Una nueva publicación del Partido :
los “Quaderni de il comunista”
(«El proletario»; N° 33; Diciembre de 2024 )
Introducción
La publicación, en italiano, de los « Quaderni de « il comunista » responde a la necesidad de dotar al partido de un nuevo medio de propaganda de la teoría marxista y de las batallas de clase que han caracterizado toda la trayectoria histórica de la Izquierda Comunista de Italia, basándose en los acontecimientos históricos más relevantes y en las « cuestiones » en las que necesariamente debe centrarse la batalla política para que surjan posiciones comunistas inequívocamente revolucionarias, tanto frente al mundo capitalista burgués como frente al movimiento proletario internacional, en la lucha contra cualquier desviación oportunista del curso revolucionario correcto.
En su larga historia, el partido también sacó una revista que llevaba el título de Prometeo, tomado del nombre de la antigua cabecera de la corriente izquierdista del Partido Comunista de Italia que salió en 1924 (y en la que Amadeo Bordiga colaboraba regularmente) y que volvió a identificar la actividad en el extranjero de los camaradas vinculados a la corriente de izquierda del Partido Comunista de Italia como órgano de la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia (1928-1938) y la de los grupos de camaradas de la izquierda comunista en Italia durante la guerra entre 1943 y 1945. Reanudó su publicación regular como revista del Partido Comunista Internacionalista desde julio de 1946 hasta julio-septiembre de 1952, cuando la escisión con el grupo que se quedó con « Bataglia Comunista» quitó al partido, además del periódico, la revista « Prometeo ».
A partir de octubre de 1952, el partido saldría regularmente con el periódico « il programma comunista » ; en mayo de 1953 saldría con un dossier titulado « Sobre el hilo del tiempo » en el que se reunía el resumen de todas las reuniones generales del partido celebradas desde abril de 1951 hasta abril de 1953, demostrando la continuidad ideológica, además de organizativa, del partido que, de esta forma, más allá de la escisión, continuaba su actividad sin verse detenido y distraído por los sucios acontecimientos que caracterizaron la escisión. Este número podría haber sido el primero de una nueva revista del partido, pero, en realidad, ni las fuerzas físicas ni las financieras le permitieron cumplir esta tarea. Así, el periódico « il programma comunista » ; combinaría tanto la función de periódico del partido como la de revista, informando sobre las reuniones generales y los amplios debates, tanto teóricos como políticos, que podrían ser el contenido de una revista. En 1957, sobre la base de una actividad de reconquista teórico-política del marxismo llevada a cabo por algunos grupos de camaradas en Francia en los años anteriores, ligada al estudio en profundidad de las tesis y posiciones de la corriente Izquierda Comunista del Partido Comunista de Italia, y habiendo tomado contacto con nuestro partido en Italia, comenzó a publicarse una revista titulada programme communiste : el vínculo con el partido era evidente, tanto en el título como en la publicación regular de « Ce qui nous distingue » en cada número. Su tarea consistía en presentar el desarrollo de una actividad que adquiría el carácter de « actividad de partido » aunque todavía no formara parte formalmente del partido ; lo sería oficialmente en 1963, cuando el desarrollo de las actividades de los camaradas en Francia y Bélgica exigió la publicación regular de una revista que, en este caso, se llamaría le prolétaire. Así, programme communiste se convirtió oficialmente en la revista teórica del « partido comunista internacionalista-programme communiste » y, a partir de 1965, partido comunista internacional. Más tarde se le unirían, gracias a la integración de camaradas de otros países (España, Alemania, Escandinavia, América, Grecia) en el trabajo colectivo del partido, otras revistas : El programa comunista, Kommunistisches Programm, Communist Programm, Kommunistikó Programm, así como diarios y publicaciones periódicas en otros idiomas (portugués, árabe, turco, persa), cuya lista puede consultarse en nuestra página web www.pcint.org.
La principal necesidad del partido era, y sigue siendo, poner a disposición de camaradas y lectores de otras nacionalidades la masa de tesis y textos que originalmente sólo existían en italiano. Por ello, la forma de revista resultó ser la más adecuada. La actividad del partido en Italia, desde el punto de vista del material teórico y político de la Izquierda Comunista de Italia, tanto del período 1911-1926 como del período 1945 y décadas posteriores, desde el punto de vista lingüístico era evidentemente privilegiada, por lo que la necesidad apremiante de una revista se sentía mucho menos. Esto no quita que ciertos materiales, ciertas elaboraciones más amplias, que no siempre encuentran cabida en la revista « il comunista » o que, precisamente por la amplitud de la temática, su publicación requiere demasiados fascículos cuyo hilo conductor, con el paso del tiempo, corre el riesgo de perderse, su utilización en forma de cuaderno nos parece la más adecuada.
Siguiendo este criterio, ya en 1976 el partido sacó los « Quaderni del programma comunista » en italiano. Así pues, hoy no hay ninguna innovación particular. Retomamos la publicación de los ‘Quaderni’ con el mismo criterio y, por supuesto, con una cadencia no prefijada, ya que saldremos cuando un determinado tema esté suficientemente desarrollado.
Dedicamos el primer Cuaderno a los Ciento diez años de la primera Guerra Mundial Imperialista 1914-2024, seguirán otros sobre otros acontecimientos históricos y políticos de relevancia para el movimiento proletario y comunista, como la fundación de la Primera Internacional, la revolución húngara de 1919 y otros por el estilo.
Agosto de 2024
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A ciento diez años de la primera guerra mundial 1914-2024
Premisa
Con la aparición de este nº 1 de los Quaderni de ‘il comunista’, pretendemos poner a disposición de los camaradas, simpatizantes y lectores interesados en las posiciones del partido y sus actividades a lo largo del tiempo, materiales que forman parte de la actividad de asimilación teórica y política que el partido, en su trabajo colectivo, lleva a cabo especialmente en sus reuniones generales.
Hemos querido dedicar este primer número al tema de las posiciones marxistas ante la Primera Guerra Imperialista Mundial, recordando las posiciones expresadas por Lenin y el Partido Bolchevique en aquellos años y las posiciones de la Izquierda Comunista de Italia, que resultaron ser perfectamente coincidentes con las posiciones de Lenin a pesar de no conocerlas antes de la Revolución de Octubre.
La izquierda comunista de Italia se ha definido durante mucho tiempo como la izquierda ‘italiana’. Pero nosotros, esta definición, la hemos abandonado de buen grado a los nacional-comunistas y a los intelectuales burgueses, al igual que el adjetivo ‘bordiguismo’ con el que han querido, sobre todo con el estalinismo, definir la corriente política de la Izquierda Comunista de Italia para hacer de sus tesis y posiciones el resultado del pensamiento de un hombre determinado, en este caso Amadeo Bordiga, y no como la evolución histórica del arraigo del marxismo en Italia a través del curso de las luchas sociales y políticas que, en nuestro país, tuvieron que enfrentarse a todos los niveles -económico, social, político, ideológico, táctico, organizativo- especialmente contra la democracia burguesa y sus diversas interpretaciones : del anarquismo a la masonería, del reformismo al catolicismo, de la monarquía constitucional al sindicalismo revolucionario y al maximalismo mundano. Por esta razón histórica y política hemos sostenido que el comunismo, en Italia, nació adulto.
En Italia, el capitalismo se desarrolló menteniendo muchos focos de atraso debido al desplazamiento histórico del desarrollo económico hacia los países de Europa occidental, en particular Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, gracias a los descubrimientos geográficos de otros continentes, frenando y bloqueando así en Italia un desarrollo que ya se había injertado con fuerza en el siglo XV gracias a las relaciones comerciales con Oriente y a la pujanza de los bancos florentino, genovés y veneciano. En las regiones septentrionales -Piamonte, Lombardía y Véneto, más próximas a Francia y Alemania, ricas en vías fluviales necesarias tanto para la industria como para la agricultura- y en las meridionales, sobre todo Campania y Apulia, se formó un proletariado urbano y rural indispensable no sólo para el desarrollo económico de los diversos estados en que aún estaba dividida Italia, sino también para la lucha de la burguesía contra el feudalismo a fin de lograr la constitución del Estado unitario italiano. Si el siglo XVII fue el siglo inglés y el siglo XVIII el siglo francés, el siglo XIX fue el siglo del desarrollo arremolinado del capitalismo en toda Europa, y en América. Y el capitalismo no podía ni podía desarrollarse más que creando una masa cada vez mayor de desposeídos, de desposeídas, para transformarlos en trabajadores asalariados. En Italia, los movimientos sociales de carácter proletario, tanto en las ciudades como en el campo, se desarrollaron mucho más tarde que en Inglaterra y Francia, de cuyos movimientos, sin embargo, extrajeron experiencias que constituyeron la base de las raíces ideológicas y teóricas del socialismo francés, pero también de la ideología alemana que la burguesía italiana « ilustrada » adaptó a las características históricas de su formación. La joven burguesía italiana, ávida de beneficios y de territorios económicos que explotar, siguió los pasos del desarrollo colonial e imperialista de los capitalismos inglés y francés, aunque con menos éxito debido a su atraso capitalista objetivo, pero quería su tajada de poder colonial y la guerra de Libia contra los otomanos en 1911-12 fue una oportunidad para competir con las demás potencias europeas a nivel internacional. Pero también fue una oportunidad para que el joven proletariado italiano y el Partido Socialista demostraran que su energía de clase podía dirigirse no a favor de las conquistas coloniales burguesas (apoyadas por « sindicalistas revolucionarios » como Arturo Labriola y compañía), sino a favor de la lucha de clases antiburguesa, antimilitarista, anticolonial y antibélica. No es casualidad que precisamente en correspondencia con la oposición a la guerra italo-turca se formara la corriente política que se caracterizaría como izquierda marxista, y que estaba constituida principalmente por los jóvenes socialistas que luchaban no sólo contra el reformismo, el anarquismo y el sindicalismo revolucionario, sino también contra la burguesía democrática que se expresaba sobre todo en el parlamentarismo. Entre 1910 y 1914, en el umbral del estallido de la primera guerra imperialista mundial, la izquierda marxista en Italia se impuso como la corriente que, más que ninguna otra, era consecuente con los dictados del socialismo científico, por tanto del marxismo ; una corriente política no nace de la noche a la mañana y ni siquiera por un « líder », porque es en todo caso y siempre el resultado de un proceso histórico de lucha entre clases.
En la Historia de la Izquierda Comunista, Tomo I, § 9. Esbozando la izquierda marxista, leemos : « Desde el momento en que quedó más o menos claro que el marco del movimiento histórico de la clase proletaria se traza en el entorno y en la acción de la propia clase, es decir, desde el momento en que la crítica del capitalismo salió de la fase utópica, la doctrina fue revolucionaria en el sentido inicial de que, si una revolución en la sociedad y en el conjunto de sus formas había vencido los intereses y las reivindicaciones del tercer Estado, de la clase burguesa, una revolución histórica acompañaría el cambio de las condiciones de vida de la clase proletaria ». La historia de las sociedades humanas avanza a saltos, por fases, y el marxismo, superada la fase utópica de la crítica del capitalismo, transformó esta crítica de su forma ideológica en una ciencia, deduciendo que el desarrollo social se basa en el desarrollo de las fuerzas productivas y en el contraste -irreprimible en toda sociedad dividida en clases- entre las fuerzas productivas y las formas de producción, formas que, en el capitalismo, por tanto en la sociedad burguesa, están constituidas por las relaciones de propiedad y explotación del trabajo asalariado. Ser marxista, ser consecuente con la teoría o doctrina marxista, significa aplicar un método de interpretación de la historia y de los hechos sociales que se basa en el materialismo histórico y dialéctico, según el cual en cada gran fase histórica el desarrollo social se caracteriza por la formación, dadas determinadas relaciones de producción, de clases dominantes y subordinadas, y que la lucha entre clases dominantes y dominadas se desarrolla en dos campos : el de la lucha económica y el de la lucha política. Según Marx, el hecho físico de la lucha llevada a cabo por grupos locales, de categoría, de empresa o de oficio es irreprimible y es la base de la acción comunista, pero no es todavía lucha de clases, no es la prueba de que el proletariado se haya organizado en clase y, por tanto, en partido político, como afirma el Manifiesto de 1848.
Esta distinción es básica, y ayuda a separar inicialmente a los marxistas de todos los socialistas reformistas, sindicalistas, libertarios, culturalistas, gradualistas, evolucionistas, parlamentaristas. Pero la verdadera cualidad del marxismo sobre todas las demás teorías y todas las demás ideologías reside en considerar la lucha de clases como la lucha política no sólo por la conquista de los poderes públicos -como solía decirse-, sino por la consiguiente instauración de la dictadura de clase del proletariado, que es la forma que necesariamente tendrá que adoptar el proletariado revolucionario para constituirse en clase dominante, tal como está escrito en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx-Engels. Para que este proceso histórico revolucionario tenga lugar, no basta con que el proletariado luche en el terreno económico, sino que debe elevar su lucha al plano político. Y esta lucha no puede dejar de ser violenta porque la clase burguesa dominante utiliza y utilizará toda la violencia de que es capaz -y en la historia de su dominación de clase ha demostrado que no se pone límites a la hora de aplicar la violencia más extrema- para no perder su poder, sus privilegios que consisten sobre todo en la plena libertad de explotar a las masas proletarias en todo el mundo para arrancarles una parte cada vez mayor del tiempo de trabajo no remunerado que, en la economía capitalista, produce plusvalía y, por tanto, beneficios.
La lucha de clases, por tanto, es una lucha proletaria dirigida a la conquista del poder político, y esta dirección no puede surgir espontáneamente de la lucha económica del proletariado, aunque en esta lucha los proletarios de las diversas empresas, categorías o nacionalidades consigan unirse en organismos unitarios de defensa económica que normalmente se llaman sindicatos. Esta dirección sólo puede darla el partido político de clase, es decir, el organismo que históricamente se ha formado sobre la base de los objetivos de la lucha de clases, sobre los objetivos revolucionarios que el marxismo ha descubierto al aplicar el materialismo histórico y dialéctico, es decir, la teoría científica del desarrollo de las sociedades humanas. El objetivo histórico de la lucha de clases del proletariado es la sociedad sin clases, el comunismo.
¿Cómo puede ser portadora de la futura sociedad sin clases la clase del proletariado que lucha en todos los países del mundo, bajo la dirección de su partido de clase, para conquistar el poder político y convertirse en la clase dominante, derrocando al Estado burgués y erigiendo en su lugar el Estado proletario? La clase del proletariado es la clase de los trabajadores asalariados, la clase que no posee nada, ni los medios de producción ni la producción misma, pero es la clase que produce toda la riqueza en cualquier país, y mientras produce toda la riqueza que existe, se ve obligada a ser explotada cada vez más intensamente para recibir a cambio un salario en dinero, que es el único medio con el que comprar las necesidades básicas que el propio proletariado ha producido. Es la clase que, precisamente por sus condiciones de existencia, no tiene nada que defender en la sociedad del capital : el trabajo del proletariado -dice el marxismo- crea el capital, es decir, crea la propiedad que explota el trabajo asalariado. Y mientras este sistema no salte por los aires, mientras el movimiento revolucionario del proletariado no derroque al régimen burgués que defiende el sistema capitalista, el proletariado seguirá sufriendo la opresión capitalista en todas las formas que la burguesía de cada país adopte y adoptará para defender el sistema que le permite explotar y seguir explotando al trabajo asalariado. Sólo la aportación de la teoría revolucionaria representada por el marxismo puede abrir la perspectiva histórica de la emancipación del proletariado del capitalismo, emancipación que no sería completa si no llevara al conjunto de la sociedad humana a emanciparse de la división de clases. Por eso el proletariado lucha, aunque no sea plenamente consciente de ello, por una sociedad en la que ya no exista la explotación del hombre por el hombre. Es su condición material la que lo coloca objetivamente en esta situación. Pero su lucha, el choque social entre clases, las victorias mínimas y las numerosas derrotas en su lucha en los dos campos, el económico y el político, han producido experiencia, y de esta experiencia se ha formado la conciencia de clase. La conciencia de clase no es la suma de las conciencias individuales de cada proletario existente en la tierra, sino que es la teoría de la lucha de clases y de sus objetivos.
Como se ha dicho muchas veces, el marxismo es la teoría que tomó lo mejor de lo que la economía inglesa, la filosofía alemana y el socialismo francés podían dar en el siglo XIX ; es la teoría -no una teoría entre muchas- de la revolución del proletariado como la última revolución de clase en las sociedades divididas en clases, de alcance internacional porque internacional es el capitalismo e internacional es la clase de los asalariados. La clase burguesa es la clase que sustituyó a las anteriores clases dominantes, derrocando sus poderes políticos relativos y desquiciando los modos de producción que impedían el desarrollo ilimitado del capitalismo ; el capitalismo no es sólo el más desarrollado en términos absolutos en comparación con sus predecesores, sino el modo de producción que creó a la clase proletaria, que está históricamente destinada a derrocar el propio modo de producción que la creó para sustituirlo por un modo de producción que ya no esté dedicado al mercado, al beneficio capitalista, a la explotación desenfrenada de la mayoría de los hombres que habitan el planeta, sino a la satisfacción racional de las necesidades de la vida social de la humanidad. Para revolucionar de arriba abajo todo el sistema económico existente, en el que se ha basado hasta ahora el desarrollo social, el proletariado no puede basar su lucha y sus intereses de clase en un modo de producción más avanzado ya en formación dentro del modo de producción capitalista, como han podido hacer las clases revolucionarias anteriores, y la burguesía dentro de la sociedad feudal gracias a la propiedad privada, a la disponibilidad de capital que les permitió montar las primeras fábricas y las primeras manufacturas, a los inventos técnicos y a las primeras maquinarias que les permitieron combinar el trabajo de muchos obreros en una misma fábrica. El proletariado encuentra su fuerza material en su propia condición de trabajo asalariado, en su condición de ejército mundial de productores de toda la riqueza social, pero sólo puede encontrar su fuerza de clase en la unidad de la lucha anticapitalista y en la dirección de su partido de clase que históricamente mantiene su conciencia de clase.
La historia de las luchas proletarias, y sobre todo de sus derrotas, ha demostrado que sin la dirección del partido de clase, sin la dirección de un partido consecuentemente marxista, firme en su teoría y en su programa y hábil en su manejo -como lo fue el partido bolchevique de Lenin- para interpretar correctamente las situaciones y las relaciones de fuerza entre las clases tanto a nivel mundial como a nivel local, sin un partido a la altura de la tarea histórica asignada a la clase del proletariado, ésta no tiene ninguna posibilidad de perseguir los objetivos históricos de la emancipación no sólo de su clase, sino de toda la humanidad.
Las batallas de clase, como siempre las hemos llamado, contra cualquier claudicación reformista, gradualista, sindicalista, obrerista o parlamentarista, que han caracterizado a la Izquierda Marxista de Italia desde su formación, demuestran una perfecta alineación con las batallas de clase de Lenin y de los bolcheviques que prepararon y dirigieron al proletariado ruso en la Revolución de Octubre ; batallas de clase que, en su magnífica coherencia marxista, permitieron al comunismo revolucionario recuperar su altura teórica y política en los años cruciales en los que se jugaban las posibilidades reales de la revolución proletaria mundial. Fueron los años de la gran crisis capitalista que condujo a la Primera Guerra Imperialista Mundial, los años en los que, a pesar de la gigantesca traición a la causa proletaria y revolucionaria por parte de la Segunda Internacional socialdemócrata al estallar la Primera Guerra Imperialista Mundial y en los que el proletariado de todos los países había sido conducido por las burguesías y los socialchovinistas europeos a masacrarse mutuamente en las trincheras bajo la bandera de un nacionalismo que en lugar de combatirse en todos los frentes se asumía, en lugar de la bandera roja proletaria, como la bandera tricolor por la que el proletariado de cada país, agredido o agresor, « debía » derramar su sangre en « defensa de la patria ». Los años en que la perspectiva revolucionaria ilustrada en sus rasgos fundamentales por el marxismo desde 1848 demostró ser la única vía por la que el proletariado mundial podía finalmente liberarse de las cadenas que lo aprisionaban al sistema capitalista y burgués, liberando con su propia lucha a todos los oprimidos del mundo
Muy pocas fueron las corrientes marxistas que no sucumbieron al oportunismo y al chovinismo social : los bolcheviques, en primer lugar, la izquierda marxista de Italia, los espartaquistas de Rosa Luxemburg y Liebknecht, el pequeño partido serbio y muchos elementos dispersos aún incrustados en los partidos socialistas y socialdemócratas de la II Internacional.
Esto subraya aún más la importancia de los combates en el plano teórico y político general gracias a los cuales, sobre la base de la revolución proletaria victoriosa en Rusia, fue posible, por iniciativa específica de los bolcheviques, establecer, en plena guerra civil en Rusia de la III Internacional en 1919, a la que fueron invitados todos los partidos y corrientes marxistas sobre la base de su actitud antinacionalista y antichovinista frente a la guerra imperialista y de las Tesis -definidas más tarde en el segundo congreso de 1920- que debían ser las piedras angulares de las posiciones comunistas válidas para todos los partidos adherentes. Hay que subrayar que, aunque todavía no constituida como partido comunista tras la ruptura con los reformistas del PSI, la izquierda marxista de Italia -organizada en la Fracción Comunista abstencionista a nivel nacional en torno al periódico Il Soviet de Nápoles-, invitada al segundo congreso del I.C. directamente por Lenin, figuraría entre las raras y firmes formaciones marxistas de Occidente que aportarían una valiosa contribución a las tesis de la Internacional sobre la base de su larga experiencia en las batallas de clase en defensa de la teoría marxista en su conjunto y contra la democracia burguesa en el seno del propio PSI : su contribución fue particularmente notable sobre las condiciones de adhesión a la Internacional y sobre la cuestión del parlamentarismo.
Sobre las Condiciones de admisión en la I.C. basta señalar aquí que la enmienda propuesta por Bordiga a la 16ª tesis obligaba a los partidos que quisieran ingresar en la I.C. a modificar el viejo programa socialdemócrata por un « nuevo programa en el que figuren de manera inequívoca los principios de la III Internacional, en plena consonancia con las resoluciones de los congresos mundiales. La minoría que vote en contra del nuevo programa deberá, en virtud del mismo voto, ser excluida del Partido. Los Partidos que ya se hayan adherido a la III Internacional sin haber cumplido esta condición, deberán convocar lo antes posible un congreso extraordinario para ajustarse a ella », fue aceptada y transformada en la 21ª condición (1). En efecto, Bordiga había afirmado que « los elementos de derecha aceptan nuestras tesis, pero de manera incompleta, con mil reticencias. Debemos exigir que esta aceptación sea total y sin reservas, tanto en el terreno de la teoría como en el de la acción ».
Sobre la cuestión del parlamentarismo, la izquierda marxista en Italia se remitió a las Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista del PSI (Conferencia Nacional de Florencia, 8-9 de mayo de 1920) en las que reiteraban que « el objetivo de la acción del Partido Comunista es el derrocamiento violento del dominio burgués, la conquista del poder político por el proletariado, la organización del proletariado en clase dominante », en perfecta coherencia con el Manifiesto de 1848 y las tesis de la C.I., subrayando que « Mientras que la democracia parlamentaria con la representación de los ciudadanos de cada clase es la forma que adopta la organización de la burguesía en clase dominante, la organización del proletariado en clase dominante se realizará en la dictadura proletaria, es decir, en un tipo de Estado cuyos representantes (sistema de consejos obreros) serán designados únicamente por los miembros de la clase obrera (proletariado industrial y campesinos pobres) con exclusión de la burguesía de los derechos electorales ». En su crítica a la ideología del liberalismo y de la democracia burguesa, las Tesis de la izquierda marxista de Italia y de la I.C no tienen ninguna discrepancia, como por otra parte las Tesis sobre el parlamentarismo, salvo en la cuestión táctica del « parlamentarismo revolucionario », preconizado por Lenin, Zinoviev, Bucharin, Trotsky, con el que los bolcheviques creían poder influir en las masas proletarias que aún seguían a los partidos reformistas y oportunistas, incluso mediante la acción política en el seno del parlamento burgués para demostrar que la institución parlamentaria sólo estaba al servicio de la clase dominante burguesa, trabajando así sobre su contradicción más evidente. Es bien sabido que la izquierda marxista de Italia, respetando las declaraciones de disciplina política hacia la C.I., aceptó la táctica del « parlamentarismo revolucionario » porque estaba inserta en los firmes principios de la lucha general contra la democracia burguesa, y fue la única corriente del comunismo occidental que la aplicó rigurosamente sin ceder a la actitud parlamentarista de compromiso que caracterizaba a todas las corrientes reformistas y socialchovinistas.
Los años posteriores demostrarían que, en virtud del terreno político recuperado por las corrientes oportunistas en el período en que se retrasó la revolución proletaria en Occidente y en que los partidos comunistas de los países occidentales no se formaron sobre bases teóricas y programáticas tan firmes como las del bolchevismo leninista y la izquierda comunista en Italia, el parlamentarismo « revolucionario » se reducía a un parlamentarismo podrido tout court, burgués en todos los sentidos, con el agravante -en lo que respecta a Italia- de aparecer como un bastión a defender contra el ascenso del fascismo y sus incursiones escuadristas.
En este Cuaderno hemos recogido los informes dados en diversas reuniones generales del partido dedicadas al centenario de la Primera Guerra Imperialista Mundial, que luego se publicaron en diez entregas en ‘il comunista’ (empezando por el nº 142, de febrero de 2016, continuando en los nº 143, 145, 147, 148, 149, 150, y terminando en los nº 163 y 164 de 2020. No hemos incluido aquí el fascículo (publicado en el nº 159) dedicado a la tragedia del proletariado alemán en la primera posguerra (Alemania 1918-1919 : El trágico retraso del partido), ya que este tema específico fue objeto de la reimpresión ‘el comunista’ nº 14 de junio de 2021 titulada, precisamente, La tragedia del proletariado alemán en la primera posguerra.
En el Apéndice recogemos algunos escritos de 1914-1918 de Amadeo Bordiga, el más firme y consecuente exponente de la izquierda comunista en Italia y a nivel internacional ; un extracto del discurso de Bujarin en el IV Congreso de la IC sobre la cuestión de la « defensa nacional » en caso de ataque de ciertos estados burgueses al estado proletario ruso y la actitud a tener hacia otros estados burgueses que hacen la guerra contra los estados que atacan a la Rusia proletaria ; el artículo de Bordiga de enero de 1923 que trata del mismo tema, y concluimos con un artículo publicado por el partido en il programa comunista de 1954, en la serie Questioni storiche dell’Internazionale comunista, titulado Il comunismo in Italia nacque adulto.
El material consultado esamplio, comenzando por la Historia de la Izquierda Comunista, vols. I , I-bis y II, para continuar con los discursos y escritos de Bordiga a partir de 1912, referidos a la guerra de conquista de Libia y a la primera guerra imperialista mundial, hasta la constitución de la corriente de izquierda marxista en el seno del PSI, que sería la corriente que fundaría el Partido Comunista de Italia, dirigiéndolo durante los tres primeros años, hasta que las posiciones marxistas firmemente revolucionarias defendidas a capa y espada por los bolcheviques (Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin, etc.) empezaron a corroerse por las claudicaciones tácticas y organizativas en sentido democrático-oportunista, de las que luego se convirtieron en vectores involuntarios los propios artífices de la Revolución de Octubre y de la creación de la Internacional Comunista, hasta que la Internacional se abrió al oportunismo más podrido que se caracterizaría como estalinismo. Con la teoría de la « construcción del socialismo en un solo país » se coronó la falsificación general del marxismo, decretando la victoria completa de la contrarrevolución burguesa que, para el movimiento obrero, tomó el nombre de estalinismo precisamente por haber hecho pasar el desarrollo de la economía capitalista en Rusia como « construcción del socialismo » y, en consecuencia, el Estado ruso erigido sobre la victoria revolucionaria de octubre de 1917 como Estado proletario y « socialista » y el partido comunista que lo dirigía como partido dirigente del proletariado mundial. El renacimiento del movimiento revolucionario y comunista sólo podía basarse en la restauración de la doctrina marxista y el ajuste de cuentas con la contrarrevolución estalinista. Esto lo hizo una única corriente política que resistió al tsunami estalinista, aunque reducida a muy pocos elementos : la Izquierda Comunista de Italia, que asumió la tarea de restaurar el marxismo revolucionario ya durante la Segunda Guerra Imperialista Mundial, base indispensable para la reconstitución del partido de clase, comunista e internacional.
(1) Cfr. « Sulle condizioni d’ammissione all’IC », Protokoll des II. Weltkongress der Kommunistische Internationale, Hamburg, 1921, pp. 282-286. VI sesión, 29 julio 1920. En A.Bordiga, Scritti 1911-1926, vol. IV, Ed. Fondazione Amadeo Bordiga, Formia 2011, p. 268.(1) Cfr. Sullecondizionid’ammissioneall’IC, Protokoll des II. Weltkongress der Kommunistische Internationale, Hamburg, 1921, pp. 282-286. VI seduta, 29 luglio 1920. In A.Bordiga, Scritti 1911-1926, vol. IV, Ed. Fondazione Amadeo Bordiga, Formia 2011, p. 268.
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