Venezuela no está blindada contra la crisis mundial, menos aún contra la explotación y la lucha de clase

(Suplemento N° 9 de «El programa comunista» N° 48; Diciembre de 2008)

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A pesar de la propaganda del chavismo en torno a la crisis mundial, difundiendo a comienzos de año que la misma no golpearía a Venezuela, asegurando que la revolución bolivariana blindaba (¿?) a la Patria contra esas cosas, la terca realidad ha hecho reconvenir a los politiqueros y economistas del gobierno, las opiniones que tenían sobre algo congénito al sistema capitalista, objetivamente imposible de eludir.

 

Desde entonces, el clan de aprendices que administra las cuentas, es decir, los planificadores y ministros de la economía, en medio de mil piruetas y crasas mentiras que todavía andan diciendo (1), se han visto obligados a elaborar un plan de endeudamiento para paliar los efectos de esta crisis que, además, pone en peligro muchos de los planes sociales con los que el gobierno «socialo-chavista» cimenta su poder y su «socialismo Siglo XXI», por ejemplo, las famosas y muy controversiales «misiones».

Y no solamente ha sido la baja del precio del barril la causante de la situación actual. La economía venezolana, muy parecida a la de los emiratos árabes, dependiente como la de estos de la variante petrolera, sufre además una baja – siempre directamente relacionada con la recesión mundial – en la producción industrial general.

En momentos en que terminábamos de redactar este artículo, aparecen las cifras (– 4,5% de PIB) del primer y parte del segundo semestre económicos; con ellas en mano, las autoridades del BCV (Banco Central de Venezuela) vienen de anunciar oficialmente la temida recesión contra la cual el gobierno había, supuestamente, alejado y protegido al país. Peor desmentido no ha podido recibir tanto triunfalismo chavista.

 

Razones del endeudamiento de la Administración Chávez

 

Ante todo, para llegar a esta coyuntura económica ha sido necesario que el precio del barril de petróleo descendiese y condujese al país sureño a la candente situación político-social actual, en que todo comienza a deteriorarse persistentemente, sin que el poder burgués pueda hacer algo para detener este ineluctable curso que depende sobre todo de la buena – o mala – salud de la economía mundial, la cual continúa dando sobresaltos, a pesar de los cantos de sirena de un Obama, apurado en anunciar que lo peor ya ha pasado y que la recesión-USA ya ha terminado [¿para dar paso a qué?].

Sería de muy mala fe no recordar que, en Venezuela, la pasada década fue una década de fastos y fiestas, de derroche y despilfarro; lo cual no significó una mejora sustancial de los niveles de vida del proletariado ni, mucho menos, una disminución o desaparición de la explotación capitalista de su fuerza de trabajo; pero sí un vasto y súbito enriquecimiento de burgueses – junto al irresistible ascenso de la llamada «boliburguesía» –  y de amplias capas de la pequeña burguesía que alimentaron un exuberante mercado de consumo de «lujo»; de allí que la política de «prebendas» del régimen para ganarse a la población no ha sido más que una expresión de aquella opulencia. Por otra parte, durante todos estos años, los burgueses no han hecho sino succionar al Estado, mientras que la base productiva del capitalismo venezolano, fuera de la explotación petrolera, no se ha desarrollado sino marginalmente.

Por ello, obligado a descender a la difícil actualidad económica, el gobierno Chávez ha tenido que recurrir en un primer momento al crédito (Japón y Brasil), es decir, a un endeudamiento masivo como vamos a ver más adelante, y luego a la venta masiva de bonos con pago a futuro.

Es preciso aclarar que existe un endeudamiento del Estado correspondiente al parasitismo de la clase capitalista en su conjunto, cualquiera sea el sector; además, cuando las posibilidades de ganancias se hacen raras en la actividad productiva propiamente dicha (industrial u otra), entonces los burgueses se tornan hacia actividades especulativas de todo tipo, en este caso, la subasta de bonos, etc.

Ahora, este endeudamiento no son dos lochas, sino alrededor de 52 mil millones de dólares que prometen acrecentarse con el paso del tiempo (2), garantizados o respaldados sólo con un petróleo – y otras materias primas provenientes de PDVSA y otras industrias nacionalizadas o re-nacionalizadas – que todavía no ha salido a la superficie, contando con que este producto insignia de la economía venezolana será sobrevalorado en el futuro. Por supuesto que la banca local y cientos de apostadores-accionistas individuales no han visto ningún obstáculo en hacer de estos bonos públicos un negocio como cualquier otro. Así, su subasta o venta a futuro ha sido la fórmula hallada por el gobierno para conseguir dinero fresco, sin tener que recurrir a esas «horrorosas» instituciones supra-estatales llamadas FMI y Banco Mundial (3). Estos bonos comprados al Estado no pasan de ser sino una inversión como cualquier otra – aquí el porvenir de esta inversión no importa, el mercado especulativo-bursátil se encargará de validar o no la apuesta, o lo bien o mal fundado de la inversión. El capitalismo sólo encuentra su potencia en la ganancia inmediata, en el beneficio de hoy, poco importa si mañana el papel – sellado y firmado – que, luego de su apogeo, habrá pasado como papa caliente por decenas de manos, no alcance otro precio que el de su desgastado uso físico.

 

Descenso de popularidad de Chávez y desencanto social

 

Está muy claro que la popularidad del mandatario venezolano se ha venido reduciendo como piel de zapa, aunque menos visiblemente ya que los medias (pro-chavistas o anti-chavistas) ayudan a la confusión general, dado que estos no buscan la objetividad sino la grandilocuencia o la exageración en pro o en contra del chavismo. Pero, la realidad de la calle y de los conflictos sociales están allí para desmentir y dar cuenta de lo que está pasando con el mandatario venezolano. Ahora, al viejo slogan: «Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo», puesto de moda en plena efervescencia social luego del intento fallido de golpe de Estado, un cronista anti-chavista le ha agregado irónicamente: «Sin agua, sin luz y sin empleo, ¿con Chávez me resteo?», no sin cierta razón y en relación directa con la dura realidad que confrontan actualmente los proletarios en Venezuela.

 ¡Hasta los mismos comicios internos para elegir delegados al 1° Congreso del PSUV, realizados el 15 de noviembre, con la participación supuestamente masiva y popular de las bases del partido de gobierno, fueron masivamente desertados!

 

Tensión social in crescendo

 

Las cifras son testarudas con respecto a los discursos con los que el chavismo pretende disfrazar la realidad: en el solo mes de octubre de 2009 hubo 450 manifestaciones de descontento social (2221 desde el comienzo del año), de las cuales 146 corresponden a las consecuencias que sufre la población y la producción misma, debido a la falta de electricidad, producto directo del déficit nacional de energía situado alrededor de 700 MW por año. Cabe destacar que Venezuela depende de fuentes hidroeléctricas para su red energética, pero, dependiendo sólo de este recurso natural, las diversas administraciones pasadas y presentes no pudieron, o no quisieron, prever el lógico aumento del consumo de electricidad, paralelo al desarrollo económico y demográfico de estos últimos 20 años en el país. No es casual que a los capitalistas les interese más la ganancia inmediata que los beneficios futuros – recortando justamente las costosas inversiones que exigen las viejas infraestructuras.

A las manifestaciones arriba mencionadas, le siguen 137 movilizaciones laborales reivindicando diversos derechos, 75 movilizaciones relacionadas a problemas diversos debidos a fallas o ausencias en los servicios públicos urbanos, 33 actos de protestas contra la delincuencia y la «inseguridad» (en este mismo mes se produjeron 564 muertes violentas, de jóvenes oscilando entre 18 y 25 años la mayor parte) que ha hecho incluso 58 víctimas mortales, desde comienzos de año, en las mismas filas de la policía. Por último hubo 15 manifestaciones reclamando un techo para vivir. El mismo dirigente (de la oposición) que aporta estas cifras a la prensa admite que (en estas movilizaciones y manifestaciones) «la población demanda sus derechos independientemente de su posición ideológica» [y que] «las expectativas sociales permanecen insatisfechas» (4).

 

Salidas desesperadas a la crisis menudean cada vez más

 

La más significativa de estas salidas ha sido la aguda represión que actualmente sufre el movimiento obrero, sindicalizado o no: además de las diversas represiones puntuales que se producen en cada conflicto (en los últimos tiempos no se conoce conflicto que no haya sido reprimido por la vía de la fuerza), donde no falta la matraca y hasta el disparo de fusil, pero aquí la violencia policial ya se ha desbocado: 10 heridos por bala, algunos de gravedad, fue el saldo de la manifestación realizada, a mediados del mes de octubre,  por los trabajadores de la Universidad pública de Caracas (UCV), reclamando el simple respeto al compromiso por parte del gobierno de honorar los diversos contratos colectivos firmados anteriormente. Más emblemático aún ha sido el episodio  del 23 de noviembre, cuando las instalaciones de Sidor amanecieron tomadas por tropas militares: los obreros respondieron con un paro inmediato de sus labores. Al día siguiente, la empresa se apuró en dar un desmentido sobre esta «supuesta» militarización de la empresa, «explicando que se trató de un simulacro». [Nada menos que una seria advertencia, con AK-101 y dedo índice al aire...](5)

Y más inquietante aún está el hecho cobarde y patriotero por parte del gobierno de llevar a tribunales burgueses las querellas contractuales y laborales de los trabajadores de Sidor: más de trescientos trabajadores y sindicalistas han sido remitidos a las instancias regulares de justicia; razón invocada: haber hecho sabotaje a la producción puesto que se supone que ésta está «socializada y nacionalizada», es decir, ¡por haber realizado huelgas o paros laborales reclamando sus derechos! [Pero, ¿quién sabotea? ¿Acaso el gobierno no se ha visto en la penosa necesidad de cortar la luz 5 horas diariamente, allá en Sidor, a causa del ya mencionado déficit energético (6)? ]

Para que no queden dudas sobre este chantaje del gobierno (quien a su vez llama «chantajistas» a los propios trabajadores que hacen huelgas), están las opiniones del diario ultra-amarillista «VEA» (p.16, 16/11/2009), a propósito de un paro de 8 horas, realizado el 13 de noviembre por los trabajadores de Sidor: «Al parecer estas personas desconocen la gran crisis económica por la que atraviesa el mundo [¿?], los bajos precios del acero y las grandes pérdidas, paralizó las plantas por más de 28 días, con pérdidas multimillonarias» (7).

¡Es evidente que la necesidad de comunismo que subyace en cada lucha obrera, nada tiene que ver con patrias, ni con salvar al capitalismo de sus debacles!

 

Chávez hace la guerra para conseguir la paz... social

 

Obviamente toda la situación anteriormente descrita expresa e implica una aguda presión y tensión sociales, a las cuales el gobierno chavista no halla cómo responder, pero que tampoco puede esquivar. Asfixiado y acorralado como está,  Chávez no ha encontrado nada mejor que un llamado a la defensa de la Patria – que, además, es «socialista» – de una supuesta e inmediata agresión yanqui, ejecutada por el Estado colombiano contra su gobierno: todo un chantaje en nombre de la Patria mancillada y en peligro inminente de agresión bélica por parte de Colombia, etc., etc. cuyo propósito no es otro que el de fabricarse una válvula de escape a todos los conflictos sociales que van aumentando en cantidad e intensidad cada hora y cada día que pasa. Esto nos recuerda una cierta guerra de las Malvinas…

Después que el gobierno venezolano decidió cerrar su frontera con Colombia, tomando como pretexto la instalación de 7 bases militares norteamericanas en ese país, lo que ha generado, además, una profunda desarticulación social, laboral y comercial en toda la zona limítrofe, vinieron concretamente las declaraciones del Sr. Chávez del domingo 8 de noviembre, llamando al «pueblo de Venezuela a prepararse para la guerra». Pero esto no dejó de crear un zafarrancho de críticas a nivel nacional e internacional (unas 16OO en toda la prensa latinoamericana fueron contabilizadas por responsables del PSUV), obligando al mandatario venezolano a desdecirse y a justificar que se trataba de un malentendido, haciendo piruetas semánticas sobre lo que ya había dicho. Esto no dejó indiferente a nadie sin embargo, sobre todo a los proletarios que no veían cómo iban a hacer una guerra a los colombianos, con los cuales les toca convivir y cohabitar cotidianamente – ¡nada menos que con 5 millones de hermanos de sangre dentro del propio país! Y, además: ¿Cómo van a hacer para enfrentar a colombianos de ambos lados de la frontera? ¡Cosas de locos!

Y no es necesario recurrir a la crítica marxista para confortar el derrotismo comunista que merece este tipo de maniobra y amenaza patrioteras: el redactor en jefe y dueño del diario «Tal Cual», el antiguo guerrillero y político social-demócrata de toda la vida, Teodoro Petkoff, el hombre a quien toda la prensa internacional consulta cuando ocurren estos episodios en Venezuela, denunciaba que esta enésima declaración escandalosa del mandatario venezolano no era más que una nueva artimaña para distraer a la población, que no cesa de reclamar las promesas no cumplidas por parte de su gobierno, lo que implica una gran presión sobre sus dirigentes y diferentes administraciones y ministerios (8).

A pesar del acostumbrado volte-face chavista, quedan las declaraciones incontestables no sólo de Chávez, sino también del Alcalde del distrito Libertador, Jorge Rodríguez (acompañado por la ministro del Trabajo, Iglesias), llamando a las milicias (ejército paralelo, supuestamente popular, pero siempre y cada vez más dependiente de la jerarquía del ejército nacional burgués…) a prepararse para la guerra, declarando textualmente que «es la hora para cada venezolano de decidir de qué lado va a estar en caso de un conflicto [con Colombia]» (9).

Por supuesto que la prensa internacional lo pensará dos veces antes de reseñar las verdaderas intenciones de las salidas – ya no tan impredecibles –  de Chávez, esperando que sus declaraciones serán «aclaradas», y se revelarán, como lo acostumbrado, todo lo contrario a lo que la víspera había grotescamente gritado de la boca para afuera. 

 

« Divide y vencerás »

 

Otro elemento, nada residual, que emerge de estos sarampiones militaristas y nacionalistas – y que los revolucionarios proletarios deberán enfrentar en el futuro –, va a ser la voluntad del chavismo de generar un proceso de segregación del proletariado colombiano in situ. «Necesario será dividirlos primero, para enfrentarlos después»: se les oye pensar a las clases dominantes a ambos lados de la frontera colombo-venezolana; urgidos como están, tampoco habrán dejado de frotarse las manos y salivado ante un futuro conflicto armado de dimensiones regionales; eso es lo que tiene que estar aconsejando al instinto de supervivencia burguesa, más aún cuando la situación social se encuentra muy álgida y amenaza en todo momento con estallar, tal como ya sucedió en Venezuela un 27-28 de febrero de 1989 de ingrata recordación, y, como pudo haber ocurrido en un abril de 2002, luego de la declaración de golpe de Estado, y la secuestración del actual mandatario venezolano.

 

 El Leviatán de la inflación

 

Para terminar quisiéramos referirnos brevemente a ese monstruo marino que ha arruinado y carcomido toda credibilidad – y veleidad «socialista» – al chavismo, y que es uno de los problemas esenciales que el gobierno no ha podido, no puede, ni podrá controlar. Este visitante indeseable – la inflación – ya se perfila en por lo menos un 30% para finales del año. Ya para el mes de septiembre había sumado 2,5%, pero bajando levemente a 1,9% al mes siguiente. Hay que aclarar que esta última baja no se debe a la buena voluntad de los comerciantes, o a la efectividad de las medidas anti-especulación de Indepabis (órgano institucional contralor de los precios al consumidor), sino a la ausencia sustancial de consumo de los principales productos de primera necesidad, lo que obliga al comerciante a dejar momentáneamente quieto el precio de la mercancía: en cualquier mercado se puede oír frecuentemente a cualquier ama de casa decir a su hija que la acompaña a las compras: —«hija, este mes vamos a tener que comer granos (frijoles), en vez de carne»…

Como vemos, estas peripecias cotidianas no son más que medios irrisorios para enfrentar la inflación que ha golpeado, y seguirá golpeando el salario real y las condiciones generales de los proletarios. Esta ya se ve reflejada en los índices de pobreza que de nuevo comienzan a aumentar (33,6 %, según el Instituto Nacional de Estadísticas) pese a todos los esfuerzos tales como los dispositivos puntuales (Mercal/Pedeval, casas de alimentación) implementados por el gobierno para frenarla o controlarla. Pero todos estos esfuerzos institucionales del gobierno funcionan cada vez de menos en menos.

Es que es tan desesperante la ignorancia dentro del partido de gobierno, para dar una respuesta coherente al tema de la inflación, que hasta altos representantes y funcionarios del Estado se atreven a lanzar perlas como ésta: «los actuales índices y método (de medición de la inflación) no son nuestros ni caribeños [¿?] ... «Son importados de otros sitios [¿?] ... Hay que tomar en cuenta variables como ‘las matemáticas y el amor’ [¡sic!]» (10).

La inflación significa también depreciación del valor de la moneda, la cual puede ser provocada por diversas razones, por ejemplo, un choc exterior tal como fue el aumento brutal de los precios del petróleo, a mediados de los 70' del siglo pasado, que fue aprovechado por los grandes industriales para aumentar los precios de sus productos (v.g. precio de la gasolina al consumidor) y multiplicar sus ganancias. En definitiva, el choc petrolero hizo que sus costos recayeran sobre otros, es decir, sobre los salarios reales de los proletarios, o sobre las monedas (devaluación) que disminuyen esos salarios reales. De manera que para un país petrolero como Venezuela, la otra cara menos risueña del aumento de los precios de sus propias materias primas es el boomerang de los altos precios de los otros productos que este debe comprar en el exterior, de preferencia aquellos que vienen de los mismísimos Estados Unidos de América.

En última instancia, ya que se trata de un alza general de precios, la inflación no es más que un medio para disminuir el salario real, puesto que no es por azar que este último jamás aumente tan rápido como los precios de los productos. La inflación es y será, por antonomasia, siempre un ataque de toda la clase burguesa – y no de una pequeña capa de «especuladores», diferente a la de los bondadosos burgueses – contra los proletarios.

La única forma para los proletarios de luchar contra la inflación es la de desarrollar su lucha de clase independiente por mejoras salariales, sin confiar en el Estado, defensor de los intereses capitalistas, que jamás será capaz de emprender medidas contra estos intereses.

 

Epílogo

 

Forzadas por la recesión mundial a pedir créditos, quiéranlo o no, las autoridades venezolanas tienen que ahorrar o simplemente disminuir los amortiguadores sociales que, a final de cuentas, no son más que las migajas miserables que ha dejado el boom petrolero. Todos estos dispositivos están destinados irremediablemente a reducirse o a desaparecer.  Esto, el chavismo no puede, ni quiere, comprenderlo.

Pero, semejante al hipócrita humanitarismo de Pio XII hasta nuestros días, nuestros actuales reformistas podrán llorar a moco suelto por el abismo, cada vez más ancho y profundo, entre pobres y ricos, pero jamás – ¡vade retro Satanás! – se les ocurrirá la idea de poner en tela de juicio la eternidad de la sacrosanta propiedad privada consustancial a este abismo.

Qué más queda sino la impía y anti-nacional revolución proletaria, la verdadera, la expropiadora de los expropiadores.

 

 


 

(1) Por ejemplo, el Pinocho de este gobierno, el Ministro de Economía y Finanzas, el señor Alí Rodríguez Araque, en su peculiar «lengua de palo» y sin pestañear, dice que:

 «Venezuela puede perfectamente superar la desaceleración económica de los dos últimos trimestres y remontar en el primer trimestre del año, gracias fundamentalmente al petróleo (...) Lo importante es si podemos salir de esto que la gente está caracterizando como una crisis. Para nosotros ha sido una simple desaceleración después de cinco años de crecimiento y de verdad podemos salir perfectamente» (Últimas Noticias, p. 16, 20/11/2009):

 ¿Salir perfectamente de qué, de la crisis o de la desaceleración? ¿Lapsus? ¡Porque desfachatez y caradurismo no le faltan al funcionario más embustero del chavismo!

(2) Durante una entrevista radial (Unión Radio, 99.9 FM,16/11/09, 8am.), un conocido economista universitario, crítico furibundo de las orientaciones económicas de la Administración Chávez, cifraba este proceso de endeudamiento, iniciado a comienzos del año, en más de 100 mil millones de dólares…

(3) Pese al rechazo «soberano» de los créditos del FMI, en agosto de 2009, Venezuela recibió en DEG (Derechos Especiales de Giro) la cantidad de 3.434 millones de dólares, de un fondo de US$250 mil millones que el FMI decidió destinar a sus socios para paliar los efectos recesivos de la crisis mundial. (Cf. Economista.noticias24.com 15/9/09, TalCualDigital.com 15/9/09).

(4) Cf. Diario «Últimas Noticias», p. 14, 5/11/2009.

(5) Cf. Ibídem, p. 18, 24/11/2009.

(6) Según un miembro del sindicato Unidad Matancera: «Los horarios de paralización temporal de la siderúrgica venezolana para racionar la electricidad restan productividad a Sidor y generan daños en la maquinaria de la empresa. La última semana en la planta siderúrgica han parado las planchones y palanquillas, la justificación es supuestos planes de mantenimiento, pero los trabajadores sabemos que es para racionar la energía eléctrica, desde las 6 de la tarde a las 11 de la noche, son cinco horas, pero activar el arranque de una línea de producción es de 3 a 5 horas, se lleva dos turnos de trabajo e incide sobre la productividad»

Cf. http://www.unionradio.net/Actualidad/index.aspx#&&NewsI d=29988).

(7) En esa misma nota del diario en cuestión, aparecen las declaraciones del Presidente ejecutivo de Sidor amenazando con «denunciar ante el Ministerio Público (Justicia) para que sean enjuiciados a estos promotores de este daño al patrimonio de todos los venezolanos (¡sic!), porque no se puede tolerar este comportamiento de unos líderes que se dicen ‘socialistas’ y lo que hacen es promover actos contra el patrimonio económico de la nación».

(8) Cf. Diario «Tal cual», pp. 1-2, 10/11/2009.

(9) Cf. Ibídem, p. 3.

(10) Cf. Declaraciones textuales de la ministra para la Alimentación, Erika Farías, en septiembre de 2006, recogidas por el diario «El Universal», 29/09/2006, p. 1-14.

 

 

Partido comunista internacional

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