localista, la enfermedad democrática y personalista atacaron por tanto con virulencia incluso a los organismos centrales del partido que, incapaces de mantener el timón firme sobre la ruta fijada por las tesis que formaban el patrimonio histórico del mismo partido, oscilaron hacia la burocratización de la vida de partido o hacia la aceptación de posiciones del todo enfrentadas con la normal vida orgánica del partido, además de tener juntas en la misma organización fuerzas que, por su propio impulso desviante, no podrían de ninguna manera garantizar un trabajo común según una única directiva, un único centro, un único modus operandi. Se podrá decir, dadas estas premisas, que la crisis explosiva era previsible; hay quien sostiene que el partido  habría debido prepararse durante tiempo desde el punto de vista organizativo para situaciones críticas del tipo, olvidándose de que cualquier solución «organizativa» o bien desciende de una impostación programática y política que responda a los criterios ilustrados en las tesis del centralismo orgánico que a su vez están estrechamente conectadas con una disciplina que antes de nada es política y sólo en cosecuencia también organizativa, o de un cuadro organizativo, y por lo tanto administrativo, que «obliga» a una disciplina política sin que se compartan las directivas centrales ni se confíe en ellas. Por descontado que toda barrera entre teoría y práxis, por sutil o invisible que sea, produce la germinación espontánea de expedientes que encuentran terreno fértil precisamente en el localismo, en el politicantismo personal y electoralesco. Y a causa del expedientismo el partido muere antes de haber desarrollado su tarea principal: la asimilación, la difusión, la defensa de la doctrina marxista. Sin teoría reolucionaria no habrá movimiento revolucionario y esto se dice, en primer lugar, para el partido de clase. Perder la conexión sistemática y orgánica con la teoría –y por lo tanto con los resultados de la experiencia histórica del movimiento revolucionario, sus lecciones y sus dictados- significa perder la posibilidad de corregir los errores en los cuales inevitablemente el partido puede caer y cae en el desarrollo de su actividad, que se enfrenta en cada pequeño aspecto con la actividad de las fuerzas burguesas y oportunistas; significa perder la posibilidad de volver a colocarse sobre la correcta vía revolucionaria después de haber sufrido golpes y contragolpes en el desarrollo de su acción; significa impedirse desarrollar una de las propias tareas primarias hacia la clase proletaria que consiste en llevar a sus filas los balances de las luchas y de los movimientos precedentes, victoriosos o derrotados, por lo que consiste en representar un punto de referencia político y organizativo para la misma lucha de clase proletaria; significa destruir la posibilidad futura de reconstituirse sobre sólidas y coherentes bases marxistas.

En la crisis de 1.982-84, una desviación evidente de la impostación teórica e histórica de la Izquierda comunista de Italia, y del partido que la ha representado en la forma-partido durante más de treinta años, fue avanzada en un primer momento por los liquidadores de 1.982, según los cuales el partido «había fallado» y debía por lo tanto disolverse y confundirse con los movimientos sociales rebeldes, y por los liquidadores de otro origen en un segundo tiempo, en 1.983-84 que pretendían remediar un «centralismo» que no funcionaba ya con un centralismo «democrático», para después llegar a teorizar, visto que tampoco el centralismo «demo-crático» daba «garantías» de disciplina y compacidad, un «vicio de origen» en la Izquierda comunista de Italia que consistiría en no saber «hacer política», en no saber «dirigir políticamente» ni al partido ni a las masas (nos referimos al grupo que se definió como «Combat»). Echar la culpa de la propia incapacidad política de comprender cuáles son efectivamente las tareas de un partido de clase (en la situación revolucionaria de ayer, en la situación contrarrevolucionaria de hoy y en la situación de reanudación de la lucha de clase de mañana) a un virus que habrá atacado a la Izquierda comunista de Italia les pareció el mejor modo para salir del impasse que les llevó en poco tiempo a autoliquidarse. Frente a estos ataques concéntricos al partido y a su patrimonio teórico e histórico, el grupo que desde 1,984 retoma en sus propias manos la cabecera «Il Programma Comunista», con una acción legal completamente similar a aquella llevada a cabo en 1.952 por el grupo de Damen contra el partido, se caracterizó no sólo por esta vergonzosa acción sino también por la ausencia completa de lucha política en el interior de la organización-partido que permanecía en pie y activa no obstante la crisis explosiva de 1.982; en sustancia no dio ningún punto de referencia teórico, programático y político a los compañeros, en Italia y en el exterior, que se encontraban del todo desorientados por la explosión. Se refugió en el sentimentalismo de partido y en la acción legal, consignando al tribunal burgués la «decisión» de tal grupo político que «tenía» derecho a ser representante del periódico «Il Programma Comunista». Por la fuerza de las leyes burguesas y lograda la propiedad comercial del periódico, este grupo pretende ser reconocido como «heredero» del partido de ayer, del partido comunista internacional, un partido por el cual, en el desarrollo de la crisis que lo rompió en mil pedazos, no dio ninguna batalla política; se dirigió por su cuenta al tribunal burgués y por este motivo valen las mismas palabras que en 1.952 escribíamos a propósito del grupo de Damen y de las leyes burguesas: aquellos que han ido por ese camino no podrán volver sobre el terreno del partido revolucionario. Para nosotros, en efecto, como «Battaglia Comunista», junto a «Prometeo», ha sido la voz del partido hasta 1.952, de la misma manera «Il Programma Comunista» lo ha sido representándolo también a nivel internacional, hasta el final de 1.983, cuando su publicación fue interrumpida por la acción legal llevada a cabo por el grupo que hoy lo posee en propiedad.

 


 

(1) A partir, por citar sólo algunos, de la Plataforma política del Partido Comunista Internacionalista, de 1.945, del Tracciato d´impostazione de 1.946 y después de Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase, de 1,946-48, las Tesis de la Izquierda de 1,947, Propiedad y capital de 1,948-52, y la larguísima serie deHilos del tiempo iniciada en 1.949 en «Battaglia Comunista» y después, tras la ruptura, continuada en «Il Programa Comunisa»

(2) Cfr. El principio democrático, de A. Bordiga, en «Rassegna Comunista» Cfr. Il principio democratico, di A. Bordiga, in «Rassegna Comunista», año II, n. 8 del 28 febrero 1922;  recogido en el volumen Partido y Clase, ediciones il programma comunista raccolto nel volumetto Partito e classe, ediciones il programma comunista.

(3) El cuerpo de ambas Tesis  ha sido publicado en Il Programa Comunista nº14/1965; se encuentra también en El Programa Comunista nº47, julio de 2.007.

 

 

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