Grecia:

¡Lágrimas y sangre para el proletariado!

¡He aquí la receta que predica la burguesía mundial contra la crisis!

( Suplemento N° 11 de «El programa comunista» N° 48 ; Septiembre de 2010 )

 

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El proletariado está siendo sometido actualmente a una política de lágrimas y sangre por parte de la burguesía dominante, y sólo podrá encontrar una perspectiva y un futuro reiniciando la lucha bajo su propia bandera de clase, rechazando no sólo las medidas asesinas que el gobierno ha tomado contra los trabajadores, sino también los llamados a la «solidaridad nacional», a los «duros sacrificios por el bien del país», a la «defensa del país y la democracia».

A lo largo de 2009, y en estos primeros meses de 2010, la clase obrera en Grecia se ha levantado, luchando con gran determinación - a pesar de la influencia ejercida por los sindicatos y los partidos políticos colaboracionistas - contra una situación social inestable desde hace tiempo, contra el desempleo que crece cada día más y más, contra el ostensible deterioro de sus condiciones de trabajo y de vida, contra la incertidumbre y el desempleo que se abaten sobre una gran parte de la juventud proletaria de Grecia.

Los grandes sindicatos como el GSEE del sector privado, y la ADEDY y el PAME, en el sector público, ligados al PASOK y al KKE (partido «comunista» griego), siguen ejerciendo su rol de pacificadores y bomberos sociales, tratando de aislar a los estratos más combativos de los trabajadores y de apaciguar las tensiones que inevitablemente se han acumulado. ¡Estos sindicatos de puro nombre han orientado las llamas de la revuelta social hacia la «defensa del país contra la bancarrota», utilizando la infame retórica del patriotismo y el aporte histórico de la Grecia antigua a la civilización!

Desde hace tiempo estaban en el aire, las severas medidas de austeridad que el gobierno Papandreou debía tomar, y que el parlamento viene de sancionar por mayoría. Eran las garantías que exigía Alemania (y la Unión Europea) y el FMI para salvar al Estado helénico de la bancarrota. Estas medidas debían ser aprobadas a sangre y fuego, puesto que la clase burguesa helena no tenía más alternativas: o aplicaba el aguacero de medidas antiproletarias exigidas por Bruselas y Nueva York, aceptando las altas tasas de interés por tres años, al final de los cuales deberá restituir dicho crédito, o era expulsada violentamente de todos los grandes negocios (armamento, transporte marítimo e inmobiliario) que hasta hoy detentaba y gozaba sin ningún complejo.

¿Acaso alguna vez se ha visto a una burguesía resignarse a su propia destrucción? ¿Acaso una clase burguesa débil como la que hay en Grecia, cedería a otras clases burguesas más fuertes, como la alemana o la americana, sin antes descargar sobre sus esclavos el peso de su debilidad y de sus crisis? ¡JAMÁS!

Ni del gobierno de Papandreou, ni de las fuerzas políticas, que por décadas han practicado el colaboracionismo interclasista, en nombre de la «economía nacional» y de la «democracia», se podía esperar ese suicidio imposible.

En Grecia, una minoría de grandes capitalistas ha acumulado un montón inmenso de beneficios, explotando de manera metódica el trabajo asalariado de los proletarios; ha sacado privilegios económicos, políticos, sociales de los proletarios griegos, de los proletarios inmigrantes, tanto clandestinos como naturalizados, tanto de los viejos como de los jóvenes, y ha logrado muy bien distribuir algunos privilegios aumentando los puestos de trabajo en el sector público, otorgando además dos meses de utilidades por año, jubilación a los 55 años, etc., estableciendo una serie de prebendas con el fin de suavizar las tensiones sociales, corrompiendo a fondo y sistemáticamente a un proletariado que siempre y a pesar de todo ha dado signos de sufrimiento, pero también de rebelión. La crisis financiera y sobre todo la crisis económica en que se encuentra, ha puesto contra las cuerdas a la encantadora burguesía helénica que no ha esperado mucho tiempo para encauzarla directamente hacia sus proletarios.

Más de una vez, la clase proletaria helena se ha declarado en huelga, ha bajado a la calle a manifestar su malestar, su rabia, su sufrimiento frente a condiciones de vida y de trabajo cada vez peores, condenándolos cada día más al hambre y la miseria. Pero en Grecia, como en el mundo entero, el proletariado no puede contar con organizaciones sindicales de clase, mucho menos con un partido proletario digno de ese nombre. Y eso, como miles de veces hemos denunciado, se lo debemos al estalinismo que ha destruido estas organizaciones, que ha impedido incluso el nacimiento de ellas. Pero el oportunismo, estalinista por excelencia, y que hoy se ha ramificado en cientos de riachuelos que confluyen sustancialmente en el mismo pantano de la defensa de la democracia y de la economía del país - premisa de lo que será mañana la defensa de la «patria» en período de guerra imperialista - hace acto de presencia precisamente en situaciones de tensión social; situaciones provocadas por la crisis capitalista que precede la actual crisis política de la clase dominante; se presenta, pues, como el arma más eficaz en mano del poder político burgués para controlar, frenar, desviar, fragmentar y derrotar al movimiento del proletariado.

El oportunismo no es sólo aquel que se declara abiertamente pacifista, reformista y legalitario, el que condena cualquier acto de violencia que venga del proletariado, en respuesta a la violencia sistemática del capital y los capitalistas en el plano económico y social, confirmando así el monopolio total de la violencia que detentan las fuerzas del Estado. El oportunismo, en la medida en que la realidad se modifica, se modifica él también. Sin dificultad llega incluso a tomar formas radicales y violentas, que a veces se asemejan a la provocación. Esto ya ocurrió en las manifestaciones de masa harto pacifistas y democráticas de Génova, en 2001, durante la famosa reunión del G-8, en el que brigadas de verdaderos provocadores (unos vestidos de policía, y otros vestidos de «black blok») insertaron sus acciones, logrando presentar toda la manifestación como «violenta», lo que justificó la violencia estatal.

El miércoles 5 de mayo, en Atenas, durante la huelga general de los empleados públicos, a la que se sumaron numerosos trabajadores del sector privado, a los enfrentamientos entre manifestantes y policía anti-motines se añadió una acción tipo «comando» por los predios de la plaza del Parlamento, que provocó el incendio de un banco - el Marfin Egnatia Bank, propiedad del magnate de la finanzas Vgenopoulos - ocasionando la muerte de 3 empleados sofocados por el humo del incendio, sumados a otros que fueron rescatados con síntomas de asfixia. Cierto es que en una situación de gran tensión social, de continuos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, y con las debilidades características del movimiento de protesta (por la cruel ausencia de una organización de clase, capaz de evaluar la correlación de fuerzas, y de organizar conscientemente una autodefensa de clase que proteja las huelgas y las organizaciones clasistas), las acciones de comando de pequeños grupos, presa fácil del individualismo y del vandalismo, justificados, vale decir, por tanta rabia acumulada durante años de opresión y marginamiento, pueden generar desviaciones de los proletarios más combativos hacia el vehículo ciego del terrorismo individual y sin salidas (del reformismo con coctel molotov) o caer en el indiferentismo, y encerrarse en su condición de oprimido por el capital, de la que trataba de salir. De este grave hecho se han lanzado diversas hipótesis (1): una, de que el comando estuvo compuesto por elementos fascistas disfrazados con banderolas del KKE, otra, de que el comando estaba formado por elementos pagados por la policía, preparados para cometer estos hechos, con el fin de crear episodios de violencia gratuita contra símbolos de las finanzas y de la moda, tales como las bellas vitrinas de Zara, H&M, Bershka. En todo caso, el aspecto más relevante desde el punto de vista de clase es que todas las huelgas, desarrolladas en este último año y medio, demuestran que los proletarios no digieren fácilmente las farsas y mentiras que propagan el gobierno y su partido, el PASOK, compartidas por los sindicatos colaboracionistas, con el fin de ocultar, por un lado, la verdadera situación extremadamente grave por la que pasa el proletariado, joven sobre todo - ¡en el Norte de Grecia el desempleo juvenil llega al 40%! - y, por el otro, está el hecho de que no se garantiza ninguna salida de la crisis con el prestamo de 110 mil millones de euros, mediante los cuales la mítica Europa estrangula hoy a Grecia, pero que mañana podrá también hacerlo con Irlanda, Portugal y tal vez España, o Argentina.

Era de esperar la respuesta por parte del gobierno y de todas las fuerzas del colaboracionismo de clase a la «violencia», desatada esta primera semana de mayo. El Primer ministro, George Papandreou, mientras reiteraba sin vacilación que el gobierno no dará ningún paso atrás con respecto a las medidas draconianas que ha tomado, ha declarado que «Llegó la hora de defender al país y a la democracia de la violencia incontrolada y de la irresponsabilidad política». Se han servido de la trágica muerte de los tres empleados bancarios para que los proletarios acepten resignadamente los duros sacrificios exigidos por el gobierno - esto es, desocupación, rebaja del salario, recorte de los servicios y de la salud, miseria generalizada, ningún trabajo para los jóvenes - alegando que su rebelión se ha convertido en un boomerang contra su propia condición de trabajadores...

Es límpido el mensaje: proletarios, inclínense delante de las necesidades de su Majestad el Capital que habla a través de los Papandreous, Merkel, y los grandes banqueros del FMI y del Banco Central Europeo, además del séquito de jefes de los sindicatos amarillos y blancos y de los partidos falsamente «comunistas» que, mientras gritan que las necesidades de las familias deben anteponerse a las necesidades del mercado y las finanzas», lanzan el llamado a una «independencia nacional» contra los grandes países que especulan sobre las desgracias de Grecia y en defensa de una «verdadera democracia». Hoy, la salva de medidas antiproletarias aprobadas en Grecia han sido organizadas desde bien arriba contra el proletariado griego, pero mañana podrán ser aplicadas a cualquier otro país.

Le ha tocado al proletariado griego sufrir el contragolpe más severo de la crisis capitalista que azota a todos los países del planeta, comprendidas las archi-civilizadas y opulentas naciones occidentales. Y, su espontánea lucha contra una mayor agravación de sus condiciones de vida se enfrenta con las barreras alzadas por las fuerzas de la conservación social y del colaboracionismo interclasista, y por los intereses generales de la clase burguesa dominante que se expresan tanto en la defensa de la economía nacional, como en la defensa de la democracia parlamentaria burguesa, sin duda el engaño más refinado contra las masas obreras.

Hoy, los proletarios griegos han comenzado a sufrir una doble opresión: la económica, que con la crisis los está arrojando a la calle, y la política que los está encerrando en la ilusión de una democracia que la misma burguesía dominante viola, cada vez que sus intereses de clase corren peligro.

La vía que, de manera inconsciente, la clase obrera helena persigue obstinada y confusamente, en su revuelta instintiva y desorganizada, es la vía que durante décadas las fuerzas oportunistas han logrado eficazmente esconder, falsear, disfrazar, obstaculizar, cerrar: la vía de la reorganización clasista sobre el terreno de la lucha inmediata, en defensa exclusiva de las condiciones proletarias de vida y de trabajo ; la vía de la reanudación de la lucha de clase, en la que el proletario inmigrado o el proletario de un país vecino no son ya sus enemigos, que el enemigo es ahora la misma burguesía local, ora representada por el reformismo de «izquierda» o reformista de «derecha», ora bajo el manto autoritario y fascistoide en lugar de democrático-liberal, ora más pacifista y tolerante que militarista y belicista. La intoxicación democrática y legalista, difundida a dosis masiva, sostenida por una política de amortiguadores sociales, no obstante la fragilidad económica estructural del país, ha servido y servirá a la burguesía dominante, sobre todo en períodos de crisis como  actual, ya que ¡es mucho más fácil doblegar y luego derrotar a un proletariado encolerizado, pero ilusionado con las reglas democráticas y las exigencias del país, que a un proletariado enfurecido, pero organizado de manera independiente y fiel a la defensa de sus propios intereses, reconociendo que todos los proletarios son sus hermanos de clase!

La vía que los proletarios griegos no han encontrado todavía, dificultad que comparten con los proletarios de todo el mundo, es la vía del choque directo de intereses antagónicos de las dos principales clases de la sociedad moderna: burguesía y proletariado, la vía del antagonismo declarado, al final del cual el proletariado acepta el desafío que la burguesía lanza constantemente a través de una continua opresión social, destinada a conservar el dominio absoluto sobre toda la sociedad, con todos los privilegios que se derivan de este dominio, y, que hacen que esta minoría social sea particularmente odiosa y vampiresca hasta lo inimaginable.

¡Los proletarios no tienen nada que defender de la sociedad burguesa, ni su economía, ni sus empresas, ni sus patrias!

Al defender la economía de la empresa donde laboran, la economía nacional cara a los gobernantes, a la patria y a la democracia, los proletarios en realidad están reforzando las cadenas con las que la clase dominante burguesa los tiene amarrados a las relaciones sociales de producción impuestas por el capitalismo, gracias a las cuales esta clase que representa sólo una minoría, y no obstante es la clase dominante. Y, las consignas y la acción de los partidos y sindicatos, que han hecho de la patria y la democracia la razón de su existencia, viviendo, como los capitalistas, de la explotación del trabajo asalariado, de la extorsión del plusvalor del trabajo asalariado, jamás cerrarán filas con el proletariado en su lucha cotidiana. Su corrupción radica en la conjunción de intereses entre partidos, sindicatos y clase dominante, a la hora de proteger el sistema capitalista de producción, de las relaciones sociales de producción que proceden de éste, del poder político y económico que se erige a partir de estas relaciones; pero con un rol específico: preparar al proletariado a doblar el lomo, a sacrificarse por su burguesía que desearía eternamente conservar su poder; a exponer su vida, tal como debieron hacer los empleados del banco incendiado, forzados a trabajar a una hora y en un lugar por donde pasan todas las manifestaciones de Atenas.¡En fin, a sacrificarse por su burguesía en un próximo conflicto imperialista a escala planetaria!

A pesar de la propaganda ensordecedora de los «valores» burgueses (democracia, patria, libertad, civilización) que sumerge literalmente nuestras voces, los comunistas revolucionarios seguimos y seguiremos indicando a los proletarios el camino de la reanudación de la lucha de clase, conscientes de que es por esta vía que los proletarios podrán encontrarse a sí mismos como militantes de una causa no individualista, que no defienda la propiedad privada, que no se deje engaãr con una lucha oscurecida por los falsos mitos de una libertad que en la sociedad capitalista tendrá el mismo significado:¡libertad por parte de los capitalistas de explotar hasta la muerte la fuerza de trabajo proletaria!

Los comunistas revolucionarios izamos bien alto las banderas de la lucha de clase antidemocrática, antilegalitaria, antipacifista, anticolaboracionista; antiburguesa en suma.

El burgués podrá disfrazarse de demócrata o de fascista. Para los comunistas revolucionarios seguirá siendo un burgués, seguirá perteneciendo a la clase que vive de la esclavitud asalariada, flagelo del cual el proletariado está empujado históricamente a emanciparse.

Y en esta perspectiva histórica de emancipación del capitalismo está trazada toda la trayectoria que los proletarios deberán recorrer para salir del abismo en que las fuerzas burguesas, ayudadas por las fuerzas del oportunismo, han precipitado a los proletarios en Grecia, Europa, América, Oriente, África, y hasta en los rincones más alejados del globo.

De las luchas de esto últimos años, confiamos en que los proletarios griegos lograrán expresar y atesorar, aunque sólo sea por medio de una pequeña vanguardia de clase, las lecciones de sus derrotas y avances, que sea capaz de identificarse con las formidables tradiciones clasistas del proletariado europeo en el pasado, especialmente durante los años veinte del siglo pasado, con el fin de reanudar el hilo rojo de la lucha de clase, destrozado y soterrado por fuerzas gigantescas.    

 

-¡Viva el proletariado greco que lucha por su dignidad y su sobrevivencia!

-¡Viva la lucha que no se arrodilla delante del Parlamento y de las instituciones burguesas!

-¡Viva la lucha proletaria que no se deja llevar por la defensa de la patria falsa, una democracia falsa, una falsa libertad!

-¡Por la reanudación de la lucha de clase, y por la reorganización de clase del proletariado sobre la base de objetivos, métodos y medios que respondan exclusivamente a los intereses de clase proletarios!

 

6 de Mayo de 2010.

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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