El capitalismo mundial, de crisis en crisis (2)

 

(«El proletario»; N° 17; Enero - Febrero - Marzo de 2019 )

 

Volver sumario

 

(La primera parte de este artículo se publicó en El Proletario nº 16)

 

¿GUERRA COMERCIAL?

 

En los últimos meses, la amenaza de una guerra comercial cebada por el gobierno de los Estados Unidos está en las primeras páginas de todos los medios, preocupa a las cancillerías y sacude a los especuladores de la Bolsa. Durante su campaña electoral, Trump ha atacado repetidamente a China, acusada por él de competencia desleal, de la misma manera que varios tratados comerciales fueron denunciados también por él como desventajosos para su país. En los primeros meses después de su instalación en la presidencia, parecía que estas declaraciones no tendrían una traducción práctica real.

Pero el pasado marzo, Trump anunció solemnemente que pondría aranceles al 25% de las importaciones de acero de Estados Unidos y al 10% de las de aluminio, en nombre de la «seguridad nacional»; las reglas de la OMC (Organización Mundial del Comercio, institución que debía gobernar el comercio internacional precisamente para evitar las guerras comerciales que tuvieron efectos devastadores en los años ´30 del siglo pasado) autorizan, en efecto, en estos casos, a la imposición de tasas. Los países occidentales, entre los cuales Canadá y la UE, que son los principales exportadores de acero a EE.UU., han protestado vivamente (Merkel, Macron y otros viajaron a Washington para tratar de ablandar a Trump), pero no obtuvieron nada: al contrario, Trump amenazó con imponer aranceles, siempre del 25%, también a las importaciones de coches desde Alemania hasta llegar a 5 miles de millones de euros (según estimaciones de un instituto económico de Mónaco).

Es necesario recordar que la imposición de aranceles de este tipo por parte de gobiernos americanos, que se supone son los campeones del libre comercio, no es nueva en absoluto; en las últimas décadas ya se han tomado más veces medidas de este tipo por parte de Washington para sostener a la siderurgia americana. Pero en aquellas ocasiones, como en la época del gobierno de Bush padre, en 2002, la reacción unitaria de los Estados europeos les permitió obtener exenciones. Nada similar ha sucedido ahora: en el momento de cerrar este artículo, sólo Corea del Sur ha sido exenta, finalmente, de tales imposiciones, después de haber acordado a finales de marzo abrir mucho más su propio mercado interno a los productos estadounidenses.

Las veleidades alemanas de negociar un compromiso (Alemania es un país, como hemos visto, que tiene mucho que perder en una guerra comercial con los Estados Unidos) no han sido suficientes, y no lo ha sido ni siquiera la «amenaza» europea de presentar una denuncia a la OMC o de imponer aranceles, como represalia, a los pantalones vaqueros americanos, al bourbon y las motocicletas Harley Davidson; estas amenazas, en realidad han demostrado la impotencia europea contra el coloso americano.

Pero si los europeos, y después los canadienses y los mexicanos, han sido los primeros en ser golpeados, en realidad en el punto de mira de los americanos está China.

Durante las negociaciones comerciales en Pekín, al inicio de mayo, los representantes de los Estados Unidos presentaron un proyecto que pedía a China «acciones concretas y verificables»

Según este documento, Pekín debía reducir su superávit comercial con los Estados Unidos en 100 mil millones de dólares en 12 meses a partir de junio de 2018 y en otros 100 mil millones durante el año siguiente, debía eliminar inmediatamente las «subvenciones que deforman el mercado» conduciendo a excesos de producción; y reforzar la protección de la propiedad intelectual y suprimir los requisitos tecnológicos para la creación de «joint ventures»; «China se empeña, además en... dejar de apuntar a la tecnología estadounidense y a la propiedad intelectual de los Estados Unidos a través del espionaje, la piratería y la imitación (¡!)»  Y deberá «aceptar conformarse con las leyes estadounidenses sobre el control de las exportaciones».

China deberá retirar también todas las peticiones a la OMC en lo que respecta a las medidas tarifarias y a la protección de la propiedad intelectual «Además, China no tomará medida alguna de retorsión… en respuesta a las acciones tomadas o adoptadas por los Estados Unidos, comprendidas nuevas restricciones […] China debe interrumpir inmediatamente todas sus actuales acciones de represalia». Además, no «se opondrá, exigirá o reaccionará a las imposiciones por parte de los Estados Unidos en lo que se refiere a restricciones sobre inversiones chinas en los sectores tecnológicos estadounidenses sensibles o críticos para la seguridad nacional de los Estados Unidos»; pero, por otra parte, «los inversores estadounidenses en China deben disfrutar de un acceso libre, eficaz y no discriminatorio al mercado [chino] […] incluida la revocación de las restricciones a las inversiones extranjeras y a la propiedad [de las empresas chinas]»

En 2020 China deberá reducir los aranceles «en los sectores no críticos a niveles que no deben ser mayores» que aquellos que hay en los Estados Unidos. Deberá abrir el propio mercado a los servicios y a los productos agrícolas estadounidenses. El cumplimiento de los acuerdos deberá ser verificado trimestralmente y, si los Estados Unidos consideran que China no los respeta, podrán imponer tasas o restricciones a las importaciones a las cuales China «no deberá oponerse, no deberá contestar y contra las cuales no podrá iniciar ninguna medida»; China deberá, además, retirar sus peticiones a la OMC acerca de no ser considerada una economía de mercado (1).

Hemos citado brevemente este documento porque arroja luz sobre cómo los grandes Estados imperialistas entienden las relaciones con aquellos otros Estados considerados más débiles. En la práctica, este documento ha servido para la apertura de negociaciones –pero bajo amenaza- entre los Estados Unidos y China. Esta última ha respondido, en un primer momento de manera conciliadora, haciendo concesiones a los Estados Unidos, que tienen a su favor la relación de fuerzas económicas; también el gobierno de los Estados Unidos ha hecho algún que otro gesto conciliador, pero, de todas maneras, la escalada ha continuado con enfrentamientos con China y también con enfrentamientos con los países europeos: en una entrevista transmitida por un canal televisivo americano el 17 de julio, Trump ha citado a la Unión Europea como el primer «enemigo» de los Estados Unidos a causa de lo que «hacen en el terreno comercial»  con su país.

Los medios de comunicación acusan a Trump de hacer tales declaraciones y de decidir estas medidas por capricho o razones electorales. ¡Nada más errado! Es cierto que estas medidas no cuentan con la unanimidad de los capitalistas o de los líderes políticos americanos (comprendidos, especialmente, los del Partido Republicano, que, tradicionalmente es partidario del libre comercio); esto no quita que sean expresiones de potentes grupos industriales y financieros alarmados por la competencia cada vez más apremiante de muchos partners económicos de Estados Unidos.

 

DÉFICIT COMERCIAL AMERICANO

 

Los Estados Unidos son aún la principal potencia económica del mundo; según las estimaciones del FMI para 2018 (2), el Producto Interior Bruto (PIB) de los Estados Unidos, llegará a 20.413 miles de millones de dólares (aumento del 4%), que representa casi un cuarto del PIB mundial (23%), contra los 14 mil millones de China (aumento del 10%), es decir, del 16% del PIB mundial. Estos dos países son seguidos a distancia por Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, etc (v. Cuadro al margen).

Las empresas capitalistas y las economías nacionales que estas empresas conforman están en competencia constante las unas con las otras.

Esta competición se refleja en un amplio déficit comercial de los Estados Unidos. Hasta 1975 el comercio estadounidense estaba ampliamente balanceado; después, desde los años ´80 y, sobre todo, desde los ´90 del siglo pasado, los USA han registrado un déficit que continuó creciendo hasta llegar a un máximo de 760 miles de millones de dólares en 2006 (equivalente al 5% del PIB). La crisis económica de 2007-2008, ralentizando las importaciones estadounidenses, mejoró mecánicamente la balanza comercial: las importaciones disminuyeron: de 1.800 miles de millones en 2008 a 1.500 miles de millones en 2009. El déficit comercial se redujo un poco, pero ha vuelto a crecer con la reanudación económica, llegando en 2017 a casi 500 miles de millones de dólares (cerca del 2.7% del PIB) (3).

Pero, para tener una idea mejor del estado de la economía estadounidense respecto al resto del mundo, es necesario recordar que los Estados Unidos tienen un excedente en el intercambio de servicios (4) que reducen el déficit en los cambios de bienes que en 2017 era de 795 miles de millones de dólares.

Las importaciones en Estados Unidos vienen de China (22% de las importaciones totales), Canadá y México (13% cada uno), Japón (5,9$) y Alemania (5,1%). Siguen Corea del Sur (3,1%), Gran Bretaña (2,3%) Italia (2,2%), India y Francia (2,1% cada uno)

Los 10 primeros mercados de exportación estadounidense son: Canadá (19% de las exportaciones estadounidenses), México (16%), China (8,6%), Japón (4,4%), Gran Bretaña (3,7%), Corea del Sur (3,2%), Países Bajos (2,8%), Hong Kong (2,6%) y Brasil (2,4%).

 

(2 - continúa)

 


 

(1) Cfr. Financial Times, 9/5/18. El editorialista de este órgano oficial del ambiente financiero londinense, escribe en un comentario que ningún gran país soberano puede aceptar tal humillación: «Para China sería una versión moderna de los «tratados desiguales» del siglo XIX» El periodista sabe de qué está hablando, porque Gran Bretaña fue la primera potencia occidental en imponer estos tratados al decadente imperio chino.

(2) Cfr. International Monetary Fund (IMF) World Economic Outlook, abril 2018. Las cifras son nominales y en dólares corrientes.

(3) Ibidem.

(4) En los primeros puestos de servicios comerciales están, por orden de importancia, la «propiedad intelectual» (derechos de autori, cánones y otras licencias, el turismo, los servicios informáticos, las aseguradores y los servicios financieros.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Top