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Prises de position - Prese di posizione - Toma de posición - Statements                        


 

Contra los recortes y los despidos, los proletarios deben recuperar la huelga como arma de clase

 

 

¡Trabajadores de la sanidad, proletarios!

Las medidas anti obreras que la burguesía española lleva aplicando desde el último gobierno del PSOE golpean de lleno a todo los sectores de la clase trabajadora, tanto del sector público como del sector privado, tanto a inmigrantes como a autóctonos. Bajo la excusa de la mejora de los servicios sanitarios y partiendo de la privatización y la entrega a la gestión por parte de empresas privadas de buena parte de los hospitales y centros de salud, ahora le toca a los trabajadores de la sanidad sufrir de pleno la cruda realidad de la crisis capitalista.

Los objetivos de estas reformas son claros: despidos de auxiliares, administrativos, celadores, médicos… además de recortes de sueldo y aumento brutal de la carga de trabajo unidos a un deterioro fulminante del resto de condiciones laborales de los trabajadores de la sanidad. La crisis económica de la sociedad burguesa, creada por la caída de la tasa media de beneficio capitalista, golpea en particular a la clase proletaria de todos los países y, en la medida en la cual se agrava como en estos últimos años, arruina también a muchos miembros de los estratos sociales de la clase media, sobre todo a aquellos ligados a los servicios públicos (como la enseñanza, la sanidad, los transportes, etc.) La caída de los beneficios impulsa al Estado central y a sus apéndices autonómicos o municipales (de los que depende directamente la red de hospitales y ambulatorios) se ven colocados en la obligación de retraer los recursos que, provenientes de la extorsión de plusvalía que sufren los proletarios y canalizados a través de unos impuestos cada día más cuantiosos, dedicaba a los servicios sanitarios para dedicarlos a fines que considera imprescindibles (salvamento del sector bancario, subvenciones directas a las empresas…). Los despidos, los recortes y el aumento salvaje de la explotación que sufren los trabajadores de la sanidad son la consecuencia directa de esta política que únicamente busca aumentar la rentabilidad de los negocios capitalistas.

 

¡Trabajadores de la sanidad, proletarios!

Estas medidas que toma la burguesía no afectan únicamente a los trabajadores de la sanidad. El conjunto de los proletarios, de los sin reservas, que ya de por sí se ven duramente golpeados por el desempleo, las bajadas de sueldo, los despidos… van a sufrir, de ahora en adelante, la falta de asistencia médica, de una asistencia que la burguesía ofrece pero que costea con la parte no pagada del trabajo de los asalariados.

Pero la respuesta que tanto los trabajadores de la sanidad como los proletarios del resto de sectores deben dar para frenar estas medidas anti obreras, no puede pasar por la consigna de defensa de la sanidad pública. El Estado no es un ente neutral que pueda garantizar el bienestar de todos los ciudadanos, proletarios o burgueses indistintamente. El Estado es la organización que se da la burguesía para gestionar su poder político e intervenir directamente en defensa de sus intereses de clase. Si durante décadas el Estado ha podido garantizar una sanidad pública (pero de ninguna manera gratuita) a los proletarios ha sido porque, disfrutando de un considerable excedente de beneficios, ha podido dedicar éste a políticas encaminadas a otorgar unas condiciones de existencia mínimamente aceptables al menos a determinadas capas del proletariado para amortiguar las tensiones sociales.  Ahora que la crisis capitalista arrasa como un huracán, también estos recursos deben dedicarse únicamente a la supervivencia del beneficio burgués.

La “defensa del sector público”, en este caso de la sanidad pública, es una reivindicación interclasista que responde a la necesidad de la propaganda burguesa de anegar los intereses de clase proletarios en objetivos incoherentes, útiles sólo para desviar la lucha obrera que, en vez de esto, debe defender exclusivamente las condiciones de existencia proletarias porque ninguna otra clase o estrato social moverá nunca un dedo para defenderla. EL “sector público” no es menos capitalista que el “sector privado”: los proletarios, que ya sea su empleador el Estado o cualquiera de sus instituciones o la empresa privada, son siempre los asalariados, explotados por un sistema social que tiene un único fin, extorsionar el plusvalor del trabajo asalariado, la explotación de la clase proletaria que, cuando la economía capitalista va bien, es empleada en masa en las fábricas y lugares de trabajo nocivos e insalubres pero que, cuando la economía capitalista entra en crisis, es expulsada del trabajo –en el sector privado tanto como en el público- y lanzada a los márgenes de la sociedad como escoria inservible.

Los agentes de la burguesía entre la clase proletaria, los sindicatos amarillos y conciliadores, y los partidos “obreros” entregados en cuerpo y alma a la defensa del actual estado de las cosas, defienden la vía de la lucha por el sector público, como parte de su política llamada a ligar la suerte de los proletarios a la defensa de la economía nacional, en su versión aparentemente social y reformista. Esta dirección anti proletaria que pretenden imprimir a la lucha obrera tiene como objetivo eludir la cuestión central de la defensa de las condiciones de existencia de los proletarios a favor de la defensa de la supervivencia del sistema capitalista.

 

¡Trabajadores de la sanidad, proletarios!

Para luchar contra las medidas anti obreras de la burguesía y de su Estado, los proletarios no tienen otro remedio que emprender el camino de la lucha de clase, abierta y sin componendas contra la clase enemiga. En esta lucha, la huelga juega un papel central, porque es un método de lucha capaz de dañar directamente el corazón del sistema capitalista: el beneficio empresarial. Aún en las condiciones especiales de un sector como es la sanidad, la huelga puede dañar la rentabilidad del negocio burgués y así presiona para que las exigencias proletarias sean aceptadas. Aún más, la huelga puede acabar con la competencia que se hacen unos a otros los proletarios en la empresa y los une en una única fuerza que se muestra compacta para imponer sus necesidades ante los intereses del patrón.

Pero para que la huelga sea eficaz, ha de realizarse para lograr objetivos genuinamente clasistas: la defensa de las condiciones de vida y de trabajo de los proletarios, no la defensa de un sector de la economía nacional, ni del país ni de una empresa particular sino de las necesidades de la clase obrera, del salario, contra los despidos o contra la explotación especialmente intensa que sufren algunas capas del proletariado como son los trabajadores inmigrantes. Además la huelga debe ser llevada a cabo por medios auténticamente clasistas, sin dar preaviso a la empresa ni al Estado de su realización, sin reducirla a paros simbólicos de 24 horas que no afectan a la producción y sin aceptar los servicios mínimos que la patronal y el Estado utilizan para reventar la huelga garantizando que el mínimo indispensable del proceso productivo o del transporte saldrá adelante.

Con estas condiciones los proletarios no tienen garantizada la victoria en ninguna de las luchas que emprendan, pero sí tendrán seguro que, sin duda lentamente, irán generando las condiciones para que cada vez más proletarios se verán impulsados a luchar, levantando una fuerza cada vez mayor, la fuerza de la clase organizada contra su enemigo, la burguesía y su sistema de explotación basado en el trabajo asalariado y la propiedad privada.

 

¡Trabajadores de la sanidad, proletarios!

 

¡Contra los despidos y los recortes!

¡Por la defensa de la huelga como arma de lucha de la clase proletaria!

¡Por la defensa intransigente de las condiciones de vida proletaria de cualquier categoría o sector!

¡Contra la competencia entre trabajadores del sector público y de la empresa privada!

¡Por la reanudación de la lucha de clases!

 

 

Partido Comunista Internacional

26 de noviembre de 2012

www.pcint.org

 

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