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Finlandia:

Ola de huelgas en «el país más feliz del mundo»

 

 

En marzo de 2019, la ONU publicó su informe sobre la felicidad en el mundo (1): por segundo año consecutivo, Finlandia ocupó el primer lugar. Finlandia es un pequeño país nórdico de 5,5 millones de personas con la reputación de ser un modelo de Estado-Providencia. Los medios de comunicación de todo el mundo hablaron sobre su proyecto para erradicar la pobreza mediante la creación de un ingreso universal garantizado para todos sus habitantes.

Pero la realidad es menos optimista y parece que los proletarios finlandeses no tienen la misma opinión sobre sus condiciones de vida y de trabajo que los estadísticos burgueses de la ONU.

Si comenzamos por este famoso “ingreso universal” instituido en 2017, en realidad no pasó de su etapa experimental que duró dos años. Se aplicaba solo a 2.000 desempleados de larga duración tomados al azar, y su monto no pasaba de 560 euros, ocupando el lugar del importe equivalente a las indemnizaciones por desempleo, siendo la única ventaja que se les concedió a los beneficiarios incluso a los desempleados que ya no tenian derecho. Al final, la medida no se renovó debido a la hostilidad de los patrones y las clases medias bajas, que se quejaban del nivel demasiado alto del gasto social y de los impuestos que lo financian.

Finlandia era un país próspero que, como otros países del norte de Europa, pudo financiar durante mucho tiempo un Estado-Providencia capaz de garantizar la paz social y de vincular al proletariado con el sistema capitalista y el Estado burgués. Este ya no es el caso: la crisis económica de 2008 golpeó duramente al país, cuyas consecuencias se hicieron sentir durante años. Un ejemplo simbólico es la caída de Nokia: el antiguo gigante de las telecomunicaciones solo escapó a la bancarrota al deshacerse de gran parte de sus negocios y recortar miles de empleos en Finlandia y en todo el mundo. Del mismo modo, la tala forestal y la industria del papel, que tradicionalmente han sido el principal sector de actividad (2) y que aún representan poco más del 20% de las exportaciones del país, han sufrido una grave crisis. La mayor parte de la producción de papel se ha trasladado a Asia y América Latina y las compañías más débiles han desaparecido.

Las dificultades económicas de este antiguo paraíso capitalista también han afectado o amenazado a amplios sectores pequeñoburgueses. Esto ha suscitado la aparición de un partido político de extrema derecha que en pocos años se ha convertido en la tercera fuerza política del país, los “Verdaderos Finlandeses”. Ocupa un buen lugar en su programa “la defensa de los jefes de las pequeñas y medianas empresas”, junto con la defensa de la “identidad finlandesa” (3) y las posiciones antiinmigrantes y euroescépticas. Después de su espectacular ascenso en las elecciones legislativas de 2015 (19%), los Verdaderos Finlandeses entraron a formar parte del gobierno dirigido por el Partido del Centro junto con el Partido de la Coalición Nacional, dos partidos burgueses de derecha tradicionales.

El objetivo central de este gobierno reaccionario era el sanear el capitalismo finlandés, lo que significaba restaurar la tasa de ganancia disminuyendo el “costo de la mano de obra” y reduciendo el gasto social.

La herramienta principal fue un “pacto de competitividad” negociado con los sindicatos, que supuestamente reduciría los costos laborales en un 3,5%. Se trataba de un conjunto de medidas de austeridad y anti-obreras, siendo las principales la congelación de salarios y el aumento del tiempo de trabajo (3 días adicionales de trabajo no remunerado por año), el aumento a 65 años. la edad de jubilación a partir de 2025 (edad que posteriormente variará según el aumento de la vida laboral), la reducción de las prestaciones por desempleo, una reducción del 30% en el pago de días libres para los funcionarios, un aumento en las contribuciones a la seguridad social de los empleados (y una reducción equivalente a las cotizaciones de las empresas); al contrario, para los patrones el “pacto” preveía una reducción de sus impuestos.

Al degradar la situación de los proletarios y las grandes masas, estas medidas han mejorado la salud de las empresas; sin embargo, no han podido sacar al país de manera durable de una recesión causada por la disminución de su participación en el mercado de exportación. La creciente impopularidad del gobierno empujó al partido de los Verdaderos Finlandeses a abandonar el gobierno en 2017, los “moderados” dejaron al partido para permanecer en la coalición, causando una crisis dentro de ellos. Contrario a lo que creían los analistas políticos, esta crisis y su posición más abiertamente de extrema derecha han fortalecido al partido.

Las elecciones legislativas de abril de 2019 estuvieron en efecto marcadas por el retroceso de los partidos que estaban en el gobierno, en particular el Partido del Centro del ex Primer Ministro, que experimentó un verdadero colapso. El partido socialdemócrata ganó las elecciones con el 17.5% de los votos, pero los Verdaderos Finlandeses (17.2%) le pisaban los talones. El nuevo gobierno fue constituido por una alianza con los Verdes (que con el 12% de los votos obtuvo un resultado histórico), la “Alianza de Izquierda” (ex Partido Comunista de Finlandia) y ... el Partido del Centro; no obstante repudiado por sus votantes.

A pesar de las promesas electorales de los partidos de izquierda, el nuevo gobierno solo pensaba suavizar las políticas de austeridad del gobierno anterior; en particular, se comprometió a llevar a cabo la “reforma” de la seguridad social y el sistema de salud con el objetivo de reducir los costos mediante la reducción de los beneficios, que proyectaba el Partido del Centro. Esto no le impidió recibir el apoyo de los sindicatos, mucho más sensibles a sus promesas de inversión productiva que a los intereses de los proletarios.

 

VICTORIA DE LOS HUELGUISTAS

 

Los trabajadores finlandeses, por si tenían dudas, no tardaron mucho para darse cuenta de qué lado estaba el nuevo gobierno. El servicio de correos, un establecimiento semipúblico, había decidido, en el contexto de la búsqueda de rentabilidad, transferir 700 empleados a una subsidiaria, ¡infligiéndoles además una reducción de hasta el 30% de su salario!

Apenas conocido el proyecto, los trabajadores se declararon en huelga el 11 de noviembre. Durante casi 2 semanas, 10.000 trabajadores postales participaron en el movimiento, en solidaridad con los trabajadores amenazados y para exigir aumentos salariales. Pero el conflicto se extendió más allá de la Oficina de Correos: el 25/11 estallaron huelgas de solidaridad en el transporte terrestre y aéreo, ferrys, etc.

Cuando se perfiló la amenaza de un bloqueo de puertos, o incluso de una huelga general, la administración de los correos retiró su proyecto, sin duda por instigación del gobierno, preocupado por un bloqueo de la economía (la exportaciones, principalmente por vía marítima, representan el 40% del PIB). Pocos días después, el Primer Ministro se vio obligado a dimitir bajo la presión del Partido del Centro, que lo acusó de su debilidad en relación con los trabajadores; fue el Ministro de Transporte quien fue elegido en su lugar el 8/12, quizás convirtiéndose a los 34 años en el jefe de gobierno titular más joven del mundo.

Este éxito innegable de la lucha proletaria sirvió de estímulo para los trabajadores de otros sectores. Así, el 9 de diciembre, 100.000 trabajadores de la industria (productos químicos, madera, petróleo, etc.) y servicios se declararon en huelga durante 3 días para exigir aumentos salariales y el fin del trabajo no remunerado, y más generalmente el retiro de las medidas antisociales que el nuevo gobierno no tiene absolutamente ningún plan de revocar; desde septiembre se ha seguido ampliamente una huelga de horas extras no pagadas.

El retiro del proyecto de la oficina de correos es solo la primera victoria para los trabajadores finlandeses frente a los ataques contra ellos, y que el gobierno actual, presionado por los capitalistas, no tiene intención de perdonar. Pero esta victoria puede y debe servir como una lección para las luchas por venir y como un ejemplo para los proletarios de otros países: es rompiendo con las prácticas bien establecidas de colaboración de clase y consenso social, lanzandose a una huelga ilimitada y llamando a los trabajadores de otros sectores que es posible hacer retroceder un gobierno.

No hay duda de que los sindicatos finlandeses harán todo lo que esté a su alcance por tratar de olvidar esta lección.

¡Depende de los proletarios en Finlandia y en otros lugares recordarlo y ponerlo en práctica!

 


 

(1) Cfr. “Informe mundial de la felicidad”, 20/3/19. Para llegar a sus conclusiones, este informe se basa en un serie de índices, que van desde la vida útil hasta el PIB per cápita,.

(2) El 60% del área forestal explotada pertenece a propietarios privados (26% al Estado y el resto a empresas forestales, etc.): son más de 600.000 (casi el 14% de la población), la mitad de ellos tienen solo propiedades pequeñas (menos de 2 hectáreas).

(3) Son particularmente hostiles al aprendizaje obligatorio del sueco en la escuela. El sueco es el segundo idioma oficial del país, la minoría de habla sueca constituye aproximadamente el 5% de la población.

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

28 de diciembre de 2019

www.pcint.org

 

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