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Elecciones en Cataluña

Partidos “nacionalistas” y partidos “constitucionalistas” con un único objetivo: mantener al proletariado preso de las ilusiones electoralistas, democráticas y legalistas

 

 

Más de un mes después de que diese comienzo oficialmente la farsa independentista con el 1 de octubre y pasadas ya la supuesta declaración de independencia, la también supuesta intervención gubernamental de la autonomía catalana, las cargas de la policía, las detenciones del Govern de la Generalitat, el “exilio” de Carles Puigdemont… el fin de fiesta son las elecciones del próximo 21 de diciembre.

Después de que los partidos nacionalistas prometiesen un referéndum cuyos resultados fuesen vinculantes para declarar la independencia desde el Parque de la Ciutadella, cientos de miles de personas acudiesen a votar con ese fin, fuesen molidas a porrazos por las fuerzas policiales acantonadas en el Puerto de Barcelona y, finalmente, la independencia se declarase primero para ser suspendida formalmente y, después, para no ser llevada a la práctica en ningún momento; después de más de dos meses de teatro y mentiras, los partidos del llamado bloque independentista convocan de nuevo a los proletarios de toda Cataluña a votar por ellos en unas elecciones autonómicas exactamente iguales en lo esencial a las de hace dos años, a las de hace siete años y a todas las anteriores: lo que está en juego en ellas no es una supuesta “independencia” de Cataluña (que ya tuvieron al alcance de sus manos hacer efectiva el pasado mes de octubre los partidos entonces gobernantes y que, en vez de ello, limitaron a una fiesta de poca monta en la Plaza de Sant Jaume) sino el mantenimiento de la paz social y de la colaboración entre clases en una de las regiones de España donde la crisis capitalista ha golpeado con mayor dureza a la clase proletaria, sea esta de origen catalán, andaluz, subsahariana o magrebí. Hace tres años, el entonces Conseller de Economía de la Generalitat, Santi Vila, que después fue detenido por su participación en la “declaración de independencia” y llegó a pasar una noche en prisión, afirmaba ante el auditorio de Forum Europa: “si Cataluña no hubiera puesto sobre la mesa un relato en clave nacional, ¿cómo hubiera podido realizar un sacrificio tan fuerte como los recortes? ¿cómo hacerlo sin un proyecto ilusionante al otro lado de la balanza?”. De esta manera explicaba, según el periódico La Vanguardia del 10 de diciembre de 2014, cómo era posible haber realizado en Cataluña recortes por valor de 6.000 millones de euros. Estos recortes, como es sabido, afectaron y aún afectan directamente a las condiciones de vida de la clase proletaria: se “recortaron” inversiones en sanidad, educación, ayudas sociales, etc. golpeando duramente con ello a los proletarios que, además, sufrían un aumento vertiginoso del paro, la caída en picado de los salarios, los EREs, etc. Para lograr imponer esta situación, para preservar la paz social en una región que ha visto desaparecer los restos de la industria que empleaba a buena parte de su población proletaria, que ha visto convertirse el centro de su capital, Barcelona, en un recorrido turístico de lujo del que se ha expulsado a las clases pobres… la burguesía catalana dio alas al llamado procés, una gran movilización de la masa pequeño burguesa de la región (precisamente la que porta las ilusiones más retrogradas y reaccionarias acerca de una Cataluña “independiente”) en defensa de la “patria catalana” agredida por España a la que acompañó con un circo parlamentario en el que se blandía la señera en defensa de las políticas gubernamentales. Esta movilización sirvió como ofensiva para canalizar el malestar social creado por las reformas impuestas por el Gobierno de la Generalitat hacia un supuesto objetivo independentista con el cual se desvinculaba la creciente presión ejercida sobre la clase proletaria y las políticas llevadas a cabo por la burguesía, presentando al nacionalismo como un proyecto común a todas las clases sociales, desde las burguesas encabezadas por el partido de Mas y Omnium Cultural hasta el proletariado encastrado en la pasividad a la que le llevaban sus representantes políticos y sindicales, pasando por las organizaciones pequeño burguesas de las CUP y la Asamblea Nacional Catalana.

Tres años después de estas declaraciones de Santi Vila, seis desde que comenzó el procés, los resultados son visibles para cualquiera: Cataluña ha sido una de las regiones donde la crisis capitalista se ha hecho sentir con más dureza sobre el proletariado, es la Comunidad Autónoma donde el nivel de gasto social se ha recuperado menos con respecto al existente antes de la crisis… Y ante todo esto, el proletariado ha permanecido inerte, sin participar directamente pero sin fuerzas para oponerse a la corriente de movilizaciones chovinistas, patrióticas y anti obreras que inundaban las calles. Corrientes de supuesta extrema izquierda como las Candidaturas de Unidad Popular, representantes de la masa social de los botiguers, de los pequeños empresarios, del llamado “cooperativismo social”… han ostentado un firme dominio sobre cualquier manifestación de descontento social, reconduciéndolo al camino estéril del nacionalismo y del parlamentarismo. El camino a la reanudación de la lucha de clase del proletariado en defensa exclusiva de sus intereses ha sido obstruido por las fuerzas burguesas del localismo, del particularismo y, en fin, de la defensa de los intereses generales de la burguesía.

Ese ha sido el gran logro del procés. Y es precisamente ahora, cuando el show soberanista ha terminado entre declaraciones estériles de independencia y manifestaciones de la extrema derecha por las calles de Barcelona, que la realidad de esta farsa se ve a las claras: los mismos que enarbolaban la bandera de Cataluña y que permitieron sin resistencia alguna que el Gobierno central “interviniese” la autonomía, llaman a continuar con el procés… volviendo a votar. Su objetivo no es una independencia que ya proclamaron y que regalaron gustosa a la Guardia Civil y al ministro de Interior, sino, sencillamente, que el mecanismo democrático de conciliación entre clases, cuya expresión más elevada es el voto electoral, continúe funcionando sin fisuras. La consigna del 1 de octubre fue Votaremos, la de las elecciones del 21 de diciembre es Votad de nuevo: que los proletarios sigan colaborando, que sigan postergando el momento en el que de verdad tengan que luchar a un proceso electoral más, a la renovación de las ilusiones parlamentarias.

Frente a la movilización de los partidos vinculados al Proces aparecen aquellos que se dicen defensores de la Constitución española y de la unidad de España frente al “desafío soberanista”. Para ellos el valor de estas elecciones autonómicas es exactamente el mismo que para los defensores de la “independencia”: logar la implicación de la clase proletaria en defensa de la democracia, de la legalidad, de la unidad del país… lo cual supone sencillamente lograr que la clase proletaria renuncie a la lucha en defensa de sus intereses cediendo cualquier tipo de iniciativa ante las consignas burguesas de defensa de la nación… española. Porque, realmente, no existe oposición fundamental entre los burgueses y pequeño burgueses que han promovido el procés catalán y los llamados constitucionalistas que reivindican la unidad de España y el sistema de las autonomías como garantía de la convivencia social en el país. De hecho, el nacionalismo catalán vive porque la burguesía española, durante la Transición, diseñó un sistema de gestión territorial en el que las diferentes burguesías regionales se encargasen del gobierno de los asuntos más directos que concernían a su región. Es por eso que las políticas lingüísticas que hoy se critican en Cataluña tuvieron su versión propia en las que aplicó el gobierno del Partido Popular en Galicia. Que el desarrollo de la autonomía en los ámbitos de la seguridad, la enseñanza o la fiscalidad autonómica ha sido la base de la configuración estatal que ha garantizado a la burguesía española su capacidad de mantener sometida a la clase proletaria en un país históricamente imposible de centralizar.

El llamado “bloque constitucionalista” muestra ante los proletarios la bandera de la “igualdad” y la “solidaridad” entre las diferentes regiones españolas buscando con ello ganar para la causa democrática, para la confianza en las instituciones estatales y autonómicas, en el Parlament y en las elecciones a un proletariado mayoritariamente no catalán y que tiene todavía fuertes vínculos con sus zonas de origen, generalmente Andalucía y Extremadura, las dos regiones más pobres de España y contra las que se dirigen todos los alegatos del “nacionalismo” catalán. Pero oculta que han sido precisamente la burguesía española de Andalucía, Extremadura, Castilla y Madrid la que ha promovido los regímenes de excepcionalidad territorial en todo el país, llegando al punto de mantener perfectamente estable el sistema autonómico en Cataluña cuando la situación les ha llevado a aplicar el artículo número 155 de la Constitución española a la vez que pactaban renovar el concierto fiscal vasco, verdadero privilegio territorial de la burguesía vasca que se extrae del trabajo proletario del resto del país. Sus llamados a la unidad nacional, más allá de las manifestaciones de las bandas de extrema derecha que los cuerpos policiales del Estado utilizan para sembrar el terror entre la población, no son otra cosa que la defensa del propio estado de las autonomías, única forma con la que, actualmente, puede gobernarse España.

La clase proletaria no puede esperar nada ni del bando burgués llamado “soberanista” ni del bando burgués llamado “constitucionalista”. En lo que respecta a ellos, su programa es el mismo: mantenimiento de la paz social a través del engaño democrático y parlamentario, al que se recurre una y otra vez para lograr tanto una movilización en defensa de los intereses particulares de cada bando burgués como del interés general a ambos que es la colaboración entre clases. Los años transcurridos desde el inicio del procés han mostrado las verdaderas intenciones de la burguesía catalana que se ha colocado detrás del proyecto “soberanista”: logar neutralizar la tensión social generada por las exigencias políticas y económicas que ha impuesto al proletariado y, en la medida de lo posible, canalizar esta para obtener respaldo a sus reivindicaciones frente al gobierno central. De la misma manera se ha evidenciado lo que busca la corriente burguesa llamada “constitucionalista” o “unionista”: limar las asperezas que el Estado de las autonomías genera, pulir los excesos del particularismo regional al que ella misma ha dado lugar a la vez que utiliza el clima de exasperación creado por las movilizaciones en favor de la “independencia” para imponer un nivel de control social y de represión mucho más intenso aludiendo a la “excepcionalidad” del momento.

En ambos bandos el proletariado tiene a su enemigo. Porque la clase proletaria, internacional por su propia constitución, e internacionalista por la fuerza histórica revolucionaria que porta en su seno, sólo podrá salir de la crisis política y organizativa que padece desde hace tantas décadas rompiendo con cualquier programa burgués de exaltación del localismo, de la exacerbación nacionalista de las peculiaridades regionales, a la vez que combate cualquier llamamiento a la defensa de la patria y de la unidad nacional española. Sólo podrá reanudar su lucha clasista, incluso sobre el terreno inmediato de la defensa de sus necesidades económicas y sociales, haciendo tabla rasa con todas las influencias nacionalistas, con todo vínculo con la burguesía, local o nacional, con toda ilusión democrática y electoral. Siguiendo ese camino, que es el único que puede permitirle acabar con su situación de verdadero paria de la tierra, encontrará a su lado a los proletarios de todas las regiones y de todos los países. Y en frente suyo, armado con toda la fuerza que les proporciona su dominio social, al enemigo burgués de todas las nacionalidades.

 

¡Por la reanudación de la lucha de clase en defensa exclusiva de los intereses del proletariado, no de las exigencias nacionales de la burguesía!

¡Por la ruptura con cualquier programa burgués de defensa de la patria, sea esta “catalana” o “española”!

¡Por la reconstitución del partido comunista, internacional e internacionalista!

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

16 de diciembre de 2017

www.pcint.org

 

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