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Masacre en Gdaim Izikpor

¡ La mano asesina es marroquí, pero son los imperialistas europeos y
 americanos los que la guían!

¡ Lucha de clases en apoyo de la autodeterminación saharaui y en contra de
nuestra burguesia!

 

 

El lunes 8 de noviembre, las tropas marroquíes entraban en el campamento saharaui de Gdaim Izikpor, situado en las inmediaciones de El Aaiún, para destruirlo y asesinar a gran parte de sus pobladores: decenas de muertos, cientos de heridos y desaparecidos , violaciones y finalmente el incendio del campamento es el saldo de la violencia del ejército marroquí. En las últimas semanas los habitantes de este campamento, hacinados en él desde que hace 35 años España abandonase el territorio del Sahara Occidental y Marruecos junto con Mauritania invadiesen a sangre y fuego esta tierra, mantenían una serie de protestas por las condiciones de vida a las que se ven sometidas las masas saharauis vejadas tanto por los países fronterizos más fuertes como por las potencias imperialistas que tienen intereses en la zona.

La importancia del Sahara Occidental, un territorio de 300 000 kilometros cuadrados con una población que aproximada de 400 000 habitantes (lo que supone una de las densidades de población por metro cuadrado más bajas del mundo) de los cuales el 88% está constituido por colonos marroquíes habiendo 200 000 saharauis que viven en el campo de Tindouf en la vecina Argelia, responde tanto a la riqueza de las extracciones de fosfatos que desde la década de los años ´40 del siglo pasado hasta la fecha se realizan en el territorio cercano a El Aaiún como a la relevancia que esta zona tiene para las potencias imperialistas occidentales y del Norte africano como entrada hacia el Sur del continente: Francia, principal valedor junto a los Estados Unidos, del Reino de Marruecos, España o Argelia se disputan desde hace más de un siglo el dominio de este territorio en el que buscan una cabeza de playa que estabilice su control sobre la mitad septentrional del continente africano.

A lo largo del siglo XX y a medida que la industria de la extracción del fosfato se iba desarrollando y el territorio desértico iba siendo ocupado por las potencias europeas, la población nómada (árabe y bereber) del Sáhara Occidental, iba siendo concentrada en asentamientos relativamente estables. Especialmente a partir de que en el año 1975 España cede a las presiones del reino marroquí, que amenazaba con declarar una guerra fuertemente respaldado por los EE.UU. a un país cuya jefatura de Estado se encontraba en un proceso de remodelación acelerado y que no quería ver repetirse en su territorio el proceso que la guerra de Angola había desatado en el Portugal de los claveles, y otorga al gobierno alauí el dominio del Sahara Occidental,  la población saharaui es concentrada en grandes campos de refugiados, privada de sus medios de existencia tradicionales y sometida a unas espantosas condiciones de existencia que son las que las potencias imperialistas deparan a aquellos pobladores que, en muchos casos, ni tan siquiera son útiles como mano de obra dado que el interés que tienen en la región no es tanto económico como geoestratégico y militar: prueba de esta terrible existencia es el muro de separación que el Estado marroquí construyó para limitar los movimientos de la población a lo largo del desierto y que aísla las zonas productivas de las que simplemente tienen un valor estratégico.

La resistencia contra la ocupación imperialista, que ya había comenzado en 1973 cuando el Frente Polisario aparece como organización armada para luchar contra el ejército español sufriendo una dura represión plagada de detenciones, torturas e incluso ejecuciones sumarias de sus dirigentes, se desarrolló hasta la década de los años ´90 por la vía armada guerrillera. El apoyo de Argelia a los insurgentes, con el que pretendía contrarrestar la influencia de Marruecos y Mauritania en la región, apuntaló una lucha que se nutría de la desesperación a la que se veían abocadas las masas populares y el proletariado saharauis que desde los campamentos de refugiados pasaban a engrosar las filas de los combatientes por la independencia y contra la fortísima represión terrorista que el reino marroquí ejercía indiscriminadamente.  Después de décadas de guerra civil el Frente Polisario depuso las armas, como dirección política de la lucha colocó todas las bazas de la independencia en el apoyo que las potencias occidentales y la ONU pudiesen prestarle para lograr un referéndum en el que la población fuese consultada sobre la independencia del Sahara Occidental. El Plan Baker de Naciones Unidas, postergado una y otra vez, ha constituido el fundamento de la farsa democrática con la que el nacionalismo,  siempre burgués y  necesariamente  presto a claudicar políticamente ante cualquier tentativa de componenda entre los imperialismos en liza, ha intentado someter al proletariado y a las masas proletarizadas saharauis a la resignación y a la aceptación de las terribles perspectivas de existencia que el mundo capitalista les depara.

La situación de los habitantes del  Sahara es especialmente desgarradora: a las condiciones habituales de explotación sufridas en el mundo capitalista y que aquí se agravan especialmente como en el conjunto del continente africano en forma de hambre, sed, epidemias mortales, falta de empleo… se le añade la situación de sometimiento colonial que sufren por parte de Marruecos. Este sometimiento colonial no consiste en una ilusoria pérdida de la identidad como pueblo, como afirman los nacionalistas, sino en una serie de medidas bien tangibles, concretas y materiales que exacerban la situación sufrida: control militar de la población, hacinamiento en campos de refugiados, represión cotidiana hacia los habitantes de estos…

El derecho de autodeterminación del Sahara occidental no vendrá de ningún organismo pretendidamente neutral como es la ONU, que precisamente constituye una cueva donde los bandidos imperialistas que hoy despedazan el Sahara discuten sobre cómo repartirse el botín, de hecho la ONU sí reconoce este derecho a la autodeterminación del Sahara pero los mismos países que en ella participan impiden que este tenga validez efectiva por la vía de la ocupación militar. Y, por supuesto, tampoco vendrá de las negociaciones entre los supuestos representantes saharauis y los gobernantes marroquíes (cabe preguntarse dónde está el Frente Polisario ahora que el ejército alauí masacra a los rebeldes de los campos de concentración, dónde están sus armas para defender a las masas saharauis atacadas frontalmente por exigir una mejora en sus condiciones de vida) Lo que el motín de Gdaim Izikpor y la represión posterior muestra es que la única vía para salir de la abominable situación en la que las masas proletarizadas del Sahara subsisten pasa por la lucha abierta contra la doble opresión, nacional y económica, que padecen.

Hoy, ochenta años de contrarrevolución permanente, han hecho olvidar las lecciones históricas de las revoluciones proletarias. La clase proletaria ha perdido la que fue una de las grandes enseñanzas del periodo revolucionario abierto en 1917: las Tesis de Bakú de 1922 en las que la III Internacional plasmó la naturaleza de la lucha revolucionaria en los países oprimidos por las potencias imperialistas y las tares que en ella le correspondía al proletariado de las metrópolis. La defensa intransigente del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas, el sostén material a las luchas nacional revolucionarias, la unidad del proletariado del país dominante con el proletariado del país oprimido reconociendo que, el primer adversario, es la propia burguesía que pretende la alianza de sus proletarios en la guerra contra las naciones insurgentes. El proletariado marroquí, aplastado por su burguesía y atado a la rueda de molino del nacionalismo, debe romper la sacrosanta unidad nacional a favor de sus hermanos de clase saharauis.

La contrarrevolución estalinista ha hecho pasar la solidaridad clasista contra la opresión nacional por el llanto lastimero a favor de una abstracta y muy burguesa caridad con los desfavorecidos. Las manifestaciones en España en solidaridad con el Sahara a las que han concurrido todos los políticos del elenco democrático y todos los artistas, buscan hacer ver que existe una salida a la extremadamente grave situación de las masas y del proletariado saharaui que pasa por la mediación democrática de los imperialismos implicados, por la confianza en el Estado burgués… Pero únicamente la lucha clasista intransigente que reconozca la unidad de intereses entre los proletarios europeos y sus hermanos africanos puede acabar con la terrible situación que estos viven, acosados por el hambre, el ejército marroquí y la burla de todos los oportunistas.

 

Partido Comunista Internacional

15 de noviembre de 2010

www.pcint.org

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