El aumento de la conflictividad social en Venezuela ha demostrado que los proletarios, a la vanguardia de esta conflictividad, históricamente destinados a sepultar el capitalismo, siguen cuestionando la seriedad de estos 13 años de «socialismo bolivariano» que proclama el señor Chávez. Que el camino que conduce al socialismo tal vez sea otro muy distinto. Ha demostrado en los hechos, lo que hace 141 años proclamaba el canto de la «Internacional»:

 

«Ni dios, ni César, ni tribuno»,

¡la emancipación de la clase proletaria debe ser obra de los proletarios mismos!

( Suplemento Venezuela  N° 16 de «El programa comunista» N° 49 ;Mayo de 2012 )

 

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La primera frase conforma una de las estrofas más potentes y poéticas del canto de la «Internacional», creada justamente en plena orgía sanguinaria de los burgueses contra la Comuna que los obreros y sus aliados levantaron en París, en 1871, e inspirada de la segunda, esta sí, inscrita en los estatutos de la Primera Internacional, la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores). Ella era una alerta contra la cantidad de socialistas burgueses «iluminados» y enfiebrados que siempre ofrecían a los proletarios un socialismo preñado de buenas intenciones, pero con teorías que terminaban aceptando o justificando la permanencia del sistema capitalista, sin atacar sus mecanismos y sin revolución violenta que lo derrumbe. Ya en 1847-48, Marx-Engels habían consagrado varios capítulos del Manifiesto al Socialismo Burgués, en el que desnudan la naturaleza y los fundamentos en que descansan todas estas utopías románticas. Todos estos sistemas socialistas que, dicho por el propio Marx, no dejaron de «encerrar elementos críticos», y los inventores de estos sistemas: Fourier, Owens, Saint Simon, son ajenos al socialismo científico presentado por nuestros maestros. Del capítulo «El socialismo y el comunismo crítico-utópicos», vale la pena citar uno de sus párrafos:

«Repudian (…) toda acción política, y en particular, toda acción revolucionaria; se proponen alcanzar su objetivo por medios pacíficos, intentando abrir camino al nuevo evangelio social valiéndose de la fuerza del ejemplo, por medio de pequeños experimentos, que, naturalmente, fracasan siempre».

Chávez no está muy lejos de estos «inventores socialistas», y representa hoy la figura a la que nos tienen acostumbrados aquellos burgueses y pequeños burgueses, desde la época de Marx, no sólo escandalizados por los estragos causados por la sociedad capitalista, sino atemorizados porque un día los proletarios, víctimas y cimiento del modo de producción capitalista, tomen el camino de la lucha insurreccional e independiente, derroquen el Estado burgués e instalen una nueva organización de la producción y un nuevo Estado que desbroce el camino para una sociedad sin clases y sin necesidad de Estado: la sociedad comunista.

Nos atrevemos a decir que uno de los factores desencadenantes del actual estado de salud del Sr Chávez se encuentra irresistiblemente en ese voluntarismo burgués delirante, encarnado en un «salvador» megalómano e hiperkinético, imaginado por los historiadores burgueses, y retomado por el estalinismo clásico, donde sólo la voluntad individual (y no la acción política del proletariado revolucionario que se desprende del estudio de las condiciones de desarrollo del capitalismo en un país determinado) es indispensable para la «construcción» de un «socialismo» que sólo existe en la cabeza de un «soñador», de un «socialismo» que bien se puede conquistar por medio de la sola voluntad; basta con desearlo, basta con «educarse», basta con nombrarlo para que este socialismo aparezca: «¡La imaginación al poder!». Y para colmos, ¡desempolvando todas las viejas consignas, programas y fórmulas de los partidos comunistas nacidos bajo la órbita de la URSS!  O, afirmando dramáticamente que Irán, Rusia, China, Cuba bien pueden conformar hoy un bloque (socialista) que, según las teorías sobre la «multi-polaridad», frene la hegemonía del imperialismo estadounidense! No dejan de tener razón sus opositores cuando dicen que para Chávez el tiempo no ha pasado (ver art. «Drama corneliano...», p. 12), como si viviese por allá en los años de cohabitación y repartición del Oso con el Águila, la llamada guerra fría.

El individuo-Chávez no es sólo una nueva manifestación del individualismo burgués (culto al individuo, desprecio de las masas); también es signo de que las cosas no están del todo bien en el campo social, que hay un malestar social persistente que, en apariencia, sólo puede resolverlo un super-héroe, aún cuando en el fondo sólo está mostrando la debilidad de un proletariado que, si permanece atomizado y no organizado sobre bases de clase (organizaciones económicas clasistas, partido de clase), estará condenado a buscar «salvadores supremos» en quien confiar. 

La salvación no puede venir de afuera, de salvadores supremos, de presidentes elegidos, de un Chávez, sino de los proletarios mismos que cuenten con la fuerza potencial suficiente como para derribar todo este sistema de miseria y explotación. ¡Es sólo cuando estamos de rodillas que los «grandes» lucen grandes!

 

Impacto político de la salud de Chávez

 

Los marxistas no niegan completamente el rol de los individuos en el desarrollo de la Historia. Lo que sí se niega es la acción de estos individuos como algo que puede condicionar de manera durable el desenlace de los hechos. El marxismo afirma por el contrario que, en última instancia, es la Historia, los acontecimientos, los que condicionan la aparición del personaje histórico, el héroe, el caudillo, el jefe, ¡y hasta Dios!, que no son sino las casualidades generadas por la misma necesidad del materialismo histórico: una representación o manifestación de esta necesidad. Es, en definitiva, la necesidad quien determina el azar, quien crea y condiciona la aparición del personaje heroico.

Así, la persistente popularidad de Chávez, reforzada ahora con su estado de salud, reposa en un hecho político: la decadencia de los viejos partidos y un hecho económico: la situación material excepcional, idéntica a la que gozó el primer gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez; nadando en la época, como Chávez hoy, en una piscina de petrodólares. Aunque con el tiempo se erosionen, estos elementos permanecen como ilusión - de una estabilidad y bonanza económicas permanentes - propulsada por los gigantescos medios de propaganda con que cuenta el Estado, condicionando transitoriamente las decisiones y acciones de los proletarios. 

En torno a su enfermedad propiamente dicho, sean ciertos o no los rumores (1), ciertas o no las declaraciones oficiales, todo indica que estamos frente a un elemento coyuntural que tiene como centro el dilema del retiro o no, forzoso o forzado, del presidente. Lo más importante es que políticamente esta coyuntura marca, junto a las próximas elecciones, la línea que limita dos épocas: una, en que el gobierno como solución reformista a la crisis social de los años ‘80, utilizando las migajas consecuentes del alza petrolera, ha logrado enajenarse buena parte del proletariado, sobre todo a sus franjas principales; y dos, en que una vez su misión en gran parte cumplida, no queda sino la ocasión para instalar progresivamente un gobierno burgués clásico, más moderado y más conservador o de «derecha».

Si su retiro llega a concretarse, será no sólo el de un rápido retiro físico, sino ante todo el de un lento retiro de una forma peculiar de gobernar, cuyas características todos conocemos: el cenit del Estado, el Palacio de Miraflores, habitado por un ser que se ve a sí mismo como sobrenatural, en suma, la encarnación de Bolívar - cuando en realidad es un individuo que se ocupa, por un lado, de mantener a las grandes masas con las migajas cada vez más pequeñas de la renta petrolera, y por otro, el de asegurar los intereses del capital nacional e internacional que son los que realmente se benefician de esta renta.

En todo caso, el modelo chavista tal cual se conoce está llegando al ocaso. Lo mismo ha cumplido con sus objetivos: calmar (precariamente) con migajas o represión las necesidades de los proletarios, pero ante todo ha logrado calmar las inquietudes de las clases dominantes.

 

De nuevo las tensiones sociales

 

Dejando a un lado los métodos y parámetros utilizados para sus cálculos, las estadísticas indican al menos la presencia de algo que existe: aparte de estos dos últimos años, más que en otro país de América Latina, en Venezuela se asiste a una mejora real y palpable del tenor de vida general, una mitigación significativa de la pobreza más aguda; en fin, es el país de América Latina (región que actualmente experimenta un fuerte crecimiento económico) en el que la pobreza ha fuertemente disminuido. 

Sin embargo, producto de la crisis recesiva mundial, y experimentando una baja en los ingresos petroleros, el gobierno venezolano, que en un primer tiempo afirmaba que el país estaba «blindado» contra las crisis, admitió finalmente la recesión, y emprendió rápidamente una serie de medidas económicas destinadas a frenar la «baja tendencial de la taza media de ganancias» de los capitalistas venezolanos, que en ese periodo se aceleraba. Evidentemente que estas medidas cayeron sobre el proletariado, disminuyendo el valor real del salario mínimo; utilizando al mismo tiempo la represión y la amenaza, restringiendo los derechos laborales, retrasando voluntariamente la firma de los contratos colectivos, saboteando y dividiendo los movimientos sindicales, persiguiendo a sus dirigentes, golpeando no sólo por vías judiciales y policiales, sino también por medio de acciones extra-legales («cabilleros», sicarios), a todas las huelgas y manifestaciones que no han dejado de declararse en ese país que limita por el sur con Brasil. Es más, las medidas del gobierno no se han quedado allí: últimamente, muchas organizaciones reivindicativas de los barrios denuncian la merma de los recursos que el Estado les aporta. Hay que precisar que el término «misión» no ha sido escogido inocentemente; éste implica sólo una acción puntual y transitoria; la prueba es que todos estos programas sociales han venido sufriendo, desde 2010, un franco retroceso. Todas estas medidas que atacan seriamente las condiciones de los proletarios no han hecho sino despertar y hacer más fuerte su rebeldía. Según diversas fuentes, para el año 2011 se produjeron más de 5 mil protestas, donde casi 40% de estas, la mayor parte de gran intensidad, fueron protagonizadas por el sector obrero que opera en los grandes centros fabriles del país. Ya para 2012, se contabilizan más de 1600 manifestaciones sociales...

Pero el Estado jamás se ahorrará la ocasión de blandir el garrote, que es su principal vocación, y amenazar y reprimir estas protestas. Y, como ya hemos visto, un elemento característico del chavismo es su talante por perseguir, amenazar y reprimir todo desorden público, todo movimiento, sindicato, dirigente o militante que decida rebelarse, en caso de que las migajas, prebendas, las famosas misiones, no basten para calmar la rebeldía social. Así, los ataques han comenzado con las nuevas medidas introducidas en la nueva ley del Trabajo (la archi-retardada L.O.T), y que apuntan preventivamente a restringir los derechos laborales, y a criminalizar todo movimiento reivindicativo que estalle en las empresas nacionalizadas o estatales (2).  Por si fuera poco, mientras la LOT abarcaba todo el espacio audiovisual, el gobierno aprobó en el mayor silencio la «Ley contra la delincuencia organizada y financiamiento al terrorismo» (Lodofat) donde se termina de criminalizar la protesta proletaria, y se confunde al delincuente con el huelguista, al robo con la quema de neumáticos..

Debemos agregar que las crisis económicas no sólo impactan única y exclusivamente en el proletariado, sino que golpea a todas las clases sociales, en grado y alcance diferentes. Un ejemplo son las franjas medias: en el caso de Venezuela, el colapso de los servicios públicos y urbanos, la precariedad en los hospitales, los mismos cortes eléctricos, todo ello tiende a golpear a estos sectores medios cercanos al proletariado.  A esto se añade que, en época de crisis, los préstamos, créditos, ambiciones personales, dejan de funcionar para estas clases medias, y por esto aumenta la angustia y la incertidumbre, tal como en el caso de los estudiantes universitarios y su futuro probablemente precario, etc.  Pero, a diferencia del proletariado, estas franjas o semiclases, no poseyendo un programa político propio, inclinados por naturaleza a la conservación social, por más irritación y crispación que sientan, nunca serán capaces de luchar hasta el final, y dar un perfil histórico y revolucionario a sus reivindicaciones.

El movimiento occupy de Wall Street y los «indignados» en España, etc. son un excelente ejemplo: «clases medias y estudiantes salen a las calles de medio mundo alzando el grito de protesta contra bancos y gobiernos: «’nos están robando el futuro!’ Pero ¿qué futuro? El único futuro por el cual vale la pena luchar no está en la promoción social o en las reformas de un sistema económico que condena a la gran mayoría de la población humana a la miseria creciente, sino en la lucha de la clase proletaria que detenta la fuerza histórica y el programa político de la revolución anticapitalista» (3).

 

El aumento de la delincuencia, otro signo de agudización social

 

El gobierno Chávez, en esta epidemia social nunca ha dejado de estar a la defensiva, se hunde en la denegación o simplemente en la mentira. Chávez recientemente atacaba a Obama, que prevenía a los turistas americanos del clima de inseguridad que se vive en Venezuela (en realidad fue el Departamento de Estado que hacia las recomendaciones), comparando arbitrariamente las cifras de la criminalidad en los Estados Unidos y las locales : «no estamos tan mal como en Estados Unidos», al contrario, con esta salida no ha hecho sino poner al desnudo las altísimas proporciones que cobra la delincuencia en... Venezuela! (4).

Esta delincuencia y violencia social, insertada tan profundamente en el interior del tejido social, no sólo ha aumentado en los barrios. En las fábricas, el sicariato y los asesinatos por encomienda contra dirigentes sindicales son cada vez más frecuentes; todo un clima generado, en parte, por el creciente negocio de la asignación de puestos de trabajo en las obras o empresas.  Para nadie es un secreto que estos puestos, otorgados por las empresas a los sindicatos para su repartición, van a parar al mercado negro donde se cotizan a precio de oro.

En trece años de gobierno chavista, la población carceral ha prácticamente doblado en número; allí se encuentran, como clima adicional al que se vive en la calle, los llamados «pranes». Los «pranes» son los jefes de las bandas y mafias organizadas en el interior de las cárceles venezolanas, e incluso participan en la dirección de estas, y dominan con sus «tropas», armas en mano, cada calabozo del penal en que se encuentran, trayendo como consecuencia un aumento significativo de enfermedades, muertes, motines, incluyendo el secuestro de familiares, etc. Se debe suponer que siempre algún beneficio trae el crimen a alturas tan elevadas. ¡Una industria mundial!

 

Economía petrolera, palanca y talón de Aquiles del régimen

 

En un país que vive casi exclusivamente de la variante petrolera, no se pueden estudiar seriamente sus fenómenos sociales, económicos, políticos, sin considerar que el vaivén de los precios del petróleo, su cotización en el mercado mundial, determinan y determinarán profundamente su rumbo político, e incluso histórico.

La importancia primordial de este aceite estriba en que no hay en la naturaleza, o en los laboratorios, otra sustancia combustible capaz de mayor o igual rendimiento y rentabilidad. Incluso, sin el petróleo, la producción de otras energías (solar, nuclear, hidráulica, eólica, vegetal) sería imposible!

El petróleo es una materia prima que posee otras muchas propiedades, un producto que entra en los componentes de otros productos, en el que se ejecutan diversas operaciones y manufacturas que lo revalorizan, y que por su importancia y alcance lo convierten en una mercancía-eje con más poder que el mismo dólar y el oro juntos; un referente pudiendo influir considerablemente en el futuro de un gobierno, sociedad o país, y en caso necesario de llegar a imponer por la fuerza la paz social, cueste lo que cueste.

Pero, la volatilidad comercial de sus precios, que siguen una curva idéntica a la de las otras materias primas, no permiten asegurar en forma permanente la tranquilidad social al interior de un país que goza temporalmente de altos ingresos provenientes de su renta. Incluso, por efecto mismo de los altos precios que este alcanza a veces, el mercado hidrocarburo también puede deprimirse... Y no es Chávez, ni las gigantes del sector, Chevron, Shell-BP, PDVSA, Total, ni la misma OPEP, quienes tienen el poder de fijar los precios futuros de los hidrocarburos. Estos precios están fijados, más allá de su valor especulativo, por el flujo y reflujo de la oferta y la demanda deteminadas por el crecimiento o ralentización de la economía mundial.

 

Devaluación-inflación

 

El Financial Times de la City de Londres («Venezuela, vanishing foreign reserves», 15/4/2011) señala que «... los economistas locales hacen notar que cuando la liquidez monetaria crece pero que las reservas monetarias disminuyen, aparece la presión inflacionaria, lo que ha conducido a las diversas devaluaciones de la moneda. Las devaluaciones son culpa de los especuladores capitalistas, afirma  (Chávez). ¿Entonces por qué no sólo no han impedido, sino que han estimulado la inflación?»

     En primer lugar, en efecto, los especuladores existen, pero sólo pueden especular cuando la situación económica lo permite, pues, sería absurdo especular cuando hay abundancia de mercancías, pero, si estas últimas se rarifican o se encuentran en manos de sólo un puñado de capitalistas, estos no dejarán pasar la oportunidad de «especular».

     La devaluación se efectúa siempre con respecto a otra moneda, así que el alza de los precios no repercutirá sino en aquellos productos que se importan. Pero... si nos encontramos en un país que importa muchas mercancías, incluyendo las más esenciales, y exporta poco, es lógico que el alza de los precios se generalice a la mayor parte de las mercancías. En el caso de Venezuela (donde la cesta básica y la cesta alimentaria está llena de productos importados), las devaluaciones han sido decididas en relación al gasto público (costo material del walfare state a la venezolana): mantener una moneda sobrevaluada, contando con que el Banco Central reduzca la diferencia entre su valor real y su valor artificialmente alto, todo ello cuesta caro. ¡Los ingresos petroleros no pueden resolver todo!

 

El aumento del PIB es directamente proporcional al aumento de la pobreza

 

¿Cómo así? ¿Por arte de cuál magia esto ya no es un drama absurdo, sino algo perfectamente lógico y hasta racional? Pues bien «mientras los ricos son cada vez más ricos, los pobres son cada vez más pobres», como había constatado hace ya un tiempo un alto representante chavista de las finanzas públicas, expulsado de su cargo desde entonces. Pero hoy esta situación es todavía peor. Hoy la parte del PIB (gracias a su actual precio de 120$ p/b) que se drena hacia las arcas de las empresas privadas, representa más del 70% de la riqueza social nacional, es decir, que actualmente más de 70 partes de 100 de la riqueza nacional (PIB) pasa a manos de los sectores económicos más parasitarios (finanzas, comercio) y más poderosos del país (5). El resto se va en militarismo y armamentismo, clientelismo, burocracia, trabajo sucio, etc.

En resumen tenemos que lo más importante en materia económica es que, pese a todas las nacionalizaciones, expropiaciones, y a las archi-conocidas misiones, que en nada han lesionado los intereses de burgués alguno en Venezuela, el chavismo ha logrado traspasar un máximo de riquezas a los grandes burgueses importadores-compradores venezolanos, subvencionando sus importaciones, otorgándoles por diversas vías (v.g. dólares preferenciales, exoneraciones fiscales, subvenciones, subsidios) la mayor parte de las ganancias petroleras. Y sin que las mismas provoquen un aumento de la producción nacional, o un aumento masivo de la capacidad industrial, energética, de infraestructuras instaladas. A pesar de los grandes ingresos, las inversiones son minúsculas.

La gran beneficiaria del aumento de los precios del petróleo es, pues, una burguesía compradora hipertrofiada. Fonden, Pdvsa, el Banco Central, no son otra cosa que las vías y las industrias que permiten el traslado a casas privadas de todas las ganancias percibidas por el Estado. Las pruebas son más que evidentes; basta con dos fenómenos: el precio del dólar en Venezuela es tres veces mayor en el mercado negro; mercado que fija su precio real. El burgués comprador venezolano prefiere entonces invertir sus dólares preferenciales en este jugoso mercado, empujando al gobierno a decretar políticas inflacionarias y devaluacionistas: todo un círculo vicioso y un exorbitante desvío de los recursos estatales (véase el caso de Illarramendi en las notas).  El corolario es la débil industrialización y las importaciones de alimentos y bienes manufacturados que se han disparado (7). ¡¡Cobran y se dan los vueltos!!

Como consecuencia de este desequilibrio, las inversiones para el mantenimiento y desarrollo industrial han sido mínimas con respecto al PIB sobresaliente de estos años. El mayor ejemplo lo da la empresa estatal petrolera Pedevesa (Ver art. en pág. 10). Otro ejemplo es la falta de producción eléctrica que no logra satisfacer la demanda creciente de energía. De eso los burgueses no se preocupan. Pero esta falta de «preocupación» es uno de los factores responsables de la vetustez del parque industrial y tecnológico que se oxida en Venezuela. Los cortes o racionamientos eléctricos no significan sino falta de inversión y modernización suficientes de las instalaciones y golpean como un fuete al núcleo principal del deficiente aparato productivo venezolano: Sidor, PDVSA, Corpoelec. Tan estrechamente ligadas que causas y efectos son intercambiables: los cortes eléctricos paralizan la producción de petróleo (PDVSA) y hierro (Sidor) que por esta razón no aportan el combustible necesario para producir electricidad no hidráulica (6).

A esto se suma todo el gasto ocasionado por las masivas campañas gubernamentales de publicidad proclamando la voluntad y los esfuerzos de modernización del parque industrial, para entrar en una era de desarrollo de las fuerzas productivas como factor principal para arribar al Socialismo (8), de salir del modelo importador y monoproductor de los gobiernos de la 4ta República, etc., etc. 

Pero los deseos – o la voluntad –  no empreñan. Y la realidad (ninguno de los programas de desarrollo prometidos existe en el terreno), más el peso demoledor del pasado y de las condiciones de desarrollo capitalista local – ligado al mercado mundial y a la división internacional de la producción –  imponen este fardo a la economía venezolana.

 

Elecciones y proletariado

 

Las próximas elecciones, que esta vez serán presidenciales, se realizarán sin duda en medio de una gran conflictividad en todos los ámbitos, y deberán más o menos reflejar lo que ocurre en la realidad. Pero la dialéctica a veces nos juega al escondido, es decir que a pesar de todo este clima de descontento social que evocamos más arriba, la popularidad electoral de Chávez sigue siendo alta; son, pues, muy pobres los saldos favorables que sacarían agrupaciones como la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), alrededor de la cual se nuclean todas las tendencias de diversas derechas y hasta sectores del chavismo (PPT, Patria para Todos) que desertaron sus filas, y que ha sido una de las razones de la derrota de Chávez en las elecciones legislativas de 2010, gracias a las cuales esta oposición de derecha ha podido retornar a la AN, donde hoy acaparan 40% de los puestos parlamentarios.

Tenemos entonces que, a pesar del declive del chavismo y de sus «errores», el llamado «voto castigo» no se filtrará automáticamente hacia un voto por la MUD (Movimiento de la Unidad Democrática), u otras organizaciones políticas opuestas al movimiento fundado por Chávez. Estos sectores son muy poco representativos y tienen poca legitimidad en el seno del proletariado. Dejando a un lado las propuestas laborales de su candidato, Capriles, miles de veces en los foros del portal electrónico noticierodigital.com, bandera de la oposición golpista y de la MUD, llueven los mensajes de insultos contra los trabajadores, víctimas de la represión policial y militar en sus centros de trabajo o en sus barrios: «¡quién los mandó a votar por Chávez!».  Por lo tanto es imposible que por la vía del «voto castigo» logren captar más votos y representar un adversario de peso frente a la popularidad de Chávez en esos sectores, que sigue siendo alta y lo dan por seguro ganador en estas elecciones.

Pero, tarde o temprano está situación arrojará resultados políticos de clase adversos tanto al chavismo como al MUD y otros. Pues, así como tarde o temprano, el garrote de los burgueses termina en el lomo de los proletarios, así mismo el proletariado, tarde o temprano, termina por reunirse con el Partido y con el comunismo revolucionario.

Por si no bastan nuestros augurios, un diario norteamericano, el «Wall Street Journal», ( 29/03/2011), catalogado como «el Observatore Romano» de las finanzas mundiales, en un artículo que critica la poca fiscalidad que sufren los multimillonarios norteamericanos a pesar de la crisis, advertía con preocupación que: «Las revoluciones se construyen a lo largo del tiempo, una masa crítica, un punto de deflagración. Luego, se inflaman repentinamente, de manera impredecible. Al igual que en Egipto, que comenzó en la página de Facebook de un joven ejecutivo de Google. Y se hacen virales, rabiando incontrolablemente. No se pueden detener». Por supuesto que el diario en cuestión está lejos de advertir a sus lectores que estas revoluciones jamás estallarán sin los precedentes de un mínimo de intervención de las vanguardias del proletariado, que empujen la creciente oposición social y económica anti-capitalistas a una salida política favorable a su acción de clase independiente, y a la necesidad de la fundación de su partido político conforme al Manifiesto del Partido Comunista (1848) para la toma del poder y por el derrocamiento del Estado burgués.

En resumen, tenemos un gobierno sedicente socialista, que recibe la furia de masas contra sus medidas; masas que olvidan todas sus frustraciones a la hora de votar.

Inútil decir que, hoy más que nunca, tienen plena vigencia nuestras conocidas consignas de abstención electoral, que es el verdadero «voto castigo» porque, aparte de ser una denuncia del mecanismo democrático de los burgueses creado para reforzar al sistema capitalista, es una forma de lucha y movilización políticas, propuestas por el partido a los proletarios para denunciar la ilusión de que las elecciones son un medio de expresión de las aspiraciones del proletariado, o un medio que permita modificar la política gubernamental.

La natural tendencia a la abstención ha decrecido visiblemente: en 2000 se situaba, según las estadísticas oficiales, en 40 %, luego en 2004 baja a 30 %, y en 2006 se sitúa en sólo 25 %.  Y para esta ocasión, sin duda que los electores podrán «sancionar» o «castigar» a este o aquel partido, votando por el candidato opositor, lo que pasa es que estos partidos «opositores» que sustituirán a los antiguos serán igual de pro-capitalistas y anti-proletarios. El proletariado debe simplemente abandonar este terreno ilusorio, paraíso de los prestidigitadores, donde sólo es posible «escoger, como decía Marx, a aquel que durante 5 años pisoteará a los trabajadores», y debe entrar en acción exclusivamente en el terreno real: el terreno de la lucha de clase contra los burgueses y su Estado.

Nuestra abstención no es para «castigar» a los políticos en el poder, dejando en el aire la posibilidad de que los que vendrán serán mejores, sino para entrar en lucha contra el capitalismo; lucha que, por su naturaleza, se realiza no por vías precisamente electorales o parlamentarias!

Nuestra abstención es activa y política, y busca salirle al paso a toda ilusión que tengan los proletarios en candidatos «salvadores» o «amigos de los pobres» que, de tantas promesas, al final sólo mantendrán una: la de fijar políticas hambreadoras y precarizadoras que reducirán como piel de zapa las condiciones de vida y de trabajo del proletariado en Venezuela!

 

El difícil camino de la unidad del partido revolucionario con la clase, de la unidad orgánica de la teoría con la práctica: Nuestro partido, modesto hoy, obra por esos resultados.

 

La situación venezolana, que siempre descansa sobre un barril de pólvora – y otro de petróleo –, toma actualmente la forma de una onda de descontento que fluye y refluye, en episodios que necesariamente dejan experiencias (y lecciones) de luchas, de conquistas y derrotas para el proletariado.  Apostamos que de todas estas experiencias se desprenderán pequeños grupos o repartos proletarios templados en la lucha, persuadidos que el socialismo jamás será una dádiva ofrecida por un santo vestido como Napoleón llamado Chávez, sino la máxima conquista que comienza por conquistas – y derrotas – inmediatas, que luego de avances y retrocesos terminen por desembocar en una lucha general contra el sistema capitalista.

La lucha y experiencia directas y sin intermediarios, la defensa pacífica o violenta contra los ataques que lanza constantemente el capitalismo, el sindicato (asociaciones de clase, lucha sindical y reivindicativa) : esta es la escuela de guerra del comunismo, el ámbito en el cual se forja el antagonismo obrero. Y si algo significa la actividad organizativa para centralizar las finanzas de resistencia, movilizar las fuerzas, fortalecer los vínculos, preparar las asambleas, etc., es que el proletariado se da cuenta que puede defenderse de los ataques capitalistas con cierta eficacia, sin descartar los probables fracasos, siempre y cuando tienda a la unidad creciente de sus filas, la del vibrante llamado del Manifiesto de Marx-Engels (9). De manera que el resultado inmediato de los esfuerzos y combates de clase tendrán su importancia y su riqueza, en la medida en que tiendan a su extensión en el tiempo y en el espacio, a cobrar consciencia de su fuerza.

Es allí cuando una minoría tenderá a ligarse con el partido revolucionario cuya acción principal, hoy necesariamente limitada, es la de «realizar las condiciones subjetivas de la preparación del proletariado para la revolución, (transformando) la revuelta generalizada de las masas proletarias en un ataque consciente y organizado que apunte a aniquilar el Estado capitalista (10).

 

¡Abajo las elecciones!

¡Viva la lucha proletaria!

¡Abajo la democracia burguesa!

¡Viva la revolución comunista!

 

Mayo de 2012

 


 

(1) A través de archivos difundidos por Weakileaks, los servicios secretos de Estados Unidos e Israel confirman que el estado de salud de Chávez es «serio». A tomar o a dejar...

(2) Según las declaraciones a los medios locales del vice-presidente de la Asamblea Nacional, Jesús Farías, « la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo debe incorporar sanciones para quienes interrumpan la producción en las empresas » (…) «  la reforma a la LOT debe castigar ejemplarmente las huelgas » (...) « no se puede tolerar ninguna interrupción a la producción » (…) « con discursos de izquierda o de derecha. ¡Eso tiene que ser sancionado de modo drástico! ».

(3) C.f. Suplemento España, p. 5, N° 15 al N° 49 de «el programa comunista», Enero de 2012. y en nuestro sitio pcint.org.

(4) Según el FBI, en 2010, el número de homicidios en todo el territorio estadounidense alcanzaba la cifra de 14,748. Para el mismo año, en Venezuela, la organización PROVEA y otras, registraban 19,366 muertes violentas. Las autoridades locales han dejado de publicar oficialmente estas cifras desde 2005 (?).

(5) C.f.. Manuel Sutherland, («La economía venezolana o cómo la burguesía hurta la renta petrolera y es dueña del 71% del PIB»), artículo aparecido en laclase.info, kaosenlared.net, aporrea.org, rebelión.org. En este ultimo sitio se puede consultar otro trabajo del mismo autor: «La repartición del ingreso en Venezuela», donde se destaca que «el 20% de los hogares con mayores ingresos económicos, devenga 45,56% del ingreso total; el 40% de los hogares con mayores ingresos devenga el 75,5% del ingreso total; el 20% de los hogares más pobres sólo se apropia del 1%; el 40%  de los hogares más pobres se apropia el 15,1% del ingreso». El economista Sutherland se reclama del ala dura del chavismo y cita a Marx con facilidad, pero, si no le da la espalda a la realidad, no le queda sino rendirse a las evidencias de sus resultados... ¡Las cifras desdicen sus convicciones!

(6) La capacidad eléctrica de Venezuela se ha reducido o no llega a la capacidad requerida (que pasa de 18 mil MW). Los factores de esta crisis que obligan a los racionamientos de energía eléctrica, son comprensibles hasta para un recién-nacido: por encima de la miseria que todavía padezca, la población y, por ende, el consumo han aumentado. A ello se agrega la ausencia de inversiones suficientes para paliar el déficit.

(7) Esta es la llamada «política de puertos»: las cifras difundidas por el Banco Central de Venezuela indican que, desde 1999 hasta la fecha, las importaciones del país han crecido 222%. En el tercer trimestre de 1999 las compras al exterior acumulaban un total de $10.332 millones, y en el mismo lapso de este año suman $33.261 millones. El que más se ha desviado de la senda trazada es el sector público, donde las importaciones han crecido 998,7% desde 1999, mientras que las del sector privado aumentaron 128,7% en el mismo lapso.

(8) Esta teoría es perfectamente anti-marxista. Ya Lenin la había combatido en el seno de la socialdemocracia rusa. Dicha teoría considera, en resumen, que el desarrollo de las fuerzas productivas y no la lucha de clases es el motor de la Historia. Después de un estudio, muy largo para exponer aquí, hemos considerado que esta teoría de origen menchevique (Plejanov) justificaba las desviaciones centristas que gangrenaron la III Internacional, y que luego aparecieron en el partido bolchevique que pronto controlaría Stalin, cerrando las perspectivas de la revolución mundial y abriendo la era del venenoso «socialismo en un solo país».

(9) «... Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los burgueses y actúan en común para la defensa de sus salarios. Llegan hasta formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en previsión de estos choques circunstanciales. Aquí y allá estallan revueltas y sublevaciones (...) A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros». (C.f.. Manifiesto del Partido Comunista,§ ‘Burgueses y Proletarios’, subrayados nuestros).

(11) C.f. El Programa Comunista, N° 40, Enero-Junio de 1982, Los Comunistas y las luchas obreras. «¿Qué Hacer?» ayer y hoy.

 

 

Partido comunista internacional

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