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Prises de position - Prese di posizione - Toma de posición - Statements                        


 

La clase de los proletarios, aunque sólo sea para sobrevivir, debe luchar contra la clase burguesa y todos aquellos que viven de la explotación del trabajo asalariado.

Sólo la lucha proletaria de clase se encuentra históricamente dirigida hacia la destrucción de toda explotación del hombre por el hombre, de toda opresión, toda  división de clase revolucionando de arriba abajo la sociedad capitalista.

 

 

¡Proletarios! ¡Trabajadores de cualquier raza y nación!

 

En estos últimos años la crisis mundial de la economía capitalista ha empeorado aún más las condiciones sociales de supervivencia de amplios estratos de la población no sólo de los países atrasados sino también de los países ricos, de las potencias imperialistas que han conquistado una posición predominante en el mundo a través de la violencia económica, social, política y militar, característica específica del capitalismo y de su desarrollo irrefrenable.

Las crisis económicas capitalistas precipitan en la desocupación, en la miseria, en el hambre y  la muerte a masas cada vez más amplias de hombres, mujeres y niños, demostrando de esta manera atroz que el sistema económico basado sobre el beneficio capitalista es incapaz de traer bienestar, paz y armonía a los seres humanos que habitan el planeta. Como si no fuese suficiente con las crisis económicas, se suman a ellas las guerras que tienen, siempre, causas económicas y responden siempre a intereses económicos, políticos y militares de atropello por parte de burgueses y países más fuertes y equipados.

El futuro que las clases burguesas, que dominan aún sobre la vida económica y social de todos los países del mundo, exponen materialmente para las genereaciones actuales y para las futuras, es un futuro de ulteriores atropellos de miseria creciente, de creciente opresión de clase en el enfrentamiento de las clases trabajadoras y proletarias. Contra este futuro no hay otra solución que la lucha de clase del proletariado, la lucha organizada sobre la base de un antagonismo de clase originado por la misma organización social capitalista.

¿Por qué sólo la lucha de clase del proletariado puede oponerse y, finalmente, vencer a la clase burguesa, llevando a la sociedad humana hacia una nueva y superior organización social de la cual desparecerá cualquier rastro de vejación, de explotación capitalista, de división social en clases sociales contrapuestas? ¡Porque la clase del proletariado no tiene nada que perder sino las cadenas con las cuales la burguesía le constringe a dejarse explotar, generación tras generación, y porque tiene todo un mundo que ganar! Liberándose a sí mismo de la esclavitud salarial, la clase proletaria liberará a toda la humanidad de la opresión social capitalista.

 

¡Proletarios! ¡Trabajadores de cualquier raza y nación!

 

La burguesía de cualquier país, y sobre todo la de las potencias capitalistas más desarrolladas, no utiliza solamente la violencia directa contra la clase de los proletarios para mantenerlos oprimidos y al servicio exclusivo del beneficio capitalista, sino que sustenta y utiliza a las más diversas fuerzas sociales oportunistas con el fin de que intoxiquen al proletariado por medio de las más diversas armas del pacifismo: de la democracia a la religión, del deporte a la música, de la cultura al juego. El objetivo de la propaganda burguesa no es sólo el de plegar a la clase de los proletarios a las exigencias económicas y políticas capitalistas, también trata de convencerla del hecho de que el trabajo asalariado, al cual los proletarios se ven abocados desde que nacen, es un hecho “natural” que necesitan aceptar y al cual es necesario adecuarse; además, que el trabajo asalariado es considerado como una contribución de parte de los proletarios al bienestar “colectivo”, al desarrollo del “progreso” y de la “civilización”, y que por ello el mejor modo de dar “a la sociedad” esta “contribución” es evitando la contraposición social y dedicarse en su lugar a la colaboración social, civil, compartida, inspirada por valores compartidos. Y ¿cuáles son estos valores? La buena marcha económica de las empresas y de las naciones, la confrontación democrática civil entre las diversas opiniones y los diversos intereses, el respeto de la autoridad consituida y de las leyes del Estado. Y, naturalmente, la defensa de estos valores contra cualquier tentativa de resquebrajarlos o de subvertirlos. ¡Defensa que en general se identifica con la defensa de la patria! Fatiga y muérete,  proletario, no por tu causa, sino por la patria burguesa, ¡esta es la consigna de cualquier burgués, de cualquier país!

Es suficiente que cualquier proletario se pregunte qué cosa da y qué cosa está obligado a dar a la sociedad presente y que recibe a cambio, por concluir que en esta sociedad, basada sobre la mercancía, el dinero y el beneficio y dominada por la clase burguesa, los proletarios no pueden hacer otra cosa que someterse a las leyes del capital, al dominio de los burgueses, a la condición de explotados para toda la vida; no tienen por delante otra cosa que una vida y un futuro de explotación, de desocupación, de miseria, de hambre y de muerte. Sí, porque si los guerras llaman hoy a la puerta de países más o menos lejanos y golpea a las masas proletarias y desheredadas en Asia central, en África o en el Medio Oriente, pueden explotar también en Europa, como ya ha sucedido, como ya sucedió en el siglo pasado o, mañana, también en América. Pero los proletarios, bajo cualquier cielo, cualquier día, si no mueren por el esfuerzo y el hambre, mueren a causa de los “accidentes en el trabajo”, a causa de las enfermedades inducidas por la nocividad de los trabajos que se ven obligados a hacer, como en el caso del amianto o de las dioxinas o por los descuidos en los hospedajes o por los golpes en las comisaría de policía, son asesinados durante las huelgas o en las cárcerles en las cuales se rebelan por las condiciones bárbaras en las cuales son detenidos.

 

¡El futuro que la sociedad burguesa segura a la mayoría de los proletarios en cualquier país del mundo es un futuro peor que el presente!

 

Pero la burguesía es astuta; más fuerte y rica y puede subdividir a la gran masa de proletarios en tantos estratos diversificados, por categoría, por profesión, por origen nacional, por sexo, por edad, por nivel de instrucción, etc. Esta ulterior subdivisión en estratos diversificados sirve a los patrones no sólo para diferenciar –y bajar- para empezar, los salarios pagados a los proletarios, pero también y sobre todo para aumentar la competencia entre los mismos proletarios. Y es gracias a esta estratificación del proletariado que la burguesía se asegura la alianza de los estratos superiores de proletarios, los más especializados, mejor pagados respecto a los otros, aquellos que Engels llamó desde el fin de 1845 aristocracia obrera. Y a través de estos estratos de aristocracia obrera y de la pequeña burguesía urbana y rural, la gran burguesía industrial, comercial, financiera, logra influenciar con sus prejuicios, sus intereses, con sus “valores”, a la gran masa de los proletarios.

Todas las organizaciones oportunistas, aquellas que se vanaglorian de ser portavoces de las exigencias de los trabajadores –de los sindicatos tricolores a los partidos colaboracionistas- tienen un único credo: la colaboración entre las clases, colaboración que se obtiene gracias al juego característico del sistema capitalista, ¡la competencia! Cuanto más  compiten los proletarios entre ellos, menos están dispuestos a luchar juntos reconociéndose como una única clase enfrentada a toda la sociedad burguesa que vive de su explotación.  Cuanto más compiten entre sí, más predispuestos están a obedecer las leyes del mercado, del capital, de la explotación del trabajo asalariado: la condición social de cada uno no es considerada como una condición en la cual la gran mayoría de los proletarios se encuentra arrojada por el sistema social vigente, sino como una ventaja o una desventaja personal obtenida gracias a una mayor o menor disposición personal a colaborar con los patrones, con la autoridad, con la burguesía dominante. ¡La competencia entre proletarios sofoca y mata la tensión objetiva a la lucha contra el sistema capitalista!

Las generaciones actuales de proletarios, a causa del trabajo indefectible de las fueras de conservación y de colaboración interclasista, han perdido la ligazón con la memoria histórica de las grandes luchas de clase y de las revoluciones proletarias. Las experiencias gloriosas de la Comuna de París, en 1871, de la revolución en Rusia de 1905, de las luchas contra la primera guerra imperialista en Alemania, en Italia, Austria, Hungría, las experiencias formidables de la revolución bolchevique de 1917 en Rusia y del movimiento revolucionario internacional de los años veinte del pasado siglo que hicieron temblar el poder burgués en todas las metrópolis capitalistas de Europa y de América, han sido sepultadas bajo una densísima capa de falsificación del comunismo marxista y consignadas a un “pasado” que las fuerzas oportunistas de cada país se esfuerzan por superar y olvidar en nombre de la democracia y de la civilización burguesa.

Los grandes partidos proletarios que dieron vida a la Internacional Comunista de los primeros años veinte, y que llamaban a un proletariado europeo ya sobre el terreno de la lucha de clase y revolucionaria, y con ellos al proletariado del mundo, a seguir el ejemplo del proletariado ruso victorioso no sólo sobre el zarismo sino también sobre la república burguesa, esos grandes partidos proletarios, comprendido el bolchevique, fueron devastados por una colosal onda oportunista que, con el nombre de estalinismo, a la manera de un cáncer, atacó y, finalmente, venció el formidable impulso del proletariado mundial que, entre 1917 y 1927 hizo temblar el mundo.

La derrota del proletariado europeo y mundial llevó a la derrota de la revolución comunista en Rusia y en el mundo, y dio al capitalismo unos decenios más de vida. ¡Y cada decenio de vida extra del capitalismo ha significado un decenio más de atrocidades, de horrores, de miseria, de hambre, de explotación y de empeoramiento general de la vida humana para la gran mayoría de la población del mundo!

El capitalismo, desarrollándose en los distintos países del mundo no podía y no puede cambiar: deja un modo de producción basado sobre el capital y sobre la explotación del trabajo asalariado, y sus leyes de desarrollo no consienten a sus contradicciones intrínsecas –entre las cuales la división internacional del trabajo y el antagonismo de clase demuestran la imposibilidad de la armonía social- de autoregularse mientras estas continúan trabajando poco a poco, agigantando la fuerza de sus  rompientes crisis cíclicas.

Son de hecho las contradicciones materiales de la sociedad capitalista las que empujan y empujarán a los proletarios a luchar sobre el terreno del enfrentamiento de clase, partiendo del más simple, pero potentísimo, factor histórico: la supervivencia. Los proletarios asiáticos o africanos que se fugan de sus propios países en guerra y de la miseria más negra, dirigiéndose hacia países más ricos, en Europa y en América, y que parten en viajes que en la mayoría de las ocasiones no tienen un destino preciso y sobre todo no tienen la seguridad de llegar a un destino aceptable, muriendo en el camino o en el mar, demostrando que poseen la misma fuerza que tuvieron los proletarios italianos, irlandeses, alemanes, griegos o españoles cuando, durante el siglo pasado, afrontaban, con la misma inseguridad, viajes interminables en busca de un trabajo, de un puesto donde sobrevivir. Estos proletarios, hoy como ayer, no estaban movidos por la “esperanza” o por la “fé”, sino por el hambre. La derrota del movimiento de clase y revolucionario del proletariado mundial de los años veinte del siglo pasado ha lanzado y está lanzando, en cierto sentido, a amplios estratos proletarios también de los países ricos a las condiciones de hambre y de miseria que el proletariado ha conocido ya más veces en los siglos pasados.

Pero sólo el empuje del hambre, si de un lado da fuerza a los proletarios para rebelarse contra las míseras condiciones individuales, no da el empuje para reaccionar como clase contra las condiciones sociales en las cuales han sido arrojados. Los media europeos y americanos, desde hace tiempo, anuncian que también en los países ricos está creciendo la desocupación, que está creciendo cada vez más el número de familias pobres o que han caído bajo el umbral de la pobreza. Todo esto, por sí mismo, mueve a compasión a entes benéficos y religiosos que se preocupan de distribuir el pan y alguna comida, los vestidos y el calzado a los pobres o a los sin techo: la sociedad del capital, del beneficio capitalista, que vive de la explotación del hombre por el hombre no ha temido nunca al hambriento, al derrelicto, al marginado, sino que ha temido y teme al proletariado que actúa, que reacciona, que se organiza y que organiza a otros proletarios en la lucha contra el sistema social, y crece el miedo si estos proletarios abrazan un programa político que de su emancipación de clase haga una causa por la cual luchar en cualquier lugar, en cualquier país, por la cual se está dispuesto a cualquier sacrificio.

 

¡Proletarios! ¡Trabajadores de toda raza y nación!

 

La vía de la emancipación de la esclavitud del trabajo asalariado, de la opresión de una sociedad que vive exclusivamente para el mercado y para el beneficio capitalista, está señalada históricamente: pasa, y puede pasar, sólo a través de la lucha de clase y revolucionaria del proletariado, lucha que tiene como objetivo fundamental la conquista del poder político, la destrucción de la estructura social que la burguesía de todos los países se ha dado como defensa de su propio poder, de su propio dominio, en defensa de un sistema económico y social que coloca en su centro la satisfacción del beneficio capitalista y no la satisfacción de las necesidades de vida de la especie humana.

La lucha de clase no aparecerá de imprevisto, como no surge de imprevisto la organización de clase del proletariado sobre el terreno de la defensa inmediata de los intereses proletarios. Los proletarios, mantenidos por las fuerzas burguesas y del colaboracionismo político y sindical en condiciones de esclavos útiles sobre todo para esforzarse y morir a beneficio del capital, desarmados del prolgrama revolucionario y de las organizaciones de clase que en los años veinte del siglo pasado han representado el centro de la lucha revolucionaria contra el capitalismo, deben remontar el abismo al cual han sido arrojados. Los proletarios más combativos y de vanguardia que no se han rendidos para siempre al enemigo de clase tienen la tarea de mantener vivo el hilo de la tradición de clase del proletariado mundial, porque a esta tradición los sectores más avanzados del proletariado podrán referirse absorbiendo experiencia y estímulos para proseguir sobre la vía del renacimiento del movimiento de clase internacional. Los comunistas revolucionarios,aunque reducidos a un puñado de militantes, saben por experiencia histórica que el renacimiento del movimiento de clase se apoyará sobre el impulso natural y formidable de la lucha proletaria en defensa de sus condiciones de supervivencia y el programa revolucionario del comunismo marxista, sobre el encuentro entre la masa proletaria que ha reconquistado su terreno de lucha clasista y el partido de clase que es el único e indispensable órgano de la revolución anticapitalista.

Los proletarios no tienen alternativa pues se encuentran en esta situación por factores objetivos vinculados al modo de producción capitalista y a la sociedad que la burguesía ha erigido sobre sus cimientos: o luchar contra la opresión salarial y social con la que la burguesía de cada país los aplasta y los domina, y por medio de esta lucha darse cuenta de que tienen una fuerza irresistible y capaz de subvertir, de arriba a abajo toda la sociedad, o dase por vencido y dócilmente encadenarse al carro conveniente a la clase burguesa, en tiempos de paz como en tiempos de guerra.

El camino de la emancipación proletaria está lleno de trampas y obstáculos, construidos a propósito por las fuerzas burguesas y oportunistas que se disfrazan de portavoces de los intereses de los trabajadores cuando en realidad no hacen más que desviar el movimiento proletario hacia el campo de la conciliación y la colaboración entre clases.

Los proletarios deben comenzar a luchar en defensa de las condiciones elementales de vida y trabajo: de esta lucha puede volver a nacer el movimiento de la clase que traerá de vuelta al proletariado al terreno en el que puede desarrollar su propio poder independientemente de la burguesía y las fuerzas de la concertación social. Los objetivos serán los clásicos, los que ya están en la tradición clasista del pasado y unifican al proletariado en un solo ejército de clase:

 

 ¡Lucha contra la competencia entre los proletarios!

 ¡Lucha contra el trabajo no declarado y el desempleo!

 ¡Unión de los proletarios empleados, desempleados, temporales, precarios, nativos y extranjeros!

 ¡Lucha por la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario!

 ¡Lucha por un sueldo al trabajo o un salario al desempleo!

 ¡Reorganización clasista en asociaciones de defensa solamente de los proletarios!

 ¡Reivindicaciones coherentes con la defensa de los intereses exclusivamente proletarios, inmediatos y generales!

 

La unión hace la fuerza, el viejo lema sigue siendo válido, pero la unidad, para desarrollar una verdadera fuerza de la defensa y ofensa, una fuerza que resista los ataques del enemigo de clase y sepa cómo luchar, tiene que ser una unión de clase, debe superar la división entre los proletarios, la competencia  que se hacen entre ellos, tiene que superar la desconfianza, la sospecha, el individualismo que los prejuicios pequeñoburgueses instilan en los proletarios, y no pueden ocultar la realidad del conflicto y el antagonismo capital entre los intereses del proletariado y los intereses de la burguesía. La unidad de la clase no puede existir si no es sobre la base de la fuerza con que el proletariado recobra el terreno de la lucha de clases: el pacifismo, el legalismo, la genuflexión a los intereses "de la sociedad" - que no son más que los intereses de la clase dominante burguesa - la  aptitud a la conciliación y  al sacrificio por el bien de la economía de empresa o la economía nacional, son grandes obstáculos a la reunificación de la clase proletaria, son desviaciones constantes de los medios y los verdaderos métodos de clase que los trabajadores deben tomar en defensa de sus condiciones básicas de supervivencia

 

¡Trabajadores del mundo uníos!

Fue, es y será el llamamiento que los comunistas revolucionarios han hecho, hacen y harán al proletariado de cada país. Pero esta unión tiene un objetivo histórico fundamental: pasar de la lucha en defensa de las condiciones de vida y trabajo en el capitalismo a la lucha revolucionaria anticapitalista para cambiar el mundo, para transformar toda la sociedad de una sociedad dividida en clases y llena de terribles contradicciones a una sociedad de la especie. Los comunistas revolucionarios trabajan por la formación del órgano vital de la revolución proletaria, el partido de clase, pero al mismo tiempo se sitúan junto a los trabajadores en su lucha de resistencia cotidiana a la opresión capitalista compartiendo con el proletariado los resultados de las experiencias históricas del pasado y los balances preciosos de las derrotas y, al mismo tiempo, aprendiendo de la lucha del proletariado para localizar las necesidades materiales y de lucha que los proletarios expresan en su remontar el abismo en el que la burguesía y las fuerzas del oportunismo les han precipitado.

 

¡Viva el 1 de mayo de lucha, viva el 1 de mayo clasista!

¡Por la reanudación de la lucha de clases en todos los países!

¡Por la reconstitución de las asociaciones económicas clasistas de defensa proletaria!

¡Por la reconstitución del Partido Comunista fuerte y compacto, órgano indispensable para la revolución anticapitalista!

 

 

Partido Comunista Internacional

26 de abril de 2013

www.pcint.org

 

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