Brasil, entre crisis económica, rivalidades políticas y lucha de clases

( Suplemento Venezuela  N° 22 de «El programa comunista» N° 52 ; Diciembre de 2017 )

 

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Poblado por más de 200 millones de habitantes, Brasil, gigante de América Latina cuya superficie es dos veces más grande que la de la Unión Europea; y, segun las cifras del PIB (producto interno bruto) había alcanzado el sexto puesto entre los paises más ricos. Hace pocos años fue incluido en los Brics, categoría periodística que supone reunir los paises «emergentes» más dinámicos, los que serán empujados a jugar los primeros violines de la economía capitalista mundial no sin antes haber sido sus motores: Brasil, Rusia, India, China (al que se le añade ahora Africa del Sur). Pero la crisis mundial de 2008 ha vuelto a barajar las cartas; ya casi ni se habla de los Brics, y Brasil ha descendido al puesto 8 del ranking, y se encuentra en su tercer año consecutivo de recesión – la más larga y profunda desde hacia décadas, incluso nada parecido desde los años treinta. Desde 2014, fecha de comienzo de esta crisis, hasta comienzos de este año, el PIB ha retrocedido en más de un 7%, estalla el déficit presupuestario, la tasa oficial del desempleo alcanza su record histórico en más de 13%, equivalente a 14 millones de personas – esto según las tasas oficiales, y que no describen la magnitud del paro que es mucho mayor, sin contar la masa de sub-empleados.

Desde hace unos quince años, Brasil ha estado dirigido por gobiernos surgidos del PT (Partido de los Trabajadores), el principal partido de izquierda cuyo líder carismático es el antiguo sindicalista Lula,  Hace treinta años este partido nacía de la reunión de responsables sindicales, cristianos de izquierda, corrientes oportunistas de «extrema-izquierda» (trotskistas y otros), etc., en momentos en que termina la ultima dictadura militar, como el partido de la colaboración de clases del cual tenia necesidad la democracia de la «nueva república» para controlar la fuerte combatividad obrera (1)

Luego de haber aumentado frecuentemente sus éxitos electorales (obtenidos en las elecciones municipales y regionales en las ciudades más importantes), el PT termina por ganar las elecciones presidenciales. Para hacerse elegir, Lula tuvo que convencer a la burguesía de que él tenia realmente la envergadura de un «hombre de Estado», es decir, de alguien capaz de defender de manera responsable los intereses capitalistas, y no solamente por ser un demagogo dotado para engañar a los trabajadores, además de colocarse en la continuidad de los gobernantes precedentes. Desde su llegada al poder, Lula pactó con los partidos burgueses, tomó medidas en el sentido que pedían los medios capitalistas, siendo aplaudidas por el FMI: aumentar la edad para la jubilación de 55 a 60 años, flexibilización del mercado del trabajo, independencia del Banco Central, pago contante y sonante de la deuda (que el PT decía repudiar o por lo menos renegociar), abandono de la reforma agraria en favor del desarrollo del agrobusinness, etc.

La presidencia de Lula correspondió al boom de los precios de las materias primas en el mercado mundial; siendo uno de sus grandes exportadores, ello trajo a Brasil un fuerte crecimiento económico que permitió al gobierno financiar medidas sociales; entre otras, en 2005, la Bolsa Familia, una ayuda del Estado de 30 a 40 euros distribuidos a las familias más pobres de Brasil (es decir, a más de 20 millones de personas). Estas medidas no eran en realidad sino las migajas del boom económico que había gozado Brasil en aquel entonces (su crecimiento alcanzaba un 4% anual en forma consecutiva) cuyo principal beneficiario fue la burguesía, pero estas explican el por qué de la popularidad que todavía goza el PT en ciertas capas proletarias, a pesar de su política pro-capitalista.

En 2006, Lula fue confortablemente reelegido, a pesar de los diversos escóndalos de corrupción que involucraban a diputados y dirigentes del PT, siendo el del mensalao («mensualidad» repartida a los diputados!): el gobierno compraba por centenas los votos de los parlamentarios para hacer pasar sus leyes. Lula conforma su gobierno pactando con el partido burgués centrista PMBD a quien confía los ministerios más importantes.

La crisis económica internacional de 2008-2009 repercute también en Brasil, siendo la más importante desde 1990, marcada sobre todo por el bajo nivel de la producción industrial (-7,4% en 2009). Sin embargo, la recesión se termina: desde 2010 la economía del país se endereza y su PIB crece en un 7,5%! (esta efervescencia recaerá al año siguiente).

Como la constitución brasileña prohibe más de dos mandatos presidenciales sucesivos, entonces le toca a Dilma Russef, la delfín de Lula tomar la presidencia a partir de 2011. Las medidas antisociales del gobierno Roussef, conjugadas con la desaceleración económica, provocaran grandes manifestaciones de calle en junio de 2013 contra el alza de los precios del transporte; los manifestantes protestaban también por los gastos suntuarios para la copa mundial de fútbol (en el país donde el fútbol es rey), mientras que el financiamiento del sistema de salud o de la educación es deficiente. La naturaleza política pequeño-burguesa de este movimiento interclasista se notaba con la prohibición de hecho de la exhibición de toda bandera roja o consignas que tengan que ver con la izquierda. Después de haber obtenido una baja de las tarifas del transporte en Sao Paulo, Rio de Janeiro y en otras grandes ciudades, el movimiento recae en momentos en que empezaban a aparecer movimientos de huelga.

En octubre de 2014, mientras que la operación Lava Jato (lavado express) (2), comenzaba a revelarse lo extendido de la corrupción de los políticos de la coalición gubernamental (PT, PMBD), aparecía de nuevo también la crisis económica. No obstante, Roussef vuelve a ser elegida. Durante la campaña electoral había multiplicado las promesas de izquierda (aunque había escogido como vice presidente a Michel Temer, líder del PMBD; pero desde el primer día de haber tomado el poder, arguyendo la crisis económica y bajo la presión de los medios capitalistas más potentes, se lanza en una política de austeridad que ella misma no había cesado de denunciar durante su campaña!

Esta política de rigor, que no logra restablecer el equilibrio del presupuesto y a disminuir la inflación jugo como factor agravante de la recesión. En 2015, el PIB caía así en 3,8%, las exportaciones disminuyen en un 15% y las importaciones en un 25%, la inflación alcanzaba el 10%, lo mismo que el déficit presupuestario, mientras que la tasa de desempleo pasaba de 4,84% a 8,5%. Es en este escenario de crisis económica creciente que toma todo su esplendor el escándalo de corrupción de la petrolera Petrobras (3) puesta a la luz del día por Lava Jato, mostrando que todo el sistema político brasileño estaba bajo su control. En una situación que el gobierno se mostraba incapaz de hacer frente a las dificultades económicas, la crisis se transformación en terremoto político. La presidencia Roussef fue desconsiderada por los trabajadores, confrontada a las manifestaciones masivas (4) de capas pequeño-burguesas golpeadas fuertemente por la crisis, paralizada por políticas suscitadas por los escándalos; todo ello comenzaba a ser un fardo cada vez más pesado para el capitalismo brasileño. Un proceso de destitución de la presidenta fue lanzado por el parlamento; y luego de un largo juicio se llega finalmente, en mayo de 2016 (entre tanto, Lula entraba al gobierno para obtener su inmunidad frente a las acusaciones de corrupción que se la hacía), Dilma Roussef es reemplazada por su vice-ministro Michel Temer.

El gobierno del nuevo presidente elaboró toda una serie de medidas de austeridad reforzada a fin de enderezar las finanzas (aumentos de las tasas, disminución de los gastos sociales, enmienda constitucional para congelar por 20 anos el gasto publico, etc.), al mismo tiempo que la apertura de líneas de crédito a las empresas, prometiendo a la vez lanzar medidas institucionales para poner fin a la corrupción. Las reformas Temer debían permitir poner fin rápidamente a la crisis y restablecer la competitividad y la rentabilidad del capitalismo brasileño. Pero, en 2016, la economía de ese país sigue retrocediendo fuertemente en casi todos los planos (PIB: - 3,6%, producción industrial: -6,5%  déficit en el presupuesto: -9%, exportaciones: - 19%, paro: 12%), a excepción de la inflación que disminuía a 6% (debido a la dificultad de vender las mercancías). Sin embargo, a mitad de 2017, este retroceso parece detenerse; el gobierno anunció triunfalmente una tasa anualizada de «crecimiento» levemente superior a 0%...

Han sido los proletarios y en general la población laboriosa el blanco de la política gubernamental, son ellos quienes han sido claramente destinados a pagar la recuperación económica del capitalismo brasileño. En periodo de crisis, el capitalismo siempre considera insoportables los gastos sociales en materia de salud, educación, jubilación y otros, e intolerables las medidas de «protección» a los trabajadores más un buen numero de amortiguadores sociales anteriormente instalados para comprar y consolidar la paz social.

 

¿Respuesta de clase o maniobras pre-electorales?

 

El ataque contra el régimen de jubilaciones (aumento de la edad legal para jubilarse, 65 para los hombres, 62 para las mujeres, obligación de 49 años de cotización antes de la jubilación, etc.) fue la medida más importante para la burguesía (5); por lo tanto, es la que más ha suscitado reacciones, junto con la reforma de la ley del Trabajo para «flexibilizar» el trabajo, es decir, para plegar totovía más al proletariado a las exigencias del Capital. A mediados de marzo, en las grandes ciudades se producen importantes manifestaciones de protestas encabezadas por los sindicatos en contra de estas reformas. Pero a finales de abril en momentos en que las manifestaciones recrudecen con el triunfo de la huelga general del 28, llamada por todos los sindicatos, incluyendo a las centrales «pelegas» (los sindicatos amarillos ligados a la derecha), los partidos de izquierda (entre estos el PT) y un numero de organizaciones, incluyendo religiosas.

Esta unanimidad estuvo ligada al amplio descontento en los proletarios y las masas que suscitaron las «reformas» de Temer; aunque también se explicaba por otras medidas que golpean directamente a los aparatos sindicales tales como la supresión del pago obligatorio de las cotizaciones sindicales. Después de esta huelga una gran marcha se organizó en Brasilia el 24 de mayo, las autoridades respondieron llamando al ejército (que disparó con balas reales, hiriendo a decenas de manifestantes) para mantener el orden; y de nuevo un llamado a la huelga para el 30 de junio.

Pero esta no fue más que una jornada de manifestaciones; en realidad solo hubo huelgas en la enseñanza y en los bancos. En efecto, las grandes centrales sindicales no llamaron a ninguna huelga o poco se movilizaron. Es el caso de la CUT (Central Unica de Trabajadores), la confederación sindical brasileña más importante, constituida hace treinta años bajo el impulso de las luchas sindicales bajo la dictadura. Desde entonces la CUT ha demostrado su eficacia en lo que respecta a la colaboración de clase, y representa el principal apoyo del PT.

La CUT, que dirige el movimiento de oposición a las reformas de Temer, busca evitar esencialmente que esta oposición se transforme en verdadera lucha de clase, razón por la cual en los hechos esta saboteó la huelga general del 30 de junio, que esta se vio obligada a convocar. Evidentemente que la CUT prefiere desviar el descontento hacia un movimiento con miras electoralistas, en otras palabras, orientarlo hacia el callejón sin salida del sistema político burgués. Detrás de las consignas de Fora Temer (¡fuera Temer!), Diretas já! (¡elecciones directas ya!) o la denuncia de la destitución de Roussef como un golpe de Estado contra la Constatación, la CUT y el PT, preparan de hecho las elecciones presidenciales del año que viene. Lula, que fue condenado recientemente a 9 años de prisión por corrupción, pero que hizo apelación, ya esta en campaña y los sondeos le acreditan un score elevado (su elección le aseguraría otra amnistía!).

Jugando hábilmente a ser bomberos sociales, en momentos en que el gobierno Temer, debilitado por las revelaciones sobre la corrupción de este último (6), y batido todos los récords de impopularidad, todavía no ha logrado hacer pasar su ataque a las jubilaciones, en un parlamento dividido, la CUT le presta un grandioso servicio no solo al orden burgués en general, sino al mismo gobierno: en la practica lo protege contra la cólera proletaria. La CUT esta ayudada en sus bajezas antiproletarias por las organizaciones que se pretenden «revolucionarias» o «socialistas»; aquí no hablamos de los neo-estalinistas nacionalistas del PC do B (Partido Comunista de Brasil) que forma parte de la coalición gubernamental, sino del PSOL (Partido Socialismo y Libertad, escisión del PT, agrupación heterogénea de diversas corrientes reformistas, principalmente trotskistas), principal partido a la izquierda del PT, que no va más allá de la reivindicación de elecciones directas para sacar a Temer; o del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado, partido trotskista afiliado a la LIT-QI) el cual preconiza una «solución obrera y socialista por el Brasil» ligando la lucha contra los ataque anti-proletarios del gobierno del gobierno a la defensa de la «soberanía nacional» (8) – ¡reivindicación burguesa por excelencia! Este habla de un «gobierno socialista de los trabajadores», pero sin decir nunca que un gobierno semejante no puede nacer sino con una revolución...

La lucha anti-corrupción ha sido utilizada innegablemente por fuerzas burguesas en el cuadro de las rivalidades que desgarra a la clase dominante (actualmente el gobierno Temer trata de parar esta lucha) (9); pero el proletariado encuentra y encontrará en su camino a una burguesía unida para acrecentar su explotación y acentuar la represión; encuentra y encontrará en su contra a los falsos partidos obreros y a las centrales sindicales colaboracionistas. En el próximo futuro se arreciaran los ataques antiproletarios, para resistirlos tendrá que hallar, contra todos los falsos amigos, la vía de la lucha de clase. Tarea dificil pero indispensable para mañana poder pasar al contraataque contra el capitalismo, y poder hacer realidad a las consignas anti-reformistas y anti-electoralistas:

 

Fora Capitalismo! Revoluçao já!

¡Fuera el capitalismo!

¡ Revolución ya!

 

10/9/2017

 


 

(1) cf «A fonçao do PT», Proletario n° 1 (mayo de 1982), consultable en nuestro sitio.

(2) Parte de una investigación  sobre el lavado de dinero, el escándalo revelo una vasta red de pago de comisiones que implica a grandes grupos como el BTP y la gigante Petrobras. En junio de 2015 la investigación se extendía al grupo de BTP Odebrecht, cuyo patrón sera condenado a 19 años de cárcel. Las confesiones de la sociedad alcanzaran todo el horizonte político brasileño (incluyendo a Lula) y extenderse hacia el extranjero: Venezuela, pero también Francia donde una averiguación fue abierta oficialmente en octubre de 2016 por hechos de corrupción a propósito de la venta de submarinos a Brasil. Pero esta averiguación es remarcable sobre todo por su discreción.

(3) Petrobras es una empresa petrolera de Estado que forma parte de las mas grandes compañías mundiales del sector. Como todas las empresas de este tipo, hace oficio de vaca lechera para toda una serie de parásitos, políticos, grandes y pequeñas empresas, etc.

(4) Desde marzo de 2015 cercad de dos millones de personas manifestaban contra la corrupción y pedían la demisión de Roussef. Una año mas tarde, en marzo de 2016, eran más de tres millones quienes reclamaban su destitución. La indecente corrupción de las élites indigna con razón a los proletarios y a los pequeño-burgueses; pero la corrupción es hija legitima del capitalismo, un sistema en que todo se compra y todo se vende, y se encuentra en todos los paises: un capitalismo limpio e íntegro es un sueño piadoso. Sin embargo, en ciertos paises, la corrupción alcanza tales niveles que pone en peligro el buen funcionamiento armonioso del capitalismo, aumentando desmesuradamente sus costos de funcionamiento. Es esto lo que preocupa a los capitalistas; no de erradicar la corrupción, sino de limitar sus consecuencias.

(5) Segun el Banco Mundial, las pensiones representarían casi un tercio del gasto público de Brasil. Para un capitalismo en dificultad, cortar estos gastos es, pues, segun las palabras del Banco Mundial: «necesario y urgente». Cf; World Bank Staff Note, 13/4/2017.

(6) Los medias del grupo Globo (el principal grupo de media brasileño) han revelado en el mes de mayo que la investigación sobre los actos de corrupción tocando a la sociedad JBS (gigante agroalimentario, la más grande empresa mundial de carne procesada), ponía en tela de juicio a Temer. La sociedad compraba a funcionarios para facilitar la producción de carne avariada; su patrón reconoció haber pagado a 2000 políticos.

(7) Segun los sondeos, Temer no tiene sino un 5% de opiniones favorables, mientras que mas de 80% de entrevistados estaban a favor de su enjuiciamiento.

(8) Editorial de Opinao Socialista n° 542 (6/9/17).

(9) A comienzos de agosto el parlamento se opuso a la destitución de Temer; en junio su gobierno había decidido a la supresión del grupo de jueces anti-corrupción llamada «Lava Jato». Esta pausa que Temer logró obtener le permitirá consagrarse a hacer pasar sus reformas.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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