Val di Susa: el movimiento NO-TAV golpeado por el despotismo político y social con el que el gobierno burgués representado por Monti afronta la emergencia económica y los movimientos de protesta

( Suplemento Venezuela  N° 17 de «El programa comunista» N° 49 ; Junio de 2012 )

 

Volver sumarios

 

 

El movimiento NO-TAV de Val di Susa, que desde 1992 recoge adhesiones de las comunidades montañesas de la zona, oponiéndose a los destrozos de la nueva y velocísima línea ferroviaria del TAV Torino-Lyon, ha sufrido nuevamente el azote de la represión policial con la que los gobiernos burgueses, ayer con Berlusconi, con Monti hoy, exhiben su intolerancia en la confrontación de una protesta que viene a dar problemas a los intereses estratégicos de los grupos capitalistas italianos y franceses, envueltos en esta operación financiera faraónica basada en el endeudamiento público.

Sí, operación financiera porque, como han demostrado en muchas ocasiones los mismos NO-TAV, la proyectada nueva línea ferroviaria de alta velocidad Turín-Lyon no responde para nada a los intereses reales de comunicación entre las dos vertientes alpinas - existe ya una línea ferroviaria, bastaría solo utilizarla a pleno rendimiento tanto para pasajeros como para mercancías, pues actualmente está solo al 50 % de su potencia- sino que responde exclusivamente a intereses capitalistas financieros ligados a los lobbys del cemento y del hierro y a las finanzas densas ligadas a la mafia que siempre se introducen, a través de las redes de contactos con el empresariado, con las administraciones locales y con los partidos que las dirigen, en la «gran obra» sostenida con fondos públicos.

En las pancartas de los manifestantes NO-TAV que han invadido Turín el sábado 28 de enero, clamando por la inmediata excarcelación de los arrestados, se podía leer: ¿qué importa poder llegar a París en pocas horas si se debe esperar meses para las consultas médicas? Las prioridades del capital son definidas por el beneficio, en agitado trayecto y en cualquier situación, no solo de expansión económica sino también de crisis, y a cualquier precio para la mayoría de la población afectada por sus operaciones económicas y financieras; la prioridad de la mayor parte de los habitantes, no solo de Val Susa sino de cualquier otro sitio, está por el contrario ligada a la supervivencia cotidiana, al salario, a la salud, al vaivén obligado entre la ocupación y la desocupación, entre el precariado y la miseria. La Alta Velocidad responde principalmente a los negocios de las empresas que la construyen, a los bancos que lo sostienen con créditos, a las fábricas que administran el servicio, a los políticos que facilitan la práctica burocrática en los meandros de la ley existente para regatear todo lo que tienda a obstaculizar la velocidad de ejecución y, obviamente, a los hombres de negocios que la utilizan, porque para estos señores ir a París o volver de París en tres horas y media puede ser efectivamente importante: ¡el tiempo es dinero! Es un viejo dicho burgués, siempre oportuno.

El movimiento NO-TAV, que desde hace más de veinte años se opone al proyecto de la Alta Velocidad que estremece completamente a Val Susa, no es un movimiento subversivo, no está guiado o infiltrado por el anarquismo insurreccionalista o por residuos brigadistas, ni mucho menos de signo proletario o revolucionario: es un movimiento pacífico, legalista, interclasista, que se está limitando a protestar contra un progreso tecnológico que desbarata la paz y el tranquilo discurrir de las estaciones en el valle, pero que ha envuelto a un importante grupo de ingenieros, geólogos y economistas que se han empeñado mucho, cada uno en su propio campo de especialización, para demostrar que esta obra faraónica – igual que otras como el Puente sobre el Estrecho, la tercera variante de la Milano-Genova, la variante de la autopista de Mestre, etc.- daña al medio ambiente, a la vida humana de los lugares que atraviesa, y es inútil y económicamente contraria a los intereses de la comunidad directamente implicada, por el contrario está solo dirigida exclusivamente a saciar la voracidad de los lobbys financieros interesados en la obra pues representa una ulterior fuente de ganancias para la mafia y un ulterior saqueo del dinero público. Este movimiento se encontraba contra el gobierno de ayer y se encuentra contra el gobierno de hoy, los mayores partidos parlamentarios, las administraciones locales por ellos guiadas, como la comuna de Turín, la provincia y la región del Piemonte, y naturalmente todos los medios que han impulsado «el progreso» contra la inmovilidad de los valleanos. Pero aquello que hace de este movimiento objetivo de la represión es su propia conservación en el tiempo, el coraje de continuar la protesta a pesar de las continuas intimidaciones, las tentativas de corrupción y la represión, con el pretexto de estar infiltrado de violentos de los «centros sociales» o de ex subversivos, y la preparación técnica de sus sostenedores, el obstinado aprecio a los métodos pacíficos, legales y democráticos de una protesta que ha asumido en el tiempo valor de ejemplo para otros movimientos de protesta.

La maxi-operación de la policía, la mañana del 26 de febrero, con los 26 arrestos, las denuncias y la persecución en quince provincias, de Turin a Genova a Palermo, de Asti a Milán a Trento, a Parma y Modena, de Pistoia a Macerata y Roma, de Biella a Cremona, Padova, Bérgamo, no se relaciona con hechos recientísimos, sino con hechos ocurridos hace siete meses. La redada de la Digos y de la Procuraduría de Turín por la cual ha sido desatada la represión de esta jornada se relaciona con los disturbios sucedidos el 27 de junio, en la Magdalena de Chiomonte en el alto Val de Susa, cuando, para romper las concentraciones de los valleanos de la considerada «libre república de la Magdalena», llegaron las excavadoras escoltadas por 2500 policías con el objeto de abrir la primera cantera artificial del TAV, frente a los disturbios del 3 de julio - siempre en esta misma zona - que causaron doscientos heridos entre las fuerzas del orden y poco menos entre los manifestantes. Y todo esto sucede a siete meses de los hechos, cosa que, por usar una frase cara al superinvestigado Berlusconi, tiene el sabor de una bomba de relojería: mientras se están montando en Italia protestas de todo tipo, de los trabajadores contra los despidos en decenas y decenas de fábricas (en general aisladas las unas de las otras y casi siempre transcurridas en silencio), o aquellas de los empresarios del transporte por carretera o los pescadores o los taxistas (que han llegado pronto a la primera página de los medios en estas últimas semanas, el gobierno «técnico» golpea un movimiento que resiste desde hace veinte años y que pone en discusión negocios por no menos de 10 mil millones de euros.

El pretexto tomado para la represión no es nuevo. En una investigación de la Digos de Turín (ver www. ilfattoquo-tidiano.it del 26/1/12) salía a la luz que el movimiento NO-TAV había preparado un plan con «estrategias militares» para impedir el inicio de los trabajos en Val Clarea, medios preparados en la «Libre República de la Magdalena» donde, siempre según la Digos, «habían concertado estrategias militares para establecer un perfecto y sincrónico plan de defensa, con precisos tiempos de reacción y distribución de los puestos», actividad completa que «iniciaban al sonido de una sirena o al lanzamiento de una bomba de humo y estaba coordinada a través del uso de aparatos tipo walkie talkie». La Digos, en sustancia, habría descubierto que los manifestantes en vez de ofrecerse desorganizados y dóciles ante la violencia virtual y real de las fuerzas del orden, ¡se organizaban para defenderse de los ataques de la policía! Pero esto no es todo, porque durante los altercados del agosto pasado, a un manifestante se le ha encontrado un documento manuscrito calificado de «preciosísimo», considerado una suerte de «manual de la insurrección»: estaban allí anotados los medios para resistir al desalojo de las concentraciones, así como los instrumentos para asediar la cantera. En el primer caso, la «barricada» (alambre de espino, montones de tierra, tubos, aceite, troncos de árboles, fuego) y barreras «moviles»; en el segundo caso, en cambio, los «medios de defensa» (Maalox y limón, «para contrastar los síntomas de nauseas en el estómago y los picores de ojos causados por la exposición a los gases lacrimógenos», cascos, máscaras, escudos, guantes) y «los medios de ataque» (hondas, tirachinas, fuegos varios, laser), la «artillería» (catapulta, trabuco, etc.) y una orden bien precisa: «Se parte y se vuelve juntos». ¿Un movimiento de protesta como este del NO-TAV habría podido perdurar durante veinte años, junto a las razones de fondo que lo mueven, si no hubiese aprendido las distintas lecciones de la lucha y acumulado una experiencia de continuas acciones represivas súbitas? A la policía no siempre los movimientos de protesta se le presentan como el cortejo de los 300.000 pacifistas, legalistas y demócratas en Génova el 21 de julio de 2001, o los organizadores del foro social y los manifestantes inermes y adormecidos de la escuela pública.

Gobierno político o «técnico» de centro-derecha o centro-izquierda, lo cierto es que cuando están en medio los grandes intereses capitalistas que promueven las inversiones públicas - por lo que paga siempre Pantalone - cada obstáculo se elimina, por las buenas o por las malas. Y el «progreso», en este como en muchos otros casos, no importa, porque el capitalismo maduro, el capitalismo financiero, ya no se basa en la historia representada por la revolución del motor contra la organización pre-capitalista, social y productiva, ya no es el motor del desarrollo histórico de un nuevo modo de producción, sino su principal obstáculo, mientras las fuerzas productivas se lanzan a un aumento vertiginoso y dramático en la revolución técnica permanente de los medios de producción que se ven forzados en formas sociales que se convierten en ahistóricas y perjudiciales para los seres humanos, para la sociedad y el medio ambiente natural. Estas formas sociales están representadas por las instituciones burguesas, el Estado, en particular, y las leyes que gobiernan la sociedad de acuerdo a los intereses capitalistas. El mercado, la competencia, la competitividad de los bienes, las ganancias, el crecimiento económico, los presupuestos positivos de las empresas y los estados, son los ídolos de la sociedad capitalista a los que se sacrifican las mejores energías del trabajo vivo. Tiene poca importancia si el trabajo vivo, el trabajo productivo de los empleados, sucumbe a las leyes del capital político y las formas liberales de la democracia, la democracia o el autoritarismo de los regímenes totalitarios fascistas armados en formas políticas democráticas por la historia de las luchas sociales. Se ha demostrado que la democracia prolonga significativamente la supervivencia del capitalismo, mientras que las formas políticas fascistas, las formas de dictadura burguesa abierta que tuvieron lugar en el momento histórico específico eran necesarias - y aún puede que sean necesarias - para evitar la derrota de las fuerzas de la burguesía por la revolución del proletariado. Pero la democracia burguesa no es equivalente a la mejora social de las clases trabajadoras, y no es equivalente a un sistema político capaz de reparar y superar los estragos de la economía capitalista inevitablemente provocados por su irracional desarrollo como por su crisis. La democracia burguesa es equivalente al engaño sistemático de las clases proletarias.

La ilusión de que a través de acciones legales y de la presión constante legalista a los gobiernos nacionales o las autoridades locales asegura que ciertas decisiones económicas se evaluarán, o revisarán de acuerdo con los intereses de los grupos de asistencia social directa o indirectamente involucrados, conduce inexorablemente a un desperdicio enorme de energía social , sin resultados concretos. Frente a la viabilidad económica y financiera de las grandes empresas y los estados que los defienden, no hay acción democrática que pueda ponerles freno. ¿Qué podría ser más básico para esta sociedad, si no tener un sueldo, y luego un trabajo en el que ser explotado suficientemente, para obtener un salario con el que tratar de vivir? ¿Qué si no la vida de la inmensa mayoría de los trabajadores está garantizada en términos de salarios?, ¿y el lugar de trabajo? El capital no tiene reparos en lanzar a millones de trabajadores a las calles para defender sus ganancias, como no tiene ningún reparo en envenenar con sustancias nocivas al medio ambiente sólo para hacer ganancias. ¿Se puede pensar que renunciará a sus beneficios por una protesta pacífica, respetuosa de la ley y democrática, de un valle o incluso de una nación entera? La misma democracia burguesa, que en manos de los ciudadanos se convierte en un instrumento romo - hay innumerables ejemplos de acciones democráticas que terminaron en el vacío - en manos de la burguesía dominante se convierte en un arma para defender sus intereses de clase, los intereses que se protegen a menudo sin pasar por las mismas leyes democráticas aprobadas por ella y que la burguesía nunca se aplica a sí misma.

Los movimientos de protesta, como el NO-TAV, expresan el malestar con respecto a una sociedad que nunca tiene en cuenta el bienestar de la comunidad, sólo porque tiene en cuenta los intereses de los grupos minoritarios capitalistas, sí, del poder real y económico de la sociedad política en su conjunto, los que ejercen el poder en todos los niveles al mismo tiempo, el poder político, económico, social, militar, ideológico y propagandístico. La lucha que juegan estos grupos es la lucha de clases, la lucha de la clase dominante burguesa contra todas las demás clases en la sociedad, y especialmente contra la clase del proletariado, que, potencialmente, es la única que realmente puede poner en peligro su poder. Pero, como ha ocurrido en anteriores crisis económicas, durante estos períodos de crisis económica la clase dominante burguesa no tiene reparos incluso en contra de las clases pequeño-burguesas, la clase media famosa, aunque, en verdad, el vehículo sea muy útil para las ilusiones burguesas contra la clase proletaria. Por lo tanto, siempre sucede que los tiburones de los bancos, las finanzas y grandes multinacionales, para realizar sus negocios, no tienen en cuenta el equilibrio político tan delicado y las cuestiones sociales relacionadas con el asentimiento, el porcentaje de la elección, ni promesas anteriores de negociación y «evaluación exhaustiva» de las «alternativas», especialmente si hay inversiones públicas que están en juego (dinero para comprar y pagar, ¡no!), sino que están presionando al Estado, para que comprometa a la policía en la defensa de su principal interés. Así lo hicieron ayer, hoy y continuarán haciéndolo mañana, junto con la mafia de la presión inevitable y siempre presente.

Para hacer frente a los capitalistas, incluso en el terreno del dominio territorial, del hostigamiento sistemático de la represión policial en respuesta a la protesta, no hay otro camino que el de la lucha de clase proletaria, la lucha que se centra en la defensa exclusiva de los intereses de clase para los trabajadores que no estaban unidos entre sí por los bonos corporativos que se generan en la competencia entre las categorías de trabajadores, la nacionalidad u otros, sino por los lazos de solidaridad de clase, ya que se reconocen mutuamente como hermanos de clase con intereses comunes en la lucha contra los capitalistas de cualquier empresa en cualquier sector de cualquier nación. Se dirá: pero esta lucha de clases hoy en día no existe y no se puede pensar que vuelva de la noche a la mañanae, ¿entonces?

Sin duda: la lucha de clases del proletariado está ausente, ha sido enterrada por décadas de interclasismo y colaboración política y sindical, y, ciertamente, no puede renacer en una noche. Sin embargo, los factores económicos subyacentes lo son todo: la explotación del trabajo asalariado es más intensa y brutal, aumenta la miseria del proletariado, e incluso los estratos más bajos de la pequeña burguesía, arruinados por la crisis económica, el aumento del desempleo y los trabajadores que tenían trabajo de jóvenes y no pueden encontrar trabajo, aumenta continuamente la precariedad de la vida para la gran mayoría de la población, mientras que en el ámbito social, en el lado de la gran minoría burguesa aumenta la riqueza y el privilegio social. Al mismo tiempo, reduciendo los recursos destinados al castillo de amortiguadores sociales con la que la clase burguesa dominante ha comprado la complicidad del oportunismo político y sindical, garantiza un largo período de paz laboral y mantiene las luchas de los trabajadores dentro de los límites de la «conciliación», y los beneficios económicos o políticos de la clase media para defender y aumentar sus ganancias.

Los factores que ponen en marcha a la clase obrera son solo casos aislados y en soledad desesperada, pero en ráfagas de lucha que implicará a miles y millones de trabajadores poco a poco van madurando, y la crisis económica que ya agarra al capitalismo en Europa, América y el mundo es mucho más profunda y más seria de lo que nos han hecho entender. Que estén aumentando las medidas económicas y sociales del despotismo en el plano internacional es sólo un anticipo del despotismo político que tarde o temprano se materializará en formas totalitarias (incluso si siguen haciéndose llamar «democráticas») pues los estados se preparan para luchar en una guerra. El objetivo de la lucha proletaria, por lo tanto, no puede ser solo detener la destrucción del medio ambiente en Val di Susa, o en la Campania, sino la reorganización del campo de fuerzas de clase independientes del aparato estatal y de la colaboración para prepararse para una lucha que, en última instancia, inevitablemente, tendrá un horizonte político más amplio y decisivo: el poder político central, la lucha por la conquista y el derrocamiento del Estado burgués. En resumen, la revolución proletaria para derrocar a la dictadura de la burguesía y establecer la dictadura del proletariado, la única manera de transformar la sociedad de arriba a abajo hoy, ¡enterrar, de una vez por todas, el modo de producción capitalista que sigue siendo la máquina de devorar trabajo humano vivo!

En esta perspectiva, el trabajo de los comunistas revolucionarios, que hoy se solidarizan con los afectados por las luchas en el Valle de Susa por la represión policial, como siempre, simpatiza con todos aquellos que se oponen al poder avasallante del capital y la burguesía, y por lo tanto están sufriendo la represión, pero se centra en el apoyo a las luchas sociales que tienen un potencial de clase - y que casi nunca llegan a las primeras planas de los medios de comunicación, tales como las luchas de los trabajadores de Wagon Lits en Milán, que a pesar de haber recibido la promesa de un puesto de trabajo alternativo, siguen luchando en solidaridad con los compañeros de trabajo despedidos en toda Italia: ¡ ejemplo pequeño pero significativo de la solidaridad de clase !

28 de enero 2012. 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Volver catálogo de las publicaciones

Top