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Lenin en el camino de la revolución

( Conferencia pronunciada por Amadeo Bordiga en la Casa del Popolo, Roma, 24 de febrero de 1924 )

( Textos del partido N° 8, Noviembre de 2022,  A5, 30 páginas )  - pdf

 


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Sumario

 

Introducción

Lenin en el camino de la revolución

  El restaurador de la teoría marxista

  El realizador de la política marxista

  El pretendido oportunismo táctico de Lenin

  Nuestras perspectivas futuras

 


 

Introducción

 

 

El 21 de febrero de 1924, Vladimir Ulianov, conocido como Lenin, murió en Moscú. La victoria de la contrarrevolución, en las décadas siguientes, utilizó esta fecha para reiterar lo que el propio Lenin había escrito sobre los grandes revolucionarios en las primeras líneas de Estado y Revolución:

«Las clases dominantes siempre han recompensado a los grandes revolucionarios, durante su vida, con una persecución implacable; su doctrina siempre ha sido recibida con la furia más salvaje, el odio más feroz y las campañas más impúdicas de mentiras y difamación. Pero después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por así decirlo, rodear su nombre de un cierto halo de gloria, «consolar» y mistificar a las clases oprimidas, al tiempo que se vacía de contenido su doctrina revolucionaria, se embota su sentido, se la degrada.»

La Rusia revolucionaria encontró en 1917, en plena guerra imperialista mundial, a su joven proletariado en la cima del movimiento proletario mundial gracias a su formidable líder: el partido bolchevique de Lenin. La historia había abierto el camino de la revolución proletaria en el país más atrasado y reaccionario que existe, lanzando un desafío al imperialismo mundial, un desafío que el proletariado occidental, a diferencia del ruso, no tenía la fuerza para asumir con el mismo vigor y dirección política, no por falta de empuje revolucionario sino por la ausencia de un partido de clase a la altura de la tarea histórica, un partido de clase atemperado por la lucha de clases como fue el partido de Lenin contra el que todas las fuerzas burguesas, a pesar de la guerra imperialista que las enfrentaba, se unieron en un gran objetivo: matar la revolución proletaria en Rusia, impedir que sus enseñanzas sean asumidas por el proletariado europeo y americano, restablecer el orden capitalista e imperialista en el mundo utilizando al máximo las fuerzas del oportunismo, tanto las que se desvían del terreno revolucionario como las cínicamente represivas.

La victoria de la revolución proletaria en Rusia -el primer bastión conquistado- podría haber abierto el camino de la victoria revolucionaria en el mundo a condición de expandirse a Europa, empezando por Alemania, cuyo proletariado había dado muestras de una combatividad excepcional y de un gran valor. Pero la falta de un partido comunista revolucionario firmemente anclado en la teoría marxista y templado con el tiempo como el partido bolchevique de Lenin, marcó el destino negativo de todos los intentos revolucionarios que hizo el proletariado alemán, así como los de otros países (Hungría, China).

Aislada, asfixiada económica y políticamente, la Rusia proletaria y revolucionaria se enfrentó, sin embargo, a los ejércitos reaccionarios de las guardias blancas, apoyados y fortificados por las potencias imperialistas, en una dramática guerra civil que durante tres años, de 1918 a 1921, obligó a la Rusia revolucionaria a utilizar todas sus fuerzas y todos sus recursos para oponerse y finalmente derrotar militarmente a los ejércitos de la reacción. Pero la victoria militar no se convirtió en una victoria política y social; el fracaso de la revolución proletaria en Europa fue decisivo para la derrota de la revolución en Rusia y en el mundo. La contrarrevolución, después de la Comuna de París de 1871, tuvo de nuevo la oportunidad de levantar la cabeza y ganar gracias sobre todo a las fuerzas del oportunismo que desviaron a los proletarios de Europa y América hacia el terreno de la democracia y la colaboración de clases, llevándolos a masacrarse en una segunda y más catastrófica guerra imperialista mundial, y paralizando su fuerza social durante décadas.

En cualquier caso, la lección fundamental y mundial que Lenin extrajo y transmitió a las generaciones posteriores del proletariado consciente y, especialmente, de los comunistas marxistas, permanece intacta: que la victoria del proletariado revolucionario se debe sobre todo al partido de clase que lo influye, organiza y orienta, firme en la teoría pero capaz de una formulación inteligente y dialéctica en el plano táctico, consciente de que las normas tácticas que el partido se da a sí mismo en las diferentes situaciones son normas derivadas de las leyes de los grandes cursos históricos (como se reitera en nuestra Struttura economica della Russia d’oggi).

En 1994, tras la caída de la URSS y su «imperio», volvimos a publicar este texto en francés:

« El 70º aniversario de la muerte de Lenin (21 de febrero de 1924) cayó en un ambiente diferente al de décadas anteriores. Atrás quedaron las conmemoraciones oficiales, la distribución de medallas y la erección de estatuas monumentales con su efigie en la «patria del socialismo.

El viejo topo que, según la visión de Marx, cava incesantemente en el túnel de la historia, acabó derrumbando el apolillado edificio del ‘leninismo’ oficial. Este edificio comenzó a construirse tras la muerte de Lenin, cuando el Estado nacido de la revolución rusa y el movimiento comunista internacional comenzaron a degenerar a gran velocidad. La victoria de la contrarrevolución convirtió este edificio en un manto de plomo para paralizar al proletariado y someterlo a las exigencias del monstruo del Capital, en la Unión Soviética como en el resto del mundo. Quienes hundieron la revolución proletaria habían logrado no sólo momificar el cadáver de Lenin (y organizar un culto obsceno en torno a él), sino también disfrazar el marxismo y hacer trizas el programa del comunismo. Sus herederos han pasado hoy la página, despojándose de la máscara con la que se había revestido la contrarrevolución para imponer y sustituir las efigies de Lenin por las del dios dólar. Tanto mejor.

Los que lloran el cierre del museo de Lenin o protestan por el cierre de su mausoleo no se lamentan por lo que Lenin representó realmente -fue el inspirador y líder de la revolución proletaria mundial- sino por lo que la llamada contrarrevolución estalinista hizo de él: el brillante inventor de ‘nuevas vías’ para salir del subdesarrollo, el líder de una revolución nacional, el constructor de una superpotencia imperialista.

Para recordar lo que fue realmente Lenin, y para comprender las lecciones que representa para el presente y el futuro de la lucha proletaria, no podríamos hacer nada mejor que reproducir la conferencia pronunciada por Amadeo Bordiga el 24 de febrero de 1924 en la Casa del Popolo de Roma.»

A continuación reproducimos el texto completo, por primera vez en español.

Hoy, 2022, cuando la crítica feroz a la teoría del «socialismo en un solo país» y a las «vías nacionales al socialismo» parece anticuada, pero es más necesaria que nunca, no podemos sino reiterar exactamente los mismos argumentos que entonces, hasta el punto de que todo el contenido de lo que Amadeo Bordiga defendía en su época resulta actual.

 

 

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