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Huelga de estibadores en el puerto de Montreal: trabajadores nuevamente aplastados por leyes especiales

 

 

Después de solo unos días de huelga a fines de abril, los estibadores del puerto de Montreal se vieron obligados a regresar al trabajo debido a una “ley especial” que exige a los trabajadores a reanudar sus actividades; de lo contrario, el sindicato sería multado con hasta $ 100,000 por día de “infracción”. Además, en el marco de esta despreciable “Ley que prevé la reanudación y mantenimiento de las operaciones en el Puerto de Montreal”, es un árbitro-mediador quien tendrá la función de decidir el contenido del próximo convenio colectivo. Ahora podemos decirlo: la democracia canadiense ya no reconoce el derecho de los asalariados a la huelga para defender sus condiciones de trabajo, que han sido constantemente atacadas desde hace más de 40 años.

 

DESCONTENTO Y COMBATIVIDAD

 

Los 1.150 estibadores en el puerto de Montreal han estado sin contrato de trabajo desde diciembre de 2018 y nunca han podido llegar a un acuerdo con los empresarios. Las demandas del sindicato se oponían principalmente a los cambios en la asignación de turnos que los patrones querían imponer a sus empleados que ya tienen que lidiar con horarios inestables, lo que dificulta mucho el equilibrio entre el trabajo y la familia. Ya en agosto, la inflexibilidad de los patrones había empujado a los trabajadores a la huelga (que duró 10 días), que luego se pospuso tras la conclusión de un acuerdo de principio. Sin embargo, como los patrones no querían cambiar sus posiciones, los miembros del Local 375 de la CUPE votaron el 26 de abril a favor de una huelga general indefinida con una mayoría superior al 99%. Sin embargo, todo este espíritu de lucha no habrá pesado mucho ante las medidas represivas del Estado canadiense quien, para aplastar a los huelguistas, no dudó ni un segundo en aprobar una ley especial la cual fue adoptada por la Cámara de los Comunes, en la noche de miércoles a jueves 29 de abril.

 

LA NORMA Y NO LA EXCEPCIÓN

 
Es obvio que las leyes especiales son ahora comunes en Canadá. Una ley similar aplastó a los trabajadores postales en 2018. En 2017, fueron los abogados estatales las víctimas de una ley aprobada por el gobierno provincial. En 2015, fueron los trabajadores ferroviarios de CP (Canadian Pacific), condenados por el gobierno federal. Por tanto, el Estado que ha regulado él mismo el derecho de huelga de los trabajadores, alegando que es una derecha democrática, ahora no tiene reparos en quitarlo a los elementos más combativos del proletariado cuando éstos deciden luchar para defender sus condiciones laborales.
Muchos se sienten ofendidos por estas leyes, que consideran antidemocráticas. El hecho de que estas últimas hayan sido invalidadas en el pasado por los tribunales, que las consideran inconstitucionales, los respalda aún más en estas posiciones. Sin embargo, no lo es. La invalidación judicial puede efectivamente evitar que determinadas ramas sindicales o personas afectadas por las leyes eviten el pago de las fuertes multas que les imponen; sin embargo, no impiden que estas leyes cumplan con su función real de quebrar el movimiento, lo cual realizan en cada ocasión. Los trabajadores no deben engañarse, aunque los tribunales se esfuerzan por dar una impresión de imparcialidad e igualdad de todos ante la ley, son instituciones burguesas que sirven ante todo para instaurar el poder de la clase dominante. Por tanto, los trabajadores no pueden contar con ellas para defenderse.

En realidad, la democracia burguesa solo sigue su evolución normal en este capitalismo en putrefacción. En todos los países del capitalismo avanzado, el Estado burgués tiende a centralizar e imponer un control cada vez más estricto sobre las organizaciones obreras. Hoy (y desde hace algún tiempo), el Estado no se avergüenza de abusar de su poder legislativo para aplastar a las organizaciones que no se muestran tan sumisas como quisieran. No dudará en encarcelar a sus líderes si es necesario. En los años que siguen, veremos este proceso devenir aún más violento y no podremos esperar el regreso a una “democracia real” con la que sueñan algunos liberales que llaman a los huelguistas a desafiar las leyes especiales que se imponen. bajo la protección de los tribunales. En tal situación, los trabajadores no pueden darle la espalda a la realidad: las contradicciones entre capital y trabajo asalariado solo se agudizarán y la lucha tendrá que intensificarse para conducir al enfrentamiento final.


FALTA DE COMBATIVIDAD DE LAS DIRECCIONES SIDICALES

 

En el caso de los estibadores, es evidente que estos últimos no estaban preparados para defenderse de estos viciosos ataques del Estado. El hecho de que las organizaciones sindicales que representan a los trabajadores cumplan con leyes especiales es un freno poderoso a las luchas obreras. Para las luchas venideras, sin duda que los trabajadores tendrán que prepararse para pasar por encima de las amenazas estatales y hacer huelga ilegal. Para hacer esto, las luchas deben ampliarse y unir a los trabajadores por centenares, incluso por miles. Por tanto, se hace más necesario que nunca salir del corporativismo sindical y unir luchas. ¡Pero es poco probable que los bonzos sindicales se atrevan a tanta audacia! Los trabajadores de base tendrán que luchar para obligar a su dirección a actuar o si no para construir organizaciones paralelas que puedan cumplir con esta función. En el contexto de los estibadores, vimos muy bien cómo su aislamiento permitió al Estado burgués aplastar el movimiento como se barre un castillo de arena.

 

¡En Canadá, como en todas partes, los proletarios tendrán que romper con el colaboracionismo sindical y luchar y organizarse sobre bases de clase!

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

26 de mayo de 2020

www.pcint.org

 

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