Back

Prises de position - Prese di posizione - Toma de posición - Statements                        


 

Irán: El enfrentamiento entre la democracia blindada de los actuales gobernantes y el tibio reformismo pequeño-burgués de la oposicion es el fruto de agudas rivalidades entre fracciones burguesas. Para el proletariado irani, no hay otra salida que la lucha sobre el terreno de clase en la perspectiva de la revolucion proletaria!

 

 

    La brutal represión de las manifestaciones de calle que han abrazado a Teherán y otras grandes ciudades iraníes demuestran la voluntad del gobierno de Ahmadinejad de no tolerar ninguna contestación de su poder político.

Acusado de fraude electoral, los partidarios del Ayatola Khameiny y del presidente saliente han respondido con arrestos, castigos y disparos de armas de fuego; la policía, los Pasdaran y los voluntarios Basji dirigidos por estos últimos han sido los instrumentos de esta represión.

La democracia apareció en Irán vestida de negro, con la llamada "revolución islámica" de 1979, que en realidad no tenía nada de revolucionaria desde el punto de vista económico y social: el régimen parasitario del Sha, pagado por los Estados Unidos, fue reemplazado por una república confesional donde el clero dirige al Estado y donde el nacionalismo se halla camuflado bajo el ecumenismo islámico. La modernización económica iniciada bajo el Sha no se detuvo bajo el régimen de los Ayatolas, pero el control social que escapaba al régimen monárquico en plena descomposición fue vigorosamente restablecido por el régimen reaccionario del clero chiita.

    El capitalismo en los países de la periferia del imperialismo, así como en muchos lugares, se desarrolla utilizando a su favor a las fuerzas sociales y políticas enraizadas entre las masas, sean religiosas como en el caso de Israel o Irán, o bien sean laicas como en Turquía o Iraq. La "revolución islámica" de 1979 en nada resquebrajo la estructura económica capitalista de Irán; al contrario, la misma ha respondido a los intereses específicamente nacionales de la burguesía iraní, confiando a su fracción más autoritaria el cuidado de defender estos intereses tanto al interior del país como en su política de potencia regional, contando con los ingentes recursos energéticos que posee.

Desde 1979 estas ambiciones imperialistas han chocado con Israel quien desde su creación juega el rol de gendarme de los intereses imperialistas occidentales, particularmente los de Estados Unidos. El choque entre los intereses burgueses iraníes y los intereses israelíes y norteamericanos era inevitable.

Durante estos treinta años de régimen confesional, y sobre todo después de la guerra con Iraq (guerra ni ganada ni perdida que ha permitido cimentar la colaboración entre las clases, la unidad nacional, etc.), el capitalismo iraní se ha desarrollado grandemente. Los recursos esenciales del país sin duda están concentrados en la producción de petróleo y gas, siendo Irán uno de sus mayores exportadores, pero también las industrias metalúrgicas y de armamentos, la industria textil y la construcción han tenido un innegable crecimiento. Este desarrollo ha originado un abundante intercambio de Irán con China y Rusia, igual con Alemania e Italia, al lado de sus ambiciones de potencia regional que lo empujan a acelerar su programa nuclear.

Estos treinta años de desarrollo capitalista en Irán han traído como consecuencia grandes proyectos urbanos proporcional al crecimiento del número de proletarios. Pero el régimen confesional, respondiendo muy eficazmente a las exigencias del desarrollo capitalista, goza todavía de una fuerte influencia en un buena parte de la población; el hecho de que el proletariado no ha podido aprovechar las tensiones políticas y sociales actuales para reivindicar la defensa de sus intereses inmediatos que les son propios, económicos y organizacionales, es la demostración que el camino de la lucha de clase será largo y difícil.  

La situación internacional, puntuada de crisis económicas cada vez más frecuentes, acompañada por una inestabilidad que aumenta día a día en las numerosas zonas de tempestad del mundo capitalista – y Medio Oriente es desde hace mucho tiempo un polvorín siempre pronto a estallar – crean las condiciones para acentuar la centralización del poder político, cada vez más autoritario, y cada vez mas afirmado en la defensa de los intereses capitalistas esenciales. Mas la crisis económica golpea a las grandes metrópolis del capitalismo mundial, difundiendo en todos los países, incluyendo los más alejados de los centros neurálgicos de la economía internacional, una inestabilidad creciente en las relaciones económicas y comerciales, y más las fuerzas reaccionarias se convierten en las encargadas de la tarea de defender a cualquier precio los intereses capitalistas locales.

Según los medias, el mundo estaría dividido en países democráticos, países dictatoriales y países terroristas. Los países democráticos tendrían la noble tarea de conducir, por las buenas o por las malas, a los países dictatoriales hacia la democracia, y de oponerse, sobre todo por la fuerza militar, a los países terroristas, para abrir la vía a la "democratización" luego de la derrota del "terrorismo" (¡se ha visto tanto en Iraq como en Afganistán en qué catástrofe social y económica desembocan estas guerras desencadenadas por los países occidentales!).

Pero está claro, hoy más que ayer, que la democracia, incluyendo la de los países de más vieja tradición liberal, está estrictamente condicionada por la defensa de intereses nacionales económicos, financieros, políticos, militares y diplomáticos burgueses, intereses que entran regularmente en conflicto con otros, tal como lo demuestran los diversos focos de guerra que pululan en todas partes del mundo. Además, con el fin de obtener un consenso de masas no tanto para establecer programas de una mejor gestión económica, de una más amplia redistribución de las riquezas y de elevación del nivel de vida, sino sobre la capacidad de defender enérgicamente sus propios intereses nacionales y de clase, la democracia demuestra ser siempre el más eficaz instrumento de engaño utilizado por la fracción burguesa en el poder.

La democracia confesional de los Ayatolas sigue la misma tendencia; fraudes electorales o no, las masas son empujadas por voluntad o a la fuerza a sostener al poder de los privilegiados: si no lo hacen voluntariamente, democráticamente, las mismas son conducidas mediante la represión a plegarse a las imposiciones gubernamentales ya que lo que debe primar ante todo, y por encima de las reglas democráticas, mas allá de los intereses de los pequeños burgueses, de masas de proletarios, es el "interés nacional", que corresponde siempre a los intereses de las fracciones burguesas más potentes que utilizan el poder de Estado para su propio beneficio.

El recurso a la fuerza brutal, a la represión abierta envuelta en acusaciones de traición hacia la oposición, no es solo una demostración de fuerza, la misma significa un cierto temor de que las masas proletarias tomen al pie de la letra la perspectiva de poder expresar su descontento y avanzar sus propias reivindicaciones. Pero lo que espera el proletariado iraní, no es la apertura de una era de libre expresión y de libre organización; este es un periodo en el que, una vez resueltos los problemas internos, la burguesía utilizara al clero chiita para concentrar todas las fuerzas del país hacia una política de potencia regional mucho mas afirmada que antes.

Los choques con Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y una buena parte de los Estados occidentales socios de los americanos no son debidos únicamente a los esfuerzos iraníes por dotarse del arma nuclear; también se desprenden de su política ligada a los recursos energéticos (petróleo y gas natural), de las veleidades de alianza iraní con Rusia y China que hace claramente obstáculo a la fiebre americana por el control territorial en Asia central. La prudencia del presidente Obama que, pese a la represión, afirma mantener las posibilidades de mantener las posibilidades de "dialogo" con el gobierno iraní, demuestra la importancia de los retos. Sería una ilusión esperar que los grandes países imperialistas se opongan realmente a la represión en Irán; así como no la pudo haber en el caso de los estudiantes de la plaza Tienanmen en China, tampoco la habrá a propósito de la represión actual.

Frente a la política nacionalista y de potencia regional llevada a cabo por la burguesía iraní, no hay más que dos posibilidades para los proletarios de este país: arrancarse el asedio mortal del colaboracionismo interclasista, por lo tanto del nacionalismo (antecámara de aventuras guerreras), para comenzar a organizar la defensa de sus intereses propios; o entonces será el abandono de toda esperanza de lucha por su emancipación, resignándose a permanecer como explotados dóciles y como carne de cañón sacrificada a nombre de las ganancias de los capitalistas.

No será fácil para los proletarios iraníes liberarse de un envenenamiento religioso que dura desde hace décadas, o de la intoxicación democrática actual; tendrán que desarrollar luchas duras y sangrientas ya que la burguesía no dejara jamás el poder por simples manifestaciones pacificas por gigantescas que estas sean, incluso si estas llegan a derrumbar los símbolos de la dominación de los ayatolas. El proletariado no tendrá fuerza alguna, ni ningún futuro si no logra hallar la vía de la lucha de clase.

Para impedir la presión y la represión burguesas, no son las reivindicaciones de elecciones sin fraude, o por una representación parlamentaria de todas las clases de la sociedad y de libertades democráticas lo que servirá; las reivindicaciones de "libertades", "derechos" quedan como votos piadosos si estas no son arrancadas y mantenidas por la fuerza, es decir, por medio de la lucha de clase abierta, independiente de las fuerzas religiosas y de colaboración entre las clases.

Los proletarios de los grandes países que se vanaglorian de sus instituciones democráticas y de la superioridad de su civilización, no podrán aportar ayuda a sus hermanos de clase de Irán y de otros países, sino con su retorno a posiciones de clase al igual que sus hermanos iraníes: mas el proletariado de los países imperialistas permanecen sometidos a los intereses burgueses y respetuosos de la paz social, mas los proletarios del mundo permanecerán en estado de explotación, aplastados, reprimidos. El interés común, el interés nacional invocado por los burgueses de todos los países no es más que la máscara de los intereses capitalistas; los proletarios deberán replicar en cada país rechazando todo acuerdo con "su propia" burguesía y su Estado: ¡clase contra clase, intereses proletarios contra intereses burgueses!

La dictadura del capital, manifestada abiertamente o camuflada bajo la máscara de la democracia laica o religiosa, no podrá ser derrocada sino por una fuerza social superior, la del proletariado. La dictadura proletaria, ejercida por el único partido de clase, es el punto de pasaje necesario en Washington como en Roma, en Moscú como en Nueva Delhi. ¡A las sangrientas leyes del capital y de la contrarrevolución deberán responder las leyes implacables de la revolución!

 

Partido Comunista Internacional

30 de Junio de 2009

www.pcint.org

Top

Volver sumarios

Volver archivos