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Elecciones “europeas” del 26 de mayo:

¡Contra el capitalismo, contra la Unión Europea, contra todos los estados burgueses!

¡Por el retorno a la lucha proletaria fuera del circo electoral y sobre el terreno de clase!

 

 

Desde hace unas semanas, los electores de los países de la Unión Europea son llamados a votar para renovar el “Parlamento Europeo”; en Bélgica y en Italia estas elecciones se unen a las administrativas, mientras que en España coinciden con la mayor parte de las autonómicas (sólo Cataluña, Valencia, País Vasco y Andalucía las han celebrado o las celebrarán en fecha diferente) y a las municipales.

A la derecha como a la extrema derecha y a la izquierda como a la extrema izquierda, todas las fuerzas políticas presentes en la “escena política” se han movilizado para participar en las elecciones –y para hacer participar a los proletarios. Las fuerzas que no han podido presentar a sus propios candidatos participan en la campaña apoyando a los candidatos de otras listas. Por ejemplo en Francia el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) llama a votar por “Lutte Ouvrière”, en Bélgica el PSL (Partido Socialista de Lucha) llama a votar al PTB (Partido de los Trabajadores Belgas), en Italia decenas de organizaciones que se reclaman del nombre “comunista” o de “izquierda”, apoyan a partidos que tienen ya diputados europeos, como es el caso del Partido Comunista (escisión de Refundación Comunista) afiliada a la Iniciativa Comunista Europea, que cuenta con dos eurodiputados del KKE (Partido Comunista Griego)

También se presentan a estas elecciones los adversarios de la Unión Europea, como en Gran Bretaña Nick Farage y su Brexit Party, en Francia el UPR (la Unión Popular Republicana) de Aselineau, que predica el “Frexit” (salida de Francia de la Unión Europea), en Italia el renacido Partido Comunista Italiano y, en España, el Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE)

Aparte de sus diferencias y de sus oposiciones, todos están de acuerdo en difundir la propaganda burguesa según la cual las elecciones son el medio para decidir la política de los Estados (o de la Unión Europea en su conjunto) y, para los proletarios, el medio para obtener satisfacción a sus reivindicaciones esenciales o, al menos, para “parar” las políticas anti obreras “deseadas” por los partidos de derecha o de extrema derecha.

En realidad, la política de los Estados no está determinada por las papeleteas electorales ni por los políticos que en un momento dado se encuentran en los puestos dirigentes, sino por los intereses del capitalismo y, más concretamente, por los grupos de capitalistas más potentes. El sistema electoral democrático, perfeccionado en el curso de largos decenios, sirve como desviación y pararrayos de los enfrentamientos de clase; el mismo Estado, pilón y fuerza armada del sistema capitalista y del dominio burgués, se ha revestido poco a poco de una cara “social” para presentarse como una institución “neutra”, por encima de las clases. En los países capitalistas más ricos, este sistema “democrático” ha podido funcionar durante largo tiempo sin demasiadas sacudidas; ha asegurado a los capitalistas, en efecto, la paz social necesaria para el funcionamiento de sus empresas y de su economía, gracias a la distribución de las migajas de sus beneficios bajo la forma de “amortiguadores sociales” o de incentivos salariales para algunos estratos proletarios.

Pero el agotamiento inevitable del crecimiento económico, el agravamiento de la competencia en el mercado mundial saturado de mercancías y el estallido periódico de crisis económicas que son su consecuencia, fuerzan necesariamente a los capitalistas a retirar las concesiones acordadas a los proletarios en los periodos de expansión, a aumentar la explotación y a multiplicar los ataques antisociales en las más diversas formas: para ellos no hay otra solución que aumentar la extorsión de cada vez mayores beneficios al trabajo asalariado y reducir los gastos llamados “improductivos” que benefician a los proletarios. Los políticos, no importa si son de derechas o de izquierdas, dado que son todos defensores declarados del capitalismo (bajo el nombre de “economía nacional”) no pueden sino plegarse a esa imperiosa presión. Y las direcciones sindicales, indisolublemente ligadas a la colaboración con los patrones y el Estado, no pueden sino sabotear todas las reacciones proletarias.

Estas fuerzas son particularmente insidiosas cuando se presentan con la imagen “de izquierdas”; sostienen que las orientaciones llamadas “soberanistas” atribuidas a “Europa”, son responsables de la degradación de las condiciones de vida y de trabajo de las poblaciones; en realidad, no hacen sino colocar a los proletarios, de otra manera, a remolque de los intereses burgueses –más concretamente de los sectores económicos más débiles y más dependientes de la protección del Estado. España constituye un caso paradigmático de este engaño: siendo un país cuya economía depende del sector exterior en mucho mayor grado que la de las principales potencias europeas, el discurso anti europeísta está completamente ausente de los programas de izquierda (y de derecha, véase Vox). Estos son completamente conscientes que la economía nacional española depende completamente del mercado único de mercancías y capitales y de ninguna manera osan incluir entre sus exigencias la salida de la Unión... algo que no les impide marchar juntos con las corrientes anti europeístas de los demás países haciendo gala de una hipocresía sin límites.

“Europa” no es sino un cártel de Estados burgueses constituido para defender su mercado “interno” frente al resto de Estados capitalistas, para adquirir más fuerza en el mercado mundial y para reforzar su dominio imperialista sobre países más débiles. Las decisiones de “Europa” son presa de los Estados que la componen, más allá de los tratados; su “ley fundamental” no es otra que la ley del capitalismo: explotación y dominio burgueses. “Europa” no puede ser reformada para volverse más “social”, de la misma manera que no pueden serlo los Estados que la componen.

En un periodo de dificultades económicas crecientes, ciertos grandes Estados, como Gran Bretaña, pueden estimar que les irá mejor saliendo de la Unión Europea. Los proletarios no deben tomar parte ni por una ni por otra opción - soberanismo nacional o europeo - porque ambas son soluciones burguesas: en lugar de ello, ¡deben combatir a la burguesía y a su Estado y, en ninguna circunstancia, bajo ningún pretexto, apoyarlos!

Sean cuales sean los diversos programas que se proponen, más o menos detallados, las promesas más o menos confusas, las soluciones más o menos argumentadas, los partidos en liza participan en el terreno político burgués reforzando de esta manera la mistificación electoral – incluyendo a aquellos que se presentan reconociendo que las elecciones no cambian nada (como, por ejemplo, “Lutte Ouvrière” en Francia o el PCTE en España)

En realidad, todos son adversarios de la única vía que puede permitir a los proletarios defenderse eficazmente contra los capitalistas y su Estado, con la perspectiva de tener fuerza para liquidarlo: la lucha de clase abierta, con organizaciones independientes del colaboracionismo y utilizando los medios y los métodos clasistas de luchan sobre la vía de la reconstitución del partido revolucionario proletario, internacionalista e internacional.

 

¡No al circo electoral!

¡Abajo la Unión Europea y todos los Estados burgueses!

¡Por la lucha de clase proletaria contra el capitalismo!

¡Por la revolución comunista internacional!

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

9 de Mayo de 2019

www.pcint.org

 

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