Back

Prises de position - Prese di posizione - Toma de posición - Statements                        


 

La gripe porcina y el proletariado

 

Hace dos semanas llegaban las primeras informaciones sobre una epidemia aparecida en México, la llamada "gripe porcina"; según las declaraciones del ministro de la salud de ese país, se trataba de un "virus mutante altamente contagioso" que habría pasado del cerdo al hombre.

La alerta desencadenada en los Estados Unidos y en Europa iba acompañada con la información de que la misma había causado ya una veintena de muertos "confirmados", más cuarenta en curso de verificación.  Día tras día estas informaciones aparecían en primera página de diarios y telenoticieros.

La OMS (Organización Mundial de Salud) encendió la alarma inmediatamente, previendo que el contagio pudiera extenderse a todo el globo, esencialmente por intermedio de los viajes aéreos. Al pasar de los días, el nivel de alerta fue elevándose gradualmente, del nivel 3 al 4 y luego al 5: la "pandemia" amenaza. Las grandes industrias farmacéuticas, en estado de alerta desde la época de la gripe aviaria (y que no escondía sino un gigantesco bluf), se comprometen inmediatamente a hacer todos los esfuerzos por dotar a los servicios de sanidad de cada país de miles de productos antivirales y medicamentos anti-gripe (por ejemplo el Tamiflu de la sociedad Roche – aprobado por la mismísima OMS, NdR –, ¡y que la convirtieron rápidamente en star de todos los programas de televisión!).

En pocos días el pánico de la fiebre porcina dio la vuelta al mundo.

En México se cerraron inmediatamente las escuelas, estadios, museos, bibliotecas, universidades, ¡al pánico le siguieron las máscaras para proteger bocas y narices tratando de  simbolizar la "gravedad" de la situación! ¡Tan pronto aparecía otro supuesto caso de contaminación y la maquina mediática, que alimentaba la urgencia y el miedo de entrar en contacto con los eventuales enfermos, volvía a ponerse en marcha!

Según los medias, en México ya han aparecido 150 muertos de entre 3000 casos de supuesta contaminación (sin embargo las cifras son mucho menores verificándose alrededor de 20 decesos causados efectivamente por esta fiebre), 1 muerto en Estados Unidos y una decena de contaminados, mientras que en Europa y en el resto del mundo no han aparecido más que un puñado de casos.

¿Qué alarma hubiera podido crear entonces, en este invierno, luego de la epidemia de gripe y enfermedades respiratorias, que han ocasionado, sólo en Francia, cerca de 6000 muertos (1), y probablemente las mismas cifras en los demás países – es decir, en los países súper-desarrollados, dotados de hospitales con servicios farmacéuticos y de salud ultramodernos? Frente a las reales epidemias que retornan regularmente cada invierno, la sociedad capitalista no sabe hacer otra cosa que vender cantidades de medicamentos y vacunas (que aparte de ser inútiles son hasta nocivas) y enterrar a los muertos. ¡Lo mismo se repite en verano, luego de las grandes olas de calor!

Sin duda que no se puede subestimar el peligro que puede causar una enfermedad que toma formas epidémicas; una sociedad que tuviera como prioridad el bienestar y la salud del género humano, organizaría la vida social de manera que responda a este objetivo.

Pero esto no es la prioridad de la sociedad burguesa, así como tampoco es su prioridad la preservación del medio ambiente y de la naturaleza donde vive el hombre. Tal como ocurre luego de catástrofes llamadas "naturales" (terremotos, inundaciones, tsunami, erupciones volcánicas, incendios forestales, etc.), los muertos, las destrucciones, en realidad son responsabilidad de una organización social únicamente fundada en la búsqueda de beneficios; en la búsqueda de ganancias lo más rápidamente posible, haciendo construir en zonas inundables, economizando en todo lo referido a medidas antisísmicas, tecnología de prevención, etc.

Frente a una amenaza de epidemia la sociedad del capital reacciona de la misma manera, buscando "hacer negocios", bien sea vendiendo medicamentos, diarios u obteniendo subvenciones suplementarias para su "organización de la salud": más el pánico se difunde, más se vende; todos los participantes en la operación "pánico" ganan con esto: médicos, industriales, patronos de la prensa o curas.

Pero hay otro aspecto.

Difundiendo el pánico, la burguesía acentúa en el proletariado el sentimiento de impotencia frente a fuerzas superiores que influyen sobre su destino; y, contra las cuales no hay ninguna posibilidad de resistencia – bien sean estas fuerzas un temible virus o las "leyes de la economía". Pero, al mismo tiempo, la clase dominante y su Estado refuerzan su aparente ultrapotencia aportando "soluciones", presentadas como las únicas a tomar: en el caso de epidemia, con medicamentos y vacunas, en el caso de la crisis económica, con tal o cual medida de reactivación o regulación. Más estos se sienten amos, más su dominación sobre las masas proletarias es prominente, y más tienen facilidad para falsear la realidad: su propaganda es la de semiverdades y groseras mentiras; de silencio culpable, luego de fases de prevención que jamás se realizan; y de ruido ensordecedor, luego de fases de especulación.

Incluso en estas ocasiones los proletarios son incitados a poner en las manos de los capitalistas su vida, su salud, su futuro. Sin embargo, es bien sabido que la sociedad burguesa es incapaz de aportar una verdadera solución a las enfermedades respiratorias provocadas por la atmósfera envenenada de las grandes ciudades (México es una de las más contaminadas del planeta) mucho más que por todas las epidemias de gripe aviaria o porcina: lo que hay que destruir es el modo de producción capitalista que provoca la ruptura entre el campo y la ciudad y amontona por millones a los proletarios dentro de gigantescas metrópolis urbanas invivibles.

Son las masas desheredadas y los proletarios, los más golpeados por todas las enfermedades, y en los períodos de crisis económica, que arrojan a la miseria, hasta en los países capitalistas más ricos, a capas enteras de la población, agravando todavía más este fenómeno.

La sociedad burguesa, la cual sólo sale de sus crisis empobreciendo a las masas, no se ha vuelto hoy en día más humana", más "solidaria", más atenta a las necesidades vitales de los proletarios; su misma naturaleza la lleva a buscar explotar a las fuerzas vivas de los trabajadores, con el fin de "valorizar" al capital; es decir, para acumular ganancias cueste lo que cueste, así sea en detrimento de la salud y la vida de las poblaciones y de la naturaleza.

Los proletarios no pueden esperar de la clase capitalista y su Estado remedio alguno a sus males, solución alguna a sus miserias. Cuando los burgueses conceden algunas migajas a los trabajadores es porque están obligados, bien sea por la determinación de los trabajadores en lucha, bien sea porque buscan paralizarlos, dirigiéndolos los unos contra los otros, a fin de prepararlos a pruebas todavía más espantosas: ¡las de las guerras!

Contra las campañas de propaganda de los burgueses que tienen por finalidad la de sembrar el pánico y generar entre los explotados la impotencia, los proletarios deben responder sobre otro terreno muy diferente: el terreno de la lucha de clase, terreno sobre el cual él puede reconstituir su fuerza organizada, sobre el cual puede afirmar él una solidaridad real y una unidad efectiva capaces de contrarrestar a todas las influencias políticas e ideológicas difundidas por la burguesía para infectar a los proletarios y someterlos.

Los proletarios tienen una tarea histórica a realizar: la de terminar con la sociedad burguesa, incapaz de aportar hoy en día progreso alguno a la humanidad. Terminar con la sociedad burguesa, con su modo de producción capitalista, con su mercado, con sus guerras, con su ideología, su propaganda y sus mentiras; pero, esto no será posible sino cuando el proletariado tome en mano su propio destino, reconstituya su partido de clase dotado de la ciencia capaz de descifrar las contradicciones del capitalismo y de definir la vía que conduzca a la revolución, a la dictadura del proletariado y al comunismo: el marxismo.

Entonces el pánico cambiará de campo y ganará el campo de la clase dominante, aterrorizada por la perspectiva de perder sus privilegios, sus riquezas, su dominación; las cadenas que atan al proletariado serán finalmente destrozadas y el capitalismo, su sociedad con todas sus instituciones adulteradas, incluyendo aquellas denominadas "sociales" y de "salud", serán arrojadas a las cloacas de la historia.

 


 

(1) Cifras del "Bulletin Epidémiologique Hebdomadaire" (15/4/2009) para los dos primeros meses de 2009.

 

  

Partido Comunista Internacional

4 de mayo de 2009

www.pcint.org

Top

Volver sumarios

Volver archivos