¿Después de Chávez, qué?

De nuevo la figura tutelar del padre salvador – salvador del capitalismo evidentemente...

( Suplemento Venezuela  N° 18 de «El programa comunista» N° 50 ; Marzo de 2014 )

 

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En 2002, los americanos quisieron, como en la época de Allende, matar al rebelde para que sirviera de escarmiento y, como certeramente habíamos intitulado, sirviera de advertencia al proletariado. El «rebelde» Chávez, como el socialdemócrata chileno Allende, había llegado al poder político a través de las elecciones burguesas.  Ambos han dicho en su tiempo querer ser recordados por la «paz social», por la unidad de la nación; convertirse en un mito adorado de la patria, un ícono por encima de la lucha de clases.

Como marxistas que no poseen la fabulosa «bola de cristal», no teníamos, antes de la muerte de Chávez, aparte de los diagnósticos médicos nada circunstanciados, la menor idea de la desaparición definitiva del «líder» bolivariano, que tantos dolores de cabeza ha dado a las mesas, rondas, reuniones, asambleas imperialistas. Las grandes masas, las más desheredadas, «huérfanas» de su líder, han sufrido profundamente su desaparición «todavía increíble», «todavía difícil de aceptar». Nada ni nadie podrá devolverle a las masas a aquél que consideraban su «salvador», su «duende», su «protector».  Por ello es que el gobierno actual representado por Maduro, recrea y explota a dosis homeopáticas lo que ya comienza a constituir un mito, motor de lo que se ha dado en llamar bolivarianismo, ideología heteróclita que sirve de cemento a este tipo de gobierno que desea continuar la obra de Chávez, es decir «la unidad de la nación», la «paz social», la unidad de todas las clases en torno a su proyecto, tal como había recalcado en su última declaración a los medias nacionales e internacionales.

Pero, la creencia o la esperanza de las masas en un protector, llámese antes Chávez y ahora Maduro, es la manifestación de su propia debilidad o fragilidad, cuando históricamente son capaces de sortear todos los obstáculos, de eliminar la miseria y la explotación, derribando el capitalismo para arrojar las bases de un verdadero socialismo. Pero para ir hacia el socialismo verdadero – sociedad sin clases, sin Estado, sin explotación, sin mercado, sin empresas autónomas, sin dinero y sin fronteras – hay que comenzar por derribar al Estado burgués, su Ejército, policías y jueces e instaurar un verdadero Estado de los explotados y oprimidos, basado en la fuerza armada del proletariado, eliminando a su paso toda huella de poder burgués, arrebatando cada parcela de poder a las clases propietarias, interviniendo despóticamente en la economía para modificarla radicalmente, extendiendo la revolución hacia al resto del planeta, haciendo un llamado internacional e internacionalista tan clamoroso que sea capaz de ser oído por la clase obrera de los países más desarrollados; en pocas palabras ejercer la Dictadura del Proletariado. Pero la lucha contra el capitalismo implica necesariamente luchar contra aquellos que se encuentran hoy en el poder en Venezuela y que hablan también de socialismo, si, pero ¡para mejor engañar a las grandes masas y proteger al capitalismo!

Las masas explotadas tomarán consciencia de su inmensa fuerza y abandonarán sus esperanzas y dejarán de creer en promesas que terminan siempre en decepciones del líder o salvador o mecías que las lanza, el día en que se organicen alrededor de un partido de clase internacionalista e internacional y se decidan a luchar por sus propios intereses de clase y no otros, contra los capitalistas de derecha o de izquierda, privados o estatales, chavistas o caprilistas, es decir contra el sistema capitalista en su conjunto y el Estado burgués, su defensor supremo. Los obreros de Sidor (Siderúrgica del Orinoco) son empleados de una empresa nacionalizada, pero eso no les ha impedido estar en permanente lucha contra sus patronos y su pretendida «gestión socialista» (que es la misma gestión capitalista, pero pintada de rojo) sin dejarse intimidar por las acusaciones de Maduro, mostrando a todos los demás proletarios la vía a seguir: la lucha por la defensa exclusiva de sus intereses de clase, dándole la espalda a los llamados del chavismo por que se sacrifiquen por la economía nacional – la unidad nacional –,  en nombre de la Patria y del socialismo bolivariano, puesto que la economía nacional es la economía del capital que no puede prosperar sin explotar y aplastar al proletariado!

 

Economía venezolana calamitosa y dependencia petrolera

 

El cuadro actual que presenta la economía venezolana, heredada del periodo Chávez que la dejó desfalcada e inestable, y que ahora se ha agudizado para llegar a una severa crisis, compuesta de inflación-devaluación, que equivale a desempleo, tercerización y precariedad – las estadísticas, falsas de por sí, no registran como desempleados o precarios a un subproletariado excedente compuesto de personas ocupadas en pequeños oficios y actividades pecuniarias menores, cuyas ganancias a final de mes no llegan al salario mínimo. Es este el real legado de Chávez y sus consecuencias, más la serie de soluciones propuestas que no logran detener el deterioro económico y financiero general.

Los índices anuales que en Enero fueron anunciados por el Banco Central de Venezuela (BCV) acerca de la inflación (56%), y de 7-8% acumulada de Enero-Febrero del presente año, lo que traerá como consecuencia un deterioro extremo en las condiciones de vida de las grandes masas y dan una idea general del cuadro actual en que se desenvuelve el gobierno Maduro, obligado a echarle la culpa de todo a la oposición, culpa que sin duda podrá exagerar, pero que exagera en torno a algo que existe sobre todo para los proletarios y sectores empobrecidos de la clase media, como es la inflación y la baja salarial que esto significa.

Es importante señalar que el papel que ejerce la inflación en el terreno social, llega a problema político de gran relevancia en Venezuela,: que exige urgente asistencia pues se trata de calmar la hemorragia de divisas que se fugan del mercado nacional que es el último refugio a la devaluación, en la cual estas últimas significan las periódicas modificaciones de las diversas tasas de igual diversos sistemas cambiarios que se modifican a cada periodo de crisis fiscal o simplemente de falta de divisas; todo ello cumple un rol de acelerador del desgaste del gobierno actual presidido por el Sr Maduro, además de los conflictos obreros y sociales que por ende generan estas devaluaciones, es decir, inflación, es decir, aumento general de los precios, es decir, baja real del salario obrero. El problema es simple: a falta de divisas el gobierno disfraza el hueco con fabricación de papel-dinero, el llamado dinero inorgánico o sin respaldo; por esta razón aumenta la impresión de dinero circulante que irremediablemente acarreará inflación. El gato se muerde la cola en un círculo de nunca acabar.

Además, el gobierno culpa a la «burguesía apátrida» (?) del desabastecimiento y – su inevitable, especulación, llevando toda la economía a padecer la segunda o tercera más alta inflación del mundo. En fin, demasiado perfecto para ser verdad. La hiperinflación que ahora se vive en Venezuela es – aparte de ser una medida que rebaja los salarios y la subsistencia sobre todo del proletariado, puesto que es a él a quien va dirigido principalmente este ataque económico – el costo y las consecuencias de una economía basada solo en ingresos cada vez más pequeños respecto a las necesidades de más de 26 millones de habitantes, de la materia prima petrolera. Entonces, PDVSA no puede dar abasto ni puede resolver ni llenar todas las bocas hambrientas y menos hambrientas de la sociedad venezolana en su conjunto. Y si el cuento de la unidad nacional, o de la Patria fuera una verdad, esta no se realizará sino en perjuicio de las masas explotadas!

El petróleo no es una fuente de riqueza mágica que permitiría un rápido y armonioso desarrollo capitalista hasta llegar al nivel de los grandes países capitalistas desarrollados, tal como lo pretenden los reformistas. Las leyes del capitalismo y su desarrollo desigual y combinado se imponen a todos los países; ellas hacen que los países poco desarrollados que poseen una o dos fuentes de materias primas tiendan a especializarse en la extracción y venta de estas en detrimento precisamente del «desarrollo armonioso o sustentable»; el capitalismo, modo de producción contradictorio, no conoce desarrollos armoniosos o sustentables porque simplemente va contra sus leyes! De hecho, y es lo que precisamente pasa en Venezuela y que tantas veces hemos evocado en otras oportunidades, los capitales venezolanos, en lugar de hacer crecer y prosperar frutas y hortalizas, ganado e industrias diversas, prefieren invertir en estas materias primas – petróleo y hierro, principalmente. Es por esto y no por otra cosa que, en Venezuela, la agricultura y la mayoría de los otros sectores industriales y manufactureros en su conjunto permanecerán «subdesarrollados». Todo lo contrario de lo que ocurre en los países capitalistas avanzados o super-desarrollados: tomemos por ejemplo Estados Unidos y Gran Bretaña, países donde el resto de la economía presenta tasas de rentabilidad suficientes como para atraer a los capitales que produce la explotación petrolera y no lo contrario. Inútil decir que otro tipo de gobierno, que se apegue más o menos a los odiados yanquis, o al credo «neo-liberal» (capitalismo con otra terminología) tampoco podrá resolver esta situación de orden histórico, aunque en sus filas haya individuos incorruptibles o no. Lo mismo ocurre con aquellas ideologías que culpan a la «sed de riquezas», la avidez de unos cuantos capitalistas como los causantes de la crisis de subprimes que, de crisis financiera se transformó en «la» crisis general del capitalismo que llega hasta nuestros días y que no termina de decir su ultima palabra.

Sólo una sociedad socialista podrá eliminar la miseria global que crea las enormes desigualdades entre países y regiones, instaurando un plan único mundial de producción basado únicamente en las necesidades de la población. Pero para ello habrá que romper con la «ley del valor», ganancias y pérdidas, y la ley del mercado, en otras palabras, el capitalismo por la única vía posible: la revolución comunista internacional!

 

Burguesía «apátrida» y parásita

 

Primero, el término «burguesía» no es un simple titulo de nobleza, sino una verdadera relación y posición social sostenida sobre una base imponente como son la apropiación y disfrute privado y no público de los productos de los grandes medios de producción y explotación particulares o estatales por parte de las clases dominantes. Estas relaciones sin equivalentes históricos están protegidas por el Estado. Y el Estado en Venezuela esta gobernado por el chavismo, y sin el cual estas clases dominantes burguesas no podrían seguir siendo lo que son! Si es coherente, es muy poco el interés que debería tener Maduro por lo que denuncia... Ya lo hemos dicho en anteriores oportunidades, la inflación es una «alza generalizada de los productos» y tiende a despojar principalmente al proletariado de su poder adquisitivo, lo que significa una baja real de su salario, un ataque directo a sus condiciones y un asalto sin tener que recurrir, por ahora, a las armas!

Segundo, el gobierno chavista, representado ahora por Maduro, culpa a la «vieja oligarquía parasitaria» – la oligarquía de los Vollmer, Zuloaga, Machado, Mendoza – que el chavismo se ha encargado de hacer crecer y florecer – de acaparar  y especular sobre los productos de mayor consumo. Sin embargo por ningún lado, o muy parcialmente, aparecen los volúmenes cifrados en toneladas, pies o metros cúbicos de estos ocultamientos o acaparamientos de productos, lo que seria directamente proporcional a la responsabilidad y el peso que se le pueda adjudicar con respecto a la inflación; aun con toda la ineficiencia, ineficacia, incapacidad o simplemente miedo que tengan los encargados de llevar a cabo las inspecciones y controles de precios. Y, si fuera cierto, repetimos lo que hemos dicho en otras ocasiones: no se especula sino contra los productos que escasean, en otras palabras, la ley de la oferta y la demanda condiciona el espíritu (y las ganas de especular!) hasta del más pequeño comerciante instalado en el último tramo del cerro más alto de Caracas.

A pesar de todas las alegaciones que pueden llover sobre la frase, la Administración Maduro continúa afirmando que en Venezuela se está «construyendo» el socialismo.

 

¿Cuál Socialismo?

 

Cualquier persona con tan solo cuatro libros en su biblioteca sabe que en Venezuela todo indica la presencia de un capitalismo ultra-salvaje, no importa las declamaciones sin ningún apoyo en la realidad. ¿Una redistribución de la riqueza con énfasis en la resolución material mínima de los condiciones más urgentes de los proletarios y masas más empobrecidas de la población? Se trataría más bien de una coartada, la misma utilizada desde hace decenios por la izquierda reformista y colaboracionista que, con el cuento del socialismo acoplado a un movimiento de nacionalizaciones o estatalizaciones con respecto al aparato productivo de la economía venezolana, a las que se les añade una pizca de clemencia y una cucharada de bondad por medio de  «misiones» y ayudas diversas para las masas más empobrecidas, precisamente empujan a sacrificios y más sacrificios al proletariado en Venezuela. Pero estas nacionalizaciones que de ninguna manera significan erosionar aunque solo sea un milímetro las bases económicas del capitalismo venezolano, no han hecho sino reforzar la explotación disfrazada con el lema actual del chavismo: «ahora, tenemos patria».

 

¿Cuál Patria?

 

Una de las características del chavismo es su constante llamado a defender la Patria, ligando contra-natura Patria y socialismo, lo que fue un paradigma en los discursos guerrilleristas, maoístas o castristas de los años 60' en América Latina. Desde el punto de vista del marxismo, Patria es un término que solo le pertenece a los burgueses; los proletarios, como decía Marx, no tienen patria «sino un mundo a conquistar». Pero este concepto, de gran importancia para la ideo logia burguesa, no ha dejado de correr durante todo el siglo pasado. A comienzos del siglo XX, los socialdemócratas franceses como Jaurés decían que, «por una parte, en 1848, lo que Marx y Engels expresaban en el Manifiesto era verdad, pero ahora las cosas han cambiado ya que los obreros mediante sus luchas han conquistado derechos y mejoras en su tenor de vida, etc, por tanto, tienen algo que defender en cada una de sus patrias, y por otra, que el marxismo jamás había hablado de desaparición de las naciones, mas al contrario de su libre disfrute y desarrollo, etc». Jean Jaurés decía que «un poco de internacionalismo nos aleja de la nación, pero mucho nos acerca» Evidentemente que esta es una visión democrático-burguesa que no tiene nada que ver con el marxismo. El concepto es tan fuerte que al parecer dos carnicerías mundiales en nombre de la patria, no han bastado para borrarlo.

Para los comunistas, la desaparición de las naciones, la unificación de la humanidad, forma parte de su programa revolucionario; los pequeños burgueses se escandalizan cuando oyen esta posición, puesto que ellos quieren ser propietarios de una «casa propia», de una empresa, de una patria. Los comunistas estamos en contra de las fronteras, los pequeños burgueses demócratas (o no) son, al contrario, partidarios de fronteras inviolables, considerando que su aldea, su tierra natal, sus costumbres, su lengua, etc., son las mejores del mundo y a las que los intereses de la humanidad deben ser sacrificados! Una sola vez Lenin hablo de patria, sí; pero, en el sentido del territorio donde estalla la revolución, que hubo de ser defendido de la guerra imperialista que habían emprendido 14 países contra el presidio, sede o aposento de la revolución proletaria, el Octubre rojo que se desarrollaba en Rusia en 1918! 

Como dice el Manifiesto: «Con gran sentimiento de los reaccionarios, la burguesía ha quitado a la industria su base nacional»... «ha creado a sus propios sepultureros»... «obliga a los obreros de todos los países a unirse». El Manifiesto jamás dirá: «¡Obreros de todos los países formen sus propias naciones!».

«La nacionalidad del obrero no es francesa, ni inglesa, ni alemana, es el trabajo, la esclavitud libre, la venta de si mismo. (…) Su gobierno no es francés, ni inglés, ni alemán, es el Capital. Su cielo natal no es francés, ni inglés, ni alemán, es el cielo de la fabrica. El suelo que le pertenece propiamente no se encuentra en Francia, ni en Inglaterra, ni en Alemania; se encuentra a unos cuantos palmos bajo tierra». (Karl Marx, «Critica de la Economía Nacional», 1845)

 

¡Los obreros de Sidor no se someten al socialismo bolivariano!    ¡La nacionalización de Sidor ha sido más explotación que socialismo!

 

«A todas luces la huelga de SIDOR es lógica y legal  Sin embargo, no luce conveniente ni liberadora, ya que el imperio norteamericano ha metido sus manos golpistas para cabalgar sobre ella y desestabilizar al país, tal como ha sido demostrado por el Camarada Presidente, Nicolás Maduro» (1)

Esta frase condensa el esquema derrotista y reformista ya utilizado en el Chile de Allende con el fin de apaciguar y desarmar a los trabajadores, en nombre de la paz, evitando provocar a los militares o a la burguesía en su conjunto.

Con el cuento del socialismo acoplado a un movimiento de nacionalizaciones o estatalizaciones con respecto al aparato productivo de la economía venezolana, el presidente Maduro ha amenazado con reemplazar a los obreros de Sidor en franca rebelión, por otros trabajadores de las milicias bolivarianas, además de protegerlos contra las protestas de los obreros en huelga. Pero estas nacionalizaciones que de ninguna manera significan erosionar aunque solo sea un milímetro las bases económicas del capitalismo venezolano, no han hecho sino reforzar la explotación disfrazada con el lema actual del chavismo: «ahora, tenemos Patria»... y hay que sacrificarse por ella!. En 2008, los trabajadores de Sidor presenciaron la fiesta del presidente Chávez en persona, cuando decretaba con bombos y platillos la nacionalización de la empresa. Pero desde el mismo comienzo de la nacionalización los trabajadores no han dejado de pelear por sus salarios y mejoramiento de sus condiciones de vida. Cabe destacar que no hubo un solo mes ede 2013 en el que no se hubiera desatado un conflicto en Sidor o en la zona de Guayana. También quiere decir que la empresa, con el chantaje a la nacionalización, no ha dejado de atacar a los trabajadores de Guayana!

La reciente huelga en Sidor, que no podía prolongarse por más tiempo, después que el 9 de diciembre el presidente Maduro acusaba a los obreros en huelga de «anarco-sindicalistas», termina el 19 del mismo mes, bajo solo promesas del Estado que no ha cedido en prácticamente nada de lo que los trabajadores exigían. Los trabajadores, después de 34 días de huelga  y paralización de la producción de la siderúrgica, han tenido que ceder. Este resultado era de esperarse; con dirigentes dispuestos en todo momento a traicionar, que no organizan las huelgas sino que son empujados por ellas, con grupos de provocadores y sicarios a sueldo del gobierno que manipulan la información y sabotean todos los conflictos de manera permanente; además de la falta de un llamado contundente a otros obreros de la zona. y a otros sectores y centros industriales del país, se fue debilitando hasta llegar a la situación actual de tener que retornar al trabajo sin haber obtenido más que un bono de 25 mil bolívares de los 40 mil prometidos (!). Según el propio presidente de Sutiss (el más grande y viejo sindicato de la zona minera de Guayana) que debe sufrir una gran presión tanto del Estado como de los obreros, lo poco que pudieron sacar del conflicto «constituye una verdadera traición». ¿Y es el primer traidor quien lo dice? ¿Acaso porque lo confiese va a ser mejor visto por los trabajadores de Sidor? ¡Las castas dirigentes en Venezuela tienen un serio problema con la honestidad...! ¡Los trabajadores de Sidor ya tienen un asunto que resolver!

 La larga huelga de los trabajadores de Sidor culminó en la derrota, cierto, pero fue ante todo la derrota y traición de sus jefes quienes, dada la presión de masas proletarias, debieron dar la cara e ir más allá de lo que deseaban. A pesar de toda esta situación adversa, los cada vez más belicosos obreros de Sidor han demostrado: 1°) haber ido a la huelga para conquistar sus derechos,  sin temor a la propaganda de que la empresa ha sido nacionalizada y se le llame socialista, tratándose más bien de un camuflaje de capitalismo de Estado. La empresa se hace llamar «socialista», y ha sido nacionalizada, pero ello no ha detenido la explotación capitalista, obligando a los trabajadores a fajarse con el patrón, sea privado o bien representante del Estado; y 2°) que para que el socialismo exista, primero hay que destruir el capitalismo por medio de una verdadera revolución digna de ese nombre, que instaure una Dictadura del Proletariado, y que permita el poder revolucionar de arriba abajo toda la organización económica y social; y ahí sí tendrá sentido el «control obrero»                                                                                                                                                    

 

A dónde va el chavismo

 

En el suplemento anterior afirmábamos que la tendencia histórica de un gobierno reformista, después de hacer el trabajo de apaciguamiento de las grandes masas, cosa que el gobierno Chávez más o menos logró, es en dirección de un gobierno conservador o al máximo de un gobierno de centro izquierda, la Administración Maduro sigue dando garantías a la burguesía para esta transición. Desde el mismo día en que el presidente actual tomó la batuta del gobierno, no ha cesado de instaurar medidas que hambrean al proletariado – aun cuando siga propagando las ideas de un socialismo bolivariano o latinoamericano; propaganda que solo persigue adormecer a los explotados y oprimidos.

Como en otras oportunidades hemos dicho, el chavismo entendido como fuerza burguesa dentro del movimiento proletario, como fuerza social colaboracionista, y que por su dimensión ha logrado atomizar, dividir, debilitar a un movimiento que jamás se ha caracterizado por grandes batallas de clase, debe ser denunciado y rechazado.

 

«Guerra económica», si, pero ¿contra quién? ¡El gobierno no va en contra de la «burguesía apátrida», al contrario va a su favor!

 

El actual presidente de Venezuela dice que hay una «guerra económica» puesta en marcha por la «burguesía  apátrida». ¿Cómo denunciarlos y llevarles la contraria a los dirigentes chavistas sin disgustarlos? En ese renglón reconocemos nuestra incompetencia... puesto que está claro que, desde la muerte del presidente Chávez hasta la fecha, ellos también implementan una verdadera guerra económica contra las masas, la prueba fue la devaluacion en casi 30% de la moneda nacional, en el mismo segundo en que Maduro instauraba su reinado. En resumen, es una guerra económica entre burgueses llevada a cabo, y pagada con el sacrificio y el trabajo permanente de las masas – es decir, aceptar rebajas cada vez más drásticas en sus condiciones de vida y de labor.

Por un lado se encuentra la «burguesía apátrida», eminentemente comercial y financiera o compradora, como usualmente se le llama. Sin embargo, especulando o no con el dólar preferencial en el mercado negro, y aunque el gobierno los acuse de hambreadores y apátridas; no por ello esta burguesía va a empobrecerse vendiendo los productos de consumo masivo por debajo de su precio internacional o precio de importación. Y las matemáticas están ahí par confirmar que esa burguesía, en ganancias y aportes a la economía nacional sólo aporta al PIB menos del 10%! Y ese es su verdadero peso, y por tanto su responsabilidad en el desabastecimiento que sufren de manera particular en los últimos meses las grandes masas. Es como decir privar por un día el consumo y la producción de menos del 10% de una de las 400 barriadas de la zona de Petare, en Caracas hoy en día.Y por el otro, la burguesía bolivariana, o boliburguesía que desde hace un año, al no poder resolver la inestabilidad del precio de los comodities, en este caso el petróleo a largo plazo, lanza inmediatamente después de la muerte de Chávez un ataque sin precedente, aprobando medidas de verdadera guerra hacia los salarios, los niveles de vida, trabajo y seguridad de sus explotados.

 La prensa económica internacional dice que (el gobierno de) «Venezuela se esta quedando sin dólares» que «hasta los periódicos están cerrando por falta de papel», y esto como uno de tantos indicativos que dicen claramente que en Venezuela como en Argentina «se acabó la fiesta» (The Economist, «The party is over», 5/2/13). Harto hemos hablado acerca de una economía como la venezolana basada solo en materias primas, los famosos commodities, muy volátiles en el mercado mundial, una razón más para imposibilitarle a este tipo de economía proyectos e instalaciones cuyos frutos solo se verán a largo plazo. PDVSA es un organismo del cual depende todo el gasto público, y sin exagerar toda la actividad financiera y comercial del país; pero, no cuesta mucho pensar que el petróleo y PDVSA no pueden resolver todos los problemas. De manera que una gran crisis económica y social se encuentra a las puertas del país gobernado por el chavismo. La respuesta del gobierno no será otra que manipulación   mediática y represión, como ya se ha visto con los obreros de Guayana, y en las recientes manifestaciones de las clases medias.

 


 

(1) Cf. : http:// venezuela. indymedia. org/ es/2013/10/33153.shtml

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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